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jueves, 3 de enero de 2019


 Hechiceras Sahumadoras en Extremadura






En la antigüedad, el hombre da por hecho que todo lo que existe tiene un ánima o alma, y que ese ente, al igual que el hombre, por ser de las características de los dioses, debía de tener un alimento igual que ellos. Puesto que los dioses no tenían cuerpo, en las diferentes culturas siempre le han intentado dar forma, es decir, se creó el arquetipo de lo que ellos entendían que debía ser, y mediante los sahumerios, darle un alimento que ellos consideraban de la misma naturaleza que las deidades, mediante humo y fuego, que eran los alimentos que consideraban que debían de utilizar el ánima de esas deidades. Los antiguos eran antiguos, pero no eran tontos, sabían que los arquetipos de las deidades no podían recibir alimentos humanos, y por eso se refugiaron en buscar plantas y diferentes materiales para quemar a modo de ofrendas, para que les fueran propicios, y ponerlas a los pies de las diferentes representaciones arquetípicas que cada pueblo representó.


Tan alto llegó en la antigüedad el uso casi sagrado de los sahumerios, que los antiguos médicos egipcios, pese a practicar magia, que era como los consideraban los “extranjeros” babilónicos, tenían la creencia de que la quema de dichas plantas con otros elementos servirían para curar también el alma humana.

Los egipcios tenían la leyenda de que en cada uno de nosotros había un molde de luz al que denominaban “sahu”, alrededor del cual se iba organizando la materia, que era lo que nosotros vemos del cuerpo humano, y que si esa materia se iba separando de ese molde de luz, entonces se iba acercando su hora de ir hacia la única enfermedad: la muerte. Pese a la creencia común de que no sabían lo que eran los dioses, sin embargo, sí que sabían perfectamente lo que estaban haciendo, ya que desde su punto de vista estaban curando igual con igual mediante las fuerzas que ellos creían que armonizaban, y que era la misma fuerza que había creado tanto al dios, como a la enfermedad, es más, tenían las enfermedades clasificadas por “dioses”.

A modo terapéutico, los médicos andalusíes (hakim) fueron practicantes de esta técnica y, sin embargo, su aplicación y su uso cae en abandono a mediados del S. XVI.


En la parte mágica y esotérica, igualmente, el alumno y discípulo bien formado sabrá que cada fuerza, o deidad, necesita de unos “olores” determinados, y que, sabiéndolos conjugar bien, podrá llamar con mayor facilidad a lo que se desee.

También se han utilizado como limpiadores de ambientes, como tranquilizantes, como armonizadores en las casas o espacios donde se esparce. Conocido es también el uso que tienen los inciensos y sahumerios, que te invitan con sus aromas a las prácticas de la meditación.

Los sahumerios se muestran, pese a todas las tendencias y visto desde nuestro lenguaje, como uno de los remedios más eficaces que existen. La lenta combustión de los aceites esenciales y de las partes corruptibles de la planta, permite que las partes activas asciendan, en unos casos como ofrendas, en otros como remedios curativos, y sean tan sumamente sutiles que penetren por los poros de la piel y lleguen a los rincones más inaccesibles del cuerpo.


El romero, la ruda, el incienso, el cilantro, las palmas del domingo de ramos, la almea de pino y otros elementos, van a ser junto al aceite y las oraciones pertinentes, los remedios utilizados por hechiceras y curanderas para solucionar los problemas planteados por quienes solicitan y requieren a tales personajes. Sahumerios, que en algún que otro caso se utilizarán, incluso, para que un hombre se fije más en una mujer, para que aparezcan cosas perdidas y, en algunos casos, para provocar la muerte de algún aguerrido amante que no ha cumplido con las expectativas amorosas de la cliente.


Las plantas a utilizar por nuestras protagonistas para sus sahumerios van a ser siempre aquellas que tienen más cerca de sí, y como tal, conocen las propiedades de las mismas gracias a anteriores colegas, ya fallecidas, que dejaron su sabiduría, conocimientos y simbolismos de las mismas desde tiempos inmemoriales.

El romero, por ejemplo, es una planta con gran significado simbólico desde la antigua Grecia, donde se le otorgaba poderes especiales. Los estudiantes griegos se colocaban coronas de romero antes de los exámenes para mejorar la memoria, además, dicha planta estaba consagrado a Afrodita, la diosa del amor, ya que se consideraba un afrodisíaco. Los romanos mantuvieron su uso medicinal y ofrendaban romero a sus dioses. El romero se empleaba en los sahumerios, quemándose durante los rituales mágicos de purificación del hogar.

