La Redención de Cautivos en Tierras de Extremadura
Han sido muchos los trabajos que se han realizado sobre esclavos en tierras de Extremadura. Obras que cuentan una realidad histórica donde el ser humano por el solo motivo de creer en un Dios diferente, o tener un color de piel distinto, se va a encontrar en vuelto en una persecución cruenta a manos de determinados sujetos españoles o portugueses, quienes harán de la presa cazada un esclavo más para sus negocios particulares.
Pero lo que no se ha contado sobre el mundo de los esclavos en tierra de Extremadura, es la realidad histórica de que los españoles y por supuesto los extremeños, también fuimos esclavos durante casi cinco siglos de los turcos y, sobre todo, de países del norte de África como Marruecos y Argelia. Esa será la misión a contar en este pequeño artículo, la de dar a conocer los nombres y apellidos de diferentes extremeños que sufrieron en sus carnes el cautiverio en las lúgubres mazmorras de Tetuán, Argel y otras ciudades norteafricanas. Sin duda un tema apasionante, conmovedor e interesante, que pone de manifiesto, que a veces, las malas acciones, tienen consecuencias que repercuten en uno mismo; y es que como dice el refrán. “donde las dan, las toman”.
El siglo XIII, época de cautividad, vio nacer dos órdenes religiosas con la misión de redimir cristianos que por hallarse presos corrían peligro de apostasía: la orden de la Santísima Trinidad Redención de Cautivos, nacida con San Juan de Mata (1160-1213) y San Félix de Valois en 1193, y la orden de Santa María de la Merced Redención de Cautivos Cristianos, creada por el seglar San Pedro Nolasco el 10 de agosto de 1218, en Barcelona.
Las llamadas órdenes redentoras (Trinitarios y Mercedarios) no solo van a hacer de intermediarios entre el gobierno español y los poderes magrebí, si no, que además, dichas órdenes, van a aportar los caudales recolectados mediante limosnas para la compra de esclavos cristianos. Los Trinitarios poseía tanto en Argel como en Túnez hospitales para auxiliar a los cristianos esclavizados, en el hospital de Argel había un pequeño cementerio para enterrar a los que fallecían, de esta forma las operaciones de compra eran un poco más fáciles de realizar teniendo en cuenta, las condiciones antes comentadas.[1] En este trabajo no vamos a contar crónicas de cautivos canjeados por cristianos, que los había, sino de extremeños que fueron rescatados de sus presidios o mazmorras situadas en el norte de África, a cambio de una suculenta cantidad de dinero que tenían que depositar los padres redentores en manos de los propietarios de dichos confinados .
Las presas humanas capturadas en el mar, o bien los prisioneros hechos en los asaltos a las costas peninsulares, o los que caían vivos en los encuentros constantes con las guarniciones lusitanas, eran llevados a los mercados de Argel, Tetuán o Sale-Rabat en Marruecos; una vez allí, los esclavos españoles eran vendidos a algún personaje con capital, que podía retener la «mercancía» el tiempo preciso hasta que llegaran los redentores. Esos grandes capitales sólo los acumulaban quienes tenían el poder político o sus allegados, formándose así una burguesía enriquecida entorno al corso.
Lo dicho basta para comprender el interés que tiene para nosotros todo documento que trate de ese tráfico esclavista, donde los protagonistas fueron miles de españoles cazados por los turcos, moriscos, y otros corsarios europeos que ayudaban a los anteriores en su particular cruzada contra los cristianos católicos. Los cautivos capturados serán llevados hasta tierras sarracenas, y allí, en el espacio de Alá, serán vendidos como tales en los diferentes mercados del entorno musulmán. Sufrirán prisiones, padecimientos, crueldades, hambre, sed y frío, todo ello con objeto de conseguir buenas y enriquecedoras cantidades de dinero, o como en algunos casos sucediera, la apostasía de los cristianos.
El cautiverio para las diferentes órdenes encargadas de tan emblemática y evangelizadora misión, es el lugar de perdición del alma del cautivo, y como tal, la redención es la mejor fórmula y expresión para salvar de las garras del agareno al cristiano capturado. Por lo tanto, hay que redimirlos cuanto antes y asegurar su regreso a casa, reintegrándolos a la sociedad mediante ceremonias propagandísticas para que los cristianos se apiadasen de las lamentables condiciones del cautiverio y subvencionasen nuevos rescates.
Cuando un cristiano renegaba de su fe ante sus dueños, y se convertía a la religión de Mahoma, los poderes de la ciudad hacían un día de fiesta completo para integrar al apostata en su nueva comunidad ideológica. Desde ese mismo momento sus cadenas pasarían a la historia de su vida, y su nueva página a escribir sería, la de colaborar con las hordas sarracenas en la piratería contra sus nuevos enemigos, sus anteriores hermanos cristianos.
En ocasiones los renegados eran auténticos piratas que ejercían su actividad desde el otro lado del Mediterráneo, seducidos sobre todo, por algunos armadores y personalidades importantes de las ciudades berberiscas que buscaban marinos expertos para sus barcos, aunque generalmente, la apostasía, estaba vinculada al miedo o a una mejora en la situación del cautivo.
Fueron muchos los renegados o apostatas extremeños naturales de pueblos como Hornachos, Alburquerque, Valencia de Alcántara y otras localidades, que pusieron sus músculos y sapiencia al servicio del Islam, bien por su tradición morisca, o quizás también, por salvarse de los martirios que conllevaba el ser un cautivo en tierras de sarracenos. Ejemplos de esta realidad lo tenemos en un hombre natural de Valencia de Alcántara llamado Diego de Encinas, un testigo que fue cautivo en Marruecos cuenta de él lo siguiente en una visita que hizo el Inquisidor Miguel Jiménez Palomino por el distrito el año 1595.
“Diego de Encinas, natural de Valencia de Alcántara, fue testificado por un testigo varón, de que habiendo sido cautivado en una jornada del Rey D. Sebastián y llevándole a la ciudad de Marruecos, había renegado allí de su cristianismo y que él mismo se lo dijo al testigo. Que estaba muy contento y casado con una mora, vio que andaba en hábito de moro con turbante capellar y alfanje ceñido, y que parece que se llamaba de nombre moro Abdala.
Este mismo testigo depone contra otros renegados de los cuales no sabe el nombre, y que todos eran naturales de Valencia de Alcántara, que uno dijo ser hijo de Pedro Méndez, ermitaño, y que el testigo habló con él diciéndole: que había renegado y que era moro, y que por ser hombre pequeño se le llamaba Almanzor; le vio con ropa de moro, turbante capellar cerrado y alfanje. Otro de los renegados dice que es hijo de Gonzalo Hernández, y que a este no lo vio sino que lo escuchó decir a otra persona la cual no pudo ser examinada.
