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viernes, 21 de septiembre de 2018


Relación de los reos que salieron en Auto público de Fe, en la Iglesia de Nuestra Señora Santa María de la Granada de esta Ciudad de Llerena, el día lunes 30 de noviembre de I722, día de San Andrés Apóstol. 






Reconciliados por judaizantes

 Baltasar de Castro

 Natural de Madrid, vecino de Zafra, de edad de 49 años, Administrador de Rentas Reales; fue reconciliado en forma por delitos de judaísmo, salió condenado con habito y cárcel perpetua irremisible, sirva cinco años de galeras al remo y sin sueldo, se le den doscientos azotes y se le confisquen sus bienes.  

Beatriz Josefa de Campos

 Mujer del antecedente, vecina de Zafra, natural del Reyno de Portugal, de edad de 33 años; fue reconciliada en forma por dichos delitos de judaísmo, y condenada a llevar sambenito y tenga cárcel perpetua irremisible, se le den doscientos azotes, y se le confisquen sus bienes.  

María Antonia de Castro

Mujer de Alonso Pedro de Cárdenas, natural de Valencia del Cid, vecina de Villanueva de la Serena, de edad de 60 años; fue reconciliada en forma por dichos delitos de judaísmo, y condenada a llevar sambenito y cárcel a perpetuidad. 

Manuel Mercado de Noroña

Natural de la  villa de Archidona, vecino de Villanueva de la Serena, de edad de 53 años, poco más, Arrendador de la Renta del Jabón de esta Provincia; fué reconciliado en forma por delitos de judaísmo y condenado a llevar  habito, cárcel por seis meses, le sean confiscados sus bienes, y sea desterrado por cinco años de Madrid, Villanueva de la Serena y de esta Ciudad, ocho leguas en contorno.

María Antonia del Valle y Castro

Mujer de dicho Manuel Mercado, vecina, y natural de Villanueva de la Serena, de edad de 30 años; fue reconciliada en forma por dichos delitos de judaísmo, y condenada a llevar habito y cárcel por seis meses, le sean confiscados sus bienes y desterrada de las Villas de Madrid, Villanueva de la Serena y esta Ciudad, por cinco años, ocho leguas en contorno.  

Ana Mercado

 Mujer de Diego Pablo Oliveros, natural de Badajoz, de edad de 22 años, sin oficio, vecina de Cáceres; fue reconciliada en forma y condena a llevar habito, tenga cárcel perpetua y le sean confiscados sus bienes.  

Antonio Mercado

Hermano de la anterior condenada, hijos de dicho Manuel Mercado, soltero, Pasante de Medico, natural de la Villa de Talavera la Real, vecino de la de Villanueva de la Serena, de edad de 24 años: salió al auto y fue reconciliado en forma y condenado a llevar sambenito, cárcel por seis meses, y le sean confiscados sus bienes.

Leonor del Valle

Viuda de Francisco de Castro, natural de Madrid, vecina de la Villanueva de la Serena, de edad de 54 años: salio reconciliada en forma y condenada a llevar sambenito, tenga cárcel perpetua irremisible, y sea sacada a la vergüenza pública, y se le confisquen sus bienes. 
Francisca de Castro

 De estado soltera, hija de José de Castro, vecina, y natural de la Villanueva de la Serena, de edad de 20 años, sin oficio; fue reconciliada en forma, y condenada a llevar habito, tenga cárcel perpetua, y se le confisquen sus bienes.

José de Castro

 Marido de Isabel de Sequeira, natural de la Villa de Madrid, vecino de la Villanueva de la Serena, de edad de 49 años, con poca diferencia, Administrador de Rentas Reales de aquel Partido; fue reconciliado en forma, y condenado a llevar habito, tenga cárcel perpetua irremisible, se le den doscientos azotes, y tenga cinco años de Galeras al remo y sin sueldo, le sean confiscados sus bienes. 

Simón de Castro

Sobrino de dicho José, de oficio Medico, natural de Badajoz, vecino de Villanueva de la Serena, soltero, de edad de 35 años a 36: fue reconciliado en forma, y condenado a llevar sambenito, cárcel perpetua irremisible, se le den doscientos azotes, y le sean confiscados sus bienes.

Fernando Zamora

Natural de la Villa de Montijo, vecino de la Villanueva de la Serena, de edad de 30 años, poco más o menos, de estado soltero, y Arrendador de la Renta del Cuarto del Jabón de esta Provincia; salio reconciliado en forma, y condenado a llevar habito y tenga cárcel perpetua irremisible, se le den 200 azotes y se le confisquen sus bienes. 

 Fernando de Castro

Hijo de Josefa de Castro, de estado soltero, vecino, y natural de Villanueva de la Serena, sin oficio, de edad de I9 años; fue reconciliado en forma, y condenado a llevar sambenito, tenga cárcel perpetua irremisible, y se le den doscientos azotes y le sean confiscados sus bienes.  

Beatriz del Valle y Castro

 Vecina y natural de la Villanueva de la Serena, de estado soltera, de edad de 22 años a 23, de oficio Costurera; fue reconciliada en forma y condenada a llevar habito y cárcel por un año, y sea desterrada de las villas de Madrid, Villanueva de la Serena y esta Ciudad, por cinco años, ocho leguas en contorno, y se le confisquen sus bienes.

 Mariana Fernandez Romo

Mujer de Diego de la Peña Herrera, medico, vecina de Badajoz, natural de Sevilla, de edad de 26 años; fue reconciliada en forma, y condenada a llevar habito y cárcel perpetua irremisible, se le den doscientos azotes y tenga confiscación de bienes.

Ana de Torres

Vecina de la ciudad de Badajoz y natural de la de Sevilla, de edad de 23 años, poco más, ò menos, mujer de Gaspar Henriquez, de oficio Platero; fue reconciliada en forma por judaizante y condenada a llevar habito, cárcel perpetua irremisible y confiscación de bienes.
 Leonor Maria Lopez

 Mujer de Diego Carvallo, vecina de Salorino, y natural de Villanueva de los Infantes, de edad de 28 a 30 años; fue reconciliada en forma y condenada a llevar habito, tenga cárcel perpetua irremisible, se le den doscientos azotes y le sean confiscados bienes. 

Penitenciados por otros delitos

 María de Bargas

 natural de la ciudad de Granada, gitana sin vecindad fija, residía en la villa de Guadalcanal, de estado casada, de edad de 27 años, sin oficio, penitenciada por hechicera y condenada a que se le den doscientos azotes, sea desterrada por cinco años de las villas de Madrid, Guadalcanal, esta ciudad y la de Granada, ocho leguas en contorno: abjuró de levi y fue absuelta ad cautelam.  

