MIS LIBROS

  • Depuración de Maestros Nacionales en la Comarca de Olivenza
  • El Chitón de los Zapata (Teatro)
  • Esperanza y Libertad las Hijas de la Rapada
  • Extremadura Tierra de Brujas
  • La Judía de Alcalá de Henares
  • Los Herejes de Badajoz
  • Los Herejes de D.Benito, Villanueva de la Serena y Medellin
  • Los Herejes de la Raya de Cáceres
  • Los Herejes de Mérida
  • Los Herejes del Guadiana Fronterizo
  • Los Milagros de la Virgen de la Luz de Moncarche
  • Los Moriscos de Hornachos Crucificados y Coronados de Espinas

sábado, 28 de abril de 2018


La Laguna de Guatavita (Colombia) y la leyenda del Dorado



La laguna de Guatavita. Al fondo la rotura de Antonio de Sepulveda para drenar la misma 

Guatavita, la laguna sagrada, que geográfica y legalmente pertenece al municipio de Sesquilé, era el sitio ceremonial en el que los indígenas adoraban a Chie, su diosa del agua por medio de fastuosas ceremonias que originaron la leyenda de El Dorado, y según la cual, el cacique Muisca llegaba acompañado de cuatro sacerdotes en una balsa de madera, antes de sumergirse impregnado en oro y cargado con los tesoros que recogía de la comunidad con el fin de abandonarlos en el agua como ofrenda y símbolo de adoración. Para los nativos el trabajo en oro no representaba valor económico sino una forma de acercarse a sus dioses.

La leyenda del Dorado hace referencia a mucho más que el momento de la laguna. Se seleccionaba al sobrino del Zipa, el cacique, a los nueve años, como candidato a futuro jefe. El niño era trasladado a una casa, aislado de su familia, donde era preparado para convertirse en Zipa durante otros nueve años. Al llegar a los 18 años, era llevado con cuatro danzarinas que bailaban desnudas frente a él acariciándolo. Si caía frente a los encantos de alguna bailarina era desterrado del pueblo. Si pasaba la prueba, lo llevaba a la laguna, su cuerpo era cubierto con una sustancia pegajosa sobre la que soplaban polvo de oro -de ahí el Dorado- y le vestían con pesadas joyas también de oro. Junto con cuatro guerreros, montaba en una balsa que le llevaba al centro de la laguna. Una vez allí, debía saltar al agua en sentido de pagamento a los dioses. Para poder volver a la superficie, debía deshacerse rápido de todo el peso -con lo que las joyas quedaban en el fondo del lago. En ese momento, el resto del pueblo muisca, que se había mantenido de espalda a la laguna para no ver al futuro Zipa, se volvía y lanzaba más ofrendas de oro al agua. Posteriormente iban a otro lago y compartía comida y bebidas. Todas estas joyas y ofrendas eran lo que buscaban los conquistadores y lo que desató su codicia llegando a romper la montaña que rodeaba a la laguna para drenala.




Uno de esos españoles fue el sevillano Antonio de Sepulveda, cuya documentación cuenta lo siguiente de sus hazañas por conseguir el oro de dicha laguna. La signatura se encuentra en el Archivo General de Indias. Sección Indiferente General. 415,L.1,F.284R-285V

“Antonio de Sepulveda, estante en el nuevo Reino de Granada, dice que el año pasado de 1572, V.Mag. mandó tomar con el gesto, asiento y capitulación, sobre el desaguar la laguna de Guatavita y descubrimiento de la Guaca y santuario del montecillo que está junto a ella; las cuales obras se dejó de hacer a su costa, en cumplimiento de lo cual, con ser las dichas obras desde su principio muy dificultosas y de mucha grandeza por la profundidad de la laguna, su extendida anchura y áspero asiento. La ha continuado juntamente con el descubrimiento del dicho santuario, que no ha sido menos dificultoso, sin faltar en ellos, diez años continuos, con muchos y muy grandes gastos de peones, jornaleros, esclavos, oficiales, herramientas, comidas y otras cosas necesarias.

