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jueves, 14 de febrero de 2019



Las Brujas del Pueblo de La Haba (Badajoz)

En el Archivo Histórico Nacional se conservan todos los expedientes del tribunal de la Inquisición de Llerena. Entre ellos hay varios relacionados con vecinos de La Haba, que tratan sobre limpieza de sangre o sobre problemas de fe y moral. En los tres siglos de existencia del Tribunal de la Inquisición, se abrió expediente a tres mujeres de La Haba, a las que se acusaba de hechicería o brujería y curanderismo. ¿Pero quienes fueron estas nefandas hembras extremeñas? Eso será lo que descubriremos en este mágico y misterioso artículo.


Nuestras protagonistas todas vecinas de la población de La Haba y fieles colaboradoras en sus satánicas misiones del Emperador de Averno, desarrollarán actos que serán catalogados y registrados como pacto y componenda con el Anticristo, llegando incluso a producir con sus tóxicas pócimas, la muerte por envenenamiento de algunas que otras personas del entorno.

Estas fueron las brujas de la Haba

Inés Sánchez


“Alias “la Lindica” vecina de La Haba, fue condenada por el Santo Oficio de la Inquisición de Llerena el 23 de septiembre de 1638 por hechicera. Los testigos que la acusan son: Inés de Soto, viuda de Diego Miguel, vecina de La Haba, Juana, hija de la dicha Inés de Soto, vecina del mismo lugar. Bartolomé de Ávila, vecino de la Haba., Alonso, alguacil del mismo lugar referido, María de Sande, presa en este Santo Oficio por hechicera y vecina de La Haba, D. Pedro Alonso López, familiar del Santo Oficio del lugar de D. Benito, Francisco Cabezas natural de D. Benito y D. Diego de Paredes vecino de D. Benito. Estos testigos declaran ante el tribunal, que Inés Sánchez para conseguir matar a un hombre hacia lo siguiente: mataba un gato prieto y lo enterraba en un tiesto de Albahaca el cual iba regando día a día. Uno de los testigos cuenta, que un día estando en su casa se rompió dicho tiesto y entre el estiércol aparecían las patas de un animal que no sabía que era, diciéndole la hija de “la Lindica” que eran las patas de un gato. Inés Sánchez al ver lo ocurrido fue a recoger dicho tiesto y lo tiro.


La testigo Juana Muñoz, hija de Inés de Soto, de 20 años de edad, declaró ante el comisario del Santo Oficio D. Sebastián Pérez Moreno, que hará como un año más o menos que vio entrar en su casa a Inés Sánchez que llaman “la Lindica” y que está presa en Villanueva de la Serena. Cierto testigo le dijo, que tenía que sembrar un tiesto que habría de nacer y secarse en quince días y que se lo tenía que llevar a casa de “la Lindica” para que lo sembrase de albahaca y dejarlo en su corral. Cierto día estando en casa de la hechicera, dicho tiesto se rompió y aparecieron las patas prietas entre el estiércol tirando Inés Sánchez de ellas y sacando un gato negro. “La Lindica” le dijo, que no tuviera pena que aquello era un remedio que preparaba para Doña María, mujer de Pedro Alfonso que ya es difunta, y que esto es la verdad.

María de Sande, presa en este Santo Oficio por hechicera y natural de la Haba declaró, que pidió a Inés Sánchez hará como un año en una conversa sentadas en la puerta de su casa, que le diese un remedio para que le naciesen pelos en la ceja izquierda. “La Lindica” le dijo, que tomase unas cagadas de ratas, unas moscas y un poco de aceite, todo ello lo friese y se untase con ello la ceja izquierda y que en poco tiempo le nacería. La testigo lo tomó a burla y no hizo lo recomendado por Inés Sánchez, seis meses después vino a su casa la referida y le preguntó si tenía un gato prieto, que lo quería mandar a un primo de Zalamea, contestando la testigo que tenía uno y que en cuanto lo cogiese se lo daría. Cuando lo pudo coger se lo llevó a Inés Sánchez a su casa, la cual estaba sola cuando se lo llevo. Que otro día, “la Lindica” se presentó en casa de la testigo con el tiesto a medio llenar de tierra y que el mismo lo terminaron de llenar con tierra de su corral. Inés Sánchez le dijo, que lo pusiese entre sus macetas que ella vendría a regarlo todos los días. Lo pusieron colgado de una horquilla y el tiesto se rompió cierto día por abajo. La testigo vio unas patas prietas y llamó a Inés Sánchez para que se llevase de allí la maceta, viniendo “la Lindica” a por ella.