Lorenço Savaris

Natural de Santo Tomé de Nogueìra, en el Reyno de Galicia, vecino de Casatejada en Extremadura, de oficio Trabajador del Campo, de edad de 35 años; fue penitenciado por casado dos veces y condenado à doscientos azotes, sea desterrado por ocho años de las villas de Madrid, Santo Tomé de Nogueìra, Casatejada y esta ciudad, ocho leguas en contorno, y en cinco años de galeras al remo y sin sueldo; que por sus achaques y falta de salud, se le conmutaron en cinco años de presidio en el África, y que por ellos sirva en el Hospital à los pobres enfermos.  

martes, 4 de septiembre de 2018


Francisca Romero: La Vampira de Huelva (Signatura: INQUISICIÓN,3726, exp, 213) 







Brujas, hechiceras o féminas que realizaban prácticas mágicas…era una constante en la antigüedad, muchos de sus nombres se han perdido en el tiempo, pero otros más recientes de los siglos XVIII y XIX han dejado su impronta en textos o en la tradición oral, lo que ha permitido a los investigadores actuales recopilar sus hazañas mágicas y sus procederes, así como las reacciones que propiciaban en sus diferentes pueblos de procedencia.

El caso de Francisca Romero, son de los más interesantes que se han conservado, por el reflejo de la combinación simbólica que esta realizaba en sus rituales. Las pesquisas se iniciaron bajo la supervisión del tribunal de Sevilla en 1804 y se dilataron hasta 1807.

La rea era vecina de Huelva capital y se la acusaba de curandera supersticiosa. Obtuvo un total de 15 testigos ratificados entre los que hubo religiosos, enfermos curados y no curados, y familiares que estuvieron delante en los distintos lances. Tres fueron los particularismos de Francisca, que, aunque a veces no era conocida por su nombre, si lo era siempre por su apodo: “la hechicera”. Pero esta mujer se caracterizaba por una forma de curación muy particular, sanaba a los enfermos chupando la sangre de los mismos, como si de una vampiresa se tratase, los labios de esta hechicera quedaban bañados por el rojo de los leucocitos de la persona a curar.



Esto dice de ella su proceso inquisitorial donde los testigos cuentan hechos como los que se narran a continuación.

Rafael Guerra, de estado casado, de 61 años de edad, dice: que sabe que una mujer llamada Francisca cuyo apellido ignora, curaba algunas enfermedades usando signos arbitrarios, supersticiosos y oraciones ininteligibles. Que el mismo visualizo la curación que hizo a un enfermo, que ya es difunto, a quién pidió unos calzones blancos de su uso y, qué habiéndoselo dado, los quemó y les dio sus polvos para que los tomase en un vaso de agua.

Que la reo le dijo, que si quería saber quién le ha dado los hechizos, se lo diría como en efecto se lo dijo, y que le haría volverse las tripas en su cuerpo, a lo que el testigo no quiso dar crédito al comentario, porque la persona que nombró era tenida por buen crédito y fama. Que entre otras cosas que hacía la reo destacan, el dar bocados en las espaldas de los enfermos diciendo: que así le chupaba la sangre; y que con el dedo menor e índice, hacía signos que él no entendía.






Que la dicha Francisca les decía algunas de sus clientas, que tomase la espada que ella le daría y que estuviese de centinela a la puerta de la casa referida del enfermo y la que siempre cerraba Francisca. Que después tomó una escoba y la puso en el quicio de la puerta, rociando sal por el suelo y terminado lo de la sal, cogía la escoba y asperjaba con unos polvos pardos que había traído de Huelva.
Otra forma de curar que tenía era: dar untes en palmas de las manos, pies y rodillas, con aceite a la que le podía café, e inmediatamente ponía una espada sobre el pecho de la enferma y comenzó a dar golpes al aire y en la pared con la espada diciendo; sal maldita de este cuerpo, y asperjaba la alcoba con ceniza y sal. Que también hacía con el dedo índice y pequeño unos signos supersticiosos por el cuerpo del enfermo, diciendo que lo que hacía era utilizar los cuernos del diablo. Que pedía una escoba y un cordel y lo ató a los pies de la cama, atando en un extremo la escoba echando en ella sal y ceniza.

Mandaba tender en la cama a los enfermos y les mordía tres veces en la misma hasta sacarle tres veces sangre la que por ser mucha, le pareció que el mal no era de las encías. Una mujer que tenía un bulto en el vientre, llamó a Francisca para ver si la podía curar, esta mandó quitar todas las imágenes religiosas de la habitación y a los presentes, que se quitasen y pusiesen fuera de la habitación los rosarios que llevasen, medallas, cruces y todo lo que fuese simbología cristiana.  Le dio tres bocados en tres distintas partes del cuerpo y comenzó a hacer los cuernos del diablo sobre el bulto que tenía. También le puso la espada y sobre el bulto un baso de agua cuyo liquido comenzó a hervir, después sacó un anillo y lo puso sobre el bulto quedándose de pie la sortija sin ayuda alguna y al poco tiempo el anillo se abrió apareciendo una cara muy negra sobre el bulto.




Qué en una ocasión, puso de espalda a un enfermo y comenzó a sacarle la sangre a mordisco, pero que la sangre que salía era de color negro, que volvió a chupar la sangre y comenzaron a salir gusanos.

lunes, 30 de julio de 2018





Engañando a la Inquisición



A lo largo de la historia inquisitorial de nuestro país, el mundo de los conversos de judíos, ha sido siempre el grupo ha perseguir por antonomasia. Miras los autos de fe, salvo excepciones, y estos reos van a ser, los más numerosos a la hora de pasear por las calles con sus sambenitos en dirección al cadalso donde escucharían su temerosa y temida sentencia. La vigilancia del Santo Oficio sobre ellos era más que evidente, ya que la conversión de muchos de ellos al cristianismo no convencía a la Santa Inquisición. Por estas y otras razones la historia nos demuestra, que algunos conversos de judíos que habían sido cazados por haber practicados ritos mosaicos, eran tan atrevidos en sus rituales, que estos eran capaces de desafiar al mismísimo tribunal eclesiástico, delante de sus mismas narices.



Esto fue lo que hizo en 1603, un portugués llamado Sebastián Rodríguez, quién fue capaz de crear en el propio recinto carcelario de la Inquisición de México, una conmemoración judía celebrando la Suca, también conocida como fiesta de las cabañas o cabañuelas delante de los inquisidores sin que estos descubriesen el motivo de tal evento.

Fiesta de las cabañuelas


Esto fue lo que sucedió con Sebastián Rodríguez, según nos cuenta su propio proceso inquisitorial.



Sebastián Rodríguez



Sebastián había nacido en Portugal, en el año 1573, en un pueblo llamado San Vicente Davera, pero abandonó su casa a la edad de siete años, para trasladarse hacia Sevilla (España), donde trabajó en la tienda de su tío Antonio Rodríguez, quien le había enseñado a leer y escribir.



A los catorce años de edad, en el año 1587, se embarcó hacia la Nueva España (nombre anterior de México) y se asentó en la ciudad de Puebla, en la casa de un pariente lejano, también portugués, de nombre Guillermo Rodríguez, el cual lo enviaba a los pueblos aledaños a vender ropa. A los dieciséis años se independizó y comenzó a trabajar por su cuenta.