Asimismo, dice este testigo, que vio en Marruecos dos mozos naturales de Alburquerque, el uno con hábito de judío y el otro con hábito de moro, y que no les sabe los nombres ni los de sus padres, más de que se los enseñaron allí. También cuenta el testigo, que conoció en Marruecos a un moro que se llamaba Pedro el cual estaba tuerto de un ojo y que decía ser natural de las Brozas; iba vestido como los anteriores renegados con turbante capellar cerrado y alfanje como tal. Le dijo el dicho renegado, que era moro y que era mejor que ser cristiano, desconoce el testigo el nombre moro que tomó, declarando a una persona que lo podía conocer pero que no se pudo examinar”.[2]
Todos los renegados o apostatas del cristianismo, tendrían que desarrollar los diferentes ritos que les iniciaría en la ansiada y pedida conversión, la circuncisión, las prácticas oracionales del guadoc y la zala o la mítica y siempre celebrada fiesta del Ramadán. La circuncisión era el aspecto más temido del paso al Islam, el más problemático y a la vez el más abiertamente rechazado por los neófitos catecúmenos renegados del cristianismo, sobre todo por el dolor que conllevaba. También los musulmanes percibían la circuncisión como criterio de pertenencia a su comunidad, y presionaban a los habitualmente reacios renegados para llevarla a cabo. La forma en que se desarrollaba el tan temido rito de la circuncisión era de la siguiente manera.
“Los pasean los jenízaros o soldados de la guardia la mañana antes de la noche que se han de circuncindar, y van hasta cincuenta o sesenta o más jenízaros a pie con sus alfanjes desnudos en las manos y con la bandera de la cola de caballo delante, sonando unas gaitas que usan y dando a ratos alaridos y voces por fiesta y placer, y a estos tales el Rey los viste y les hace la costa de la comida, y luego los jenízaros, si él quiere, lo reciben por jenízaro y dan su paga de soldado, que son cuatro doblas cada mes”.[3]
Pero si hubo verdaderos corsarios que se dedicaron a la caza de españoles tanto en tierra como en la mar, fueron sin duda los moriscos de la villa de Hornachos. No voy a profundizar en este tema, sobre todo, porque las crónicas de esta realidad histórica la pueden conocer en mi libro <<Los Moriscos de Hornachos Crucificados y coronados de Espinas>>; extremeños que junto a moriscos de Llerena y de Andalucía, van a formar un verdadero y temido ejército de piratas cuya base central y naval la tendrán junto al estuario del Bu regreg en Sale-Rabat.
Moriscos como Hamet Tagarino, Benito Carpintero ambos naturales de Hornachos, Blanco Volcacin morisco de Hornachos, el alcalde Baxel y Abrahen Cacin moriscos de Hornachos, Hamete Ceron, Alí Galán ambos adjetivados igualmente como moriscos de Hornachos y Amet Vargas.
Eran todos conocedores del idioma español y temidos junto a los moriscos andaluces, sobre todo, por conocer éstos últimos los rincones cercanos a la mar donde poder capturar cristianos en tierra firme española. Fueron miles los cautivos a manos de estos extremeños, españoles, portugueses, franceses, italianos y de otros países católicos, que sufrieron en sus carnes el escarnio cruento de estos lobos de mar. Piratas que estaban apoyados en todo momento por corsarios ingleses, holandeses y daneses, los cuales odiaban y tenían guerra abierta en la mar contra los barcos españoles que ponían rumbo hacia el Nuevo Mundo o a su regreso.
Centrémonos a partir de este momento, sobre todo, en conocer, quiénes fueron los extremeños capturados por los corsarios del norte de África en tierras de Argel y Marruecos. Uno de los primeros cautivados en altar mar fue D. Bartolomé Torres-Naharro, de este eclesiástico y poeta extremeño natural de La Torre de Miguel Sesmero se cuenta lo siguiente.
Torres Naharro (Bartolomé de).
“Nació este eclesiástico y poeta dramático español en el pueblo de la Torre, hoy conocido como Torre de Miguel Sesmero, correspondiente a la provincia de Badajoz en Extremadura, cerca de la frontera de Portugal, unos dicen que a la mitad y otros que al fin del siglo XV, pues que ningún autor señala el año. El apellido de su familia por la parte paterna fue el de Naharro, común en Extremadura; pero él se añadió después el nombre de su patria natal. Nada nos dicen los autores acerca de su niñez ni de su juventud, y sólo se adelantan algunos autores a suponerle dotado de mucho entendimiento y de fecunda imaginación, otros cuentan, que adquirió una grande instrucción y que aficionado a las cosas de iglesia, abrazó el estado eclesiástico y fue ordenado de sacerdote.
En un viaje que emprendió por mar, ignorándose en qué ocasión y con qué motivo, si bien se sospecha que fuese a Italia, el buque en que iba naufragó en las costas de África y cayó prisionero de los argelinos. Después de una larga y penosa cautividad en la que tuvo diversas aventuras, fue rescatado sin que se sepa si por su familia o por los PP. Mercenarios o Trinitarios, que se ocupaban en la redención de cautivos cristianos. Ya libre de las cadenas de la esclavitud, emprendió su viaje para Roma siendo Papa el pontífice León X, que hay quien asegure que le tomó bajo su protección, y se sabe que por los años 1514 residía en la ciudad de los Césares protegido por el general Fabricio Colonna, que le nombró su capellán”.[4]
Nuestro siguiente protagonista es un hombre natural de Mérida, su rescate se produjo el 12 de julio de 1580 cuando ya llevaba de cautiverio tres años en Argel, y esto es lo que dice de él su expediente de redención de cautivos.
Pedro Rodríguez
“En este dicho día mes y año, en presencia de mí el presente notario y otros testigos de dicha redención, los dichos frailes redentores Fr. Juan Gil y Fr. Antón de la Bella, rescataron a Pedro Rodríguez natural de Mérida, hijo de Juan Rodríguez y Catalina López, de treinta años de edad y de buen cuerpo. Fue cazado en la galera del Santo Ángel mientras prestaba servicio en ella a su Majestad cuando venía de Palermo hasta Nápoles llevando en la galera al Duque de Terranova. La captura se produjo el 27 de abril del año 1577. Tenía el brazo derecho estropeado por haber recibido un arcabuzazo que le pasó el hombro. Costó cien escudos su rescate que son doscientas y cincuenta doblas en moneda de Argel; fue ayudado con la limosna que dio el Consejo de Órdenes por ser el rescatado del Maestrazgo de Santiago. Dicho cautivo estaba en posesión del rey de Argel Ramadán Baxa”.[5]
En esa misma galera del Santo Ángel también va a ser capturado un religioso extremeño natural de Garrobilla de Cáceres, del que se cuenta…
Fr. Diego López.
