MIS LIBROS

  • Depuración de Maestros Nacionales en la Comarca de Olivenza
  • El Chitón de los Zapata (Teatro)
  • Esperanza y Libertad las Hijas de la Rapada
  • Extremadura Tierra de Brujas
  • La Judía de Alcalá de Henares
  • Los Herejes de Badajoz
  • Los Herejes de D.Benito, Villanueva de la Serena y Medellin
  • Los Herejes de la Raya de Cáceres
  • Los Herejes de Mérida
  • Los Herejes del Guadiana Fronterizo
  • Los Milagros de la Virgen de la Luz de Moncarche
  • Los Moriscos de Hornachos Crucificados y Coronados de Espinas

martes, 4 de diciembre de 2018


Pedro de los Reyes. El Hansel (cazador de brujas) de Extremadura




La práctica de la magia o la brujería en cualquiera de sus formas, fue considerada en el siglo XVI, XVII y XVIII, un crimen horrible que atentaba contra las veredas y doctrinas del Crucificado. El castigo prescrito para esta herejía en particular era la purificación mediante el fuego. Acto que desarrolló no solamente la Inquisición española en menor grado, siendo la Justicia Civil la más entregada a la causa de la cremación de mujeres por motivos de ámbito demoniaco. En estos tiempos confusos, los cazadores de brujas están muy ocupados, ya que cada vez más y más hombres se convierten a las oscuras artes. Según los detectores de estas mujeres y hombres infernales, estos depravados individuos practican la adoración a los demonios llegando incluso a ofrecer sacrificios humanos en el nombre de sus viles amos.

El cazador de brujas solía ser un agitador carismático que podía convencer en poco tiempo a una multitud y utilizarla para su propio fin, aprovechándose de ciertos ciudadanos fanáticos que entendían, que las palabras de dicho personaje eran mensajes divinos y él un elegido para tal fin por el Dios dominante. La caza de brujas reforzó la autoridad de los hombres en la sociedad, ya que se solía considerar que las brujas eran principalmente mujeres. Los cazadores de brujas creían que una de las características de las brujas es que eran cómplices del mal en cuanto pactaban con el diablo. En ese momento sostenían, que se formaba una liga o comunidad maligna para socavar el Evangelio y derrocar a la Iglesia; por lo que todo comportamiento fuera de estos preceptos, así como la negación de Dios, era un ataque no solo a la fe sino a toda la comunidad cristiana.



Esta realidad hizo que algunos cazadores de brujas tuviesen su pedegri dentro de la colectividad del momento, y que muchos de sus seguidores, fuesen valiosos testigos de afirmación y justificación del ojeador y batidor de mujeres descarriadas. Algunas de las acusaciones vertidas por estos personajes consistían: en renegar de Dios, matar por medio de venenos y sortilegios o algunos tan extremos como comer carne humana y beber sangre desenterrando a los muertos, matar niños antes de que reciban el bautismo, matar ganado e incluso, causar la esterilidad en los campos trayendo el hambre a las poblaciones donde habitaban. Por imputaciones y cargos como estos, fueron condenadas, en gran medida, las brujas de la población de Zugarramurdi.

Los cazadores de brujas solían detectar a estas mujeres nefandas a través de la famosa marca del diablo, ya que estos creían y anunciaban a sus seguidores, que los pactos con el diablo proporcionaban marcas en los cuerpos de las brujas en forma de verrugas, lunares e incluso, que estas no poseían la capacidad humana de llorar. Estas marcas eran posteriormente buscadas y examinadas en los cuerpos de las acusadas durante los exámenes previos a los juicios, si se encontraban, el final sería terrible, si no, y serían las menos, podían quedar libres de pecado volviendo hacer aceptadas dentro de la comunidad cristiana.

Uno de esos cazadores de brujas era natural de Llerena (Badajoz) en Extremadura, su nombre era Pedro de los Reyes y los documentos nos cuentan de él lo siguiente.

“Que se ha descubierto en el señorío de Vizcaya, en el Valle de Oyarzu, dos leguas de San Sebastián y cuatro o cinco de la dicha montaña de Navarra en este año de 1613, a un mozo de pocos años llamado Pedro de los Reyes, natural de Llerena en Extremadura, quién decía tener gracia de santiguador y que con ella se metía públicamente en un horno ardiendo. Se resbaló en lo que contaba y dijo: que conocía brujas y que lo tenía por granjería y que le buscaban para esto por todas aquellas tierras pagándoselo largamente, hasta que siendo preso en esta Inquisición, después de visto en discordia dos veces en el consejo, fue traído a la vergüenza y al cabo de pocos meses por haber reincidido en la misma culpa y tierra, fue azotado. En su causa confesó de forma espontánea todos los embustes que había dicho, y que lo hacía por lo que la gente le daba al creerle que sabía distinguir quien era bruja y quién no. Que las conocía por cierta señal oculta con la que ratificaba el hecho, e incluso decía, que personas muy distinguidas estaban asistiendo a los aquelarres. Juró que todo era falso y desde el escarmiento que llevó, nunca más se volvió a oír hablar de brujas en el entorno ya que se callaron las bocas de quienes decían ver brujas donde no las había”.[1]



Queda demostrado con esta crónica, que los Hansel españoles existieron y para ejemplo los hechos realizados por este pícaro personaje, que se ganaba la vida engañando y embaucando con sus supersticiosos mensajes, a todos aquellos que se dejaban adoctrinar ante su particular carisma y oratoria. Aunque no fue el único, también hubo otros que actuaban de la misma forma y manera que el extremeño, en Vitoria había por la misma fecha un sacerdote embustero que se dedicaba a la caza de brujas llamado Pedro Abad de Guevara y otro de nombre Diego López de Gamarra, mesonero y vecino de Villareal de la misma provincia de Álava los cuales fueron detenidos por la Inquisición de Logroño. 



[1] AHN. Inquisición 1679, exp. 2

jueves, 29 de noviembre de 2018



Judaísmo e Inquisición en Olivenza



Si hay un capítulo dentro de la historia moderna de Olivenza de máxima importancia para la población, ese fue el transformar la mentalidad de más de trescientas personas acusadas de judaísmo en tiempos de represión inquisitorial. La Inquisición de Évora iba a ser la encargada de castigar a todos aquellos acusados de seguir la ley de Moisés, poniendo a disposición de la fe cristiana sus cárceles secretas, su cámara del tormento y todo el personal al servicio del Santo Oficio en Évora y Olivenza. Hombres y mujeres de la población serán imputados por ritos tan variados como: guardar el sábado, practicar la circuncisión a sus hijos, desbautizar a los mismos, ayunos, no comer cerdo, conejo ni liebre ni pescado sin escama. Unas delaciones que revelaran, la otra vida clandestina de muchos vecinos de Olivenza, que intentaban seguir desde el secreto, las enseñanzas judaicas que les trasmitieron sus antepasados.


              Expediente Diego Sánchez

Un ejemplo de ello lo tenemos en Diego Sánchez, un anciano oliventino de 90 años de edad, que fue acusado de judaísmo, natural y vecino de Olivenza, hijo de Fernando Méndez, mercader de oficio, y fue su madre Leonor Sánchez. Era de estado viudo y fue su mujer Mencía López, cristiana nueva descendiente de judíos, quién fue detenido y puesto en prisiones inquisitoriales en Évora, el 9 de noviembre del año 1626.

Fue sentenciado a salir a Auto de fe, con sambenito y coroza (capirote), que se celebró el 18 de junio de 1628, donde al leerle su sentencia en el cadahalso, se le condenó a que renegase de la etapa vivida como judaizante, y llevase a perpetuidad el habito penitencial (sambenito) y fuese instruido en la fe católica. Se le acusó de guardar el sábado y no trabajar en ese día, que el viernes a la noche se ponía camisas limpias y cambiaba el aceite a los candiles de su casa y les ponía torcidas nuevas, no comía carne de cerdo, ni liebre, ni conejo, ni pescado sin escama, y que lo que más comía eran aves que el mismo ahogaba y que desangraba la carne y lavaba la misma antes de guisarla. Que todo esto lo hacía por guardar la ley de Moisés. Por despacho de fecha 18 de julio de 1629 se acordó por la mesa del tribunal, que se le retirase el sambenito que llevaba puesto y se le prohibía, que no saliese del reino de Portugal sin licencia de la mesa inquisitorial.1


           Francisco Rodríguez Lindo

Otro condenado por judaísmo fue Francisco Rodríguez Lindo, cristiano nuevo, descendiente de judíos, de oficio mercader, natural de Olivenza y vecino de la misma población, hijo de Juan López, tratante, cristiano nuevo de judíos, fue su madre Elvira López, también cristiana nueva, su estado civil era casado siendo su mujer Ana López, cristiana nueva. Fue detenido y entró en prisión el 20 de marzo del año 1651, siendo sentenciado a salir a Auto de fe, fuese excomulgado con excomunión mayor, se le confiscaron sus bienes, renegó de la vida que había vivido hasta ahora, y fuese encarcelado y ensambenitado al arbitrio de los inquisidores, sea instruido en la fe católica y practique penitencias espirituales. Fue a acusado de las mismas prácticas judaicas que el anterior reo.2


          Luis Pereira de Carvallo

Luis Pereira de Carvalho es nuestro siguiente detenido y condenado por la Inquisición de Évora. Era cristiano nuevo de judíos, de 27 años de edad, fue acusado de judaísmo, era soldado y cabo de la Escuadra del Regimiento de Olivenza, natural de la misma población, fue su padre Francisco Carvalho, hombre que vivía de sus haciendas, fue su madre Josefa Teresa y era de estado viudo.