La laguna en su principio tiene 25 estado de hondo y tres mil y seiscientos sesenta y seis pasos de redondez, toda de tierra manifiesta. Se han deshecho más de dos partes en las cuales se han descubierto la mayor parte de las señales que habían anunciado algunos de los guías, que el dicho Antonio de Sepúlveda tiene para el descubrimiento de tesoros, a los cuales ha dado muchas dádivas y regalos, así de oro como de ropa. De secreto le avisan todo lo que debe hacer animándole para que lo lleve adelante, porque hay algunos indios que tienen pasiones con el cacique y en venganza, dicen los secretos de este negocio para que se descubra. El oro que hasta ahora se ha sacado equivale a unos 2000 pesos, se ha metido en una casa real, como constará por testimonio de los oficiales de V. Mag. Que si la Audiencia Real no hubiese dado lugar a vender los esclavos y herramientas por deudas que se le recrecieron por las dichas obras. La cual venta mandaron hacer, sin embargo, de haberlo contradicho vuestro fiscal en virtud de una cédula de V. Mag, en que se mandan no pueda ser vendidos por deudas esclavos ni herramientas que estuvieren ocupados en obras de donde resultan quinto para su real hacienda. Si no se hubieran vendido estos elementos, ya estaría desaguada la laguna y el dicho santuario descubierto y sacado el tesoro que en ello hay, por lo cual, se ha dejado de conseguir por los suso dichos y por la flaqueza de los indios que después han trabajado, que por no ser de tanta fuerza y mano como los negros, ha sido de ocasión que se haya dilatado tanto las obras, y que el dicho Antonio de Sepúlveda, haya gastado gran suma de pesos de oro como constará a V. Mag




Para terminar las obras, S. Mag, ha enviado a estos reinos, a Baltasar de Sepúlveda, su hijo, para que le venda su patrimonio y se lo lleve empleado en negros y herramientas y otros aderezos convenientes a ellas, el cual V. Mag, fue servido que sucediese en las dichas obras conforme a la capitulación en caso que el dicho su padre falleciese antes de acabarlas. Que se le dio cédula real como por ella constara. Va a continuar con las obras Que el hijo Baltasar Sepúlveda, va a continuar con las obras porque el empezó con su padre y tiene practica de lo que conviene, y relación y noticias de las grandes riquezas de los dichos tesoros. Su misión es acabarlas y dar fin para que se manifiesten las riquezas

A V.Mag suplica humildemente, que teniendo consideración a lo mucho que el dicho Antonio de Sepúlveda a trabajado y que ha gastado más de 25.000 mil pesos de oro sin que de parte de V. M. haya sido socorrido, y que ya está muy gastado. Que de lo que ha hecho ha resultado en servicio de Dios y de V. Mag, por haber quitado la ocasión que los indios naturales del dicho reino tenían en la laguna para sus ofrecimientos y ceremonias que hacían, de las cuales se van desengañando y que la Real Hacienda de S. Mag, a empezado a ser aprovechada y lo será adelante muy mucho más. Por las grandes esperanzas que se tienen con su fin de la laguna y montecillo y que es de mucha consideración la determinación con que el dicho Antonio de Sepúlveda emprendió y acometió la grandeza de estas obras, y las ha proseguido sin mirar la dificultad y grandeza de ellas, solo poniendo su fin a servir a Dios y a V. Mag. Como todo consta por las informaciones echas de oficio por la dicha vuestra Real Audiencia. V. Mag se ha servido en gratificación, dar 100 licencias para esclavos negros para que los pueda llevar a las Indias libres de todo derecho, para poder proseguir y acabar las dichas obras; ya que lo que se ha sacado de la laguna y metido en la Real Casa importa tanto como lo que puedan valer las dichas cien licencias.