“En Argel, a primero de julio de este presente año, ante mí el presente escribano, los dichos padres redentores rescataron a Fray Diego López, fraile lego, profeso en la casa del Monasterio de la Santísima Trinidad de Ciudad Rodrígo de la Provincia de Castilla. Tiene de edad treinta y dos años, hijo de Diego López de Morales y de María López, vecinos y naturales de Algarrobilla de Cáceres en Extremadura, fue cautivo en la Galera del Santo Ángel cuando iba de Palermo a Nápoles en servicio de su Majestad a llevar al Príncipe de Terranova el mes de abril de 1577. Hombre mediano de cuerpo, rojo de barba y estropeado del brazo derecho, costó su rescate ciento y diez doblas, era su dueño Alí Aznaute, fue ayudado de la limosna general de la Orden”.[6]
En esa misma galera del Santo Ángel también se capturó a un hombre de Deleitosa llamado García de Cabañas.
García de Cabañas
“El día ocho del mes de julio del mismo año, ante mí el presente escribano, sus paternidades rescataron a García de Cabaña, natural de la villa de Deleitosa tierra de Trujillo, que estaba en poder de Cayto Reyepe renegado. Hombre de cincuenta años de edad, hijo de Alonso Rebollo y de Catalina Núñez, vecinos de dicha villa, que fue cautivo en la galera del Santo Ángel estando al servicio de su Majestad cuando venía de Palermo a Nápoles con el Príncipe de Terranova. Alto de cuerpo, entre cano, tiene un escopetazo al lado derecho de su cuerpo, y costó su rescate ciento cincuenta doblas, fue ayudado con la limosna general de la Orden”.[7]
Otro capturado fue Gaspar de Rivero, hombre natural de Valencia de Alcántara que fue cautivo en una fragata que salió de Málaga en práctica de corso, es decir, a la caza y captura de esclavos musulmanes. Al final los apresados serán estos piratas o traficantes españoles, que se verán sorprendido por los corsarios sarracenos y dirigidos hasta Argel como cautivos.
Gaspar de Rivero
“En la ciudad de Argel, a 16 de junio del mismo año, ante mí el presente escribano, los dichos padres redentores rescataron a Gaspar de Rivero, natural de la villa de Valencia de Alcántara, de veinte años de edad, el cual estaba en poder de Colaco Morato, turco. Hijo de Juan Rivero Saboyano y de María Vázquez, fue cautivo en las fragatas que salieron de Málaga en corso por el mes de mayo de 1576, siendo bajo de cuerpo, moreno de rostro, y presenta un golpe en su cara al lado izquierdo. Costó su rescate trescientas doblas monedas de Argel, tuvo de adjutorio mil reales que son en monedas de Argel ciento setenta doblas. Fue ayudado con la limosna general del obispo de Lugo con cuarenta ducados que son setenta doblas y con la limosna general de la Orden con sesenta y nueve doblas, que sumadas las ayudas nos da las trescientas doblas que costó su rescate y que paternidades lo firmaron de su nombre”.[8]
La inmensa mayoría de los rescatados extremeños estaban trabajando como soldados para su majestad en diferentes campos, algunos fueron cazados por los piratas en determinadas batallas en alta mar, otros en batallas en tierras de moros, o en determinados barcos que fueron abordados por los temerosos y preocupantes bucaneros que surcaban allende las aguas de la mar. En nuestro anterior apresado de Mérida, hemos podido observar, que en la galera conocida como la del Santo Ángel hubo lucha entre los filibusteros y los soldados que la defendían, sobre todo, porque nuestro protagonista fue herido por un arcabuz.
Pero si el emeritense Pedro Rodríguez fue marcado y capturado en alta mar, nuestro siguiente cautivo lo va a ser en tierra, luchando al lado de los portugueses contra los moros en la famosa batalla de Alcazarquivir. El 4 de agosto de 1578 tuvo finalmente lugar a orillas del río (wed) la batalla llamada de Alcazarquivir por los portugueses y de Wed al Makhazín por los marroquíes, denominada también Batalla de los Tres Reyes porque en ella murieron el rey de Portugal y los dos sultanes que disputaban el trono en Marruecos. Allí fue derrotado Sebastián, muriendo no sólo él, sino muchos de sus familiares, también falleció en ella el poeta extremeño natural de ¿Alcántara? Francisco de Aldana también conocido como <<El Divino Capitán>>, así como muchos soldados portugueses y españoles, mientras que otros, fueron capturados por las tropas marroquíes como esclavos. Ese fue el caso de nuestro siguiente cautivo natural de Alburquerque, del mismo cuentan las crónicas redentoristas lo que sigue.
Pedro Hernández.
“Natural de la villa de Alburquerque, de treinta años de edad, hijo de Antonio Pérez y de Catalina Hernández, cautivo en la guerra de Portugal el 4 de agosto de 1578, alto de cuerpo, tiene una cuchillada en la sien del lado derecho y una pedrada en el carillo derecho. Costó su rescate doscientos y cuarenta doblas, siendo pagado su rescate por la limosna que dio el Consejo de la Orden el día 12 de julio de 1580. Estaba en poder del rey de Argel Ramadán Baxa”.[9]
En esa misma batalla también se capturó a otro extremeño natural de la villa de Llerena llamado Francisco Jiménez, su rescate será pagado por las aportaciones que la Orden de Santiago ha dado al Consejo de Ordenes; de este joven de 18 años escribe el escribano de la redención lo que sigue.