Fue detenido en Olivenza y entró en las cárceles secretas de la Inquisición de Évora el 7 de agosto del año 1760, y fue sentenciado a salir en Auto de fe privado el 3 de octubre de 1761. En esos años prácticamente la Inquisición ya no actuaba con la agresividad que años atrás había actuado, y se penó a que renegase de la vida clandestina que había llevado abrazando la ley de Moisés y se le impusieran penitencias espirituales.3

Las penitencias espirituales consistían en desarrollar expiaciones o enmiendas públicas en jueves santo o viernes santo, yendo delante de las imágenes vestido con el sambenito (hoy traje de nazarenos), llevar cruces a cuestas, flagelaciones, empalaos etc. Unas penitencias que te las imponía el sacerdote de Olivenza en los días indicados, y que servían para demostrar delante de los cristianos de raza, los errores cometidos y de los cuales te arrepentías insertándote de nuevo en la dermis del cristianismo a través de estos ejercicios públicos de fe.


        Penitente o penitenciado saliendo un Jueves Santo

Queridos lectores, os espero en el siguiente artículo donde conoceremos nuevos condenados de Olivenza a manos de la Inquisición de Évora, hasta entonces, sed felices e ilustraros.


1-Archivo Torre do Tombo de Lisboa. Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Évora, proc. 7446


2- Archivo Torre do Tombo de Lisboa. Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Évora, proc. 4803


3- Archivo Torre do Tombo de Lisboa. Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Lisboa, proc. 98

martes, 20 de noviembre de 2018



Las Momias del Diablo



Han sido muchas las historias que a lo largo de nuestras vidas hemos escuchado, leído o visualizado, sobre el mundo de las momias, siendo Egipto el paradigma o prototipo más presente en los diferentes medios de comunicación. Sus enterramientos en esas grandes pirámides, los jeroglíficos, faraones y todo lo que concierne a esa parte de la historia, donde los muertos momificados son los grandes protagonistas.

Sin embargo, el tema que trato de presentar en este artículo, no es algo que esté sumamente tratado, sino todo lo contrario, ya que la destrucción de momias a manos de los españoles durante la conquista, ha sido algo que había que silenciar y censurar en beneficio de la monarquía y la Iglesia católica. Son muchos los documentos investigados en el Archivo General de Indias que nos hablan de esta inaudita y extravagante realidad, donde la avaricia y la avidez serán los verdaderos propulsores de estos profanadores movimientos.

A medida que el territorio de américa del sur iba siendo conquistado por los españoles, había que ir mermando y liquidando la cultura establecida, y para ello, lo básico y principal, era dinamitar todo aquello que tuviese relación con el mundo de la religión de los Incas, Aztecas y otros grupos sobre el terreno. Inmediatamente después de haberse invadido y usurpado un espacio donde existía población nativa, comenzaba la conquista de las almas, y con ello, la destrucción de los adoratorios constituyendo una de las actividades más recurrente tanto de soldados como frailes. Movimientos que venían abalados y ratificados por la propia monarquía, apoyando y estimulando la destrucción de los enterramientos donde se encontraban las momias.

 

Esta realidad se fraguaba en función de la erradicación de la idolatría dirigida por los indígenas hacia sus deidades, y el expolio total de los enterramientos para usurpar el oro, plata y piedras preciosas que se encontrasen en los diferentes fardos donde se hallaban los cadáveres, teniendo que pagar de lo usurpado una parte para la realeza española. En esta misión no solamente estarían involucrados personas civiles, sino que los religiosos iban a tener funciones similares a la de los ciudadanos cívicos. Los ejemplos más claros los tenemos en los siguientes documentos que vamos a presentar, donde el rey Felipe II desde el pardo y con fecha 24 de octubre de 1584 exponía lo siguiente a través de una Real Cédula.


“A fray Francisco del Castillo, franciscano descalzo, haciéndole merced del 4% de lo que se descubriere y sacare de una 'guaca' o enterramiento de indios en la provincia de Jauja en el Perú.”1

Destrozar una tumba de momias, donde los ídolos en tamaño pequeño estaban presentes, no suponía para el español ningún delito ni transgresión, ya que formaba parte de la destrucción de todo aquello que había que derrocar en beneficio del cristianismo a instaurar. Por esa razón, todo aquel terreno inicialmente conquistado, había que demoler y derribar, los monumentos relacionados con la cultura dominante o religión. El rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico llamado <<El Cesar>>, con fecha 28 de octubre de 1541, decidió poner por escrito un documento en el que aclaraba: que había que ejecutar en provecho y rentabilidad de la conquista estas razones.

“Que el gobernador de la provincia del Perú, al licenciado Vaca de Castro y al obispo del Cuzco, manifestándoles que se le ha hecho relación que lo que más impide a los indios el conocimiento de la fe católica es la idolatría que tienen y que convendría que se derribasen los adoratorios y se enterrasen los muertos, y les manda que con toda prudencia provean lo preciso para evitar estas idolatrías”2 



Este mismo rey escribirá desde Barcelona con fecha 10 de julio de 1529, una Real Provisión dirigida a Francisco de los Cobos, su secretario, haciéndole mercéd para el y sus herederos por tiempo de veinte años de lo siguiente.

“Real Provisión de D. Carlos a Francisco de los Cobos su secretario, haciéndole merced para él y sus herederos, por tiempo de veinte años, para buscar, descubrir y abrir de aqui en adelante, todos y cualesquier enterramientos que hubiere en la provincia de Sta. Marta, tanto en la parte pacificada como en la parte por pacificar, en los que hubiere tesoros y joyas y cosas de oro, perlería y pedrería, y puedan sacar la que hallaren libremente, sin que durante esos veinte años les puedan poner impedimento alguno, con la condición de pagar a S.M. de cuanto sacare, la parte que se acostumbra a pagar del oro de minas, y prohibiendo que durante dicho tiempo nadie se entrometa en buscar ni descubrir dichos enterramientos.”3

Evidentemente y como podemos estar comprobando, estas crónicas que estamos narrando no tienen nada que ver con la leyenda negra que otros rápidamente intentan hacer creer aquellos que jamás han pisado un archivo, con la única intención de sesgar la historia y limpiar a su manera, las caras de los dos poderes fácticos que participaron directamente en la conquista, Iglesia católica y monarquía. 



A raíz de todas estas ordenes reales, los españoles comenzaron a exhumar las momias de los antepasados de los nativos ante las miradas horrorizadas de sus descendientes. Se las despojó de todos los objetos preciosos de los que ellas estaban cubiertas, utilizando el nombre del Dios de los cristianos y teniendo en todo momento el apoyo del rey de España. Este perfecto maridaje entre estas dos instituciones, se inició con la conquista desde el segundo viaje de Colón donde embarcaron los primeros religiosos rumbo al nuevo territorio encontrado.

Los enterramientos de reyes Incas eran los lugares más apetitosos para los españoles, sabían que a estos personajes sus súbditos los enterraban con muchísimo oro, plata e infinidad de piedras preciosas. Felipe II sabedor de estos hechos, con fecha 17 de febrero de 1589 va a conceder desde Madrid a Baltasar de Salas, de la Orden de la Merced, la sexta parte de lo que encuentre en una guaca que dice haber descubierto en la provincia de Quito, y donde al parecer se guarda el tesoro Inca.4

Los españoles utilizaban mecanismos en favor de los indios, si estos osaban indicarles donde se encontraban las guacas con más riquezas de metales preciosos. Uno de los instrumentos más apetecibles para los nativos era el que se les eximiera de la mita. La mita era un trabajo que realizaban los varones nativos como tributo a España, construyendo, templos, caminos, puentes, pueblos etc. Eximirlos de esto equivalía a estar más tiempo con sus mujeres e hijos y no lo contrario, uno de los lugares más temido por los indígenas para cumplir con este tributo al estado español, eran las minas. 

Felipe II, gran conocedor de la mita y de lo incomodo que resultaba para algunos vernáculos, va a decretar en una Cedula Real escrita en el pardo el día 6 de abril de 1588 lo siguiente.

“Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Quito, para que lleguen a un acuerdo con los indios de Tomavela y les eximan de la mita y a cambio descubran una guaca de gran riqueza que al parecer hay en dicho lugar de Tomavela.”5

La conquista de las almas para el cristianismo suponía la destrucción total de todo lo que tuviese que ver con el mundo de las deidades nativas y originarias de todo el continente, y las momias no se podían dejar tranquilas en sus guacas. En 1722 sucedió en las tierras del Nayar en México, territorio conquistado en la fecha indicada, un hecho donde la monarquía y la Iglesia van a poner todas sus fuerzas para acabar con la idolatría. Se sacó de su enterramiento al gran Nayarit, líder idolatrado por los naturales de su guaca con todos sus tesoros, y los despojos de la momia fueron entregado a la Inquisición de México para que le hiciese un Auto de fe. El proceso se ejecutó junto a otros siete reos en la iglesia del convento grande de Nuestro Padre San Francisco, el domingo 31 de enero de 1723, y la sentencia que se le leyó a la momia fue la siguiente. 



“Debemos declarar y declaramos por ídolos el esqueleto…debemos mandar y mandamos…sea sacado por las calles públicas y acostumbradas de esta ciudad en la forma referida hasta el brasero que se halla en la plazuela de San Diego, en donde sea puesto con todos sus parámetros, aras y vasos en presencia de los demás indios idólatras para que lo vean cercar de leña hasta que la voracidad del fuego a que le debemos condenar y condenamos, lo reduzca todo a cenizas, las cuales recogidas se arrojen en una de las acequias corrientes extramuros de la ciudad”.6

Otro caso parecido ocurrió en la misión Dolores controlada y creada por los jesuitas en San Blas, un pueblo cercano a la costa del este de México en la Mesa de Tonati. En 1775 sufrió junto con las demás misiones, una fuerte represión y persecución acusada de insistente idolatría. El 4 de marzo, el capitán Antonio Serratos, recibió una carta del jesuita Francisco Javier González, quién denunciaba estas conductas y daba noticia de que en una cueva cercana se veneraban ídolos. A estas ceremonias decían, asistían todos los indios e incluso el gobernador. Les interrogaron sobre la cueva y los ídolos y dijeron no saber nada. Los llevaron a la cárcel, los pusieron uno a uno en la picota y los azotaron, confesando que eran curanderos y dieron el nombre de otros hombres y mujeres, incluyendo a la esposa del gobernador. Gracias a las diferentes declaraciones realizadas supieron, qué entre los nativos del pueblo de San Blas, mantenían culto a tres cuerpos momificados que estaban en una cueva localizada en el paraje de Ceaunica.

Se tuvieron que suspender las detenciones, pues con excepción de unos cuantos, resultó que todos participaban del culto y acudían a los curanderos cuando se enfermaban. Diego Manares, era el encargado como curandero de guardar las momias en la cueva, al ser detenido, contó todos los movimientos y ritos que se solían hacer ante las momias. 



El 13 de mayo salió el teniente general de la misión, el capitán de guerra de Dolores y otros seis indios a quemar las momias convertidas en ídolos. Los guiaba Diego Manares. Llegados a un sitio de barrancas y acantilados, preguntaron, donde estaban los ídolos, contestándoles, que estaban en el acantilado. Recogieron los objetos de valor y prendieron fuego a la cueva. El 16 de mayo quemaron los jesuitas públicamente las reliquias en la misión. Al saber que todo el pueblo idolatraba a las momias, decidieron arrasar todo el pueblo y reacomodar a los habitantes, para evitar el retorno a sus antiguos cultos. El 21 de mayo sacaron a la Virgen Santísima de los Dolores, patrona de la misión y prendieron fuego a la iglesia entera y al pueblo entero. Después, regaron el pueblo de sal para que nada volviera a crecer. Aún hoy lo recuerdan como el “pueblo quemado”.7

Diego Manares murió dos días después de entregar los ídolos. A decir del documento, “aceleró su muerte por un gran disparate que hizo, echándose a dormir sudado y metidos los pies en agua”, pero los indígenas decían que murió por los azotes que le dieron. Las autoridades virreinales se escandalizaron de las medidas tomadas y sugirieron, que en adelante no fueran tan extremos, pues era mejor convertirlos con amor y suavidad permanente.

El proceso de momificación tiene un fundamento básico y es que hay que deshidratar el cuerpo. Los habitantes del pasado sabían que la degradación empieza dentro del cuerpo, porque los órganos están llenos de agua. Ellos abrían los cuerpos, los llenaban de tunjos (pequeñas figuras precolombinas) de oro, madera, cobre y convertían la momia en un santuario. Eso, fue lo que más impresionó a los españoles. Y claro, llegaron y se llevaron todo. Lo primero que hicieron los conquistadores fue deshacerse de las momias, estas eran todo un símbolo de poder tremendo y tal preponderancia y supremacía sería necesaria para erradicar y exterminar la longeva cultura del territorio incautado. 



Queridos amigos, saquen sus propias conclusiones.



Índice



1- Archivo General de Indias. Indiferente, 606, L1, F 13-13v.

2- AGI. Lima, 566, L.4, F. 268.

3- AGI. Santa Fe, 1174, L. 1, F.6.

4- AGI. Quito, 211, L.3, F. 5.

5- AGI. R Quito,209, L.1. F. 66r-66v.

6- AGI. Despacho de ruego y encargo de 13 de febrero de 1722 del virrey Marques de Valero por Antonio de Avilés, al provisor de naturales Castorena por el que pide se queme la osamenta del gran Nayar. México vol. 2708.

7- Castorea Ursúa. G.J., I.M. de Sahagún y Arévalo L. y de G.J.F. Gacetas de México. Vol. I. P. II-13

jueves, 15 de noviembre de 2018







Tras la Senda del Dorado





Para aquellos que aún adoran y creen que El Dorado está por descubrir, les dejo esta pista documentada para que se pongan en marcha y puedan alcanzar sus sueños.

Por cierto, si osáis a encontrarlo, guardad la parte que me corresponde por la pista y aportación realizada. Que nuestro Dios os acompañe en tan evocadora proposición.

Plano y descripción topográfica de los minerales de oro que se laborean en el Serro (sic) de Tumalasta, llamados de San Antonio, en las Ybernadas, jurisdicción de la ciudad de San Luis de Loyola en la provincia de Córdoba del Virreinato de Buenos Aires."


"Signatura: AHN. MP-BUENOS AIRES, 183 BIS





A continuación del título: "[...] según el Reconosimiento que por Comición del Señor Governador Yntendente de dicha Provincia Marqués de Sobre Monte, hiso el Ministro Contador de Real Hacienda D. Pedro Ozcaríz. Levantado y Deligneado por el Administrador de Tabacos y Theniente Ministro de Real Hacienda de la Thesorería Menor de la expresada ciudad de San Luis D. José Ximénez Ynguanzo Año de 1792."

Leyenda explicativa orlada en el ángulo inferior izquierdo, que recoge accidentes geográficos, construcciones, caminos y bocas de minas.

En el margen inferior, dibujo en perspectiva del Cerro Tomalasta, visto desde el Oeste a una distancia de 10 cuadras (1 km y 254 m). Se señalan en rojo las bocas de minas.

miércoles, 14 de noviembre de 2018


Los herejes de Valencia de Alcántara. 





Valencia de Alcántara como cualquier villa que se preste, tuvo interesantes noticias que quedaron insertadas en los distintos documentos esparcidos por los distintos archivos estatales y religiosos. Crónicas que nos hablan de acontecimientos que sucedieron con la comunidad judía de la villa, donde su infiltración con los judíos portugueses fue una realidad perenne.
Noticias que se fraguan en torno a la frontera en relación a los judíos que pasaban por la misma. Recordemos que por dicha frontera de Valencia de Alcántara pasaron según la documentación observada 15.000 judíos y por la de Badajoz 10.000.