Los naturales han maldecido a los cristianos que atenten contra la laguna diciendo: que si algunos cristianos quisiesen desbaratar y deshacer la laguna y santuario en que ellos adoraban, que todos se habían de morir inmediatamente. Y que sus dioses luego los habían de matar y destruir a todos

Lo que se sacó de La Laguna de Guatavita

D. Gerónimo Tuesta, contador de la Real Hacienda de S. Mag de la provincia de Santa Marta y de este nuevo Reino de Granada, a todos los señores que la presente vean, certifico y doy fe: que por los libros reales de la contaduría que están en mi poder, aparecen las partidas de lo sacado en la laguna de Guatavita y van por la manera siguiente.

En Santa Fe, a 29 del mes de junio de 1576, se hace cargo a Gaspar Núñez, por el que es Gabriel de Limpia Feijo, de 232 reales y diez granos de buen oro de valor que es de 450 maravedíes, que son por tanto lo que valieron. Las joyas y piedras preciosas que hasta hoy se han sacado de la laguna de Guatavita son: una pieza a manera de cruz con una máscara por rotulo y cuatro estatuillas y una capa de oro larguilla que peso treinta y siete siendo de 18 kilates, una pieza guala amanera de adarga estampado en ella un Tunjo, que pesa 75 kl. Y cuatro kilos salió de ley de 17 kilates. Un traesquileo y dos micos, una argole aguera. Tres chapas delgadas de oro y unos pedazos, y unos cascabeles quebrados, y unas ranazuelas. Se fundieron noventa y ocho piezas de joyas que se sacaron de la laguna de Guatavita, digo que se fundieron 108 de las dichas joyas. Dos piedras esmeraldas que se sacaron de la laguna de Guatavita la una pesó doscientos seis gramos.




A lo largo de los siglos, otras expediciones han intentado con escasos resultados, destripar los secretos escondidos en las entrañas de Guatavita. En el siglo XIX una empresa de capital germano trató de dragar el lago. Como consecuencia del aquel parcial vaciado, se obtuvieron algunas escasas piezas de cierto valor, pero de nuevo las dificultades hicieron abandonar la búsqueda. En 1911 la sociedad franco-sajona "Contractors Limited" consiguió desecar finalmente el lago. Para lograrlo, construyeron un túnel subterráneo que partía del centro de la laguna, con compuertas para regular el flujo de agua y un filtro de mercurio para recoger los objetos de oro y piedras preciosas. Muy ingenioso. Tan ingenioso que en apariencia funcionó a la perfección. Finalmente, después de casi cuatrocientos años, consiguieron drenar toda el agua del lago. Digo el agua, porque nadie contó con las varias decenas de metros de barro y limo que completaban el lecho del lago, de modo que nadie podía pisar el fondo sin ser engullido por aquella mezcla. Al día siguiente, el sol coció el barro y el limo, dando a aquel fango la consistencia del cemento con tanta fuerza que no pudo ser penetrado. El barro cocido bloqueó las compuertas, el túnel se selló y la laguna se llenó de nuevo gracias al aporte de las aguas subterráneas de las que se nutre. Solo encontraron objetos por valor de unas 500 libras, insuficientes para hacer frente a todo el costo de la operación. Como es lógico, la empresa quebró y abandonaron la explotación.

En años posteriores se hicieron varios intentos más de drenaje del lago, usando taladros y material explosivo para romper la capa de limo, con escasos resultados, hasta que en 1965 el Gobierno de Colombia acuerda dar a la laguna Guatavita y su entorno el estatus el patrimonio histórico y cultural de la nación. El Lago Guatavita aunque dio muestras de contener unas 500.000 piezas de oro y piedras preciosas, según cálculos realizados en 1807 por el naturalista Alexander von Humboldt, jamás desveló su secreto y enigma que sigue siendo un impenetrable secreto protegido por dioses ancestrales frente a la codicia humana.




viernes, 27 de abril de 2018




LA OTRA TERESA DE JESÚS




La monja Teresa de Cepeda y Ahumada (1515-1582) fue una mujer notable. Teresa de Ávila (referencia a la ciudad española donde nació) era una de las fundadoras de la Orden de los Carmelitas Descalzos. Se conoció también como una de las reformadoras de esa orden. Escritora y mística, dejó como legado una serie de libros. Cuarenta años después de su muerte, fue canonizada por el papa Gregorio XV. Se convirtió en Santa Teresa de Avila o Santa Teresa de Jesús.