Francisco Jiménez
“En la ciudad de Argel, a treinta días del mes de junio de este presente año, ante mí el presente escribano, los dichos padres redentores rescataron a Francisco Jiménez, natural de la villa de Llerena, que estaba en poder de Amato a Raiz renegado que trabajaba para Solimán Castaño. Hijo de Fabián Jiménez y Leonor García, de dieciocho años de edad, cautivo en el campo del rey de Portugal el cuatro de agosto de 1578. Joven de buen cuerpo, con una señal al lado izquierdo de la ceja, y hombre de buen rostro. Costó su rescate ciento treinta escudos de oro, que son en doblas de Argel trescientas veinticinco, fue ayudado por el Consejo de Órdenes por ser del Maestrazgo de Santiago”.[10]
Todos estos cautivos salieron de Argel rumbo a Valencia, menos Torres Naharro por ser anterior su captura, donde llegaron el seis de julio de 1580 junto a los padres redentores Fr. Juan Gil y Fr. Antón de la Bella. Acostumbraban los cautivos que iban a Valencia rescatados por la Trinidad, salir del Monasterio de Nuestra Señora del Remedio (perteneciente a la Orden extramuros de la urbe) con los religiosos de él acompañados con las cruces, clérigos y frailes de las Ordenes de la misma ciudad, menos los mercedarios. El desfile se hacía con mucha devoción, música de ministriles y gran contento y alegría del vecindario. Llegaban a la Seu y en ella eran recibidos por las dignidades de la iglesia, canónigos, racioneros y capellanes. Se cantaba un Te Deum en acción de gracias y se celebraba una procesión dentro del templo, se oían misa y sermón en la capilla mayor y con el mismo orden y procesión, regresaban al referido monasterio, donde le daban de comer a los que lo pedían.[11] Enseguida se imprimía la relación de cautivos rescatados, así como las patentes que se entregaban a cada uno en particular y que les servían de salvoconducto. Distribuidas las limosnas recogidas en la procesión, se les daba licencia para ir a sus casas.[12] Esta redención de cautivos se fraguó durante 1579 a 1580 rescatándose un total de 108 personas por éstos dos padres trinitarios. [13]
Todos estos liberados, compartieron espacio y tiempo en los famosos baños de Argel con D. Miguel de Cervantes, quién en esos mismos momentos se encontraba apresado en dicho territorio. Junto al insigne y célebre escritor español, también estuvieron dos extremeños más que van a ser rescatados en el año 1582, tiempo en que se va a desarrollar una nueva redención de cautivos en Argel. Los encargados de ejecutarla y prepararla, serán los mismos padres redentores que la anterior, Fr. Juan Gil y Fr. Antón de la Bella. En la misma va a ser redimido y liberado de los grilletes sarracenos, un extremeño natural de Alcántara.
Ginés de Salazar
“En este día, mes y año presente, ante mí el escribano, rescataron los padres Fr. Pedro Gil y Fr. Antón de la Bella, a Gines de Salazar vecino de Alcántara cuyo rescate costó previo doscientas doblas. Dicho montante lo recibieron sus paternidades de Juan de Salazar, hermano del rescatado que se encontraba cautivo en Argel en poder de Arnonami”.[14]
En esa misma manumisión, también se rescató de las fauces de los traficantes de Argel, a un hombre natural de Jerez de los Caballeros que llevaba capturado en poder de los musulmanes casi 30 años. Terrible sin duda la realidad que le tocó vivir a este extremeño, en su mente estaría la incertidumbre de si en España alguien apostaría por su liberación. La misma le llegó cuando ya tenía 60 años; pudo haberse convertido al Islam y haber abrazado una vida más placentera, jovial y deleitosa, aunque no lo decidió así; quizás su fe en el Crucificado y en la redención le llevó a soportar todos esos años de trabajos forzosos y mazmorras. Sus documentos cuentan el momento de su libertad a manos de los padres trinitarios, aunque los mismos, como en el resto de redimidos, no nos trasmitan el entusiasmo, ni la esperanza manifiesta que todos ellos llevaron en sus particulares conciencias fomentada y patrocinada en nombre de la fe cristiana.
Gabriel
“En la ciudad de Argel el día diez de dicho mes y año, ante mí el escribano de esta redención, los dichos padres rescataron a Gabriel, hijo de Álvaro Gacan Y de Isabel Domínguez, vecino de la ciudad de Jerez de los Caballeros, de sesenta años de edad, de mediana estatura y tiene cortado el pico de las narices. Fue cautivo en la pérdida del Conde San Martín el 26 de agosto de mil quinientos cincuenta y ocho, estaba en poder de…costó su rescate cuarenta mil maravedíes, fue rescatado por la limosna general”.[15]
También se liberó a un señor de 70 años natural de Fuente del Maestre, que había participado en la batalla de Alcazarquivir o contienda de los tres reyes, que ya dimos a conocer. Del mismo se dice lo siguiente.
Juan de Torres
“En la ciudad de Argel, el día diez de dicho mes y año, ante mí el escribano de esta redención, los dichos padres rescataron a Juan de Torres hijo de Jun de Torres y de Ana Díaz, natural del Fuente del Maestre del Maestrazgo de Santiago y de setenta años de edad. Alto de cuerpo, moreno de rostro y bien barbado: fue cautivo en la pérdida del campo de Portugal el día cuatro de agosto de 1577. Estaba en poder del Caxel, costó su rescate trescientas y setenta y cinco doblas, que valen treinta y cinco mil y setecientos y diecinueve maravedíes. Tuvo de adjutorio cuarenta doblas que su familia dio para ayuda de su rescate y el resto lo puso el Consejo de Órdenes”.[16]
Todos estos cautivos extremeños conocieron en su entorno a otro cautivo cuya liberación se llevó a cabo el 19 de enero de 1592, estamos hablando de un hombre natural de Montemolín, llamado Juan Blanco de Paz. Fue un religioso dominico español, del Siglo de Oro, conocido por haber sido cautivo en Argel, de 1577 a 1592 y haber conocido a Cervantes allí durante su cautiverio. Era descendiente de conversos y había profesado en San Esteban de Salamanca; obtuvo una comisaría de la Inquisición en Llerena en 1576. Regresando de Roma, el 7 de agosto de 1577 fue capturado por los piratas berberiscos y llevado a Argel. Allí conoció a Cervantes, con quien mantuvo pésimas relaciones, llegando a delatar el cuarto intento de fuga del escritor, siendo recompensando por ello con un escudo de oro y una jarra de manteca. En la Información que Cervantes realizó en 1580, al final de su prisión en Argel se registraron diversos testimonios que reflejan la inquina de Blanco contra Cervantes. Al parecer, Blanco difamó con dureza a Cervantes, lo que le ha permitido gozar, paradójicamente, de la atención de la crítica y la historiografía cervantina.