A los dieciocho años se casó con su prima Constanza Rodríguez, que era siete años mayor que él. Previo a la boda, su cuñado Domingo Rodríguez, y Manuel de Lucena, llevaron a Sebastián al campo y le enseñaron muchas de las Halajot (leyes y tradiciones) de la Torá respecto al matrimonio y la vida judía, aunque él ya tenía algunas nociones de estas.


Estrella de David

Pero sus principales maestros, de quienes aprendió las leyes de la Torá, fueron Luis de Carvajal (El Mozo) y Sebastián de la Peña. Durante largas caminatas en compañía de sus maestros, analizaron juntos los distintos pasajes de la Torá. Luis de Carvajal, siempre llevaba oculto entre el forro y el fieltro de su sombrero, varios escritos con pasajes y leyes de la Torá, y de esa manera podía enseñarles a sus alumnos.



En 1596, cuando apenas había cumplido veintitrés años, y por la acusación de un tal “Pedro de Reparo” en su contra, Sebastián Rodríguez fue detenido en la ciudad de México junto con su esposa Constanza. Fue llevado a las cárceles de la inquisición en la plaza Santo Domingo, que hoy es la calle de Donceles y Brasil, muy cerca del Zócalo actual. Su castigo fue reclusión perpetua, y la confiscación de todos sus bienes.


Grilletes Inquisitoriales

Durante los primeros tres meses de sus interrogatorios, Sebastián guardó absoluto silencio, por lo cual lo mantuvieron encadenado a unos grilletes de manos y pies. Luego de esos tres meses de tortura, Sebastián confesó que profesaba la Ley de Moisés. Fue entonces que le quitaron los grillos, y lo pusieron en una celda junto a Luis Díaz, que operaba como espía de la inquisición. Luis Díaz, apodado luego como “El Malshín” (delator), informó a los inquisidores que su compañero de celda, Sebastián, “judaizaba”, esto es: que no consumía la carne que le servían, ni barría el piso de su celda los sábados, que se lavaba las manos antes de consumir el pan, y que rezaba todos los días en dirección al este, hacia Jerusalén, con la cabeza cubierta.


Como consecuencia de este informe Sebastián fue llevado ante los inquisidores para que declarase la verdad, pero como este negaba las acusaciones que le habían imputado, se procedió nuevamente a la tortura. Esta vez con el instrumento de tortura llamado “el potro”. Después la quinta vuelta del cordel, Sebastián declaró que él judaizaba y que se comportaba como judío, pero que “se arrepentía de haberlo hecho”


Potro de la Inquisición


Se acercaba la fiesta de Sucot (cabañas) del año 1603, y Sebastián Rodríguez, su esposa Constanza Rodríguez y su pequeño hijo Domingo, llevaban ya siete años encerrados en las cárceles de la inquisición conocida como “La casa Chata”.



Sebastián no quería dejar de cumplir con el precepto bíblico de celebrar la fiesta de Sucot, y por lo tanto, busca la manera de poder construir una Sucá (cabaña), en el mismísimo patio de la cárcel, frente a las narices de los inquisidores Alonso de Peralta y Gutiérrez Bernardo de Quirós.



A principios del mes de septiembre de 1603, el conde de Monterrey y virrey de la Nueva España, le otorgó al capitán Esteban Lemos, una condecoración especial. Esteban Lemos desempeñaba sus labores en el palacio de la inquisición, como notario de secuestros del santo oficio.



Aprovechando este reconocimiento que le habían otorgado a Lemos, Sebastián Rodríguez “decidió honrarlo, y dedicarle una fiesta en su honor”. Los inquisidores le dieron el permiso necesario para ello, e incluso aprobaron la fecha del 21 de septiembre y la lista de invitados propuesta por el reo Sebastián. Sin embargo, la verdadera intención de esa fiesta, no era otra que poder hacer una Sucá, y así poder cumplir con la Torá y sus preceptos divinos.



Para este evento, Sebastián solicitó que le trajeran una gran cantidad de ramas. Los mismos inquisidores enviaron a cuatro indios a buscar las ramas para preparar “la supuesta fiesta”. Inmediatamente se comenzó con la preparación y decoración en el patio de la cárcel, conocido hasta hoy como “patio de los naranjos”, y se procedió a colocar las ramas por arriba de las cuatro paredes del patio. Y así Sebastián Rodríguez con siguió tener su propia Sucá, teniendo como invitados a los mismos inquisidores, sin que estos se dieran cuenta que delante de ellos se estaba festejando una fiesta judía.

Cabañas actuales para la fiesta del Sucot


Para aquella “ocasión especial”, se había preparado una rica comida, que incluía pollo como plato principal. Sebastián se preocupó que las gallinas fueran faenadas con la Shejitá (faena ritual judía), algo que se había organizado fuera de la cárcel.




Y así fue que el día 21 de septiembre de 1603, Sebastián Rodríguez, junto a su esposa Constanza, y varios judíos más que estaban presos en la cárcel de la inquisición, pudieron festejar la fiesta de Sucot, comiendo en la Sucá y festejando esta hermosa fiesta con cantos y alegría. Y todo esto frente a las narices de los inquisidores, quienes ignoraban que estaban consumiendo comida Kasher dentro de la Sucá.


El día 2 de junio de 1606, Sebastián Rodríguez, su esposa Constanza Rodríguez, y su hijo Domingo, fueron dejados en libertad.



Hoy, 415 años más tarde, la arriesgada decisión de Sebastián Rodríguez de construir una Sucá dentro de la cárcel de la inquisición es un ejemplo inspirador de la determinación del pueblo judío de mantener y cumplir con la Torá donde quiera que estemos, desafiando incluso a la terrible inquisición española en México.


Esta historia se encuentra registrada en el archivo general de la nación de México, que se encuentra en el palacio de Lecumberri. Proceso contra Sebastián Rodríguez, y Constanza Rodríguez por judaizantes. México 1595-1596 inquisición, vol 154, exp.2

sábado, 28 de abril de 2018


La Laguna de Guatavita (Colombia) y la leyenda del Dorado



La laguna de Guatavita. Al fondo la rotura de Antonio de Sepulveda para drenar la misma 

Guatavita, la laguna sagrada, que geográfica y legalmente pertenece al municipio de Sesquilé, era el sitio ceremonial en el que los indígenas adoraban a Chie, su diosa del agua por medio de fastuosas ceremonias que originaron la leyenda de El Dorado, y según la cual, el cacique Muisca llegaba acompañado de cuatro sacerdotes en una balsa de madera, antes de sumergirse impregnado en oro y cargado con los tesoros que recogía de la comunidad con el fin de abandonarlos en el agua como ofrenda y símbolo de adoración. Para los nativos el trabajo en oro no representaba valor económico sino una forma de acercarse a sus dioses.