Se dice de ella. Que fue una mujer con varios matices; mística, poeta, escritora y la primera doctora de la Iglesia Católica. Muy por delante de su tiempo, podemos incluso llamarla precursora del feminismo en época de machismo imperante. ¿Pero es cierta esta realidad o es simplemente presunta invención? Descubramos el siguiente documento inquisitorial, donde se pone de manifiesto, que realmente existió otra desconocida y ambigua Teresa de Jesús.

Delaciones y censuras a las obras de Santa Teresa de Jesús, desde el año 1589 hasta de 1593. Signatura: AHN. LEG, 4425, NÚM, 22




Oyendo decir a hombres doctos, que las obras de Teresa de Jesús son heréticas, diabólicas y contrarias a la buena doctrina, algunos calificadores del Santo Oficio dicen de la espiritualidad de esta mujer lo siguiente.

Fray Luís de Lorenzana

Los maestros fray Luís de León y Juan de Rivera, aprueban y admiten, como decente y buena doctrina, las obras de Teresa de Jesús, y no es así, Rivera fue muy devoto de Leudovico Blosio y Teresa de Jesús fue muy blosiana como se verá; y así me determiné a ver estos libros. Los mismos andan impresos en un cuerpo fuera del libro de las fundaciones, y aunque no los he visto, si los vi en el que tenía Rivera.

Por el descargo de mi conciencia, digo a vuestra alteza lo que me parecen estos libros de los cuales me espanto, pero, sobre todo, que haya habido hombres doctos que habiéndolos vistos no los hayan reprobados como libros perniciosos y de mala doctrina.

Creo que hacen mal daño, porque andan muy esparcidos y los lee mucha gente ignorante, máxime los de su orden, frailes y monjas.

Para que se ataje este mal digo: que son sospechosas todas sus revelaciones, las cuales, dice muchas veces, que Dios se lo dijo en estos actos, siendo todas ellas falsas y más que falsas y en este escrito lo demostraré.

En lo que toca a su doctrina, ella da a entender muchas veces, que no es de su ingenio, sino que todo lo recibía de Dios, particularmente en el prólogo que hace en El Libro de su Vida donde dice, que Dios le mandó hacer esta relación; todo son blasfemias hereticales y todas las revelaciones que tubo son sugestión del demonio. Tiene bien aprendida de Leudovico Blossio abominables doctrinas, que no son para nada las que nos predicaron los apóstoles evangélicos, poniendo estas en boca de Dios.



Leudovico Blosio: monje belga considerado herético por la Inquisición
Teresa de Jesús tomó gran parte de su mala doctrina de Leudovico Blossio, las que derramó por todas sus obras, usando en las mismas, vocablos que encontró en Blossio y en Taulero, llamando Teresa a esta doctrina, “mística teológica” en El Libro de su Vida. De estas cosas copiadas, solo cambió un vocablo, donde Blossio dice (sumo), refiriéndose a la esencia, ella dice el centro del alma. Todos los libros y tratados de Teresa están llenos de esta herética doctrina, y lo principal es, que todos sus religiosos la tienen por doctrina a seguir porque creen que son revelaciones de Dios. Dice Teresa, que los enseñó a hombres doctos, y así ella con este decir, queda escusada con Dios y con los hombres.

Es el Diablo quién actúa en sus escritos y no Dios. Son herejías contra San Pablo y Corintios. Que muchos de sus párrafos son herejías de Lutero, y por ello pido a vuestra alteza, se mande vedar estos libros y tratados de Teresa de Jesús y, que sean expurgados como los de Leudovico Blossio y Rivera, en el libro que hizo sobre la vida de Teresa de Jesús.