Bartolomé Sánchez de Ávila, la acusa de embrujar a ciertos hombres para que no pudiesen tener acceso carnal con sus mujeres, para ello rezaba una oración a Santa Marta, y que él mismo había sido uno de los ligados por su hechizo. También acusan a Inés Sánchez de hacer abortar a ciertas mujeres que le piden tal asunto, que por ello “la Lindica” cobra 40 ducados y que por no dárselo se fue sin remedio. Que había hecho abortar a una mujer de Medellin y que le habían dado 40 ducados por dicha diligencia. Fue condenada a salir en auto público de fe con sambenito y coroza, oiga una misa en la villa de La Haba en forma de penitente, se le confisquen sus bienes, sea desterrada por tiempo de cuatro años y se le den 200 azotes”.[1]


Otra bruja natural y vecina de la Haba es María de Sande, una mujer dominadora de lo malvado, satánico y perverso, que se va a convertir con su más que evidente comportamiento, en una fiel seguidora de las directrices del maligno. Esta va a ser cazada por ser cómplice de la anterior bruja de la Haba y por ser junto a “la Lindica” unas fieles practicantes de las doctrinas del infierno.




María de Sande

“Vecina de la villa de la Haba, de 30 años de edad, fue condenada por la Inquisición de Llerena por hechicera en la misma fecha que Inés Sánchez “la Lindica, Inés de Soto que fue una de las testigos dice, que culpa a María de Sande de envenenar a Juan Ramos vecino de esta villa de la Haba. Que es público y notorio en este lugar que murió de veneno que le dieron y culpan de su muerte a la dicha María de Sande y que los vecinos comentan, que no es mujer de buena vida y costumbres. Que la dicha rea tiene en su casa una imagen en lienzo de Santa Marta a la que reza cuando quiere embrujar a un hombre y desembrujarlo, y a la que pone dos velas dadas por el que le solicita tal asunto. Que se inca de rodillas delante de la imagen y reza una oración que según el testigo dice lo siguiente:

“Santa Marta bienaventurada de Jesucristo fuisteis, querida y amada de Nuestra señora fuisteis, huésped y convidada en el monte Olivete entrasteis, y a la serpiente con vuestra cinta la atasteis y la ligasteis”.

Dicho testigo cuenta que un día dicha hechicera le llevó un poco de vino, sospechando que dicho vino llevase algún maleficio, lo probo en presencia de la dicha rea, de Ana Sánchez mujer de Pedro de Paredes, de Isabel Donosa y de Cristóbal Muñoz vecino del dicho lugar de la Haba donde éste residía. Al comprobar que dicho vino tenía mal olor y sabor, hizo que el resto de testigo lo probara delante de la dicha María d Sande, los cuales dijeron que estaba malo y que dicho vino estaba maléfico. Dicho testigo al día siguiente cogió el vino y lo llevó en otra vasija hasta D. Benito, lo entregó a D. Bartolomé, médico que residía en D. Benito y ahora lo hace en Cabeza del Buey. También lo enseñó a Francisco de Tamayo boticario del dicho lugar de D. Benito y ambos juzgaron que dicho vino tenía maleficio y veneno. Ambos pidieron que le entregase el vino para ver si tenía maleficio o veneno, dice el testigo que es público y notorio que en el contorno se comenta que se han hecho muchos abortos con maleficios que hacen Inés Sánchez, María de Sande, Catalina Delgada e Isabel Brito. Que dichas mujeres curan poniendo las manos en ciertas partes del cuerpo y que dicen una oración a las personas que en sus ojos tengan una espina, mota o china. Se cuenta que una vez dicha la oración sale del cuerpo la mota o china.

Que para hacer crecer el pelo a quién tenía falta del mismo, mandaba freír unos lagartos y que el sebo lo pusiesen en la cabeza ya que era el remedio que se utilizaba para hacer crecer las colas a los caballos. Otro remedio para hacer crecer el pelo era que enterraban un gato negro y cuando estuviese pudriéndose la grasa del gato la utilizase como jabón sobre el pelo. Fue condenada a salir en auto público de fe con sambenito y coroza, oiga una misa en la villa de La Haba en forma de penitente, se le confisquen sus bienes, y sea desterrada por tiempo de cuatro años y se le den 200 azotes”.[2]





Catalina Delgada- Isabel Brito.


“Ambas brujas fueron condenadas por el Santo Oficio por haber participado y ser de la pandilla de Inés Sánchez y María de Sande, las cuales comentaban que tenían poderes particulares dados en gracia y virtud desde el cielo. Que cuando se le fueron a confiscar sus bienes, se encontraron en su casa unos polvos que se decía tenían veneno, se encontraron dientes, muelas, un pedazo de soga de ahorcado, una lagartija y una camisa de culebra. Fueron condenadas a salir en auto público de fe con sambenito y coroza, que escuchen una misa en día de misa mayor en la villa de La Haba en forma de penitente, se le confisquen sus bienes y sean desterradas por tiempo de cuatro años y se le den 200 azotes”.[3]



Terriblemente satánicas fueron éstas apóstoles del príncipe de las tinieblas en tierras de Extremadura, siendo la verdadera maestra del grupo “la Lindica”. Sus alumnas conocían a la perfección las directrices de las veredas del ángel caído. Mujeres que producían abortos, envenenaban, pactaban con el demonio, brujas en definitiva de primera división, eran estas de la Serena, las Medeas de lo misterioso y de lo infernal.



[1] AHN. Inquisición. Legajo 4566. Expediente 16.
[2] Ibid.
[3] Ibíd.

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