Para los cristianos, el romero debe el color de sus flores a una leyenda que relata que cuando la Virgen María huyó a Egipto para salvar al niño Jesús, lo colocó sobre una cama de flores blancas y que al levantar éstas se habían tornado azules.





En la Edad Media la planta era ampliamente utilizada y dio nombre a los romeros o peregrinos, ya que era frecuentemente empleada por los mismos tras las duras marchas a pie, por sus propiedades calmantes y relajantes. Aún en esa época seguía considerándose la planta del amor, por su poder estimulante. Razón más que sobrada, para que las hechiceras extremeñas y de otros lugares del mediterráneo, acudiesen a buscar dicha planta con fines curativos. El romero tiene efectos estimulantes y tónicos; favorece la recuperación en las enfermedades respiratorias, del aparato digestivo, y del hígado. El romero también ayuda a rebajar ligeramente los dolores de la menstruación y además facilita el vaciado sanguíneo, evitando los problemas colaterales que origina, tales como dolores de cabeza, estomago, retención de líquidos e irritabilidad general. El romero además contiene hierro, lo que ayuda a luchar contra la anemia.

En intoxicaciones alimenticias, el romero inhibe la formación de bacterias peligrosas, por lo que su uso podría ser interesante en casos de intoxicación por alimentos en mal estado, contaminados por bacterias peligrosas. También es idóneo para tratar dolores musculares, mitigando los calambres y dolores asociados con este esfuerzo.

También se puede aplicar en el cabello combinado con otros aceites esenciales para ayudar a mejorar la circulación sanguínea y favorecer la regeneración capilar. De hecho, se utiliza en la elaboración de champúes naturales.

Finalmente, combate el mal aliento y las fricciones con aceite de romero pueden ser útiles en el tratamiento del Alzheimer. Todo ello, sin hablar de sus propiedades culinarias, como condimento en inmensidad de platos y menús o aromáticas como perfume.

Una vez conocidos estos beneficios terapéuticos del romero para la vida del hombre, conozcamos algunas hechiceras extremeñas que, como autenticas conocedoras de las plantas medicinales, usaban las mismas no para atentar contra la salud del hombre, sino para ejercer como curanderas en sus pueblos; aunque algunas, equivocadamente, las utilizases para otros fines menos plausibles.






Ana González.


“Casada, mujer de Marcos Aragón, vecina de Madroñeras, fue condenada por curativas supersticiosas. Se formuló su caso en 1784 y fue condenada a ser reprendida y conminada de que si reincidía se la castigaría con mayor rigor. La misma ha reincidido con efecto hasta 3 veces y viene votada a prisión.


Tuvo principio por delación, que con fecha 24 de enero de 1784, recibió este tribunal por escrito del familiar del Santo Oficio D. Francisco Durán, cura rector de la villa de Madroñeras, quién expresó haber oído: que esta reo es y ha sido curandera supersticiosa. Que había curado a Miguel González de aquella vecindad y a otros varios, y que la misma pone unas gotas de aceite en el agua y que moviendo la misma con los dedos, se van al fondo con ciertas oraciones y palabras que dice. El delator la reprendió varias veces, pero sin embargo, no hace mucho tiempo que escuchó el denunciante a María Antonia y Teresa Rodríguez, quienes dijeron que delante de ellas esta rea ha curado y puesto aceite en el agua y que se le ha ido al fondo.


Miguel González, de 50 años de aquella vecindad y que es uno de los curados por la rea, declara: que habiéndole acometido un fuerte de dolor de cabeza, llamó a esta rea, quién le dijo, llevase un cordón de seda con el que le midió la cabeza, diciéndole que la tenía abierta como de dos en dos, y aplicándole un emplaste que compuso la reo con romero, arraigán y otros simples que ignora el testigo, quedó bueno de dolor al día siguiente. Que no hizo la rea ninguna oración ni dijo palabras con las que curar al testigo, y ha oído que es muy común que personas enfermas de la villa y de otros lugares acudan a casa de la rea.