Estos escritos hacen gran daño a beatas, señoras y otras muchas gentes, así como frailes y monjas de su orden, ya que todos tienen sus libros por oráculo, constituciones y modo de vivir, y todos ellos están llenos de estos errores de Teresa de Jesús.





Con esto descargo mi conciencia y lo firmo ante el Santo Oficio en San Pedro Mártir de Toledo de la orden de Santo Domingo a 25 de junio.


Firmado: Fray Luís de Lorenzana

Con este se han dado cinco memoriales que se han hecho en este Santo Oficio, advirtiendo de algunos libros que tienen necesidad de expurgarse y enmendarse, para que se sirva de mandarlos a ver, y proveer sobre ellos lo que convenga.

Analizado los textos de los libros de la madre Teresa, se dice de ellos: que son blasfemia heretical diabólica, perniciosisima y ficción de herejes antiguos y de nuestro tiempo para autorizar sus herejías. Que muchas de sus revelaciones y visiones son mentiras propias de personas que pertenecen a la secta de los alumbrados.

Ella se tiene por profetisa, y si lo es, es falsa profeta y por lo tanto no es profeta de Dios. Su doctrina no solo es como la de los alumbrados sino también como la de lo begardos. Hay hoy en día muchas y muchos alumbrados, pero si estos libros no se vedan, habrá muchos más por arte del diablo. Es necesario que se veden para que la fe sea defendida y la buena gente que desea ser espiritual, no sea engañada; y la gente perdida, se les quite tan gran ocasión de parecer espirituales no lo siendo sino de mal espíritu engañador.




Por estas razones y otras, pido a vuestra Alteza, se manden vendar estos libros y tratados de Teresa de Jesús y, sea expurgado, Leudobico Blossio y Rivera en el libro que hizo de la vida de Teresa de Jesús que hay gran necesidad de ello.

La Alumbrada Teresa de Jesús (Fray Alonso de la fuente).

A si mismo ha venido un libro que se titula Los Libros de la Madre Teresa de Jesús impreso en Salamanca por Guillermo Foquel en 1588 y, habiéndole leído y considerado atentamente, encuentro en el escrita a la secta masiliana con ramalazos de otras sectas, especialmente, de los herejes estáticos, alumbrados y dejados. Que la inspiración no le ha venido de ángel bueno sino de ángel malo, siendo el mismo que engañó a Mahoma, Lutero y a los demás heresiarcas.



San Juan de Rivera: acusado de pertenecer a la secta de los Alumbrados
Que todos estos efectos son los mismos que se testificaron de las alumbradas de Llerena, y los unos y los otros son obra tan manifiesta y clara de Satanás, como las cosas que se ven con buenos ojos en el medio del día claro y en el medio de la luz.

Que el milagro que se dice de la monja Teresa de Jesús que está hoy entera e incorrupta, es negocio fabuloso, prestigio de Satanás e invención de herejes. Si la monja en verdad es santa como dicen algunos y el milagro verdadero, no pudo ser autora de este libro ni verdad lo que en él se dice de que Dios lo revelo. El libro es corrupto y contiene manifiestas herejías propias de sectas. Mande vuestra Alteza, que lo vean teólogos para que opinen de esos escritos y sino entendieren el sueño herético que hay en ella, yo lo daré a entender cuando se me mandare. Hay en el libro iniquidad y herejías secretas que andan escritas en latín y en romance, que son las fuentes corruptas donde beben los raposos herejes de este tiempo.

26 de agosto de 1589. Firmado Fray Alonso de la Fuente.