La leyenda del Dorado hace referencia a mucho más que el momento de la laguna. Se seleccionaba al sobrino del Zipa, el cacique, a los nueve años, como candidato a futuro jefe. El niño era trasladado a una casa, aislado de su familia, donde era preparado para convertirse en Zipa durante otros nueve años. Al llegar a los 18 años, era llevado con cuatro danzarinas que bailaban desnudas frente a él acariciándolo. Si caía frente a los encantos de alguna bailarina era desterrado del pueblo. Si pasaba la prueba, lo llevaba a la laguna, su cuerpo era cubierto con una sustancia pegajosa sobre la que soplaban polvo de oro -de ahí el Dorado- y le vestían con pesadas joyas también de oro. Junto con cuatro guerreros, montaba en una balsa que le llevaba al centro de la laguna. Una vez allí, debía saltar al agua en sentido de pagamento a los dioses. Para poder volver a la superficie, debía deshacerse rápido de todo el peso -con lo que las joyas quedaban en el fondo del lago. En ese momento, el resto del pueblo muisca, que se había mantenido de espalda a la laguna para no ver al futuro Zipa, se volvía y lanzaba más ofrendas de oro al agua. Posteriormente iban a otro lago y compartía comida y bebidas. Todas estas joyas y ofrendas eran lo que buscaban los conquistadores y lo que desató su codicia llegando a romper la montaña que rodeaba a la laguna para drenala.




Uno de esos españoles fue el sevillano Antonio de Sepulveda, cuya documentación cuenta lo siguiente de sus hazañas por conseguir el oro de dicha laguna. La signatura se encuentra en el Archivo General de Indias. Sección Indiferente General. 415,L.1,F.284R-285V

“Antonio de Sepulveda, estante en el nuevo Reino de Granada, dice que el año pasado de 1572, V.Mag. mandó tomar con el gesto, asiento y capitulación, sobre el desaguar la laguna de Guatavita y descubrimiento de la Guaca y santuario del montecillo que está junto a ella; las cuales obras se dejó de hacer a su costa, en cumplimiento de lo cual, con ser las dichas obras desde su principio muy dificultosas y de mucha grandeza por la profundidad de la laguna, su extendida anchura y áspero asiento. La ha continuado juntamente con el descubrimiento del dicho santuario, que no ha sido menos dificultoso, sin faltar en ellos, diez años continuos, con muchos y muy grandes gastos de peones, jornaleros, esclavos, oficiales, herramientas, comidas y otras cosas necesarias.

La laguna en su principio tiene 25 estado de hondo y tres mil y seiscientos sesenta y seis pasos de redondez, toda de tierra manifiesta. Se han deshecho más de dos partes en las cuales se han descubierto la mayor parte de las señales que habían anunciado algunos de los guías, que el dicho Antonio de Sepúlveda tiene para el descubrimiento de tesoros, a los cuales ha dado muchas dádivas y regalos, así de oro como de ropa. De secreto le avisan todo lo que debe hacer animándole para que lo lleve adelante, porque hay algunos indios que tienen pasiones con el cacique y en venganza, dicen los secretos de este negocio para que se descubra. El oro que hasta ahora se ha sacado equivale a unos 2000 pesos, se ha metido en una casa real, como constará por testimonio de los oficiales de V. Mag. Que si la Audiencia Real no hubiese dado lugar a vender los esclavos y herramientas por deudas que se le recrecieron por las dichas obras. La cual venta mandaron hacer, sin embargo, de haberlo contradicho vuestro fiscal en virtud de una cédula de V. Mag, en que se mandan no pueda ser vendidos por deudas esclavos ni herramientas que estuvieren ocupados en obras de donde resultan quinto para su real hacienda. Si no se hubieran vendido estos elementos, ya estaría desaguada la laguna y el dicho santuario descubierto y sacado el tesoro que en ello hay, por lo cual, se ha dejado de conseguir por los suso dichos y por la flaqueza de los indios que después han trabajado, que por no ser de tanta fuerza y mano como los negros, ha sido de ocasión que se haya dilatado tanto las obras, y que el dicho Antonio de Sepúlveda, haya gastado gran suma de pesos de oro como constará a V. Mag




Para terminar las obras, S. Mag, ha enviado a estos reinos, a Baltasar de Sepúlveda, su hijo, para que le venda su patrimonio y se lo lleve empleado en negros y herramientas y otros aderezos convenientes a ellas, el cual V. Mag, fue servido que sucediese en las dichas obras conforme a la capitulación en caso que el dicho su padre falleciese antes de acabarlas. Que se le dio cédula real como por ella constara. Va a continuar con las obras Que el hijo Baltasar Sepúlveda, va a continuar con las obras porque el empezó con su padre y tiene practica de lo que conviene, y relación y noticias de las grandes riquezas de los dichos tesoros. Su misión es acabarlas y dar fin para que se manifiesten las riquezas

A V.Mag suplica humildemente, que teniendo consideración a lo mucho que el dicho Antonio de Sepúlveda a trabajado y que ha gastado más de 25.000 mil pesos de oro sin que de parte de V. M. haya sido socorrido, y que ya está muy gastado. Que de lo que ha hecho ha resultado en servicio de Dios y de V. Mag, por haber quitado la ocasión que los indios naturales del dicho reino tenían en la laguna para sus ofrecimientos y ceremonias que hacían, de las cuales se van desengañando y que la Real Hacienda de S. Mag, a empezado a ser aprovechada y lo será adelante muy mucho más. Por las grandes esperanzas que se tienen con su fin de la laguna y montecillo y que es de mucha consideración la determinación con que el dicho Antonio de Sepúlveda emprendió y acometió la grandeza de estas obras, y las ha proseguido sin mirar la dificultad y grandeza de ellas, solo poniendo su fin a servir a Dios y a V. Mag. Como todo consta por las informaciones echas de oficio por la dicha vuestra Real Audiencia. V. Mag se ha servido en gratificación, dar 100 licencias para esclavos negros para que los pueda llevar a las Indias libres de todo derecho, para poder proseguir y acabar las dichas obras; ya que lo que se ha sacado de la laguna y metido en la Real Casa importa tanto como lo que puedan valer las dichas cien licencias.

Los naturales han maldecido a los cristianos que atenten contra la laguna diciendo: que si algunos cristianos quisiesen desbaratar y deshacer la laguna y santuario en que ellos adoraban, que todos se habían de morir inmediatamente. Y que sus dioses luego los habían de matar y destruir a todos

Lo que se sacó de La Laguna de Guatavita

D. Gerónimo Tuesta, contador de la Real Hacienda de S. Mag de la provincia de Santa Marta y de este nuevo Reino de Granada, a todos los señores que la presente vean, certifico y doy fe: que por los libros reales de la contaduría que están en mi poder, aparecen las partidas de lo sacado en la laguna de Guatavita y van por la manera siguiente.

