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lunes, 19 de marzo de 2018


La Conversa Judaizante de Cheles






Converso judaizante es todo aquel, que desciende de un linaje cuya religión anterior fue la ley de Moisés, el judaísmo. Los reyes católicos, Isabel y Fernando, en el año 1492, decidieron poner en marcha la expulsión de los judíos con decreto firmado un 31 de marzo de dicho año en la ciudad de Granada. La resolución era clara y contundente: conversión o expulsión. Muchos se marcharon a Portugal buscando la tranquilidad y el sosiego para sus vidas, pero otros se convirtieron. En España ya estaba instaurada la Inquisición desde 1478, en cambio, en el país lusitano no se instaurará hasta 1536. Esto llevó a pensar a muchos judíos, que el mejor lugar para emigrar era el país vecino.

Mientras algunos cogieron sus petates y se marcharon, otros decidirán convertirse al cristianismo y no abandonar la tierra que les vio nacer. Pero tanto en las mentes de los que se marchan como de los que se quedan, sigue viva y perenne los ritos y tradiciones de la religión de sus antepasados. Durante la vida de muchos convertidos al cristianismo, esta realidad va a ser un hándicap que tendrán que saber camuflar y esconder ante los ojos de los cristianos de raza. Tanto la Inquisición portuguesa como la castellana, pondrán sus máquinas a engrasar, comenzando con ello, la gran persecución contra los marranos ibéricos.

La condición de enclave fronterizo merece ser destacada, pues orientó en buena parte la actividad procesal de los dos tribunales, sobre todo en cuanto se refiere a la represión de los marranos, ya que el brote del delito sé nutria principalmente de los emigrados portugueses y de los judíos fugitivos que huían del tribunal de Evora y a la inversa. En casi todos los pueblos de la comarca fueron encarceladas personas que seguían la ley de Moisés. La funesta noticia corría rápidamente por las villas de boca en boca y de puerta en puerta, provocando los comentarios de la mayoría de los vecinos. Pero si la Inquisición de Llerena condenaba a los judaizantes portugueses, la de Evora hacía lo mismo con los judaizantes extremeños que cruzaban la frontera. Conozcamos el caso de una mujer natural de Cheles, que será detenida por el tribunal de Evora y que pasará cuatro años encarcelada.
Esta nativa de la población, va a ser condenada por prácticas judaizantes, su nombre, María Pérez Rogado, de 36 años de edad, personaje que tuvo que sucumbir a su detención en Villaviciosa y sufrir con ello su particular viacrucis. La Inquisición de Evora escribe sobre ella en su expediente procesal las siguientes causas y delitos.
Los inquisidores apostólicos contra la herética pravedad y apostasía en esta ciudad de Evora y su distrito, mandamos a cualquier familiar u oficial del Santo Oficio, que allí donde fuera encontrada María Pérez, cristiana nueva, viuda, mujer que fue de Bento Ruíz, que vive en Villaviciosa, la prendáis con secuestro de sus bienes por culpas que contra ella hay en esta Inquisición. La prisión es obligatoria y tiene que ser puesta a buen recaudo con cama y todo cuanto pueda necesitar, teniendo que depositar de sus bienes veinte mil reales para sus alimentos. La tienen que traer atada bajo llave al alcalde de las cárceles de este Santo Oficio y lo mandamos en virtud de Santa obediencia y pena de excomunión mayor y de 500 cruzados, que servirán para las despensas del Santo Oficio si se desobedeciere la orden dada.

Una vez detenida María Pérez y como dice el documento, fue puesta en las cárceles secretas del Santo Oficio de Evora a espera de su particular juicio o proceso. Cuando este se inicia, se dice de ella lo que sigue.

Culpas de judaísmo contra María Pérez Rogado, cristiana nueva, de 36 años de edad, viuda de Bento Ruíz, natural de la villa de Cheles, reino de Castilla, moradora en Villaviciosa y presa en las cárceles de esta Inquisición. Fue presa por culpas de judaísmo y se encuentra en las celdas de esta Inquisición de Evora desde el 1 de abril de 1660.

Marta de Almada, soltera, detenida por judaísmo en las cárceles de esta Inquisición, hija de Fernán Cordero, juró decir la verdad poniendo su mano sobre los evangelios y denuncia diciendo: que estando en su casa María Pérez Rogado, María de Silva, Magdalena Méndez y María Fagarra, todas cristianas nuevas de judíos, declara: que todas ellas vivían y creían en la ley de Moisés para salvar sus almas. Que por su observancia guardaban el sábado, no trabajaban en ese día, no comían ni cerdo, liebre, conejo, ni peces sin escamas. Que celebraban los sábados ayunos en honor de la Reina Esther. Cuando por su puerta pasaba algún difunto, María Pérez lanzaba a la calle las aguas de los cantaros que utilizaba para beber, ceremonia esta propia de judíos. Los viernes ponía manteles nuevos en las mesas, cambiaba las sábanas y encendía las torcidas de los candiles para no tenerlo que hacer los sábados y amasaba y cocía el pan trenzado para el mismo día. 