Saquen sus propias conclusiones.




lunes, 23 de abril de 2018

Infanticidio clerical en Belchite. Mosen Baltasar Larroy y sus beatas 

Signatra: AHN. Inquisición, 3732, Exp, 352



Mosén Baltasar Larroy era presbítero de Belchite. Tenía cuarenta años y fue llevado ante la Inquisición por las sospechas de una beata que ignoraba, en realidad, la complejidad de la situación que iba a desvelar ante el tribunal. Esta beata, una tal Teresa Oreal, que contaba ya cuarenta y seis años, lo único que pudo contar al Santo Oficio fueron sus observaciones no muy bien intencionadas y los escrúpulos que probablemente le inspiraban sus celos. Según dijo, la conducta de Baltasar Larroy con las demás beatas, sus compañeras, le había dado que pensar. Cuando iba por las mañanas a confesarse había notado, que Mariana Riveres, la rectora de las beatas y otra compañera de beaterío llamada María Saldiz, iban también a confesarse con Mosén Baltasar.

Después de las confesiones, que eran muy largas y podían durar hasta tres cuartos de hora, o una entera, se ponían a charlar con él durante un rato, pasando por delante del confesonario y estando él sentado y ellas de pie. Así llegaban a estar hasta más de quince minutos. Solían también charlar en los rincones de la iglesia y había podido apreciar, que ellas le tenían en gran apego.
 
En una ocasión en que fue a la capilla del Rosario acompañada por otra beata llamada María Garcés, vieron comulgar a la rectora, y la acompañante comentó, que andaba perdida. porque incluso con la Forma en la boca. La rectora se había vuelto a ella para decirla, que fuese al confesonario de mosén Baltasar y le pidiese que se acercase a verla aquella tarde, o que se moriría. Mosén Baltasar frecuentaba la casa de las beatas, y la rectora había manifestado en algún recreo, que sentía celos de María Saldiz. La delatora contó, que incluso había visto pasear por la huerta a mosén Baltasar con la rectora, yendo ella detrás muy festiva, arrojándole piedrecitas y tirándole del manteo...
 
Hasta aquí un divertido cuadro que sirve para poner de relieve las vinculaciones que existieron entre sacerdotes y sus confesadas. Los juegos más o menos inocentes o tontos, el infantilismo y la sumisión al omnipresente varón. No faltan tampoco en la historia, los rasgos puramente eróticos y morbosos, que fueron sacados a la luz por la delación de otro sacerdote. Carlos Borromeo, quien escribió una carta al Santo Oficio para dar cuenta de que, según había oído decir a una mujer, una de las hijas de confesión de mosén Baltasar no se confesaba con otro sacerdote que no fuera él, salvo en sus ausencias, porque sabía que lo llevaría a mal. La enseñaba como padre espiritual, que para agradar a Dios la convenía mortificarse y hacer puntualmente cuanto él la decía, sin discrepar ni un ápice de sus órdenes. Así pues, mosén Baltasar tras llevarla a un cuarto, la mandó echarse sobre un arca que allí había y luego la azotó con fuerza. Esto lo había efectuado en varias ocasiones, unas veces tumbada en el suelo y otras encima del arca: y un día la mandó volver boca arriba, la levantó las faldas y la obligó a enseñarle sus partes vergonzosas.
 
A consecuencia de esta carta, el Santo Oficio llamó a declarar a la supuesta azotada. Teresa Cubiles, de diecisiete años. Teresa se confesaba con mosén Baltasar desde que tenía catorce años y como también la enseñaba a leer, iba a su casa todos los días para que le diera la lección. Así transcurrieron tres años sin que pasara nada, pero el año que tuvo lugar la declaración, se había vestido de hombre para el Carnaval, y disfrazada, había ido a visitar a su confesor. Al día siguiente la disciplinó, dándola a entender, que lo hacía en castigo por haber llevado aquel traje... A partir de aquel día la azotó con frecuencia, unas veces diciéndola, que era porque no se sabía la lección y otras sencillamente porque quería. La echaba sobre la cama o sobre sus rodillas, y aunque ella quería resistirse a los azotes, él la decía, que tenía que obedecerle en todo porque era su confesor y maestro.
   