Juan Blanco de Paz fue rescatado el 19 de enero de 1592 por mil escudos de oro; tras pasar por Roma dejando deudas, volvió a España logrando una prebenda en la Colegial de Baza, de la que pronto se ausentó. En 1593, presentó un memorial a las Cortes de Castilla sobre "los muchos excesos de las personas que van a Berbería a rescatar cautivos y lo que importa remediarlo". A fines de 1594, la plaza de Baza fue considerada vacante y su titular Juan Blanco, considerado en paradero desconocido. No existen referencias posteriores sobre su vida.[17]
Juan Blanco
“En la ciudad de Argel, el día diecinueve del mismo mes y año, ante mí el escribano de esta redención, los dichos padres redentores rescataron a Juan Blanco de Páez, hijo de Juan Blanco y de Juana Gómez vecinos de la villa de Montemolín en el Maestrazgo de Santiago. Tiene cincuenta y cuatro años de edad y le faltan todos los dientes de arriba; fue cautivo en una nave gruesa viniendo de Roma para España el día siete de agosto de mil quinientos setenta y siete. Estaba en poder de Rambaja capitán de la mar, costó su rescate, mil escudos de oro que son cuatrocientos maravedíes de España. Fue rescatado por la limosna General de la Orden”.[18]
Según algunos documentos cervantinos, Juan Blanco de Paez, en todo el tiempo que estuvo cautivo en Argel, siempre ha sido hombre revoltoso, enemistado con todos, que nunca dijo misa en todo este tiempo, ni le han visto rezar horas canónicas, ni confesar, ni visitar o consolar enfermos cristianos, como lo acostumbran a hacer otros sacerdotes: antes, siendo reprendido del mal ejemplo que daba por dos religiosos en el baño del rey donde el susodicho habitaba, a uno de ellos le dio un bofetón y al otro varias patadas, por lo que se creó, un gran escándalo, estando en todo momento en mala reputación ante los cristianos.[19]
Mal ejemplo el dado por este converso extremeño de Montemolin denunciando a Miguel de Cervantes ante el Rey de Argel y aun número importante de españoles, que junto al escritor pretendían fugarse de los baños de Argel.
Dejamos atrás a este primer grupo de redimidos extremeños en Argel, y nos vamos a la búsqueda de nuevos cautivos rescatados en Marruecos. Para encontrarnos nuevos nacidos en Extremadura, nos tenemos que ir hasta la redención de cautivos que se llevó a cabo en el año 1617 en Tetuán. El corso, más que ninguna, fue la actividad que proporcionó un modus vivendi peculiar a aquellas comunidades que, erigiéndose en ciudades autónomas sobresalieron en el Norte y Sur del país. Nuestro primer cautivo encontrado y rescatado en tierras de Marruecos es Sebastián Flores, su rescate lo dirigieron los padres redentores Fr. Andrés de Mancera y Fr. Pedro del Castillo con el escribano de su Majestad Juan Agriano en el año 1617.
Sebastián Flores Vino Valdez
“Natural de la villa de Cáceres, de edad de cuarenta y siete años, pocas barbas, con una señal de herida en la frente al lado derecho, hijo de Sebastián Flores y María Sánchez. Le cautivaron en la compañía de Juan Bautista Jaques por agosto de mil seiscientos diecisiete, fue esclavo en Argel del turco Ali Hamer, costó su recate mil novecientos reales. Se le ayudó con novecientos y cincuenta reales del Consejo de órdenes, y con otro tanto de la obra pía del Comendador de Santos Ibáñez y Comendador de Alcántara, pagando los padres redentores en mi presencia el total de lo acordado”.[20]
En esa misma redención también se liberó a Alonso Sánchez, natural de la villa de Cadalso, de él y su rescate cuenta lo siguiente el escribano de la redención.
Alonso Sánchez
“Natural de la villa de Cadalso de la Orden de Alcántara, hijo de Juan Sánchez Chicote y de María Hernández, vecinos de dicha villa: fue cautivado a principio de este año cuando iba desde Málaga como soldado al presidio del Peñón en una Polacra cargada de bizcocho y aceite para dicho presidio. Fue esclavo del turco Catali, costó su rescate mil quinientos cincuentas reales que se pagaron de la obra pía del Consejo de Ordenes”.[21]
Nuestro siguiente redimido es un joven soldado extremeño natural de Jerez de los Caballeros, que será rescatado en 1621 por las pesquisas realizadas por los padres trinitarios Fr. Manuel Agudo de la Rosa y Fr. Diego de Ortigosa.
Antonio González.
“En el dicho día, mes y año, se liberó del poder de Hamete Paje, moro de Tetuán, a Antonio González natural de Jerez de los Caballeros, hijo de Pablo Pérez y María González. Mozo que es buena persona, de edad de veintidós años, el mismo tiene el brazo izquierdo desconcertado por encontrarse peleando con los moros en la perdida de los demás soldados de Melilla. Estuvo cautivo año y medio y costó su rescate mil novecientos reales, los cuales se pagaron de la limosna del Rey nuestro señor”.[22]
En el año 1632 se va a efectuar una nueva redención de cautivos en Sale-Rabat, tierra de moriscos extremeños provenientes de Hornachos y Llerena. En dicha liberación de esclavos, se va a redimir a un señor de 50 años natural de la villa de las Brozas que fue capturado cerca de la barra de la Mamora en una pelea con los corsarios de Sale. La Mámora es el nombre que se le dio en España durante el siglo XVII a la actual ciudad marroquí de Mehdía. Se encuentra situada en el norte de Marruecos, en la desembocadura del río Sebú. Estuvo bajo dominio español entre 1614 y 1681, hasta que fue conquistada por el sultán Muley Ismaíl. A finales del siglo XVI el emplazamiento se convirtió en reducto de piratas bajo el mando del inglés Mainwaring que actuaron en esa región del Atlántico. La situación sólo pudo ser controlada cuando, tras la conquista española de Larache al norte en 1610, estos ocuparon La Mamora en agosto de 1614, siendo rebautizada como San Miguel de Ultramar. Fueron muchos los asedios que sufrió dicho espacio a manos de piratas contrarios a los ocupantes españoles y, en uno de esos ataques fue donde se capturó a nuestro siguiente protagonista, quién fue liberado por los padres trinitarios descalzaos Fr. Sebastián de la Madre de Dios y Fr. Gaspar de los Reyes.
Gaspar Antúnez
“Se rescató a Gaspar Antúnez, natural de las Brozas en Cáceres, de 50 años de edad, que habrá cinco que fue cautivo en las galeras de su Majestad que se perdieron en la barra de la Mamora llevando dicho tiempo cautivo en la Alcazaba de Sale en poder de Alí Mellado. Con dicho Mellado el padre redentor concertó su rescate en mil doscientos ochentas reales; la tercera parte de ellos en reales de plata y las otras dos partes en mercaderías de bonetes, paños belartes, palmillas y cochinilla pagado en Larache”.[23]
El 30 de abril de 1681, la débil guarnición de 160 hombres que se encontraba en La Mamora, hubo de rendirse ante las tropas de Mulay Ismaíl, el segundo rey de la dinastía alauita, que renombró la población como Mehdía. Con la toma del fuerte los conquistadores de Marruecos se hicieron con la imagen de un Cristo crucificado, al que a posteriori dejará de ser un crucificado para convertirse en un cautivo, hablamos del Señor de Madrid, el Cristo de Medinaceli que se veneraba en dicho espacio, escultura que sería más tarde rescatada por los Padres Trinitarios y llevada a Madrid.
