La Conversa Judaizante
de Cheles
Converso judaizante es todo aquel, que desciende de un linaje
cuya religión anterior fue la ley de Moisés, el judaísmo. Los reyes católicos,
Isabel y Fernando, en el año 1492, decidieron poner en marcha la expulsión de
los judíos con decreto firmado un 31 de marzo de dicho año en la ciudad de
Granada. La resolución era clara y contundente: conversión o expulsión. Muchos
se marcharon a Portugal buscando la tranquilidad y el sosiego para sus vidas,
pero otros se convirtieron. En España ya estaba instaurada la Inquisición desde
1478, en cambio, en el país lusitano no se instaurará hasta 1536. Esto llevó a
pensar a muchos judíos, que el mejor lugar para emigrar era el país vecino.
Mientras algunos cogieron sus petates y se marcharon, otros
decidirán convertirse al cristianismo y no abandonar la tierra que les vio
nacer. Pero tanto en las mentes de los que se marchan como de los que se
quedan, sigue viva y perenne los ritos y tradiciones de la religión de sus
antepasados. Durante la vida de muchos convertidos al cristianismo, esta
realidad va a ser un hándicap que tendrán que saber camuflar y esconder ante
los ojos de los cristianos de raza. Tanto la Inquisición portuguesa
como la castellana, pondrán sus máquinas a engrasar, comenzando con ello, la
gran persecución contra los marranos ibéricos.
La condición de enclave fronterizo
merece ser destacada, pues orientó en buena parte la actividad procesal de los
dos tribunales, sobre todo en cuanto se refiere a la represión de los marranos,
ya que el brote del delito sé nutria principalmente de los emigrados
portugueses y de los judíos fugitivos que huían del tribunal de Evora y a la
inversa. En casi todos los pueblos de la comarca fueron encarceladas personas
que seguían la ley de Moisés. La funesta noticia corría rápidamente por las
villas de boca en boca y de puerta en puerta, provocando los comentarios de la
mayoría de los vecinos. Pero si la Inquisición de Llerena condenaba a los
judaizantes portugueses, la de Evora hacía lo mismo con los judaizantes
extremeños que cruzaban la frontera. Conozcamos el caso de una mujer natural de
Cheles, que será detenida por el tribunal de Evora y que pasará cuatro años
encarcelada.
Esta nativa de la población, va a
ser condenada por prácticas judaizantes, su nombre, María Pérez Rogado, de 36
años de edad, personaje que tuvo que sucumbir a su detención en Villaviciosa y
sufrir con ello su particular viacrucis. La Inquisición de Evora escribe sobre
ella en su expediente procesal las siguientes causas y delitos.
Los
inquisidores apostólicos contra la herética pravedad y apostasía en esta ciudad
de Evora y su distrito, mandamos a cualquier familiar u oficial del Santo
Oficio, que allí donde fuera encontrada María Pérez, cristiana nueva, viuda, mujer
que fue de Bento Ruíz, que vive en Villaviciosa, la prendáis con secuestro de
sus bienes por culpas que contra ella hay en esta Inquisición. La prisión es
obligatoria y tiene que ser puesta a buen recaudo con cama y todo cuanto pueda
necesitar, teniendo que depositar de sus bienes veinte mil reales para sus
alimentos. La tienen que traer atada bajo llave al alcalde de las cárceles de
este Santo Oficio y lo mandamos en virtud de Santa obediencia y pena de
excomunión mayor y de 500 cruzados, que servirán para las despensas del Santo
Oficio si se desobedeciere la orden dada.
Una vez detenida María Pérez y como
dice el documento, fue puesta en las cárceles secretas del Santo Oficio de
Evora a espera de su particular juicio o proceso. Cuando este se inicia, se
dice de ella lo que sigue.
Culpas
de judaísmo contra María Pérez Rogado, cristiana nueva, de 36 años de edad,
viuda de Bento Ruíz, natural de la villa de Cheles, reino de Castilla, moradora
en Villaviciosa y presa en las cárceles de esta Inquisición. Fue presa por
culpas de judaísmo y se encuentra en las celdas de esta Inquisición de Evora
desde el 1 de abril de 1660.
Marta
de Almada, soltera, detenida por judaísmo en las cárceles de esta Inquisición,
hija de Fernán Cordero, juró decir la verdad poniendo su mano sobre los
evangelios y denuncia diciendo: que estando en su casa María Pérez Rogado,
María de Silva, Magdalena Méndez y María Fagarra, todas cristianas nuevas de
judíos, declara: que todas ellas vivían y creían en la ley de Moisés para
salvar sus almas. Que por su observancia guardaban el sábado, no trabajaban en
ese día, no comían ni cerdo, liebre, conejo, ni peces sin escamas. Que
celebraban los sábados ayunos en honor de la Reina Esther. Cuando por su puerta
pasaba algún difunto, María Pérez lanzaba a la calle las aguas de los cantaros
que utilizaba para beber, ceremonia esta propia de judíos. Los viernes ponía
manteles nuevos en las mesas, cambiaba las sábanas y encendía las torcidas de
los candiles para no tenerlo que hacer los sábados y amasaba y cocía el pan trenzado para el mismo día.