“…En este año de 1492, visto por los Reyes D. Fernando y Doña Isabel el gran daño que la conversación de los judíos traía en sus reinos a los cristianos con quién comunicaban, deseando que sus reinos fuesen sobre todos los de la cristiandad limpios de todo error contra le fe y de toda secta, opinión o ley contraria de la verdad, mandaron que en todos sus reinos señoríos fuese predicado el Santo Evangelio, fe católica y doctrina cristiana a todos los judíos; y los que se quisiesen convertir y bautizar podían quedarse y permanecer en sus reinos, así como sus vasallos, con todos sus bienes, y los que no se quisiesen convertir, que dentro de seis meses se saliesen de sus reinos, so pena de muerte y no volviesen más a ellos, que pudiesen llevar sus haciendas salvo que no sacasen oro ni plata”.
Como este mandamiento se publicó, luego muchos varones cristianos, sabios y entendidos en las palabras del Santo Evangelio lo predicaban lo predicaban a los judíos por las plazas y calles, probándoles por sus mismas escrituras como el Mesías que ellos aguardaban era Nuestro Redentor Jesucristo, que vino en el tiempo prometido, al cual sus antepasados con malicia ignoraron, y sus descendientes engañados por el falso libro del Talmud que hicieron los Rabinos, habían quedado endurecidos en aquel engaño con que aquellos falsos escritores los habían embriagado. Por el contrario, los Rabinos predicaban a los judíos diciendo, que se esforzasen porque Dios los visitaba y los quería sacar del cautiverio como hizo con los hijos de Israel en Egipto; y que así como aquellos les abrió el mar bermejo por donde fuesen a la tierra de promisión, que así Dios a ellos les mostraría el milagro y les abriría el mar por donde fuesen y los llevarían a nueva tierra, donde cantares nuevos le loasen por haberlos sacados del cautiverio de España.
Finalmente, con sus predicaciones hicieron que la mayor parte de los judíos ricos vendiesen sus haciendas a los cristianos por poco precio, yéndose a otros reinos, saliendo de Castilla y León, Andalucía y Extremadura 30.000 casas de judíos, y de Aragón salieron 6.000 casas de ellos, siendo unas 180.000 mil almas entre hombres, mujeres y niños. Con las prisas de su salida vendieron sus haciendas muy baratas, dando en muchos casos una heredad por una bestia para el camino, o una casa por dos doblas, y aunque no podían sacar oro, lo sacaron escondido. Hubo muchas judías que abollaban y doblaban las doblas al llegar a los puertos donde tenían que ser registradas, tragándolas enteras las dichas doblas para evitar se las quitasen. Y en este mes de agosto D. Juan de Guzmán tomo su estado, saliendo de España todos los judíos que quisieron marcharse y no se convirtieron.
En Portugal entraron con consentimiento del Rey D. Juan muchos judíos, por Benavente pasaron 30.000 mil almas, por ciudad Rodrigo 25.000 almas, por Valencia de Alcántara a Marvao 15.000 almas y por Badajoz 10.000 almas.[1]

 Algunas noticias al respecto nos cuentan como a mediados de mayo de 1492 llegaron al Consejo Real informes de que los judíos que estaban pasando por Cáceres, Arroyo del Puerco y Valencia de Alcántara, camino de Portugal, burlaban las leyes del contrabando sacando oro, plata y monedas, sobornando a los funcionarios de las aduanas.
El 13 de mayo se remitieron órdenes precisas a Sancho de Paredes, Álcalde de sacas de Cáceres, para que investigase a fondo. El primer resultado de esta investigación se tradujo en la prisión del corregidor de Valencia de Alcántara y el descubrimiento de un cierto número de funcionarios fronterizos culpables de cohecho.[2]Los Reyes decidieron que estos delitos y los de los judíos, al exportar fraudulentamente metales preciosos, debían ser castigados. A principios de septiembre ordenaron abrir una investigación en todas las fronteras, la cual se prosiguió durante casi un año.[3] Poseemos dos de los muchos atestados que entonces se levantaron: el que corrió a cargo del juez enciso en Astorga, León y Oviedo, y el que realizaron Fernán Gómez y Fernán Suárez en la comarca de Ciudad Rodrigo:[4] de este resultó, que muchos nobles e hidalgos, entre ellos Diego de Vera, Alcalde Mayor de Sacas de Badajoz, y un número bastante crecidos de personas dotadas de autoridad habían ayudado a los judíos en el contrabando de metales preciosos. No conocemos el castigo impuesto a estas personas, si es que lo hubo, y por tanto no es posible responder a la cuestión de si se trataba de un sórdido negocio o de un gesto último de correspondencia a servicios y relaciones mantenidas con judíos.
Otras noticias importantes fue la petición elevada al conde de Feria con fecha por mayo de 1490, para que determine acerca de los bienes de Izayas Hayn, judío, natural de Portugal, ocupados indebidamente por la mujer e hijos de Yanto Alses, vecino de Valencia de Alcántara, quién los tenía en depósito al morir.[5]
O pleitos para que se determine acerca de cierta hacienda que Çayas Cohen, judío, había enviado de Portugal, y con la cual se habían alzado la mujer e hijos de otro judío, vecino de Valencia de Alcántara con fecha 4 de mayo de 1490.[6]
O crónicas como el seguro a favor del bachiller Andrés Carrillo, vecino de Valencia de Alcántara, que se teme de Gonzalo, Pedro y Alonso Copete, hermanos de Juana de Soto, su mujer, de Sancho Hervías, su primo, de Catalina Chamiza, su suegra, y de otros parientes, los cuales llevaron a su mujer a un monasterio contra su voluntad.[7]
También fueron muchos los procesos criminales desarrollados en Valencia de Alcántara, como el que se fraguó contra Pedro de Rojas Daza, vecino, regidor perpetuo y teniente del gobernador de la villa de Valencia de Alcántara, por los malos tratos e insultos que llevó a cabo en la persona de Juan Martín Ronquillo vecino y familiar del Santo Oficio en la dicha villa.[8] O peticiones de hidalgos de la villa como el caso de petición de  información genealógica de Fernando Gago y Bravo, natural de Valencia de Alcántara para ser pretendiente a oficial del Santo Oficio.[9]
Pero sin duda estas noticias no serán las que desarrollemos en este trabajo. La misión del mismo es dar a conocer las personas de Valencia de Alcántara que fueron condenadas por la Inquisición de Llerena, hombres y mujeres de la villa que al igual que los vecinos de Alburquerque tendrán que vérselas cara a cara con la temida bestia inquisitorial.
Fueron bastantes las personas de Valencia de Alcántara, que sufrieron la persecución de la Inquisición por no ser descendientes directos de cristianos de raza. La sangre tenía que estar limpia, sin macula, para poder ser un hombre honrado y tener todos los derechos que las leyes del momento ordenaban. Si descendías de herejes las puertas se te cerraban para siempre, no podías vestir de color carmesí, ni usar oro ni plata, montar a caballo, ni viajar a Indias, no podías trabajar en trabajos públicos, y no podrías escoger una vida religiosa. Los Inquisidores para averiguar todo esto, mandaban a los sacerdotes de las villas, revisasen los sambenitos de los reos que estaban colgados en las iglesias de la villa de Valencia de Alcántara. La misión de los mismos sería: la de perpetuar la infamia del reo y la de todas sus generaciones, convirtiéndose los templos en verdaderas casas de malhechores.
Esta norma a seguir amén de otras, venían especificadas en las instrucciones de la Inquisición, y que el tribunal de Llerena tendría que aplicar para poder marcar las pautas a seguir por el tribunal extremeño y otros tribunales inquisitoriales del reino. Estas compilaciones o instrucciones comenzaban de la siguiente forma.

“Nos Don Fernando de Valdés, por la divina miseración, arzobispo de Sevilla, Inquisidor Apostólico General, contra la herética pravedad, y apostasía en todos los reinos y señoríos de su majestad. Hacemos saber a vos los reverendos Inquisidores apostólicos contra la herética pravedad y apostasía en todos los dichos reinos, y señoríos que somos informado, que aunque está proveído y dispuesto por las Instrucciones del Santo Oficio de la Inquisición, que en todas las Inquisiciones se tenga y guarde un mismo estilo de proceder y que en esto sean conformes: en algunas Inquisiciones no se ha guardado, ni guarda, como convenía. Y para proveer que de aquí a delante no haya discrepancia en la dicha orden de proceder en lo practicado y conferido diversas veces en el Consejo  General de la Inquisición, se acordó que en todas las Inquisiciones se debe guardar la orden siguiente.

Los Inquisidores, vista la información juntamente y no el uno sin el otro, si estuviesen ambos presentes, acuerden la prisión. Y parece sería más justificada si se comunicase con los consultores de aquella Inquisición, si buenamente se pudiera hacer, y pareciere a los Inquisidores conveniente y necesario y asiéntese por auto lo que se acordare.

Si los Inquisidores fueren conformes en la prisión, manden la hacer como lo tuviere acordado, y en caso que el negocio sea calificado por tocar a personas de calidad, o por otros respetos, consulten al consejo antes que ejecuten su parecer. Y habiendo discrepancia de votos se ha de remitir al Consejo para que se provea lo que conviene.

El mandamiento de prisión lo tienen que firmar los Inquisidores y, se ha de dar el mismo a el Alguacil del Santo Oficio y no para otra persona si no fuere estando legítimamente ocupado. La prisión ha de ser con secuestro de bienes, conforme a derecho, e instrucciones del Santo Oficio. Y en un mandamiento de captura no se pondrá mas de una persona, porque si fuere menester comunicar alguna captura con persona de fuera del Oficio las demás queden secretas; el secuestro de bienes se debe hacer cuando la prisión es por herejía formal y no en otros casos que los Inquisidores pueden prender; en el cual secuestro solamente se pondrán los bienes que se hallaren en poder de la persona que se manda prender, y no los que estuvieren en poder de un tercer poseedor. Y póngase en el proceso el auto en que se manda prender el reo y el día en que se dio el mandamiento, y a quién se entregó.