Alí Mellado, ese era el nombre del dueño de nuestro anterior cautivo de las Brozas, apellido totalmente español que nos está poniendo en evidencia el cariz morisco o renegado de dicho personaje. Nuestro siguiente redimido va a estar en propiedad de un morisco de Hornachos llamado Alí Tagarino, de él se cuenta lo siguiente en su expediente de redención.
Alonso Benítez
“Los padres redentores Fr. José de Toledo y Fr. Sebastián de Mirabel recataron en la redención de 1640, a Alonso Benítez vecino de Coria, de treinta años de edad, manco del brazo Izquierdo, fue cautivado en la Plaza de Nuestra Señora de Regla por moros de Argel, estuvo cautivo seis años en poder de Alí Tagarino morisco de Hornachos. Costó su rescate 1700 reales”.[24]
Nuestro siguiente liberado lo fue el día 2 de diciembre de 1646, es natural de Zafra y de él se cuenta lo que sigue.
Juan Gutiérrez
“En la dicha ciudad de Tetuán, a 2 de diciembre de 1646, los padres redentores Fr. Manuel Galindo, Fr. Diego Payero y Fr. José Enrique, rescataron de poder de Amete Cabrera, a Juan Gutiérrez, natural de Zafra en Extremadura, hijo de Alonso Pérez y de Isabel Gutiérrez, vecinos todos de Zafra. De edad de treinta años, barbinegro, moreno de rostro, con una señal de herida en el carrillo izquierdo y un flechazo en la mano; fue cautivo estando en la armada hace tres años en u navío que se perdió junto a Tánger cuando prestaba servicio a su Majestad. Costó su rescate dos mil reales, la limosna fue dada por su majestad”.[25]
En esa misma redención también se rescató a un joven de Telena en Badajoz, cuando trabajaba como soldado al servicio de su Majestad en un navío de la armada real.
Antonio Hernández
“En Tetuán a cinco de diciembre de 1646, los padres redentores rescataron de Aci Mamet Garbancero vecino de Tetuán, a Antonio Hernández, natural de Telena, aldea de Badajoz; hijo de Manuel Rodríguez y Mari González vecinos de la dicha aldea, de veinticuatro años de edad. Mozo de mediana estatura, flaco de rostro, barba extraña y muy poca, fue cautivo en el navío de la armada real que se perdió en la costa entre Tánger y Ceuta cuando estaba en servicio de su Majestad. Costó su rescate dos mil reales de plata, la limosna fue dada por el obispo de Sigüenza”.[26]
Otro joven rescatado en esa misma redención fue un vecino natural de Fregenal de la Sierra.
Alonso Marín
“En la ciudad de Tetuán, a catorce días del mes de diciembre de 1646, los padres redentores rescataron del poder del Gobernador de Tetuán, a Alonso Marín, vecino de Fregenal de la Sierra en Extremadura. Tiene de edad veintiocho años, hijo de Alonso Marín y Catalina Sánchez, naturales de Fregenal, lleva cautivo año y medio y su captura se produjo cerca de Larache estando de guarnición en un barco que iba de camino hacia dicha ciudad. Estaba como soldado al servicio de su Majestad en el presidio de Larache hacia cuatro años y medio, era de buena estatura, de color moreno, y de barba negra, costó su rescate dos mil reales de plata doble. La limosna la puso el Conde de Oñate por la memoria que fundó D. Juan de Tarsis primer Conde de Villamediana”.[27]
En el año 1654 se va a desarrollar una nueva liberación de esclavos españoles en Tetuán, en dicha redención va a salir un joven natural de Trujillo, su nombre.
Juan González
“Natural de Trujillo en Extremadura, soldado de Melilla, de treinta y tres años, fue cautivo en el campo de Melilla y se rescató de Ali Cabrera, costó su rescate dos mil y doscientos reales de plata en dicha moneda y cochinilla, se pagó su rescate de la limosna de la cruzada. Fueron Fr. Miguel de la Virgen y Fr. Antonio del Espíritu Santo los padres redentores que ejecutaron su liberación”.[28]
También salió redimido junto al joven de Trujillo otro extremeño natural de Monasterio, el escribano de la redención cuenta de él en su expediente de redención lo siguiente.
Juan de Ortega
Natural de la villa de Monasterio en Extremadura, de treinta y tres años de edad y once de cautiverio, fue cautivo estando sirviendo a su Majestad junto a Tánger, fue rescatado de Mohamet Farali, costó su rescate dos mil cuatrocientos reales de plata en dicha moneda y cochinilla, se pagó con limosna de la cruzada.[29]
Nuestro siguiente redimido es un Jove de 22 años natural de Cáceres, de él se cuenta lo siguiente.
Juan Rodríguez
“Natural de la ciudad de Cáceres en Extremadura, de veintidós años de edad y dos y medio de cautiverio, hijo de Juan Rodríguez y María Sancho, fue cautivo en el estrecho de Gibraltar, estaba como esclavo de Mustafa, tesorero de la casa del rey de Argel, costó su rescate doscientos y cuarenta pesos aplicados a la memoria del Maestre de Campo Fernando Verrio”.[30]
Como hemos venido observando hasta ahora, las limosnas para rescatar cautivos procedían de las diferentes Ordenes Militares en algunos casos, otras de familiares o conocidos, de los propios padres trinitarios que aportaban lo que hubiesen recaudado para tal fin, obispos, limosna de la cruzada y la aportada en muchos casos por su Majestad para redimir sobre todo a soldados que estaban a su servicio. Efectuar una redención nunca fue tarea fácil. Al esfuerzo físico y económico se unían los peligros de todo tipo que corrían los redentores en tan largo viaje, desde las tierras castellanas o aragonesas hasta las costas norteafricanas.[31]
Pronto los padres redentores idearon otros y variados medios para recoger y encauzar las limosnas que se entregaban en metálico y en especie. Uno fue la colocación de alcancías, cepos y sacos en iglesias, cruces de caminos, lonjas, molinos y hornos situados en lugares estratégicos de las ciudades, villas y pueblos, ampliando así su ámbito de recolección al igual que la orden Trinitaria; otro, el esfuerzo de los seglares que, de forma voluntaria o contratados, prestaban servicio a la orden con el nombre de cuestores. También ayudaban los seglares, mayormente los cofrades de las esclavitudes o hermandades mercedarias que, fundadas en cada convento, mantenían en sus reglas como imprescindible objetivo dar y pedir limosnas para la labor liberadora. Otro medio fue el fondo de redención que creó la Orden, con cantidades que provenían de fuentes estables y permanentes: los legados testamentarios, las responsiones y los propios bienes de la Orden que podían empeñarse, o venderse para llevar a cabo su principal misión. El último medio era que los cautivos redimidos acompañaran un breve tiempo a los redentores -menos de dos meses- para explicar ellos mismos sus circunstancias y sufrimientos, con objeto de ayudar a las colectas de limosnas para la redención anual moviendo las conciencias de las persona[32].