En Santa Fe, a 29 del mes de junio de 1576, se hace cargo a Gaspar Núñez, por el que es Gabriel de Limpia Feijo, de 232 reales y diez granos de buen oro de valor que es de 450 maravedíes, que son por tanto lo que valieron. Las joyas y piedras preciosas que hasta hoy se han sacado de la laguna de Guatavita son: una pieza a manera de cruz con una máscara por rotulo y cuatro estatuillas y una capa de oro larguilla que peso treinta y siete siendo de 18 kilates, una pieza guala amanera de adarga estampado en ella un Tunjo, que pesa 75 kl. Y cuatro kilos salió de ley de 17 kilates. Un traesquileo y dos micos, una argole aguera. Tres chapas delgadas de oro y unos pedazos, y unos cascabeles quebrados, y unas ranazuelas. Se fundieron noventa y ocho piezas de joyas que se sacaron de la laguna de Guatavita, digo que se fundieron 108 de las dichas joyas. Dos piedras esmeraldas que se sacaron de la laguna de Guatavita la una pesó doscientos seis gramos.




A lo largo de los siglos, otras expediciones han intentado con escasos resultados, destripar los secretos escondidos en las entrañas de Guatavita. En el siglo XIX una empresa de capital germano trató de dragar el lago. Como consecuencia del aquel parcial vaciado, se obtuvieron algunas escasas piezas de cierto valor, pero de nuevo las dificultades hicieron abandonar la búsqueda. En 1911 la sociedad franco-sajona "Contractors Limited" consiguió desecar finalmente el lago. Para lograrlo, construyeron un túnel subterráneo que partía del centro de la laguna, con compuertas para regular el flujo de agua y un filtro de mercurio para recoger los objetos de oro y piedras preciosas. Muy ingenioso. Tan ingenioso que en apariencia funcionó a la perfección. Finalmente, después de casi cuatrocientos años, consiguieron drenar toda el agua del lago. Digo el agua, porque nadie contó con las varias decenas de metros de barro y limo que completaban el lecho del lago, de modo que nadie podía pisar el fondo sin ser engullido por aquella mezcla. Al día siguiente, el sol coció el barro y el limo, dando a aquel fango la consistencia del cemento con tanta fuerza que no pudo ser penetrado. El barro cocido bloqueó las compuertas, el túnel se selló y la laguna se llenó de nuevo gracias al aporte de las aguas subterráneas de las que se nutre. Solo encontraron objetos por valor de unas 500 libras, insuficientes para hacer frente a todo el costo de la operación. Como es lógico, la empresa quebró y abandonaron la explotación.

En años posteriores se hicieron varios intentos más de drenaje del lago, usando taladros y material explosivo para romper la capa de limo, con escasos resultados, hasta que en 1965 el Gobierno de Colombia acuerda dar a la laguna Guatavita y su entorno el estatus el patrimonio histórico y cultural de la nación. El Lago Guatavita aunque dio muestras de contener unas 500.000 piezas de oro y piedras preciosas, según cálculos realizados en 1807 por el naturalista Alexander von Humboldt, jamás desveló su secreto y enigma que sigue siendo un impenetrable secreto protegido por dioses ancestrales frente a la codicia humana.




viernes, 27 de abril de 2018




LA OTRA TERESA DE JESÚS




La monja Teresa de Cepeda y Ahumada (1515-1582) fue una mujer notable. Teresa de Ávila (referencia a la ciudad española donde nació) era una de las fundadoras de la Orden de los Carmelitas Descalzos. Se conoció también como una de las reformadoras de esa orden. Escritora y mística, dejó como legado una serie de libros. Cuarenta años después de su muerte, fue canonizada por el papa Gregorio XV. Se convirtió en Santa Teresa de Avila o Santa Teresa de Jesús.

Se dice de ella. Que fue una mujer con varios matices; mística, poeta, escritora y la primera doctora de la Iglesia Católica. Muy por delante de su tiempo, podemos incluso llamarla precursora del feminismo en época de machismo imperante. ¿Pero es cierta esta realidad o es simplemente presunta invención? Descubramos el siguiente documento inquisitorial, donde se pone de manifiesto, que realmente existió otra desconocida y ambigua Teresa de Jesús.

Delaciones y censuras a las obras de Santa Teresa de Jesús, desde el año 1589 hasta de 1593. Signatura: AHN. LEG, 4425, NÚM, 22




Oyendo decir a hombres doctos, que las obras de Teresa de Jesús son heréticas, diabólicas y contrarias a la buena doctrina, algunos calificadores del Santo Oficio dicen de la espiritualidad de esta mujer lo siguiente.

Fray Luís de Lorenzana

Los maestros fray Luís de León y Juan de Rivera, aprueban y admiten, como decente y buena doctrina, las obras de Teresa de Jesús, y no es así, Rivera fue muy devoto de Leudovico Blosio y Teresa de Jesús fue muy blosiana como se verá; y así me determiné a ver estos libros. Los mismos andan impresos en un cuerpo fuera del libro de las fundaciones, y aunque no los he visto, si los vi en el que tenía Rivera.

Por el descargo de mi conciencia, digo a vuestra alteza lo que me parecen estos libros de los cuales me espanto, pero, sobre todo, que haya habido hombres doctos que habiéndolos vistos no los hayan reprobados como libros perniciosos y de mala doctrina.

Creo que hacen mal daño, porque andan muy esparcidos y los lee mucha gente ignorante, máxime los de su orden, frailes y monjas.

Para que se ataje este mal digo: que son sospechosas todas sus revelaciones, las cuales, dice muchas veces, que Dios se lo dijo en estos actos, siendo todas ellas falsas y más que falsas y en este escrito lo demostraré.

En lo que toca a su doctrina, ella da a entender muchas veces, que no es de su ingenio, sino que todo lo recibía de Dios, particularmente en el prólogo que hace en El Libro de su Vida donde dice, que Dios le mandó hacer esta relación; todo son blasfemias hereticales y todas las revelaciones que tubo son sugestión del demonio. Tiene bien aprendida de Leudovico Blossio abominables doctrinas, que no son para nada las que nos predicaron los apóstoles evangélicos, poniendo estas en boca de Dios.



Leudovico Blosio: monje belga considerado herético por la Inquisición
Teresa de Jesús tomó gran parte de su mala doctrina de Leudovico Blossio, las que derramó por todas sus obras, usando en las mismas, vocablos que encontró en Blossio y en Taulero, llamando Teresa a esta doctrina, “mística teológica” en El Libro de su Vida. De estas cosas copiadas, solo cambió un vocablo, donde Blossio dice (sumo), refiriéndose a la esencia, ella dice el centro del alma. Todos los libros y tratados de Teresa están llenos de esta herética doctrina, y lo principal es, que todos sus religiosos la tienen por doctrina a seguir porque creen que son revelaciones de Dios. Dice Teresa, que los enseñó a hombres doctos, y así ella con este decir, queda escusada con Dios y con los hombres.

Es el Diablo quién actúa en sus escritos y no Dios. Son herejías contra San Pablo y Corintios. Que muchos de sus párrafos son herejías de Lutero, y por ello pido a vuestra alteza, se mande vedar estos libros y tratados de Teresa de Jesús y, que sean expurgados como los de Leudovico Blossio y Rivera, en el libro que hizo sobre la vida de Teresa de Jesús.