Otra muchacha llamada ante la Inquisición, Rafaela Cortés, de dieciocho años, también contó que mosén Baltasar la azotaba después de haberla preguntado durante unos ejercicios espirituales si sería capaz de soportar una disciplina de su mano. Unas veces, porque decía que había hecho alguna travesura, otras sin justificar la causa, e incluso, con motivo de una de estas disciplinas, la mandó volverse boca arriba, le levantó las basquiñas, la tocó con sus manos y la miró. Luego la dijo, que aquello era pecado y que no volviera más a su casa, porque de lo contrario pecaría más.

Un embarazo 

    A pesar de esta mezcla de tentación y remordimientos, el temperamento libidinoso y la represión que padecía mosén Baltasar se ponen plenamente de manifiesto en su relación con Gertrudis Marín, la principal protagonista femenina de esta historia. Cuando ya estaba mosén Baltasar en la cárcel, fue llamado a declarar el colega que le había delatado a través de la carta, quien añadió más detalles a esta historia de mujeres con veleidades erótico-místicas y hombres reprimidos.

Las beatas a quienes confesaba mosén Baltasar eran: Mariana Riveres, María Saldiz y Gertrudis Marín. Mosén Baltasar confesaba a esta Gertrudis todos los días y, según se decía en el pueblo, la había casado a toda prisa y en contra de la voluntad de sus padres, porque la había dejado embarazada. Para conseguir este matrimonio, le había dado al futuro marido 40 escudos, pero a los cuatro días de casado ya andaba diciendo, que su mujer estaba preñada. La comadre que asistió en el parto a la Gertrudis declaró: que el encausado la había llamado para que ayudase en el trance a la muchacha, y aseguró, que aunque Gertrudis había dado a luz un hijo muy sano y robusto, cuando al día siguiente fue a visitarla, encontró al niño muerto y le pareció que le había asfixiado.


   
Gertrudis reconoció el trato íntimo con su confesor, sobre el que recayó la condena del tribunal, a pesar de que nunca llegó a aceptar su culpabilidad. El Santo Oficio decidió que mosén Baltasar debía ser advertido y conminado, privado perpetuamente de confesar hombres y mujeres y desterrado durante 60 años, seis de los cuales debía pasar recluido en un monasterio, amén de otras penitencias saludables.
  
La sórdida historia de la Gertrudis no deja lugar a dudas acerca de las relaciones de mosén Baltasar con beatas, mujeres tan vinculadas a nuestro flagelante y, que según otro presbítero que también declaró ante el Santo Oficio, las llamaban en el pueblo las beatas de monseñor Baltasar. Todas se confesaban con él con mucha frecuencia y este testigo, del que ahora volveremos a hablar, observó, que cuando las tomaba la lección, siempre de una en una, las muchachas salían llorosas. Movido por la curiosidad se acercó a escuchar y oyó ruido de golpes. Cuando interrogó a estas discípulas le contaron con sencillez, que mosén Baltasar las estaba disciplinando sin ver en ello nada malo. Este cura añade, que para comprobar la inocencia de las niñas se decidió a disciplinar a una de ellas, y que esta se lo permitió como cosa natural...
 
 Efectivamente, aunque según declaró las había desengañado y las mandó confesar con unos misioneros que estaban por entonces en el pueblo, parece que la conducta de Larroy hizo prosélitos. Fray Agustín Pérez fue procesado en 1745 por flagelante y mala dirección y en la causa se dice, que era cómplice de mosén Baltasar. Se auto delató siendo ya muy anciano, a los noventa y nueve años, probablemente movido por su avanzada edad, y declaró, que había disciplinado a algunas mujeres sin que mediase para ello confesión o penitencia, sólo al efecto sensual. Después de azotarlas había tenido con ellas trato ilícito.
  
En este caso, sin embargo, no parece que la causa prosperara. Los calificadores estimaron simplemente, que fray Agustín era mal cristiano, peor religioso e indigno de ser confesor, sin que encontrasen nada censurable en su conducta, ni en lo subjetivo, ni en lo objetivo. Probablemente le movió a esta benévola conducta su longevidad.