Pero amén de esta realidad documentada, también existió una forma menos conocida de sacar dinero para tal fin. Los encargados de desarrollar esta actividad iban a ser los Tribunales de la Inquisición en complicidad con la monarquía, sobre todo a personas judaizantes que habían sido reconciliadas por el Santo Oficio, se les iban a conmutar sus penas de llevar sambenito y tiempo de cárcel estipulado en su condena, a cambio de que pagasen una fuerte cantidad de dinero que iría destinado como limosna para la redención de cautivos. Ejemplos los siguientes.
“En la villa de Llerena a seis días del mes de septiembre de 1578, el señor Juan de Arjiniega, contador por su majestad en las Inquisiciones de la ciudad de Sevilla y Llerena, tomó cuenta de lo recaudado de la conmutación de hábitos de penitencias en la Inquisición de Llerena desde la cuenta pasada de 1576 hasta hoy día, el cual dicho cargo y descargo se hace de la manera siguiente”.[33]
Mayor Álvarez
“Mujer de Francisco López, zapatero, vecina de Badajoz, por otra provisión del dicho señor Inquisidor General de la misma data, conmutaron los dichos Inquisidores el hábito y carcelería de la suso dicha. Se le pusieron algunas penitencias espirituales y 33 ducados en dineros aplicados al dicho Antonio Pérez para ayuda del rescate de Isabel Gómez su mujer, los cuales recibió el dicho Gonzalo del Toro de la dicha Leonor Álvarez para el efecto tomado”.[34]
Nuestra siguiente conmutación de pena también se va a llevar a efecto con otra vecina de Badajoz, su nombre.
Leonor Álvarez.
“Mujer de Alonso Hernández, zapatero, vecina de Badajoz, reconciliada por una provisión del Ilustrísimo señor el Cardenal D. Diego de Espinosa, Inquisidor General, dada en Madrid el 5 de marzo de 1577. Los inquisidores de este distrito conmutaron el hábito de penitencia y carcelería a la dicha Leonor Álvarez por ciertas penitencias espirituales y en 35 ducados en dinero que serán aplicados para el dicho Antonio Pérez vecino de Orán, para ayuda al rescate de su hijo Alonso Pérez cautivo en tierras de moros. Lo recibió el dicho Gonzalo del Toro receptor para este efecto”.[35]
Otro ejemplo más lo tenemos en una vecina de Valverde de Leganés, su nombre.
Catalina Álvarez
“Mujer del bachiller Morales, vecina de Valverde de Badajoz, (hoy Valverde de Leganes), reconciliada, por otra provisión del icho señor inquisidor general dada en Madrid el 9 de junio de 1577. Los dichos inquisidores conmutaron el hábito de penitencia y cárcel a la dicha Catalina Álvarez en ciertas penitencias espirituales y en 35 ducados en dinero aplicado a Juan de Echevarría vecino de Granada, para ayuda del rescate de su hijo cautivo en tierras de moros”.[36]
Lo mismo le sucedió tras su aportación económica a nuestra siguiente mujer despenalizada, también vecina de Badajoz, su nombre.
Guiomar Rodríguez.
“Mujer de Alvar Núñez, sedero, vecina de Badajoz, reconciliada, pagó el 26 de mayo de 1577, 30 ducados en dineros aplicados para María de Arieta, vecina de Zumaya provincia de Guipúzcoa, para ayuda del rescate de Santiago de Narváez su marido, cautivo en tierras de moros”.[37]
Otro ejemplo más lo tenemos en otra vecina de Badajoz, su nombre.
Mayor Rodríguez.
“Mujer de Diego de Badajoz y vecina de la misma ciudad, reconciliada, pagó el 18 de junio de 1578 a los dichos inquisidores por conmutación de su hábito y cárcel, 25 ducados para ayuda del rescate de Juan Pedro de Palma, hijo de Juan de Palma vecino de Orán, cautivo en tierras de moros”.[38]
Estas memorias de redenciones son tan solo una pequeña muestra, pues las redenciones de cautivos fueron numerosas y no sólo por parte de las órdenes mercedaria y trinitarias, sino también de los franciscanos en Tierra Santa. Todos los cautivos redimidos acudían hasta su imagen más venerada a dar gracias por “el milagro” acontecido, aunque una de las figuras más adorada y hasta donde más se acercaban los cautivos para dar las gracias por dichos sucesos, era hasta el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. A mediados del siglo XV, siendo prior Fr. Gonzalo de Madrid, la comunidad acordó enajenar las lámparas de plata del trono de la imagen de la Virgen y destinar el producto de dicha venta a redimir a los cristianos que habían sido capturados por los moros en Cieza.
El monasterio llegó a organizar y financiar una expedición, en 1519-1520, en la que, pese al infortunio y a la inexperiencia de los religiosos guadalupenses en este ámbito, se rescataron 125 cristianos en territorio marroquí. La redención de cautivos fue, probablemente, la "más original especialidad milagrosa" de la Virgen de las Villuercas. Los numerosos liberados de los presidios de "infieles" que peregrinaron a Guadalupe, constituyeron uno de los más eficaces grupos propagandistas del santuario en los siglos XV y XVI. El propio Cervantes, que había estado en presidio de infieles, calificó a la Virgen de Guadalupe de "libertadora de cautivos, lima de sus hierros y alivio de sus prisioneros". En su obra póstuma, Los Trabajos de Persiles y Segismunda, narró su romería al santuario de las Villuercas. A comienzos del siglo XVII, la redención de cautivos en territorio "infiel" seguía asociándose en Castilla a la intercesión de la Virgen de Guadalupe.
Los monjes no tardaron en darse cuenta de la utilidad de preservar y potenciar las "especialidades milagrosas" del santuario: la liberación de cautivos y los salvamentos en el mar.