Estos escritos hacen gran daño a beatas, señoras y otras muchas gentes, así como frailes y monjas de su orden, ya que todos tienen sus libros por oráculo, constituciones y modo de vivir, y todos ellos están llenos de estos errores de Teresa de Jesús.





Con esto descargo mi conciencia y lo firmo ante el Santo Oficio en San Pedro Mártir de Toledo de la orden de Santo Domingo a 25 de junio.


Firmado: Fray Luís de Lorenzana

Con este se han dado cinco memoriales que se han hecho en este Santo Oficio, advirtiendo de algunos libros que tienen necesidad de expurgarse y enmendarse, para que se sirva de mandarlos a ver, y proveer sobre ellos lo que convenga.

Analizado los textos de los libros de la madre Teresa, se dice de ellos: que son blasfemia heretical diabólica, perniciosisima y ficción de herejes antiguos y de nuestro tiempo para autorizar sus herejías. Que muchas de sus revelaciones y visiones son mentiras propias de personas que pertenecen a la secta de los alumbrados.

Ella se tiene por profetisa, y si lo es, es falsa profeta y por lo tanto no es profeta de Dios. Su doctrina no solo es como la de los alumbrados sino también como la de lo begardos. Hay hoy en día muchas y muchos alumbrados, pero si estos libros no se vedan, habrá muchos más por arte del diablo. Es necesario que se veden para que la fe sea defendida y la buena gente que desea ser espiritual, no sea engañada; y la gente perdida, se les quite tan gran ocasión de parecer espirituales no lo siendo sino de mal espíritu engañador.




Por estas razones y otras, pido a vuestra Alteza, se manden vendar estos libros y tratados de Teresa de Jesús y, sea expurgado, Leudobico Blossio y Rivera en el libro que hizo de la vida de Teresa de Jesús que hay gran necesidad de ello.

La Alumbrada Teresa de Jesús (Fray Alonso de la fuente).

A si mismo ha venido un libro que se titula Los Libros de la Madre Teresa de Jesús impreso en Salamanca por Guillermo Foquel en 1588 y, habiéndole leído y considerado atentamente, encuentro en el escrita a la secta masiliana con ramalazos de otras sectas, especialmente, de los herejes estáticos, alumbrados y dejados. Que la inspiración no le ha venido de ángel bueno sino de ángel malo, siendo el mismo que engañó a Mahoma, Lutero y a los demás heresiarcas.



San Juan de Rivera: acusado de pertenecer a la secta de los Alumbrados
Que todos estos efectos son los mismos que se testificaron de las alumbradas de Llerena, y los unos y los otros son obra tan manifiesta y clara de Satanás, como las cosas que se ven con buenos ojos en el medio del día claro y en el medio de la luz.

Que el milagro que se dice de la monja Teresa de Jesús que está hoy entera e incorrupta, es negocio fabuloso, prestigio de Satanás e invención de herejes. Si la monja en verdad es santa como dicen algunos y el milagro verdadero, no pudo ser autora de este libro ni verdad lo que en él se dice de que Dios lo revelo. El libro es corrupto y contiene manifiestas herejías propias de sectas. Mande vuestra Alteza, que lo vean teólogos para que opinen de esos escritos y sino entendieren el sueño herético que hay en ella, yo lo daré a entender cuando se me mandare. Hay en el libro iniquidad y herejías secretas que andan escritas en latín y en romance, que son las fuentes corruptas donde beben los raposos herejes de este tiempo.

26 de agosto de 1589. Firmado Fray Alonso de la Fuente.

Saquen sus propias conclusiones.




lunes, 23 de abril de 2018

Infanticidio clerical en Belchite. Mosen Baltasar Larroy y sus beatas 

Signatra: AHN. Inquisición, 3732, Exp, 352



Mosén Baltasar Larroy era presbítero de Belchite. Tenía cuarenta años y fue llevado ante la Inquisición por las sospechas de una beata que ignoraba, en realidad, la complejidad de la situación que iba a desvelar ante el tribunal. Esta beata, una tal Teresa Oreal, que contaba ya cuarenta y seis años, lo único que pudo contar al Santo Oficio fueron sus observaciones no muy bien intencionadas y los escrúpulos que probablemente le inspiraban sus celos. Según dijo, la conducta de Baltasar Larroy con las demás beatas, sus compañeras, le había dado que pensar. Cuando iba por las mañanas a confesarse había notado, que Mariana Riveres, la rectora de las beatas y otra compañera de beaterío llamada María Saldiz, iban también a confesarse con Mosén Baltasar.

Después de las confesiones, que eran muy largas y podían durar hasta tres cuartos de hora, o una entera, se ponían a charlar con él durante un rato, pasando por delante del confesonario y estando él sentado y ellas de pie. Así llegaban a estar hasta más de quince minutos. Solían también charlar en los rincones de la iglesia y había podido apreciar, que ellas le tenían en gran apego.
 
En una ocasión en que fue a la capilla del Rosario acompañada por otra beata llamada María Garcés, vieron comulgar a la rectora, y la acompañante comentó, que andaba perdida. porque incluso con la Forma en la boca. La rectora se había vuelto a ella para decirla, que fuese al confesonario de mosén Baltasar y le pidiese que se acercase a verla aquella tarde, o que se moriría. Mosén Baltasar frecuentaba la casa de las beatas, y la rectora había manifestado en algún recreo, que sentía celos de María Saldiz. La delatora contó, que incluso había visto pasear por la huerta a mosén Baltasar con la rectora, yendo ella detrás muy festiva, arrojándole piedrecitas y tirándole del manteo...
 
Hasta aquí un divertido cuadro que sirve para poner de relieve las vinculaciones que existieron entre sacerdotes y sus confesadas. Los juegos más o menos inocentes o tontos, el infantilismo y la sumisión al omnipresente varón. No faltan tampoco en la historia, los rasgos puramente eróticos y morbosos, que fueron sacados a la luz por la delación de otro sacerdote. Carlos Borromeo, quien escribió una carta al Santo Oficio para dar cuenta de que, según había oído decir a una mujer, una de las hijas de confesión de mosén Baltasar no se confesaba con otro sacerdote que no fuera él, salvo en sus ausencias, porque sabía que lo llevaría a mal. La enseñaba como padre espiritual, que para agradar a Dios la convenía mortificarse y hacer puntualmente cuanto él la decía, sin discrepar ni un ápice de sus órdenes. Así pues, mosén Baltasar tras llevarla a un cuarto, la mandó echarse sobre un arca que allí había y luego la azotó con fuerza. Esto lo había efectuado en varias ocasiones, unas veces tumbada en el suelo y otras encima del arca: y un día la mandó volver boca arriba, la levantó las faldas y la obligó a enseñarle sus partes vergonzosas.
 