Teresa Rodríguez, soltera, de 35 años de edad, dice haber visto a esta rea curar echando aceite en el agua y que el aceite se iba al fondo. También declara, que lavando en el año 1783 con esta reo en el arroyo inmediato a Madroñeras en un día del mes de diciembre, la reprendió la testigo porque curaba, habiéndole reñido también por ello el cura varias veces. La rea respondió, que el cura no tenía razón, porque sus medicinas se reducían a poner emplastes a los enfermos, y decir entonces, unas palabras del Credo que son santas y buenas. Que también ha visto la testigo, que María la Cruz y Catalina Guijarro vecinas de Zorita, llevaron unos niños para que los curase esta reo y lo mismo hizo otra que llaman la Bermeja del mismo lugar y otra de Alcollarín que llaman Rosa.


María Rodríguez, soltera de 39 años de edad, dice que por San Miguel, se acercó a su casa Catalina Guijarro, vecina de Zorita y preguntó por la casa de esta reo, y acompañándola la testigo a su presencia preguntó dicha Guijarro a la reo: si podría curar a una niña sobrina que estaba enferma hacía días de unas parótidas que le habían salido en los carrillos, y que le habían dicho que eran hechizos o mal de ojo; y parece a la testigo, que dicha Guijarro entregó a la reo para la curación ropa de la niña enferma; y que luego la respondió la reo, que la dicha niña estaba ya muy pasada del mal y tenía poco o ningún remedio. Que entró en un cuarto y echando un poco de agua en un cuenco y aceite del candil, empezó a menearlo con el dedo diciendo unas oraciones que la testigo no entendió. Le parece a la testigo que dijo la rea a dicha Guijarro, mira y ven a mirar aquí como está tu sobrina, pero la testigo no vio nada por ser muy corta de vista, pero si oyó que dijo que era mal de ojo, muy añejo, y que estaba pasada. Que pasados algunos días, volvió dicha Guijarro con su sobrina a la casa de la testigo con otras dos mujeres y un niño, y fueron a casa de la reo para que curasen al niño, pero no fue la testigo ni sabe que medicinas les aplicó.


Catalina Guijarro, vecina de Zorita, de 32 años de edad, dice: que siempre ha creído que las mujeres que curan de hechizos lo pueden hacer sin artificios diabólicos. Un día llevó a casa de la reo a su sobrina porque sufría de parótidas, y le habían dicho que era a consecuencia de que estaba hechizada. Observándola Ana González le dijo: que le entregara unos cabellos de la niña enferma, y que se quedó con ello, no sabiendo el uso que haría. Pero sí se acuerda, que puso agua en un cuenco y que se metió en un cuarto con un candil, y que puso unas gotas de aceite, le dijo la reo, que la niña estaba muy cogida por el hechizo de mal de ojo y que lo veía en el agua, que de momento la sahumara durante nueve días con romero y ruda, y que le aplicase unos emplaste de berza que la testigo no sabe de que están formado , y si no se ponía buena la niña con eso, que se la llevasen a su casa, y que desconocía las medicinas que les aplicó.


Otro testigo llamado Antonio Jiménez natural de Aldea Nueva, le llevó a la reo una camisa y cabellos de un sobrino que tenía, el cual estaba enfermo a consecuencia del mal de ojo, diciéndole la reo que le colgase del cuello una cruz de romero, calentar un badil y apagar el mismo en vinagre fuerte, pero que nada hizo porque aquella misma noche murió.


María Antonia Nolásco, vecina de Madroñeras, de 19 años de edad declara: que encontrándose enferma mandó llamar su madre a esta reo, la cual, puso agua en un cuenco con aceite diciendo, que si el aceite bajaba era señal de que tenía el mal de ojo y si nadaba que no. Que como remedio le dijo que la sahumara con salvado, no queriendo hacerlo la testigo porque no le parecía bueno, y que le mandó que hiciese un emplaste con rosas, romero, vino arrayan, y un miajón de pan, y que lo pusiese en la frente como una estopa, que mandase a dar una misa y rezase a San Antonio que la pondría buena.


Juan Pizarro, de la misma vecindad, de 31 año de edad, informó el testigo, que se le había puesto mala una mula y que buscó remedio para el animal en esta rea, la cual le dijo, que le habían hecho mal al animal y que para quitarle el mal la sahumase con salvado albanes, y que para comida de la bestia mientras se sahumaba, le diese a comer romero durante nueve mañanas seguidas. Le preguntó la rea si se llevaba bien con su mujer, respondiendo el mismo, que a veces tenían quimeras, le dijo que hiciese una cruz de ruda para él y otra para su mujer y que las trajesen consigo que les iría bien.