Dichos acontecimientos constituían un tema hacia el que las sociedades peninsulares de los siglos XV y XVI estaban especialmente sensibilizadas. Por tanto, todo lo que se hiciese para redimir prisioneros en territorio de "infieles" tendría una honda repercusión y sería muy apreciado por amplios sectores de la población. Además, la publicidad que hacían del santuario los peregrinos ex-cautivos, quienes solían llevar sus "hierros" al templo guadalupense, era extraordinariamente eficaz. Por su parte, los hombres de la mar, debido a sus contactos con personas de muy diversa procedencia geográfica, también contribuyeron de manera importante a extender el culto a la Virgen de Guadalupe. En suma, el tipo de "especialidades milagrosas" del santuario, a cuya cristalización no fueron ajenos los jerónimos, facilitó la difusión del culto a la Virgen de Guadalupe. Vamos a transcribir algunas de las súplicas fervientes elevadas por los cautivos a la Virgen de Guadalupe desde la oscuridad de sus mazmorras; de ellas hemos de sacar importantes conclusiones de carácter histórico-religioso.
En 1412, dieciocho cautivos españoles que se hallaban cerca de Málaga (alguno hacía más de cuarenta años) dirigían a la Virgen de Guadalupe esta plegaria: ¡Señora Virgen, Madre de Dios nuestro Señor! Plega agora a la tu santidad de sacar a nosotros de tanta mezquindad como aquí padecemos. Lo cual si lo haces, nosotros te prometemos de ir luego a verte en tu santa Casa de Guadalupe y de servir en la obra de tu iglesia.[39]
Como ya hemos apuntado anteriormente en la oración, los cautivos solían traer los grillos y cadenas que habían llevado durante su cautiverio, que hasta el siglo XVIII, en que desaparecieron dichos exvotos, llenaban por completo las paredes del interior y fachada del templo.[40] Finalmente, hemos de fijarnos en una circunstancia muy apreciable que hasta el presente pasó poco menos que inadvertida. Entre las promesas de los cautivos, era muy común la de trabajar durante un tiempo determinado en la obra de la iglesia y Monasterio de Guadalupe, según ha podido verse en los cautivos que hemos mencionado más arriba y de muchísimos otros que podríamos citar. Que estos trabajadores eran en su mayoría cautivos libertados por la Virgen, se desprende de la simple lectura de los antiguos libros de los milagros de Nuestra Señora de Guadalupe, conservados en el Archivo del Monasterio.
El patricio de Nurembger, Gabriel de Tetzal, que visitaba el monasterio por los años 1466-1469, dice en la relación de su viaje: <<El claustro del monasterio es singularmente suntuoso y bien construido con magníficas galerías y fuentes, y todavía se prosigue allí trabajando. Cuando nosotros estuvimos había como seiscientos trabajadores, peregrinos en su mayor parte, que continuarán en él hasta que se acabe la obra; se les da bien de comer y de beber.[41] Salta a la vista el valor excepcional de este hecho histórico, que convierte a Guadalupe en Santuario levantado por las manos de los cautivos para depositar en él los instrumentos de sus martirios y el agradecimiento de sus almas hacia su Madre y Libertadora..
Saquen sus propias conclusiones.
[3] La Representación de las Relaciones Hispano-Musulmanas en tres Obras del Siglo XVII. Tipografía e Historia General de Argel, Cautiverio y Trabajos de Diego Galán e Historia de Mindanao y Joló. Ana María Rodríguez Rodríguez. Pág. 45.
[17] Alvar Ezquerra, Alfredo, artículo Blanco de Paz, Juan, en Gran Enciclopedia Cervantina, Centro de Estudios Cervantinos, Editorial Castalia, Madrid, 2006, volumen II, páginas 1363-1365
[1] AHN. Códices. Legajo 153. Varios Impresos y Manuscritos Sobre la Redención de Cautivos.
[2] AHN. Sección Inquisición. Legajo 1988. n 46.
[3] La Representación de las Relaciones Hispano-Musulmanas en tres Obras del Siglo XVII. Tipografía e Historia General de Argel, Cautiverio y Trabajos de Diego Galán e Historia de Mindanao y Joló. Ana María Rodríguez Rodríguez. Pág. 45.
[4] Biografía Eclesiástica Completa. Vida de los personajes…., Volumen 29. Pág. 270
[5] AHN. Códices. Legajo 120. Libro de la redención de cautivos de Argel. Año 1579-1580.
[6] Ibíd.
[7] Ibíd.
[8] Ibíd.
[9] Ibíd.
[10] Ibíd.
[11] Ibíd.
[12] Ibíd.
[13] Ibíd.
[14] AHN. Códices. Legajo 118. Libro de la redención de cautivos de Argel. Año 1579-1582
[15] AHN. Códices. Legajo 121. Libro de la redención de cautivos de Argel. Año 1591-1595
[16] Ibíd.
[17] Alvar Ezquerra, Alfredo, artículo Blanco de Paz, Juan, en Gran Enciclopedia Cervantina, Centro de Estudios Cervantinos, Editorial Castalia, Madrid, 2006, volumen II, páginas 1363-1365
[18] Ibíd.
[19] Francisco Rodríguez Marín. El Doctor Juan Blanco de Paz. Conferencia…Madrid 1916. Pág. 12-16.
[20] AHN. Códices. Legajo 125. Libro de la Redención de Cautivos de Tetuán, Fez, y Marruecos.
[21] Ibíd.
[22] AHN, Códices. Legajo 126. Redención de Cautivos en Tetuán año 1621.
[23] AHN. Códices. Legajo 128. redención de cautivos en Sale año 1632.
[24] BN. Mss. 3634. Redención de Cautivos año 1640-1645
[25] AHN. Códices. Legajo 134. redención de cautivos en Tetuán año 1646.
[26] Ibíd.
[27] Ibíd.
[28] AHN. Códices. Legajo. 137. Redención de Cautivos Tetuán año 1654.
[29] Ibíd.
[30] AHN. Códices. Legajo 145. Redención de Cautivos de Argel año 1679.
[31] AHN. Códices. Legajo 153. Varios Impresos y Manuscritos Sobre la Redención ce Cautivos.
[32] Ibíd.
[33] AHN. Sección Inquisición. Legajo 4573, caja 1
[34] Ibíd.
[35] Ibíd.
[36] Ibíd.
[37] Ibíd.
[38] Ibíd.
[39] Grandezas de Guadalupe. Carlos G. Villacampa. Editorial Maxtor. Pág. 297
[40] Ibíd.
[41] Ibíd.
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