A consecuencia de esta carta, el Santo Oficio llamó a declarar a la supuesta azotada. Teresa Cubiles, de diecisiete años. Teresa se confesaba con mosén Baltasar desde que tenía catorce años y como también la enseñaba a leer, iba a su casa todos los días para que le diera la lección. Así transcurrieron tres años sin que pasara nada, pero el año que tuvo lugar la declaración, se había vestido de hombre para el Carnaval, y disfrazada, había ido a visitar a su confesor. Al día siguiente la disciplinó, dándola a entender, que lo hacía en castigo por haber llevado aquel traje... A partir de aquel día la azotó con frecuencia, unas veces diciéndola, que era porque no se sabía la lección y otras sencillamente porque quería. La echaba sobre la cama o sobre sus rodillas, y aunque ella quería resistirse a los azotes, él la decía, que tenía que obedecerle en todo porque era su confesor y maestro.
   
Otra muchacha llamada ante la Inquisición, Rafaela Cortés, de dieciocho años, también contó que mosén Baltasar la azotaba después de haberla preguntado durante unos ejercicios espirituales si sería capaz de soportar una disciplina de su mano. Unas veces, porque decía que había hecho alguna travesura, otras sin justificar la causa, e incluso, con motivo de una de estas disciplinas, la mandó volverse boca arriba, le levantó las basquiñas, la tocó con sus manos y la miró. Luego la dijo, que aquello era pecado y que no volviera más a su casa, porque de lo contrario pecaría más.

Un embarazo 

    A pesar de esta mezcla de tentación y remordimientos, el temperamento libidinoso y la represión que padecía mosén Baltasar se ponen plenamente de manifiesto en su relación con Gertrudis Marín, la principal protagonista femenina de esta historia. Cuando ya estaba mosén Baltasar en la cárcel, fue llamado a declarar el colega que le había delatado a través de la carta, quien añadió más detalles a esta historia de mujeres con veleidades erótico-místicas y hombres reprimidos.

Las beatas a quienes confesaba mosén Baltasar eran: Mariana Riveres, María Saldiz y Gertrudis Marín. Mosén Baltasar confesaba a esta Gertrudis todos los días y, según se decía en el pueblo, la había casado a toda prisa y en contra de la voluntad de sus padres, porque la había dejado embarazada. Para conseguir este matrimonio, le había dado al futuro marido 40 escudos, pero a los cuatro días de casado ya andaba diciendo, que su mujer estaba preñada. La comadre que asistió en el parto a la Gertrudis declaró: que el encausado la había llamado para que ayudase en el trance a la muchacha, y aseguró, que aunque Gertrudis había dado a luz un hijo muy sano y robusto, cuando al día siguiente fue a visitarla, encontró al niño muerto y le pareció que le había asfixiado.


   
Gertrudis reconoció el trato íntimo con su confesor, sobre el que recayó la condena del tribunal, a pesar de que nunca llegó a aceptar su culpabilidad. El Santo Oficio decidió que mosén Baltasar debía ser advertido y conminado, privado perpetuamente de confesar hombres y mujeres y desterrado durante 60 años, seis de los cuales debía pasar recluido en un monasterio, amén de otras penitencias saludables.
  
La sórdida historia de la Gertrudis no deja lugar a dudas acerca de las relaciones de mosén Baltasar con beatas, mujeres tan vinculadas a nuestro flagelante y, que según otro presbítero que también declaró ante el Santo Oficio, las llamaban en el pueblo las beatas de monseñor Baltasar. Todas se confesaban con él con mucha frecuencia y este testigo, del que ahora volveremos a hablar, observó, que cuando las tomaba la lección, siempre de una en una, las muchachas salían llorosas. Movido por la curiosidad se acercó a escuchar y oyó ruido de golpes. Cuando interrogó a estas discípulas le contaron con sencillez, que mosén Baltasar las estaba disciplinando sin ver en ello nada malo. Este cura añade, que para comprobar la inocencia de las niñas se decidió a disciplinar a una de ellas, y que esta se lo permitió como cosa natural...
 
 Efectivamente, aunque según declaró las había desengañado y las mandó confesar con unos misioneros que estaban por entonces en el pueblo, parece que la conducta de Larroy hizo prosélitos. Fray Agustín Pérez fue procesado en 1745 por flagelante y mala dirección y en la causa se dice, que era cómplice de mosén Baltasar. Se auto delató siendo ya muy anciano, a los noventa y nueve años, probablemente movido por su avanzada edad, y declaró, que había disciplinado a algunas mujeres sin que mediase para ello confesión o penitencia, sólo al efecto sensual. Después de azotarlas había tenido con ellas trato ilícito.
  
En este caso, sin embargo, no parece que la causa prosperara. Los calificadores estimaron simplemente, que fray Agustín era mal cristiano, peor religioso e indigno de ser confesor, sin que encontrasen nada censurable en su conducta, ni en lo subjetivo, ni en lo objetivo. Probablemente le movió a esta benévola conducta su longevidad.

lunes, 19 de marzo de 2018


La Conversa Judaizante de Cheles






Converso judaizante es todo aquel, que desciende de un linaje cuya religión anterior fue la ley de Moisés, el judaísmo. Los reyes católicos, Isabel y Fernando, en el año 1492, decidieron poner en marcha la expulsión de los judíos con decreto firmado un 31 de marzo de dicho año en la ciudad de Granada. La resolución era clara y contundente: conversión o expulsión. Muchos se marcharon a Portugal buscando la tranquilidad y el sosiego para sus vidas, pero otros se convirtieron. En España ya estaba instaurada la Inquisición desde 1478, en cambio, en el país lusitano no se instaurará hasta 1536. Esto llevó a pensar a muchos judíos, que el mejor lugar para emigrar era el país vecino.

Mientras algunos cogieron sus petates y se marcharon, otros decidirán convertirse al cristianismo y no abandonar la tierra que les vio nacer. Pero tanto en las mentes de los que se marchan como de los que se quedan, sigue viva y perenne los ritos y tradiciones de la religión de sus antepasados. Durante la vida de muchos convertidos al cristianismo, esta realidad va a ser un hándicap que tendrán que saber camuflar y esconder ante los ojos de los cristianos de raza. Tanto la Inquisición portuguesa como la castellana, pondrán sus máquinas a engrasar, comenzando con ello, la gran persecución contra los marranos ibéricos.