Francisco Fernández, vecino de Madroñeras, fue a visitar a la rea para que la misma le diese remedio para su mujer que creía estaba mala con el mal de ojo, la rea le hizo lo que acostumbra con el agua y el aceite, y dijo, que estaba hechizada con dicho mal. Que en las oraciones que decía, las palabras que más repetía era la de Antonio, que le mandó comprar media cuarta de tabaco, y que la partiese por mitad, una parte la cociese por la noche en agua y la pusiese al sereno y que la tomase por la mañana la enferma, y que también le dio unos polvos para que los tomase por la mañana, pero que no sabía que llevaba dichos polvos.


El cura de Madroñeras da el siguiente informe: que esta reo que tiene ahora 70 años, agobiada y con cabeza cana, sigue con las curas supersticiosas según dijo el testigo Miguel de Reyes, vecino de Trujillo, quién buscó a la reo para que le curase el mal de ojo y que la reo se desplazó a Trujillo.


Según el fiscal, esta mujer es una embustera incorregible que se gana la vida con estos embustes como muchas mujeres que eligen esta forma de vivir, sin querer trabajar, sacando dinero con pronósticos, sentencias y curativas supersticiosas.”[1]


Un claro ejemplo de una curandera extremeña que conocía perfectamente los beneficios del romero, la ruda, planta del tabaco, con un claro fin, curar a las personas de Madroñeras y pueblos cercanos ante la falta de médicos. Razón más que suficiente para que los vecinos de las villas extremeñas, ante la nula presencia de galenos en sus pueblos, creyesen y siguiesen las directrices naturales marcadas por nuestras mágicas protagonistas. Otra mujer conocedora de estos ejercicios curativos es María Pedrera, natural de Fuente del Maestre, una hechicera curandera con una doble función, curar a quienes pedían su ayuda, y a la vez, tener la propiedad de hacer aparecer cosas perdidas. Aunque algún testigo manifestará que la misma tiene un muñeco que utiliza para dañar a quien le pidiesen atormentar.


Su expediente inquisitorial cuenta de la misma, lo siguiente:





María Pedrera
“Vecina y natural de Fuente del Maestre, tuvo principio por delación, que en 12 de junio de 1781 que hizo ante el familiar D. Fernando Ramírez Villarejo, Regidor perpetuo de ella, de edad de 47 años quién dijo: que una tarde del mes de mayo o principio de junio de dicho año, oyó decir a Lucia Peña, que a su hermano el miliciano lo había curado esta reo de hechizos. Que en el vulgo corre con fama, que dicha rea es curandera y que hace a parecer cosas perdidas. Hasta ella acuden y recurren los vecinos de la villa como si fuera verdadera profeta. Que a veces para curar a un enfermo, mandaba echasen sobre el tejado del paciente a curar mostaza, y que de momento acudirían allí todas las brujas que hubiese en el pueblo. Pero que atemorizada dicha Lucía de esto, no experimento ni echó la mostaza. Que asimismo dijo al delator, Juana, mujer de Diego Bato, que habiéndosele perdido a su nuera unas calcetas lavando, acudió a la reo para que la dijese quien se las había hurtado, y le respondió, que una vecina suya, cuya adivinación dio lugar, a que la cliente pidiese públicamente otras calcetas a los que se la hurtaron.


Cristóbal del Toro, afligido por habérsele perdido unas caballerizas, preguntó a la reo si había medio para encontrarlas, y respondió: que se acostase descuidado que aquella noche irían a su casa las caballerizas, y con efecto, como a media noche llegaron a su puerta dichas caballerizas muy alborotadas.


Que por el mismo tiempo se hallaba esta reo curando de hechizos a una hija de Don Pedro Periañez, y a Esteban Gordillo Conde, quién también dijo al familiar declarante Francisco Padín, que adivinó esta reo a F. Alcántara, a quién le habían hurtado una casaca y un azadón. Dicho hombre le dijo a la reo, que le dijese una oración para que apareciese la dicha casaca, contestándole la reo: estate quieto y pon atención donde canta un gallo, y oyó cantar tan confusamente un gallo que le pareció muy distante, avisó a la reo de haber cantado el gallo y le instó, que aguardase a que cantase tres veces, y que la última le parecerá que cantará junto así, diciéndole la reo, ve en casa de fulana y dile que digo yo que te los de, y si te los negase, entre la cama tiene la casaca; que fue y que se los entregó.


