Diogo
Alves, el asesino español que aterrorizó Lisboa en el siglo XIX
Cabeza de Diego Alves
Con más 60 posibles asesinatos a sus espaldas, Lisboa
también forma parte de ese club de ciudades que cuenta con uno de esos temibles
asesinos que, con solo pronunciar su nombre, atemorizaba a todos, al más puro
estilo de "Jack el Destripador" en Londres.
Se trata de Diogo Alves, un gallego popularmente
conocido como "El asesino del acueducto" porque asaltaba y robaba a
sus víctimas en la pasarela del señorial Acueducto de las Aguas Libres en 1840,
uno de los principales accesos a Lisboa en aquella época.
"Daba a sus víctimas un golpe en la cabeza, les
robaba y luego les tiraba desde arriba del acueducto para simular un
suicidio".
Al principio, las autoridades confundieron los
asesinatos con suicidios, tal y como quería el delincuente, porque el
acueducto, con los 65 metros de altura que alcanza en su punto más elevado, era
un lugar al que solían acudir quienes querían poner fin a sus vidas.
Pero los portugueses pronto se dieron cuenta de que
aquella ola de suicidios no era normal y empezó a correr el rumor sobre un
asesino llamado Diogo Alves. Aterrorizados, los lisboetas comenzaron a
asustarse y se encerraban en sus casas de noche.
El nombre de Diogo Alves era, no obstante, conocido y
temido en toda la capital, hasta que en 1841 fue capturado y ahorcado por las
autoridades lusas, una condena que hacía tiempo que no se aplicaba en el país.
Pero sorprendentemente no fue juzgado por ninguno de
los crímenes que cometió en el acueducto, sino por asaltar y asesinar a un
conocido médico y a su familia en su domicilio.
El juicio de Alves fue uno de los primeros procesos
judiciales mediáticos en la historia del país, dado que hacía años que no se
ahorcaba a un delincuente y los lisboetas "necesitaban" que se
condenara a alguien a muerte con el fin de "dar una lección" a los
criminales y retomar la seguridad en las calles.
Hay una diferencia fundamental entre Diogo Alves y
otros asesinos populares como 'Jack el Destripador': "el gallego, a
diferencia del británico, era simplemente un vulgar ladrón y nunca hubo un móvil
intelectual en sus crímenes".
Pero los científicos portugueses de la época parece
que no pensaban así y asombrados por su crueldad y vileza, decidieron guardar
su cabeza en un bote de formol con el fin de estudiarla y analizar las raíces
de su maldad.
Después de más de 150 años, la cabeza de Diogo Alves se encuentra hoy conservada en un bote en las estanterías de la Facultad de Medicina de la Universidad de Lisboa.
La leyenda del "Asesino del acueducto", fue
una de las más populares entre los lisboetas durante décadas. Pero con el paso
de los años ha ido perdiendo su impacto y poco a poco cayó en el olvido entre
algunos de los habitantes de la capital.
Nuestra misión es reavivarla, para que estas historias
de asesinos en series españoles no desaparezcan ya que, a pesar de su crueldad,
Diego Alves forma parte la historia de Lisboa" y a partir de ahora, de la
historia criminalística de España.