Se le preguntó si habían practicado estos mismos ritos con otras personas, y dijo, que no los había hecho. Son sus padres, Andrés Pérez Ferreiro y Catalina Rogado vecinos de Cheles, aunque su madre es natural de Terena.

Pan jala o del sábado

Muy interesante los rituales que nos ofrece la Inquisición de Evora en este documento de María Pérez Rogado, ya que nos pone en la tesitura de aprender muchas cosas al respecto. Por ejemplo, ¿os habéis preguntado alguna vez porqué se hacen las matanzas del cerdo de una manera pública?, es decir, en la calle, porque digo yo, se podrían hacer en el corral de las casas y al menos no se ensuciaría la puerta de entrada a la vivienda. ¿Qué hay detrás de todo esto? Como bien nos ha indicado el documento de María Pérez Rogado, ella no comía cerdo, por eso, para demostrar su cristianismo y conversión ante los ojos de los vecinos, la mejor forma era practicando la matanza de forma pública y dejar la huella de la sangre del cerdo ante la puerta de la calle. Los ojos de los cristianos de raza que verían esa realidad pensarían, que aquellas familias que descendían de judíos, su conversión era creíble ya que lo demostraban con la matanza del cerdo.

Pero toda ley creada puede tener su manera de violarla pasando desapercibida. Y para eso los conversos de judíos inventaron la morcilla patatera y la calabacera, a la que poniendo mucho pimentón y utilizando manteca de cordero, esta parecería un chorizo. Una vez echada en puchero de garbanzos o "judías", pasaría desapercibida ya que todo aquel que viese o mirase la olla, lo que vería sería un chorizo en apariencia. Por eso se invita en la matanza a los vecinos, de esa manera me voy deshaciendo del cerdo dándole a unos algo de tocino, huesos, caldillo y otras piezas del marrano, y el resto se cuelga, en algunos casos, para vender.

Tampoco María Pérez Rogado comía conejo ni liebre. Cuantas veces hemos vistos la estampa del cazador con su percha repleta de estas especies y su escopeta al hombro. Lo primero que pensamos cuando lo vemos es, que gran cazador, sin embargo, en las fechas que nos movemos, siglo XVI, XVII, XVIII e inclusive el XIX, el porqué de esta realidad era totalmente diferente en aquellos que realmente podían tener una escopeta para tales fines. No todos los habitantes de Cheles podían tener un arma de fuego, la solían tener personas de un nivel económico alto, y esto señalaba, en la mayoría de los casos, a los conversos de judíos. Solían ser negociantes, comerciantes, en algunos casos procuradores, médicos etc., y esa seguridad económica les hacía el poder tener un arma con la que poder cazar. El venir con la percha repleta de piezas y con su escopeta al hombro, equivalía a demostrar, que ellos también en sus casas comía los alimentos prohibidos por el judaísmo. Ante los ojos de los cristianos viejos o de raza, que podían ser sus mayores enemigos, visualizaban y entendían, que la conversión del vecino iba por buen camino. Posiblemente, las piezas las tirasen o las regalasen a sus vecinos, pero habían cumplido con esa estampa, con el deber sicológico de engañar, en muchos casos, a sus posibles denunciantes.
En cuanto al pan trenzado, basta con ir a una panadería para darse cuenta, de que en días determinado o fechas señaladas, algunos vecinos, aun al día de hoy, siguen haciendo este tipo de material comestible.  

En cuanto al tema de lanzar las aguas de los cantaros ante el paso de un entierro por la puerta de un converso o tirar las aguas de la casa en el caso de la defunción de un familiar, eso, os lo dejo a vuestro entender, porque se que en Cheles se hacía años atrás y posiblemente hoy. No en vano, una gran parte de los apellidos de la población son apelativos de conversos de judíos, ya que muchas personas que los llevaban años atrás y vivían cerca de Cheles, sobre todo en pueblos portugueses, solían ser conversos de judíos a los que algún familiar cazó la Inquisición portuguesa y se ubicaron en pueblos cercanos a la raya “huyendo de la quema”.


Archivo Nacional Torre do Tombo. Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Évora, proc. 84