Isabel la Rabiosa, de 40 años de edad, declara que estando enferma y sospechando que la habían hechizado, acudió a dicha rea para que la curara, para cuyo fin le dijo a la testigo que buscase cogollos de retama de adelfa florida, cera virgen y aceite, con la que hizo un ungüento que aplicado a la declarante se verificó el alivio. También para curar enfermedades mandaba hacer sahumerios de cominos rústicos y azúcar, y otras veces hacía un ungüento con flor blanca de adelfa, aceite y unas raíces que partía con su boca. Otros sahumerios que mandaba eran de palma bendita y romero, y que tenía un muñeco con el cual atormentaba a quién tenía que atormentar. Fue condenada a ser recluida en cárceles secretas, con confiscación de bienes, por pacto explicito con el demonio y que se le siga causa hasta la definitiva.”[2]


El romero, la ruda, el comino, la flor de adelfa, plantas todas con propiedades curativas, ya conocimos los beneficios del romero, pero sigamos conociendo qué provechos saludables para la salud tienen estos vegetales.


La ruda es una planta que puede llegar a medir entre los 40 y los 70 centímetros de altura. Sus hojas son gruesas, alternas y de color verde. Posee flores que son de color amarillo limón. Su característica principal es su sabor amargo y su olor penetrante.


A esta planta se le ha atribuido una gran cantidad de propiedades curativas, tales como: fortalecer la resistencia de los vasos sanguíneos, evita las hemorragias, estimulante del periodo menstrual, es efectiva en casos de escorbuto, nefritis y afecciones causadas por nervios. Del mismo modo es empleada en casos de falta de apetito, para los mareos constantes, el exceso de flujo de la sangre en la cabeza, o para cuando se padecen dolores de estomago, luxaciones, reuma y gota.


En cuanto al comino, los principales beneficios curativos son: como diurético, estimula la función renal, generando un aumento de la eliminación de líquidos del organismo, siendo muy útil para tratar infecciones urinarias, cálculos renales y problemas en la vejiga. El comino tiene en pequeña medida la propiedad de hipoglucemiante, por lo que está muy recomendado su consumo en caso de presentar diabetes, ya que podría actuar como un regulador de los niveles de glucosa en la sangre. Como carminativo, el comino facilita la eliminación de gases acumulados en el tubo digestivo, por lo que es muy recomendable para tratar flatulencias y meteorismo. Otras propiedades medicinales de la planta del comino es su utilidad en casos de diarreas, tanto en niños como en adultos y favorece la producción de leche en las mujeres durante la lactancia.


Una curandera que utilizaba el comino en sus prácticas de restablecimiento de la salud, era Catalina Sanguina, vecina de Valdehúncar en la provincia de Cáceres, de quien la Inquisición de Llerena cuenta lo siguiente en su proceso sumarial.





Catalina Sanguina.


“Vecina de Valdehúncar diócesis de Plasencia, fue testificada en la Inquisición de Toledo, de que estando enfermo cierto hombre en la villa de Alcolea de aquel distrito, la enviaron a llamar porque estaba muy malo y casi sin juicio. Y habiendo la persona que la iba a llamar llegado a su casa, la encontró en la puerta conversando con otras vecinas y sin conocer ni haber visto en su vida a la dicha Catalina Sanguina dijo la suso dicha al dicho mensajero: que ya sabía a que iba, que el dicho enfermo estaba ya muy malo y no tenía remedio porque habían acudido muy tarde y que ya tenía medio perdido el juicio. Y no fue posible entonces el que fuese a la casa del enfermo a curarle. Pero dijo al dicho mensajero, que se volviese y pusiese al dicho enfermo unos cominos rústicos pisados en una clara de huevo con estopas en la frente, y que en dichas estopas echase tres gotas de aceite haciendo tres cruces en nombre de la Santísima Trinidad. Y si con aquello mejorase volviese a buscarla que iría a curar al dicho enfermo. Y aunque no mejoró, volvió el dicho hombre mensajero a buscarla y la llevo consigo, y entrando en casa de dicho enfermo en el aposento que le habían prevenido para dormir, dio a guardar el rosario que traía. Viendo unas imágenes que adornaba dicho aposento dijo: para que me tienen esto aquí, quiten estos santos de mi vista que yo no puedo obrar estando ellos aquí. Y por darla gusto quitaron dichas imágenes, y luego pidió unos huevos y bizcocho para cenar, porque según decía, tenía mucho que hacer, que hasta que cantase el gallo no podía tratar de curar a dicho enfermo. Cuando llego la hora de curarle, le puso una tortilla de huevos en el estomago y unos defensivos en la cabeza y le santiguo diciendo unas palabras entre dientes que no se entendieron. Dijo que dicho enfermo estaba hechizado y que ella mandaba a los diablos a zapatazos, y dijo a cierta mujer, pacienta de dicho enfermo que le asistía en la enfermedad, que si quería andar por todo el mundo, que ella la llevaría por arte del diablo a donde quisiese ir. Y al despedirse del dicho enfermo que estaba ya algo mejor, le pidió la medida de un pie y de una mano y una camisa, y dijo, que con aquello le curaría desde su casa sin que fuese menester volverle haber en persona.