El Alguacil tomará de los bienes del secuestro los dineros que parezca son menester para llevar el preso hasta ponerle en la cárcel, y seis u ocho ducados más de lo que él por su persona comiere, y lo que gastare la bestia, o bestias, en que llevare a él y a su cama y ropa.

Preso el  reo, el Alguacil le pondrá a tal recaudo, que ninguna persona le pueda ver ni hablar ni dar aviso por escrito ni por palabra, y lo mismo hará con los presos, si prendiere muchos no los dejará comunicar unos con otros, salvo si los Inquisidores le hubieren avisado que de la comunicación entre ellos no resultará inconveniente, en lo cual, guardará la orden que por ellos le fuere dada. Y no les dejará en su poder armas, ni dineros, ni escrituras, ni papel, ni joyas de oro, ni plata; y a este recaudo llevará los presos a la cárcel del Santo Oficio y los entregará al Alcalde, él cual en los mandamientos de prisión qué el Alguacil llevó para prender los dichos reos, firmará, y asentará como los recibe, el día y la hora ( para la cuenta de la despensa ) y el mandamiento se pondrá en el proceso. El Alguacil dará cuenta a los Inquisidores de la ejecución de sus mandamientos. Y la misma diligencia hará el Alcalde con cualquier preso antes que le aposente, catándole y mirando todas sus ropas  porque no meta en la cárcel cosas de las susodichas ni otra que sea dañosa, a lo cual estará presente alguno de los Notarios del Oficio. El Alcalde no juntará los dichos presos ni los dejará comunicar unos con otros, si no por la orden que los Inquisidores le dieren guardándola fielmente.

Puesto el preso en la cárcel, cuando a los Inquisidores parezca, mandaran traerle ante sí y ante un Notario del secreto, mediante juramento le preguntaran por su nombre, edad, oficio, y vecindad, y cuanto ha que vino preso. El preso se sentará en un banco o silla baja, para que con más atención puedan tratar sus causas, aunque al tiempo que se les pone la acusación han de estar en pie.

Si el reo no dijese la verdad de lo que se le acusa se le pondrá a cuestión de tormento, si el reo estuviere bien confitente y su confesión fuere con las calidades que de derecho se requiere, los Inquisidores, Ordinarios y Consultores lo recibirá a reconciliación con confiscación de bienes en la forma del derecho, con hábito penitencial que es un sambenito de lienzo o paño amarillo con dos aspas coloradas, y cárcel que llaman perpetua, o de misericordia.

Cuando el reo estuviere negativo y le fuere probado legítimamente el delito de herejía de que es acusado, o estuviere hereje protervo pertinaz, cosa que es manifiesta en derecho, que no puede dejar de ser relajado a la Curia, y Brazo Seglar. Pero en tal caso deben mucho mirar los inquisidores su conversión, para que a lo menos muera con conocimiento de Dios, en lo cual los inquisidores harán todo lo que cristianamente pudiere.

Muchas veces los Inquisidores sacan al tablado algunos reos que por estar negativos, se determinan de relajarlo, y porque en el tablado antes de las sentencias se convierten y dicen sus culpas, los reciben a reconciliación y sobreseen la determinación de sus causas. Y parece cosa muy peligrosa y de que se debe sospechar lo hacen más con temor de la muerte que con verdadero arrepentimiento, parece que se debe hacer pocas veces y con muy particulares consideraciones. Y si alguno notificándole la noche antes del auto que se confiese porque ha de morir, confesare judicialmente sus delitos en todo o en parte, de tal manera, que parezca conviene sobreseer la ejecución de la sentencia que estaba acordado, no le saquen al tablado, pues su causa no se ha de determinar. Y de salir al tablado teniendo cómplices en sus delitos, se siguen muy grandes inconvenientes, porque oyen las sentencias de todos y ven cuales son condenados y cuales reconciliados, y tienen tiempo de componer su confesión a su voluntad. Y a semejantes personas se les debe dar muy poco de lo que de a fe en lo que dijeren contra terceras persona, y se debe dudar mucho si mismos confesaren por el grave temor de muerte que hubieron.

Si el reo estuviere negativo y está testificado de sí y de otros cómplices, dado caso que haya de ser relajado, podrá ser puesto a cuestión de tormento “in caput  alienum” y en caso que el tal venza el tormento, pues no se le da para que confiese sus propias culpas, estando legítimamente probadas, no relevará de la pena de la relajación, no confesando, y pidiendo misericordia; porque si la pide, se ha de guardar lo que el derecho dispone. Deben mucho considerar los Inquisidores cuando deba darse el dicho tormento. Y la sentencia se pronunciará declarando en ella la causa del tormento, de tal manera que el reo entienda que es atormentado como testigo, y no como parte.
Pasadas veinticuatro horas después del tormento se ha de ratificar el reo en sus confesiones, y en caso que las revoque ha de usarse de los remedios del derecho. Y al tiempo que el tormento se da, el notario debe asentar la hora y asimismo a la ratificación,  porque si se hiciere en el día siguiente, no venga en duda si es después de las veinticuatro horas o antes. Y ratificándose el reo en sus confesiones y satisfechos los Inquisidores de su buena confesión y conversión, se le podrá admitir a reconciliación, sin embargo de que haya confesado en el tormento.

En el tormento no se debe hallar presente persona alguna más de los jueces y el Notario y ministros del tormento. El cual pasado los Inquisidores mandaran que se tenga mucho cuidado de curar el atormentado si hubiere recibido alguna lesión en su persona, y tenerse  mucha advertencia  en mirar la compañía en que le han de meter hasta que se haya ratificado.

Siempre que los Inquisidores saquen de la cárcel algún preso para enviarle fuera, en cualquier manera que vaya, si no fuere relajado, mediante juramento le preguntarán por las cosas de la cárcel, si ha visto o entendido estando en ella algunas comunicaciones entre los presos o otras personas fuera de la cárcel, y como ha usado su oficio el Alcalde, y si lleva algún aviso de algún preso. Y si fuere cosa de importancia lo proveerán y mandarán con graves penas que tenga secreto, que o diga cosa de las que ha visto pasar en la cárcel. Y esta diligencia se pondrá por escrito en su proceso y se asentará como el preso lo consiente; y si supiere firmar, lo firme, por si lo quebranta.

Estando los procesos de los presos votados, y las sentencias ordenadas, los Inquisidores acordarán el día feriado que se debe hacer el Auto de la Fe, el cual se notifique a los Cabildos de la Iglesia, y Ciudad, y donde haya audiencia, Presidente, y Oidores, los cuales sean convidados para que lo acompañen, según la costumbre de cada parte. Y procuren los Inquisidores que se haga a tal hora, que la ejecución de los relajados se haga de día, por evitar inconvenientes.

Los sambenitos de los reos condenados vivos, y difuntos, presentes o ausentes, se ponen en las Iglesia donde fueron vecinos, y parroquianos al tiempo de la prisión, de su muerte o fuga: y lo mismo se hace en los de los reconciliados
 después que han cumplido sus penitencias y se los han quitado, aunque no los hayan tenido más de por el tiempo que estuvieron en el tablado, u les fueron leídas sus sentencias, lo cual se guarde inviolablemente: y nadie tiene comisión para alterarlo. Y siempre se encarga a los Inquisidores que los pongan y renueven señaladamente en los partidos que visitaren, porque por los sambenitos sabremos siempre que hay memoria  de  la infamia de los herejes y de su descendencia, en los cuales se ha de poner el tiempo de su condenación, y si fue de Judíos o Moros su delito, o de las nuevas herejías de Martín Lutero y sus secuaces. Pero no se han de poner sambenito de los reconciliados en tiempo de gracia, porque como un capítulo de la dicha gracia es que no le pondrían sambenitos, y no los tuvieron al tiempo de su reconciliación, no se les deben poner en las Iglesias porque sería contravenir a la merced que se les hizo al principio.”[10]

Una vez conocidas las instrucciones de la Inquisición, pasemos a conocer a los herejes de Valencia de Alcántara y algunos pueblos más de la comarca, personajes que por su comportamiento “transgresor” se verán abocados a una deshonra inminente y duradera.

Pedro de Alburquerque.

“Sastre de generación de judíos, natural de Alburquerque y vecino de Valencia de Alcántara, hijo de Mari Álvarez, mujer que fue quemada en cuerpo, fue condenado por sospechoso de haber guardado la ley de Moisés, salió al auto con vela en las manos y abjuró de levi”.[11]

Juana López.

“Mujer del Licenciado Juan García de Medellín, corregidor de la ciudad de Coria e hija de Francisca López, reconciliada y nieta de Francisco Juárez, reconciliado y de María Hernández quemada viva; de generación de judíos natural de Alburquerque y vecina de Valencia de Alcántara. Fue condenada con hábito y cárcel perpetua, se le confiscaron sus bienes”.[12]

Hernán Gómez.

