Primera Carta
Bomba Enviada en España
El 29 de octubre de 1829
ocurría un hecho sin precedentes: la recepción, apertura e inmediata explosión
de la primera carta bomba, usando terminología actual, de la Historia.
Nos encontramos en los años finales de lo que
la historiografía posterior ha dado en llamar la “Década Ominosa”, restauración
monárquica tras el Trienio Liberal caracterizado por una persecución sin tregua
a todo lo que oliese a liberal.
Nazario Eguía, Capitán General de Galicia. fue
un destacado partidario, a la par que ejecutor, de dicha represión. El relato
de lo acaecido en la mañana del 29 de octubre de 1829 fue público y referido
profusamente en la época. Siguiendo el relato de Francisco Linaje, por aquella
época secretario de Eguía, despachando el general con sus secretarios y
oficiales el correo del día “cuando tomó S.E. uno de los pliegos (…). Una
espantosa detonación y la sorpresa dejó como petrificados a los circunstantes,
cuyo asombro creció al ver a su general vertiendo sangre del rostro, sacar al
frente las manos derechas, y observar la levita que tenía puesta, enteramente
derrotada por las boca-mangas y parte que cubría el vientre. (…) no hubo de los
espectadores quien percibiese, ni remotamente sospechase, que la detonación y
su sensible estrago emanase del pliego”. A consecuencia del atentado Eguía
perdió la mano derecha, varios dedos de la izquierda y sufrió multitud de
heridas debido a los “cuerpos extraños parecidos a tacos de fusil” que contenía
la carta.
Dos años más tarde se
recibe en el Ministerio de Gracia y Justicia un pliego fechado en Cádiz a 28 de
junio de 1831 dirigido a Calomarde “firmado por uno que se titula el Incógnito
en el que se me avisaba de tener proyectado algunos malvados de aquella ciudad
realizar con mi persona y aun con la sagrada de V.M. el mismo horroroso
atentado cometido con el benemérito Capitán General de Galicia D. Nazario
Eguía”.
La recepción de este tipo de escritos debía
ser frecuente en la secretaría de Calomarde, y si bien no lo tomó muy en serio
“creyéndolo uno de tantos anónimos”, al contener amenaza directa al rey el 10
de julio se manda Real Orden al Gobernador subdelegado de Política de Cádiz.
para que se averigüe qué hay de cierto en esa delación anónima.
Al tiempo que se resuelve esto, en la noche
del 11 de julio se recibe en el Real Sitio de San Ildefonso la correspondencia
de los correos de la mala de Francia y Andalucía. Según el relato del propio
Calomarde:
“Entre ellos halle uno cuyo primer sobre traía
un sello encarnado que al parecer dice O R Y = Andalucía Baja, leyéndose en el
segundo =Muy reservada = Al Exmo. Sr. Don. Francisco Tadeo de Calomarde, el
cual abierto por mi apareció otro tercero que decía = Reservada Para su
Excelencia pues asi conviene. Sin que esto me llamase la atención lo abrí como
el anterior, pero viendo un cuarto sobre con la prevención de =reservadísima
por depender de esta la existencia del Rey y la de V.E. y notando que tenía más
peso que el regular sospeche alguna trama por lo cual y para precaver sus
efectos dispuse estando presentes todos los oficiales de la Secretaría que se
sumergiese el pliego en un librillo lleno de agua a fin de que se aflojase el
papel y abriese allí con un fierro. Hecho de esta manera se vio que además de
medio pliego de papel blanco contenía en un gueco perfectamente pegado por las
orillas con cola o engrudo una porción de pedazos y polvo de vidrio, cierta
materia blanquecina y otra de color verdoso demostrando ser uno de estos
proyectiles infernales que la perversidad de los revolucionarios ha inventado y
anunciaba el anónimo de Cádiz”.
la mañana siguiente, del
12 de julio, la princesa de Beira, Bárbara de Braganza recibió “otro pliego
igual que abierto con diferentes precauciones llegó a producir la explosión”
sin consecuencias personales, además del propio rey Fernando VII, cuyo sobre al
parecer no se llegó a abrir.
Estos sucesos fueron
considerados “demasiado graves para que dejen de tomarse al momento las
providencias” necesarias. Decidiéndose, por ello, comenzar inmediatamente las
averiguaciones que den con el/los responsables.
En la noche del 17 de
julio José González Maldonado, secretario Mayor de la Secretaría de Gracia y
Justicia, recoge los fragmentos del “pliego fulminante (que se abrió con alguna
reserva) reunió los fragmentos de su carga con otros pegados al papel y para
conservarlos mejor los cerró todos dentro de un sobre y que en semejante acto
sucedió una explosión, tan fuerte como el tiro de un fusil siendo esta
ocurrencia sobre las once de la noche del 17”. Se trataba del pliego que en la
noche del 11 Calomarde había mandado abrir tras introducirlo en un lebrillo con
agua. El secretario quedó herido en ambas manos, rostro y ojos como
consecuencia de los fragmentos de vidrio que contenía como metralla, de los que
quedaron algunos restos “dentro del pliego, según su sonido al menearle”, que
son los que se han conservado en el expediente ya sin más peligros de explosión
(o eso esperamos).
Mientras todo esto sucede
en el Real Sitio de San Ildefonso, en Cádiz el Gobernador Político y Militar,
José Manso procede “de un modo simulado y eficaz (a) averiguar las
circunstancias y cualidades” del denunciado en el anónimo como posible autor
del envío: Juan de la Serna Salcedo, secretario Escribano Mayor del Real
Tribunal de Comercio de Cádiz. Las primeras averiguaciones no hacen sospechar
nada revolucionario en él. En el correo del 20 de julio se recibe “la noticia
de haberse verificado el horroroso atentado indicado en el aviso”, decidiéndose
en vista de los acontecimientos a un registro en su casa pese no haber
sospechas fundadas. El registro de sus papeles y su casa se verifica en la
propia noche del 20 de julio, sin encontrarse nada incriminatorio. Se continúan
en los siguientes días, dando lugar a un informe fechado en 28 de julio, y al
que se adjunta, en una prevención digna de la criminalística moderna, “el papel
anónimo con el sobre por si su letra y demás pudiera serle útil para confrontar
con otros documentos y esclarecer el autor”, y que se encuentra conservado en
este mismo expediente.
Se cursan además órdenes el 23 de julio a los subdelegados
de Policía de las distintas capitales para la averiguación de los autores. Así,
en otra vía de indagación, se plantean la investigación del correo que
transportaba el bergantín Leopoldo, procedente de Argel y con destino a Almería
por si pudiese estar en relación con el envío de estas cartas, pero poco más
sabemos del desenlace de este caso por este expediente. No es esta la única
documentación que conservamos en la Sección de Consejos Suprimidos del Archivo
Histórico Nacional referente a las primeras cartas bomba de la historia. El
expediente que hoy ofrecemos como pieza del mes puede encontrarse en una muy
particular serie documental denominada Causas Modernas que contiene
documentación de la Secretaría del Despacho de Gracia y Justicia y después del
Ministerio de Gracia.
Signatura: Archivo Histórico Nacional. Consejos 12223. EXP 16