Fue declarada por hechicera formal. Y el 25 de enero de 1650 entró en prisión y en cárceles secretas en 4 de octubre, estando la rea a espera de ser condenada.”[3]


Las médicos rurales de la época, chamanes extremeñas conocedoras del beneficio de las plantas para la curación de un enfermo; las dominadoras de la cultura de lo mágico, las maestras del bien y del mal siempre dependiendo de quién contrate su servicio.


Algunas hechiceras se caracterizaban o tenían predilección por las venganzas de amor y los asuntos relacionados con el sexo. Sus filtros, maleficios y encantamientos sexuales, podían provocar, evitar o curar incluso hasta la impotencia en las mujeres. Una de las que dominaba las artes de curar la deficiencia y minusvalía sexual en las hembras era una hechicera de Fuente de Cantos llamada María Candelaria. La quema de determinados elementos y una determinada oración, eran atributos más que suficientes para conseguir, siempre según la Celestina de Fuente de Cantos, la recuperación potencial de la inutilidad sexual.





María Candelaria


Mujer de Alonso Domínguez vecina de la villa de Fuente de cantos, fue acusada de hechicerías. Según la testigo, la rea curaba de impotencia a las mujeres. Para sanarlas le pedía a la testigo uñas de los pies y manos, pelos de diferentes partes del cuerpo, un pedazo de pan mordido y un real para candelas de cera. La rea hacía una pócima con agua a la que echaba romero, cilantro seco e incienso, quemaba las uñas, pelos y el pan mordido, mezclando las cenizas con el agua y los demás elementos. Movía el agua con una rama de retama y con la misma rociaba a la testigo por debajo de las piernas y por todo el cuerpo diciendo:


Santa Ana parió virgo,
Santa María a Jesucristo,
Santa Isabel a San Juan, y
Así como esto es verdad,
Así se sane este mal.


Contaba la testigo que mientras la rociaba, se le espeluznaban los pelos y sentía pasar un temblor por entre cuero y carne.[4]


Sorprendente la pócima de María Candelaria para curar la impotencia en las mujeres de Fuente de Cantos. Siguiendo la búsqueda de hechiceras dedicadas a solucionar problemas amatorios entre hombres y mujeres a través de sahumerios, nos encontramos con una persona natural de Villagarcía llamada María González, auque en la villa la conocían como “la Berrona”. Una Medea dedicada por completo a la causa de solucionar problemas, tanto a hombres como a mujeres, aunque para ello tuviese que asesinar para conseguir su objetivo. El expediente inquisitorial de Maria González, alias “la Berrona”, dice lo siguiente de su maléfica conducta.







María González.


“Alias “la Berrona”, vecina y natural de Villagarcia, mujer de Domingo García, de oficio hortelano, fue delatada el 10 de diciembre de 1640, de que dijo y aconsejó: que era bueno sahumar la ropa de la persona que quisiesen inclinar a querer y tener amistad deshonesta contra otra persona. Y de que había ofrecido remedio para matar la mujer de un hombre que estaba amancebado con otra, con quien estaba conversando dicha rea, porque resistiéndole la dicha mujer amancebada la muerte de la otra, ofreció remedio para que dicho hombre no olvidase la amiga, y de que la dijo y aconsejo: que para este efecto cogiese sangre de su costumbre y se la guardase, y de que habiéndosela guardado se juntó con ella y que estando juntas la dicha rea y la solicitante, puso dicha sangre entre dos velas encendidas y se metió por entre ellas con los pies al revés, diciendo en voz clara.


“Tras mi te andes como el cordero tras la madre”, y que con esto dijo a la dicha mujer amancebada delante de quién había hecho aquello, que guardase la dicha sangre y se la diese a beber al dicho su amigo, pidiéndole por todo ello 8 reales. También a consejo a una mujer soltera que le pidió remedio para casarse con un hombre, a la que le cobro 8 reales y le dijo hiciese lo siguiente con la sangre de su menstruación. Cogió una escudilla de harina y hizo unos prestiños con dicha sangre y los puso a freír, y porque salieron muy negros no quiso dicha mujer soltera dárselos al dicho hombre con quién deseaba casarse.