“Trabajador, vecino de Valencia de Alcántara, porque dijo “que también y mejor estado es el sirve a Dios estando casado que el estado de los frailes y clérigo. Se condenó que haga penitencia pública un día de entre semana y sea reprendido y advertido, este reo vino el mismo a deferirse”.[13]

Álvaro Juárez.

 “Vecino de  Valencia de Alcántara, de generación de cristianos nuevos de judíos, preso en cárceles secretas por ceremonias de la dicha ley de los judíos; está negativo y dio defensas”.[14]

Fernán Juárez.

“Mercader de generación de cristianos nuevos de judíos, vecino de Valencia de Alcántara, defensas. Confidente revocante”.[15]

Maria López

“Mujer de Francisco Juárez, de generación de cristianos nuevos de judíos, natural de  Alburquerque y vecina de Valencia de Alcántara, por las mismas pruebas, está negativa”.[16]

Inés Díaz.

“Mujer de Hernán Juárez, mercader, de generación de cristianos nuevos de judíos, vecina de Valencia de Alcántara, defensas, está negativa”.[17]

Juan de Porras.

 “Vecino de la villa de Valencia de Alcántara, de edad de 60 años, fue testificado por tres testigos que, porfiando que cierta toma que había hecho como alcalde de sacas, dijo: “que era más verdad o tanta verdad como ser Dios hijo de Nuestra Señora; fue llamado, estuvo negativo, hizo defensas con que debilitó la probanza. Penitenciado en que sea desterrado de la dicha villa por dos meses y pague cuatro ducados para los gastos del Santo Oficio, y advertido para adelante”.[18]

Juan Lorenzo

“Clérigo vecino de San Vicente jurisdicción de Alcántara, cura de Salorino, de cuarenta y tres años, tuvo tres testigos un varón y dos mujeres declarando el varón, de que tratando con las dicha mujeres y llegando el testigo les estaba diciendo, “que más pecaba un hombre lego en echarse con una mujer casada que un clérigo”, y reprendiéndoselo diciéndole que lo que decía era contra la fe, respondió, que por esto se confesaban los clérigos cada día y los legos de año en año, y que lo teníamos de herencia de Adán; y que también los clérigos eran de carne y hueso como los legos”. Fue reprendido por los testigos, y le recordaron la vida de algunos santos que ante la tentación uno se lanzó a una laguna, y otro lo hizo con una pelota de nieve, y el reo le dijo “que otro santo se había echado a las zarzas, mas que en aquel tiempo eran unos bobos, y que los clérigos no prometían castidad”. Las mujeres dicen que dijo, “que no era pecado el que un lego se echase carnalmente con una mujer casada”, el reo fue llamado y en la segunda audiencia que con él se tuvo dijo, “que las acusaciones que se le exponían que nunca las había dicho, fue mandado reprender gravemente, abjurase de levi en la sala del Santo Oficio, y que esté recluso en su iglesia por un mes”.[19]

Gracia Rey.

“Portuguesa, vecina de Valencia de Alcántara, fue testificada de haber dado un pedazo de ara para que cierta persona quisiese bien a otra y no se embarazase, diciendo ciertas palabras que no declaró”.[20]

Mari Flores.

“Mujer de Diego López, preceptor de gramática, vecina de la villa de Valencia de Alcántara, fue testificada por tres testigos y varón y dos mujeres de que era pública voz y fama en la dicha villa, que la dicha Mari hacia aparecer las cosas perdidas. Un testigo mujer dijo, “que deseando hallar un dinero de una viña que su marido había vendido y se lo andaba escondiendo, llamó a la dicha Mari Flores a su casa y le dijo que buscase aquel dinero”; y que ella le dijo, “que si el dinero estuviera en la casa ella lo salvaría”, y que así en compañía del testigo y de otra hermana suya que no pudo ser examinada por estar ausente en Portugal; anduvieron por algunos aposentos de su casa y sin mirar muchos de ellos decía no estar aquí, hasta que llegaron a un traje que tenía un poco de paja. La dicha rea dijo, “que si en alguna parte ha de estar el dinero ha de ser aquí”, se acercó hasta la paja y apartó un poco sacando una cajita y dentro de la misma una bolsa con el dinero. Dice el testigo que la dicha Mari Flores nunca había entrado en el aposento ni comunicaba con su marido, no sabiendo como lo pudo saber. El otro testigo mujer cuenta,  que es tanta la fama que tiene de encontrar cosas perdidas que vienen personas de Portugal ha buscarla de ordinario para estas cosas y se lo pagan. Y que fue público y notorio en la dicha villa, que hizo aparecer un anillo perdido que era de una criada de la Condesa de Buendía, y cuando la Condesa supo que había aparecido el anillo de aquella forma, no consintió que su criada recibiese el anillo ni que le llevase consigo. El testigo varón dice que la dicha Mari Flores le dijo, que sabía encomendar  y que lo hacía con una estrella del cielo y con un hombre muerto para hacer aparecer las cosas perdidas”.[21]

Isabel Fernández.

“Mujer difunta casada con Cristóbal Miguel, difunto, vecina de la Cercedas en Portugal y vecina que fue de Valencia de Alcántara, fue testificada por un testigo mujer, sobrina suya, hija de hermana, de que estando en Cercedas se le murió en su casa un yerno suyo; y la dicha Isabel Fernández mandó a la testigo que derramase el agua de los cantaros a la calle; y que después habiéndose muerto un vecino suyo la suso dicha mandó a la testigo que así mismo derramase el agua de los cantaros en la calle, y que lo lanzó desde la más pura inocencia y con pesadumbre por que tenía los cantaros llenos. Y que la dicha Isabel cuando derramaba el agua decía “Locez Griay”  las cuales palabras no sabe el testigo lo que quieren decir; y que por ser cristiana nuevaza dicha su tía y haber oído decir el Edicto de lo venía a declarar”.[22]

Leonor Martín.

 “Alias “La Canita”, viuda de Juan Sánchez, vecina de Valencia de Alcántara, fue testificada por un testigo mujer de que había dicho que ella había oído decir que las ánimas de los que se mueren volvían a los cuerpos que nuevamente se engendraban; y que no recordaba quién se lo dijo ni el testigo se lo preguntó, más que la reprendió y le dijo que no dijese aquella cosa. Dio por conteste a una hermana suya ya difunta. Asimismo fue testificada por el mismo testigo y una hermana suya, que la dicha Leonor Fernández “La Canita” decía, “que las mujeres que no parían no pagaban a Dios lo que le debían. Otra hermana también la acusan  de haber dicho, “que las mujeres casadas que no parían no pagaban a Dios lo que debían”. Asimismo fue testificada por las dichas tres hermanas, de que ella sabía la oración de las palabras retornadas, la cual recitaron y comenzaba: “hombre bueno, bueno es el sol, y buena es la luna, y decía de las tablas de Moisés y de la puerta dorada de Jerusalén y los cuatro evangelistas”; y una de ellas añade, que nombraba a Isac y Jacob y preguntándole el testigo que quién le había enseñado aquella oración, la dicha Leonor le respondió, “que estando un hombre endemoniado le había hablado el demonio y le dijo que dijese aquella oración y saldría el demonio de su cuerpo”. Es tenida por cristiana vieja y buena cristiana”.[23]

Francisco.

“Hijo de Alonso Esteban y de la Narváez su mujer, moriscos del reino de Granada vecino  de Valencia de Alcántara, fue testificado por un testigo varón deque, estando un día ciertas personas que no se acordaba quienes eran tratando de los mandamientos de Dios, se llegó allí el dicho Francisco que sería de edad de diez u once año. Como oyó lo que hablaban de dichos mandamientos dijo: “que también los moriscos tenían sus mandamientos”, y que el testigo le dijo que los dijese, y excusándose el muchacho le persuadió que los dijese; y a su importunación dijo dicho Francisco, “que el primer mandamiento es ser buen moro y verdadero, y el segundo no creer en Dios”, y con esto calló, y el testigo le dijo que dijese más, respondiendo, “que no que si lo supiesen lo matarían”.[24]

Diego de Encinas.