Se
le preguntó si habían practicado estos mismos ritos con otras personas, y dijo,
que no los había hecho. Son sus padres, Andrés Pérez Ferreiro y Catalina Rogado
vecinos de Cheles, aunque su madre es natural de Terena.
Pan jala o del sábado
Muy interesante los
rituales que nos ofrece la Inquisición de Evora en este documento de María
Pérez Rogado, ya que nos pone en la tesitura de aprender muchas cosas al
respecto. Por ejemplo, ¿os habéis preguntado alguna vez porqué se hacen las
matanzas del cerdo de una manera pública?, es decir, en la calle, porque digo yo,
se podrían hacer en el corral de las casas y al menos no se ensuciaría la
puerta de entrada a la vivienda. ¿Qué hay detrás de todo esto? Como bien nos ha
indicado el documento de María Pérez Rogado, ella no comía cerdo, por eso, para
demostrar su cristianismo y conversión ante los ojos de los vecinos, la mejor forma
era practicando la matanza de forma pública y dejar la huella de la sangre del
cerdo ante la puerta de la calle. Los ojos de los cristianos de raza que verían
esa realidad pensarían, que aquellas familias que descendían de judíos, su
conversión era creíble ya que lo demostraban con la matanza del cerdo.
Pero toda ley creada
puede tener su manera de violarla pasando desapercibida. Y para eso los
conversos de judíos inventaron la morcilla patatera y la calabacera, a la que
poniendo mucho pimentón y utilizando manteca de cordero, esta parecería un
chorizo. Una vez echada en puchero de garbanzos o "judías", pasaría
desapercibida ya que todo aquel que viese o mirase la olla, lo que vería sería
un chorizo en apariencia. Por eso se invita en la matanza a los vecinos, de esa
manera me voy deshaciendo del cerdo dándole a unos algo de tocino, huesos,
caldillo y otras piezas del marrano, y el resto se cuelga, en algunos casos,
para vender.
Tampoco María Pérez
Rogado comía conejo ni liebre. Cuantas veces hemos vistos la estampa del
cazador con su percha repleta de estas especies y su escopeta al hombro. Lo
primero que pensamos cuando lo vemos es, que gran cazador, sin embargo, en las
fechas que nos movemos, siglo XVI, XVII, XVIII e inclusive el XIX, el porqué de
esta realidad era totalmente diferente en aquellos que realmente podían tener
una escopeta para tales fines. No todos los habitantes de Cheles podían tener
un arma de fuego, la solían tener personas de un nivel económico alto, y esto
señalaba, en la mayoría de los casos, a los conversos de judíos. Solían ser
negociantes, comerciantes, en algunos casos procuradores, médicos etc., y esa
seguridad económica les hacía el poder tener un arma con la que poder cazar. El
venir con la percha repleta de piezas y con su escopeta al hombro, equivalía a
demostrar, que ellos también en sus casas comía los alimentos prohibidos por el
judaísmo. Ante los ojos de los cristianos viejos o de raza, que podían ser sus
mayores enemigos, visualizaban y entendían, que la conversión del vecino iba
por buen camino. Posiblemente, las piezas las tirasen o las regalasen a sus
vecinos, pero habían cumplido con esa estampa, con el deber sicológico de
engañar, en muchos casos, a sus posibles denunciantes.
En cuanto al pan trenzado, basta con ir a una panadería para darse cuenta, de que en días determinado o fechas señaladas, algunos vecinos, aun al día de hoy, siguen haciendo este tipo de material comestible.
En cuanto al tema de
lanzar las aguas de los cantaros ante el paso de un entierro por la puerta de
un converso o tirar las aguas de la casa en el caso de la defunción de un
familiar, eso, os lo dejo a vuestro entender, porque se que en Cheles se hacía
años atrás y posiblemente hoy. No en vano, una gran parte de los apellidos de
la población son apelativos de conversos de judíos, ya que muchas personas que
los llevaban años atrás y vivían cerca de Cheles, sobre todo en pueblos
portugueses, solían ser conversos de judíos a los que algún familiar cazó la
Inquisición portuguesa y se ubicaron en pueblos cercanos a la raya “huyendo de
la quema”.
Archivo Nacional Torre do Tombo. Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Évora, proc. 84