A una mujer que servía en una casa, se le quejó de que sus amos la trataban mal y la dicha rea le dio un poco de almea y que con ella sahumase la ropa de su señor y de su señora, y al sahumarla dijese: “almea, almea, hija del diablo mayor que estas en la peña, así como el marinero no puede remar sin ti, así el corazón de mi señor y mi señora conforme fuese la ropa sahumarse no pueda pasar ni posar sin mi”.


A otra mujer que estaba amancebada y que la había dejado su amigo, la rea le recomendó hiciese lo siguiente: “tomase una tranzadera de la camisa de él y atase en ella un cuchillo de cachas negras y dijese: “conjurote con el Ángel uno, conjurote con el Ángel dos, conjurote con el Ángel tres, conjurote con el Ángel cuatro, que ande fulano tras mi malito, malito, pero no de muerte”, y que estas palabras las había de decir de noche en el corral mirando una estrella cualquiera, y que acabado de decir dichas palabras tenía que clavar dicho cuchillo en una pared y luego quitarlo y ponedlo al pie de la cama y quitarlo antes que saliera el sol; y que esto lo tenía que hacer nueve noches y que con esto quedaría ligado el dicho hombre.


Fue presa en cárceles secretas el 17 de diciembre de 1649, teniendo con ella la audiencia, culpó a María Valencia su delatora, de ser ella la que hacía todas aquellas cosas. Fue condenada a que se le leyese su sentencia y fuese gravemente reprendida y condenada en tres años precisos de destierro”.[5]


Otra importante mujer dedicada a conseguir efectos increíbles con la práctica de sahumar determinados elementos la encontramos en la ciudad de Llerena, allí María Guerrera, de oficio panadera, llevó a cabo misiones tan difíciles de conseguir como las que siguen.









María Guerrera.


“Natural de Llerena, de oficio panadera, fue testificada el año de 1648, de que comunicó con una hechicera remedio para que el padre de dos hijos que tenía, los recogiese o les enviase remedio. Que no quería ofender a Dios, que para sí ella ya ganaba de comer, y de que la dicha hechicera la pidió una darme de oro, incienso y agua arrojada, un vidrio, un huevo, dos velas de cera y pólvora; y de que habiendo dado a la dicha hechicera tales cosas, en presencia de dicha rea echó una suerte en esta forma.

Cogió pastilla e incienso y lo echó en unas brasas que apartó del fuego en un badil, en una redoma echó agua rosada, agua simple, un botón de oro y un huevo, mientras tanto, María Guerrera iba sahumando la dicha redoma con el vino que iba saliendo de los olores. Encendió dos velas y hablaba entre si algunas palabras, e hizo que la dicha rea pusiese la boca encima de dicha redoma y la mandó ir diciendo, y ella lo dijo.


“Don Diego, ven que aquí que te espero yo y tus hijos. Como Santa Marta recogió los que andan por los aires, vuela, recoge, y ven a mi y a tus hijos.”


Que la dicha hechicera la puso en medio del fuego echándole candela alrededor de ella y pólvora en cima de la candela, y que la dicha hechicera le había dicho que hincase siete clavos en siete iglesias para que el dicho padre de sus hijos no se metiese religioso; y de que preguntándole la dicha hechicera si había hecho aquello, respondió que sí.

Fue mandada prender el 10 de enero de 1650 y fue puesta en casa del alcalde de cárceles secretas, el 15 de dicho mes se le dio la primera audiencia y en ella confesó haber comunicado con la dicha hechicera, haber hecho lo que le dijo, y se arrepintió de lo que había hecho.


Fue condenada a que saliera a auto, y que en la sala de la audiencia se le leyese su sentencia, que fuese gravemente reprendida, advertida y conminada para adelante, y saliese desterrada por dos años voluntarios”.[6]


Otra mujer que utilizaba plantas para sus ceremonias supersticiosas, fue una vecina de Fuente de Cantos que utilizaba el romero para que el mal saliese de las casas y entrase el bien.