“Natural de Valencia de Alcántara, fue testificado por un testigo varón, deque habiendo sido cautivado en una jornada del Rey D. Sebastián y llevándole a la ciudad de Marruecos,  había renegado allí de su cristianismo  y el mismo se lo dijo al testigo. Que estaba muy contento y casado con una mora, vio que andaba en hábito de moro con turbante capellar y alfanje ceñido, y que parece que se llamaba de nombre moro Abdala. Este mismo testigo depone contra otros renegados, de los cuales no sabe el nombre, y que todos eran naturales de Valencia de Alcántara; que uno dijo ser hijo de Pedro Méndez, ermitaño, y que el testigo habló con él, diciéndole, “que había renegado y que era moro, y que por ser hombre pequeño se le llamaba de nombre Almanzor”; le vio con hábito de moro, con turbante capellar cerrado y alfanje. Otro de los renegados dice que es hijo de Gonzalo Hernández y, que a este no lo vio sino que lo oyó decir a otra persona, la cual no pudo ser examinada.
Asimismo dice este testigo que vio en Marruecos dos mozos naturales de Alburquerque, el uno con hábito de judío y el otro en hábito de moro, y que no les sabe los nombres ni los de sus padres, más de que se los enseñaron allí. Declaró que lo podría saber un hidalgo de Portugal que nombró, el cual no pudo ser examinado. También cuenta el testigo, que conoció en Marruecos a un moro que se llamaba Pedro, el cual estaba tuerto de un ojo y decía ser natural de Las Brozas; el testigo desconoce quien puede ser su familia en Brozas, iba vestido con traje de moro, turbante capellar cerrado y alfanje como tal. Le dijo el dicho renegado “que era moro y que era mejor que ser cristiano”, desconoce el testigo el nombre moro que tomó, declarando el testigo a una persona que lo podía conocer pero que no se pudo examinar”.[25]

Martín Esquina

Hijo de Esquina Carnerero, vecino de Valencia de Alcántara, fue testificado por un testigo varón de que estando solos y tratando de unas cuentas benditas decía, que rezándose se sacaban almas del purgatorio y se ganaban muchas indulgencias, el dicho Martín Esquina dijo, esas son abusiones”.[26]

Mari González.

“Mujer de Domingo Hernández,  tejedor, vecina de Valencia de Alcántara, fue testificada por dos testigos mujeres, que tratando de devociones y las que cada una rezaba al tiempo de la elevación del Santísimo Sacramento, dijo, “que cuando se alzaba el Santísimo Sacramento y el cáliz, decía, “pan y vino vea en la ley de mi Dios”. Ella es cristiana vieja y su marido cristiano nuevo”.[27]

Domingo Hernández.

“Portugués que vive en Valencia de Alcántara, fue testificado por un testigo varón, de que habiendo echado aparte una mula no comía, y el dicho Domingo Hernández dijo, “mira aquella mula que parece que está orando a maitenes o a completa o una de estas dos cosas”, dijo según el testigo”.[28]

. Leonor Rodríguez

“Hija de Duarte Domínguez, casada con un tendero portugués cuyo nombre no lo sabe el testigo, vecina que fue de Valencia de Alcántara, fue testificada por un testigo mujer de que estando en servicio en casa de la dicha Leonor Rodríguez vio dos o tres mañana que levantándose de la cama su ama miraba por la ventana y la puerta de la calle como mirando no ser vista por alguien. Un día mirando la testigo por los resquicios de la puerta vio, que Leonor Rodríguez hablaba como consigo misma, como si rezase algo, no sabiendo la testigo que decía. De esta forma andaba por el aposento como una hora cada una de las dichas mañana, y cuando acababa salía del aposento muy contenta. Que hacía unos siete años que Leonor Rodríguez, su marido, y sus hermanos Jerónimo, Diego y Margarita vinieron de Portugal y que se escucha comentar que son descendientes de judíos”.[29]

Francisco del Valle.

“Tintorero, vecino de Valencia de Alcántara, fue testificado por un testigo varón de que estando porfiando con su mujer de que si le había dado unas llaves o no, ella decía, “que sí que ya se las había entregado”, y el dicho Francisco del Valle le dijo, “que no le hiciese decir alguna blasfemia”; y la mujer tornó a decir que si que se las había dado; el dicho Francisco del valle dijo entonces, “que renegaba de Dios y de todo sus santos, y de la leche que mamarón”. El testigo varón que se encontraba presente le reprendió en el momento, y es el que cuenta los hechos según su declaración”.[30]

María González.

“Mujer de Juan de Zafra, labrador, vecina de Valencia de Alcántara, fue testificada por cuatro testigos mujeres de que había dicho de una mujer que había sido casada cuatro veces y la rea había sido casada dos. Dijo la dicha Mari González “mira de que se apartan, también Nuestra Señora fue casada tres veces”; los testigos la reprendieron, y respondió, “que ella así lo había oído decir”.[31]

José de Rodena Grosa.

“Clérigo presbítero vecino de Valencia de Alcántara, fue testificado por un testigo varón de que le había dicho un cuñado suyo, de que estaba amancebado con una mujer que tenía en su casa, con la cual dormía todas las noches aunque fuesen días de cuaresmas. Que cada día decía misa, y el cuñado le decía sino confesaba dicho pecado, y que el clérigo le decía, “anda que ese pecado no se ha de confesar al confesor”. Examinado el cuñado del clérigo dijo, que otro día vino a casa del clérigo un vecino de Valencia de Alcántara a pagar unas misas que debía, y el dicho cura le dijo, “que se importaban siete u ocho ducados” y el testigo dijo que solamente serían unos tres ducados, y sobre esto porfiaron, y el dicho clérigo volvió a decir, “que esos pecados no los habría de confesar a su confesor sino a Dios”. Asimismo le testifico el dicho su cuñado, que decía el presbítero, “que cuando estaba en pecado mortal y en mal estado que le iba mejor y le hacía Dios más merced que cuando estaba en servicio de Dios”; dice su cuñado que es un hombre muy deshonesto, y que una vez tubo dos mujeres juntas con quién vivía deshonestamente. Y después tuvo una portuguesa, y por todo este tiempo durmió con ella, y que fueron dos años teniéndola en su casa cada noche, y que cada día decía misa”.[32]

Diego.

“Morisco de los del Reino de Granada, vecino de Valencia de Alcántara, cuyo sobrenombre no supo decir, aunque dio señas bastantes para ser conocido, fue testificado por un testigo varón de que estando en un campo, el dicho Diego le dijo, “que sabía encomendar, de manera que aunque el ganado estuviese muy lejos perdido fuera de majada, le haría venir adonde quisiese. Y que sabía hacer un cerco para juntar los demonios y que venían en figura de ratones, y que si el testigo los quería ver que lo haría en su presencia”; y que el testigo le dijo que no”.[33]

Mayor de Jerez.

“Mujer de Paco Díaz, labrador, vecina de Valencia de Alcántara, fue testificada por dos testigos un varón y una mujer, de que preguntando al testigo varón que un mercader de lienzos viejos pobre su vecino que como le iría, le respondió, “que trabajosamente, que le tendrá que ayudar porque sino no viviría de su trabajo” y que la mejor cos que hizo nuestro padre Adán fue haber pecado”.[34]

Mayor López

“Viuda mujer de Pedro Moytoso, vecina de Valencia de Alcántara, fue testificada por dos testigos varones padre e hijo, de que tratando de los malos tratamientos que a una mujer casada daba su marido, dijo la dicha Mayor López, “que a las veces vale más ser manceba de uno que mujer de otro”.[35]

La Manzana

“Morisca vecina de Valencia de Alcántara, fue testificada por un testigo mujer, de que estando solas tratando de las muchas aguas que estaban cayendo, el testigo dijo, “que si fuese Dios servido que cesarían aquellas aguas”, y la dicha morisca le dijo, “si no errara Nuestro Señor en lo que hace”, y el testigo le reprendió respondiéndole, “no sabéis que Nuestro Señor no puede errar”, y la rea calló como confusa”.[36]

Isabel Cordera.

“Y la cordera su tía que llaman “La Dentada”, moriscas del Reino de Granada, vecinas de Valencia de Alcántara, fueron testificada por un testigo mujer de que habiéndose muerto una hermana de la dicha Isabel Cordera, le querían poner una camisa que el testigo hacía poco que la había visto cortar por ser su vecina. Que la testigo le dijo, “que para que le querían poner aquella camisa nueva cuando con una vieja le bastaba”, y las dichas moriscas le respondieron, “que le habían de poner la camisa nueva y una cofia nueva como se hacía en su tierra”; y que la testigo no sabe si se la pusieron o no, porque no se encontró presente cuando la amortajaron ni se acordaba quienes eran las dichas personas que allí estaban”.[37]

Antón González.

“Portugués vecino de Valencia de Alcántara, fue testificado por dos testigos varones, de que tratando de las palabras del credo dijo el dicho Antón González, “que cree que en credo se debería decir solo que padeció pero que no murió”, y que el dicho testigo dice que porfió dos veces, y Antón González dice, “que quiso decir que murió en su pasión por todos nosotros”. También dicen los testigos que dijo, “que Nuestro Señor Jesucristo antes que muriese bajó al limbo y sacó las ánimas de los santos padres, y que sola la divinidad fue la que bajó”, por todo lo cual fue reprendido, y dos testigos más que se encontraron en ese momento dicen lo mismo”.[38]

Toribio Hernández.