La condición de enclave fronterizo merece ser destacada, pues orientó en buena parte la actividad procesal de los dos tribunales, sobre todo en cuanto se refiere a la represión de los marranos, ya que el brote del delito sé nutria principalmente de los emigrados portugueses y de los judíos fugitivos que huían del tribunal de Evora y a la inversa. En casi todos los pueblos de la comarca fueron encarceladas personas que seguían la ley de Moisés. La funesta noticia corría rápidamente por las villas de boca en boca y de puerta en puerta, provocando los comentarios de la mayoría de los vecinos. Pero si la Inquisición de Llerena condenaba a los judaizantes portugueses, la de Evora hacía lo mismo con los judaizantes extremeños que cruzaban la frontera. Conozcamos el caso de una mujer natural de Cheles, que será detenida por el tribunal de Evora y que pasará cuatro años encarcelada.
Esta nativa de la población, va a ser condenada por prácticas judaizantes, su nombre, María Pérez Rogado, de 36 años de edad, personaje que tuvo que sucumbir a su detención en Villaviciosa y sufrir con ello su particular viacrucis. La Inquisición de Evora escribe sobre ella en su expediente procesal las siguientes causas y delitos.
Los inquisidores apostólicos contra la herética pravedad y apostasía en esta ciudad de Evora y su distrito, mandamos a cualquier familiar u oficial del Santo Oficio, que allí donde fuera encontrada María Pérez, cristiana nueva, viuda, mujer que fue de Bento Ruíz, que vive en Villaviciosa, la prendáis con secuestro de sus bienes por culpas que contra ella hay en esta Inquisición. La prisión es obligatoria y tiene que ser puesta a buen recaudo con cama y todo cuanto pueda necesitar, teniendo que depositar de sus bienes veinte mil reales para sus alimentos. La tienen que traer atada bajo llave al alcalde de las cárceles de este Santo Oficio y lo mandamos en virtud de Santa obediencia y pena de excomunión mayor y de 500 cruzados, que servirán para las despensas del Santo Oficio si se desobedeciere la orden dada.

Una vez detenida María Pérez y como dice el documento, fue puesta en las cárceles secretas del Santo Oficio de Evora a espera de su particular juicio o proceso. Cuando este se inicia, se dice de ella lo que sigue.

Culpas de judaísmo contra María Pérez Rogado, cristiana nueva, de 36 años de edad, viuda de Bento Ruíz, natural de la villa de Cheles, reino de Castilla, moradora en Villaviciosa y presa en las cárceles de esta Inquisición. Fue presa por culpas de judaísmo y se encuentra en las celdas de esta Inquisición de Evora desde el 1 de abril de 1660.

Marta de Almada, soltera, detenida por judaísmo en las cárceles de esta Inquisición, hija de Fernán Cordero, juró decir la verdad poniendo su mano sobre los evangelios y denuncia diciendo: que estando en su casa María Pérez Rogado, María de Silva, Magdalena Méndez y María Fagarra, todas cristianas nuevas de judíos, declara: que todas ellas vivían y creían en la ley de Moisés para salvar sus almas. Que por su observancia guardaban el sábado, no trabajaban en ese día, no comían ni cerdo, liebre, conejo, ni peces sin escamas. Que celebraban los sábados ayunos en honor de la Reina Esther. Cuando por su puerta pasaba algún difunto, María Pérez lanzaba a la calle las aguas de los cantaros que utilizaba para beber, ceremonia esta propia de judíos. Los viernes ponía manteles nuevos en las mesas, cambiaba las sábanas y encendía las torcidas de los candiles para no tenerlo que hacer los sábados y amasaba y cocía el pan trenzado para el mismo día. 

Se le preguntó si habían practicado estos mismos ritos con otras personas, y dijo, que no los había hecho. Son sus padres, Andrés Pérez Ferreiro y Catalina Rogado vecinos de Cheles, aunque su madre es natural de Terena.

Pan jala o del sábado

Muy interesante los rituales que nos ofrece la Inquisición de Evora en este documento de María Pérez Rogado, ya que nos pone en la tesitura de aprender muchas cosas al respecto. Por ejemplo, ¿os habéis preguntado alguna vez porqué se hacen las matanzas del cerdo de una manera pública?, es decir, en la calle, porque digo yo, se podrían hacer en el corral de las casas y al menos no se ensuciaría la puerta de entrada a la vivienda. ¿Qué hay detrás de todo esto? Como bien nos ha indicado el documento de María Pérez Rogado, ella no comía cerdo, por eso, para demostrar su cristianismo y conversión ante los ojos de los vecinos, la mejor forma era practicando la matanza de forma pública y dejar la huella de la sangre del cerdo ante la puerta de la calle. Los ojos de los cristianos de raza que verían esa realidad pensarían, que aquellas familias que descendían de judíos, su conversión era creíble ya que lo demostraban con la matanza del cerdo.

Pero toda ley creada puede tener su manera de violarla pasando desapercibida. Y para eso los conversos de judíos inventaron la morcilla patatera y la calabacera, a la que poniendo mucho pimentón y utilizando manteca de cordero, esta parecería un chorizo. Una vez echada en puchero de garbanzos o "judías", pasaría desapercibida ya que todo aquel que viese o mirase la olla, lo que vería sería un chorizo en apariencia. Por eso se invita en la matanza a los vecinos, de esa manera me voy deshaciendo del cerdo dándole a unos algo de tocino, huesos, caldillo y otras piezas del marrano, y el resto se cuelga, en algunos casos, para vender.

Tampoco María Pérez Rogado comía conejo ni liebre. Cuantas veces hemos vistos la estampa del cazador con su percha repleta de estas especies y su escopeta al hombro. Lo primero que pensamos cuando lo vemos es, que gran cazador, sin embargo, en las fechas que nos movemos, siglo XVI, XVII, XVIII e inclusive el XIX, el porqué de esta realidad era totalmente diferente en aquellos que realmente podían tener una escopeta para tales fines. No todos los habitantes de Cheles podían tener un arma de fuego, la solían tener personas de un nivel económico alto, y esto señalaba, en la mayoría de los casos, a los conversos de judíos. Solían ser negociantes, comerciantes, en algunos casos procuradores, médicos etc., y esa seguridad económica les hacía el poder tener un arma con la que poder cazar. El venir con la percha repleta de piezas y con su escopeta al hombro, equivalía a demostrar, que ellos también en sus casas comía los alimentos prohibidos por el judaísmo. Ante los ojos de los cristianos viejos o de raza, que podían ser sus mayores enemigos, visualizaban y entendían, que la conversión del vecino iba por buen camino. Posiblemente, las piezas las tirasen o las regalasen a sus vecinos, pero habían cumplido con esa estampa, con el deber sicológico de engañar, en muchos casos, a sus posibles denunciantes.
En cuanto al pan trenzado, basta con ir a una panadería para darse cuenta, de que en días determinado o fechas señaladas, algunos vecinos, aun al día de hoy, siguen haciendo este tipo de material comestible.  

En cuanto al tema de lanzar las aguas de los cantaros ante el paso de un entierro por la puerta de un converso o tirar las aguas de la casa en el caso de la defunción de un familiar, eso, os lo dejo a vuestro entender, porque se que en Cheles se hacía años atrás y posiblemente hoy. No en vano, una gran parte de los apellidos de la población son apelativos de conversos de judíos, ya que muchas personas que los llevaban años atrás y vivían cerca de Cheles, sobre todo en pueblos portugueses, solían ser conversos de judíos a los que algún familiar cazó la Inquisición portuguesa y se ubicaron en pueblos cercanos a la raya “huyendo de la quema”.


Archivo Nacional Torre do Tombo. Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Évora, proc. 84