María Alonso


Mujer de Pedro Duran, herrador de Fuente de Cantos, según la narrativa del pedimento fiscal de 22 de noviembre de 1718, ésta reo fue delatada de supersticiones por varias vecinas de la villa por ser mujer hechicera. Contaban las testigos que decía la rea, “que para tener paz en su casa y que el diablo no entrara en ella y la amase todo el mundo, había hecho el sahumerio del romero en diferentes veces en dicha casa. Daba tres bendiciones al romero antes de encenderle, diciendo al tiempo de hacer las bendiciones en cada una de ella; “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, romero sois nacido y no sembrado, dame de la virtud que Dios te ha dado, que entre en mi casa el bien y salga el mal”. Terminada la dicha oración encendía el romero, sahumaba la casa y se ponía a la puerta diciendo “entre el bien y salga el mal”. Las testigos contaron que en sus casas hizo el sahumerio y que nunca tuvo efecto. La rea fue llevada a las cárceles secretas de la Inquisición de Llerena donde está a espera de auto.[7]


Pero no solo había mujeres que conocían el mundo de los beneficios de las plantas medicinales y los sahumerios, también existieron curanderas cuya fama a veces venía dada por el boca a boca de diferentes personas que habían presenciado sus saludables prácticas.


De momento, estas hechiceras que con sus naturales sahumerios se ganaban la vida, las tenemos como mujeres protagonistas de una época en la que, a pesar de la incultura de las mismas, éstas ya conocían la sabiduría de la madre naturaleza en uno de sus más beneficiosos elementos, las plantas útiles y provechosas para la salud y lozanía de los hombres, así como aquellas cuyos aportes desfavorables podían producir el efecto contrario en quienes las ingiriesen. Lo que si vamos comprobando en los diferentes casos contados de prácticas mágicas entre hechiceras, es la cantidad y variedad de casos de “mal de amores” destinados a influir de una u otra manera en el ánimo de la pareja, fuera ésta la propia, la ajena o simplemente la deseada.

Algunas recetas propiciadas por la mano mágica de estas conocedoras de la medicina popular para curar el mal de amores son:


- Para convencer a un novio reacio al matrimonio, enterrar bajo la cama una jícara con “unas bolitas de algodón, un pistolete y una poquita de agua”. Esta receta también sirve para quitar a los maridos de malas amistades.


- A los hombres, para tener suerte con las mujeres, traer consigo “un papel con unas yerbas y un pajarito seco”.


- A las mujeres, para hacerse atractivas a los hombres, traer “unas yerbas en las alforza de las enaguas”


- Para que a una mujer la quiera su hombre, darle sangre de su menstruo en el chocolate. También sirve el darle a beber el agua en que se lavaron las faldas usadas durante la menstruación; pero hay que tener cuidado, pues si esto lo descubre el hombre le tomará “aborrecimiento a la mujer y ella nunca más lo volverá a ver”.


- Para una mujer que pretenda a un hombre “con el mal fin de tener acto carnal” con él, darle un bebedizo compuesto “de la raspadura de una piedra de lumbre que llaman pedernal”.


- Para saber si uno se va a casar, poner el día de San Juan un huevo en agua, si se cuaja, habrá boda.


- Cuando el hombre tiene tratos con una mujer casada, para su seguridad “hacer con un cuchillo una cruz en el suelo de casa y clavar el cuchillo en la cruz” con eso, “aunque esté el hombre dormido, el marido de la mujer no lo despertará si viniese, ni lo verá en la cama de la mujer”.


- Cuando se quiere entrar en la casa de la amada sin que ladren los perros, “es buena diligencia meterse una tajada de queso entre la suela del zapato”.


Pero mientras algunas hechiceras ponían en prácticas estas fórmulas mágicas para curar el mal de amores y todo lo relacionado con lo más íntimamente ligado a lo sexual del ser humano, no es menos cierto, que en todo este mundo donde se fragua lo misterioso, fantástico, supersticioso y fascinante, existían pueblos donde la hechicería estaba perfectamente consagrada. En nuestro siguiente capítulo vamos a conocer a un importante grupo de mujeres, que por el número tan elevado, documentalmente hablando, de condenadas por prácticas supersticiosas, harán que Jerez de los Caballeros sea el pueblo de las hechiceras por antonomasia en Extremadura.


[1] AHN. Inquisición, legajo 3730. exp. 135.



[2] AHN. Inquisición Legajo 3730. Exp. 131


[3] Ibíd.


[4] AHN. Legajo 1988. N 42. Legajo 1987.


[5] Ibíd.


[6] AHN. Legajo 3681 N 3. relación de causas año 1650.


[7] A. H. N. Legajo 1988. N 42. Relación de causas año 1735.

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