“Trabajador vecino de San Vicente jurisdicción de Valencia de Alcántara, fue testificado por un testigo varón de que estando solos el dicho Toribio Hernández le dijo, “que sabía encomendar todas las cosas perdidas y las hacía aparecer y el testigo le preguntó, “que como lo hacía”, y Toribio le contestó, “que por arte del Diablo”, y dice el testigo que dijo, que dijo dos frases que no entendió, más una de las que dijo fue, “levántate y suelta tus canes”; asimismo le dijo, “que encomendaba con dos mujeres, la una difunta que era del lugar de Membrio, y la otra de La Codosera”, y que el testigo no se acuerda de sus nombres; y que es público y notorio que el dicho hombre sabe encomendar las cosas perdidas”.[39]

Bartolomé Díaz.

 “Portugués, fue testificado por un fraile descalzo morador en el convento de San Bartolomé de Valencia de Alcántara, de que había dicho, “que el estado de los casados era e mejor de todos los estados y que no había otro estado mejor” que el dicho Bartolomé Díaz lo porfió diciendo, “que Dios había ordenado el matrimonio”. El fraile testificó lo expuesto”.[40]

Juan García.

“Vecino de Valencia de Alcántara, cristiano nuevo de judíos por parte de su madre, de 26 años de edad, fue testificado por cuatro testigos de que estando en cierta conversación tratando de Lorenzo Ángelo vecino que fue de Alburquerque, cuya memoria y fama fue condenada y su estatua relajada por observante de la ley de Moisés. Dijo, “que lo habían quemado al dicho Lorenzo Ángelo injustamente y que no le habían guardado justicia”, y reprendiéndole los circunstantes lo que había dicho, se volvió a ratificar en ello diciendo: “que lo sustentaría y que no tuvo que ser quemado el dicho Lorenzo Ángelo porque había acertado con todos los testigos que contra él habían depuesto”. Se mandó que fuese preso sin secuestro de bienes y se hiciese su causa, y ante que se diese mandamiento de prisión  se vino a presentar a este Santo Oficio diciendo, “que había tenido noticia que se estaba haciendo información contra él, y que creía era por haber dicho que podría ser que el Santo Oficio hubiese quemado al dicho Lorenzo Ángelo con testigos falsos e injustamente; y que no sabía si dijo, que el Santo Oficio le había condenado injustamente con testigos falsos”. Respondiendo a la publicación de testigos  confesó, haber dicho que el dicho Lorenzo Ángelo había acertado con los testigos y que por eso no le habían de quemar, negando todo lo demás. Fue votado a que fuese reprendido en la sala del Santo Oficio y pagase diez mil maravedíes para gastos de este Santo Oficio, y fuese desterrado de la villa de Valencia de Alcántara por tiempo de un año”.[41]

Pedro Panilla.

“Natural y vecino de Valencia de Alcántara, fue condenado por decir misa sin estar ordenado, siendo sentenciado a ser privado perpetuamente de recibir órdenes sagradas y desterrado por ocho años de Madrid, Llerena, Alcántara, Escorial, San Pedro de Almohacín y ocho leguas en contorno y ocho leguas en contorno y que los cinco primeros los sirva en galeras y se le den 100 azotes”.[42]

Leonor de Mendoza.

“Viuda de Juan de la Peña, y cuñada y consuegra de Pascual de la Peña, natural de Pastrana y vecina de Salorino, de 50 años de edad, fue declarada proterva en el seguimiento de su causa,  condenada por hereje judaizante, pidió misericordia y fue reconciliada en forma con hábito y cárcel perpetua y confiscación de bienes que no tuvo; abjuró formalmente sus errores y se le señalo persona que le instruyese”.[43]

Leonor María López.

 “Natural de Villanueva de los Infantes, vecina de Salorino, de 28 años de edad, fue condenada por hereje judaizante, fue condenada a salir con hábito y tener cárcel perpetua irremisible, se le den 200 azotes y se le confisquen sus bienes”.[44]

Leonor González.

“Mujer de Juan Méndez, vecina de D. Benito y natural de Valencia de Alcántara, de cincuenta y siete años de edad, salió al auto por hereje judaizante y confesó haber guardado la ley de Moisés por tiempo de cinco años hasta que fue presa. En su declaración dijo que guardaba los sábados por fiesta, que en ellos se ponía camisa limpia y que por tres veces había puesto a desangrar la carne que había de echar en la olla en la cual había echado aceite en lugar de tocino; declarando quién le había enseñado dicha ley y las personas con quién hizo los ritos y ceremonias. Fue condenada a ser reconciliada en forma, confiscación de bienes, sambenito y cárcel perpetua”.[45]

María López.

“Mujer de Francisco Mezquita, vecina de Arroyo del Puerco y natural de Valencia de Alcántara, de veintiséis años de edad, tendera de especierías, salió al auto por hereje judaizante confesando haber guardado la ley de Moisés durante seis años. Que en su observancia había hecho seis ayunos según lo hacían los judíos, y que algunos sábados los había guardado por fiesta, y por su celebridad los viernes en la noche había barrido la casa y limpiado los candiles poniéndoles torcidas nuevas. Que en su persona se había puesto ropa limpia, y que no había comido tocino ni demás cosas prohibidas por dicha ley, declarando quién le había enseñado la doctrina y junto a quiénes había practicado dichos ritos y ceremonias. Fue condenada a ser reconciliada en forma, se le confiscaron sus bienes, sambenito y cárcel por un año y una vez cumplidos fuese desterrada por cuatro años de la ciudad de Llerena, villas de Cáceres, Arroyo del Puerco y Madrid seis leguas en contorno”.[46]

Estos fueron los vecinos de la zona de Valencia de Alcántara condenados por la Inquisición de Llerena, judaizantes, moriscos, blasfemos, Iglesia hereje, hombres y mujeres que en su momento fueron noticias por su delito cometido en el resto de la población. Pero seguimos indagando en las cercanías de la actual comarca de la Sierra de San Pedro, y nos vamos a la caza de los herejes de la actual comarca Tajo-Salor-Almonte. Una comarca que va a ser visitada por los inquisidores de Llerena, y en la que recibirán muchas delaciones de los cristianos viejos de la zona. Estos fueron los degradados, afrentados y deshonrados vecinos de esta zona extremeña.



[1] Memorial Histórico Español. Colección de Documentos Opúsculos…Volumen 10. Real Academia de la Historia año 1857. Pag. 395-396.
[2] AGS. Sello, 1492-VI, fol. 84
[3] Ibíd. 1492, IX, fol, 218; X, fol. 32; XII, fol, 92; 1493-II, fol, 2; y VII, fol, 230
[4] AGS. Diversos de Castilla. Legajo 8, fol, 113.
[5]AGS. Sello. Leg, 149005, 410.
[6] Ibíd. leg, 14900, 163
[7] Ibíd. leg, 149002, 69
[8] AHN. Inquisición. Legajo, 1979.
[9]AHN.  Inquisición. Legajo,1450, exp.1
[10] AHN, Inq, leg. 3656. N 20
[11] AHN. Sección Inquisición. Legajo 1987. Exp. Relación de las personas que salieron en el auto público de fe que se celebró en la villa de Llerena en la plaza de Santa María de la villa el domingo día de la concepción de Nuestra Señora 8 de diciembre de 1566.
[12] Ibíd.
[13] Ibíd.
[14] AHN. Sección Inquisición. Legajo 1987.
[15] Ibídem.
[16] Ibíd.
[17] Ibíd.
[18] AH. Sección Inquisición. Legajo 1988. Exp. 12
[19] AHN, Sección Inquisición. Legajo 1988. N. 13. Relación de causas 1581
[20] AHN. Sección Inquisición. Legajo 1988. N. 27. Relación de causas de 1589.
[21] AHN. Sección Inquisición. Legajo 1988. N. 46. Relación de las personas testificadas en la visita que hizo el licenciado Miguel Jiménez Palomino inquisidor de Llerena en principio del año de 1595 por el distrito. Salió a la dicha visita el cuatro de febrero del dicho año y llegó a Badajoz el siete del mismo mes donde la comenzó.
[22] Ibíd.
[23] Ibíd.
[24] Ibíd.
[25] Ibíd.
[26] Ibíd.
[27] Ibíd.
[28] Ibíd.
[29] Ibíd.
[30] Ibíd.
[31] Ibíd.
[32] Ibíd.
[33] Ibíd.
[34] Ibíd.
[35] Ibíd.
[36] Ibíd.
[37] Ibíd.
[38] Ibíd.
[39] Ibíd.
[40] Ibíd.
[41] AHN. Sección Inquisición. Legajo 1988. N 55.
[42] AHN. Libro 688, f. 131v-133r.
[43] AHN. Legajo 2764. N. 134,
[44] AHN. 2765. N. 8
[45] AHN. Sección Inquisición. Legajo 1987. Relación de causas AÑO 1662.
[46] Ibídem.