Mártires de Moisés. Médicos Quemados por la Inquisición de Portugal
Conversos o cristianos nuevos, jugaron un papel importante como médicos en la península ibérica durante la Edad moderna. Ya antes, en el periodo medieval, los judíos de Portugal y España alcanzaron un rol muy destacado como médicos y cirujanos. En Portugal, por ejemplo, el sesenta por ciento de los hombres que recibían licencias autorizándoles a practicar medicina o cirugía, eran judíos.
Desde la Edad Media, la población cristiana abrigaba una gran desconfianza hacia los médicos judíos. Recelo que se agudizó contra los doctores conversos durante el mismo periodo. Ya en las instrucciones para la inquisición publicadas por el inquisidor general Tomás de Torquemada (1420-1498) en 1484, apenas algunos años después del establecimiento del santo oficio en Castilla, se incluían los oficios de médico, cirujano, sangrador y boticario entre los que eran prohibidos a los hijos y nietos de conversos condenados por herejes.[1]
Al final del siglo XVI, los estatutos de limpieza de sangre impedían, en teoría, el acceso de cristianos nuevos a muchos colegios y universidades dónde hubieran podido proseguir estudios médicos. Sin embargo, y a pesar de estas medidas, cristianos nuevos en España y Portugal continuaban estudiando medicina y cirugía utilizando documentos falsos o sobornando oficiales.
Puede afirmarse, que la alarma provocada por el número de conversos que practicaban la medicina se transformó en una psicosis durante los siglos XVI Y XVII. Por estas fechas se elaboraron numerosas teorías conspirativas, atribuyendo a doctores o cirujanos conversos, un papel activo en una gran conspiración judía, cuyo objetivo era, la destrucción de los cristianos viejos y de la cristiandad. Estos temores eran admitidos no sólo por el pueblo sino también por miembros de la aristocracia y de la elite eclesiástica. Una de las teorías más populares en España y Portugal, que en este periodo se formuló, giraba en torno a una supuesta carta enviada por la comunidad judía de Constantinopla hacia los cristianos nuevos de la Península Ibérica, dándoles consejos para arruinar a la cristiandad. No hay duda alguna de que este documento era una falsificación producida por los enemigos de los conversos, no obstante, logró sus objetivos y fue aceptada como verdadera por muchos cristianos viejos. Un parecer sin fecha, que fue escrito por un obispo portugués, refleja el temor de una conspiración de los médicos conversos contra la sociedad vieja cristina:
“Emfim cumprirão o que escreveo hum judeo de Constantinopla aos de sua nação destas partes, que fizessem seus filhos medicos e ecclesiasticos, para que fossem senhores das almas e corpos dos christãos”[2]
En otra carta, esta vez enviada por un inquisidor del tribunal de Coímbra en 1619 al Consejo Supremo de la Inquisición portuguesa, se ve que los mitos acerca de los médicos conversos eran aceptados como un hecho dentro del mismo Santo 0ficio:
"Hum medico confessou no S. O. (depois de confessar seu judaismo) que matou muitos christãos velhos com purgas e outros medicamentos contrarios ás enfermidades que tinhão, e que se a alguns aplicava convenientes era por seu credito e reputação, entendendo que se matara a todos ninguem se quereria curar com elle, e assi não ganharia por seu officio..."[3]
Por falsos comentarios como estos, más de setecientos médicos portugueses fueron condenados por la Inquisición lusitana, algunos fueron deportados a Brasil y a otras colonias africanas como castigo y condena del Santo Oficio. La misión era clara, destruir la mente del galeno a través del alejamiento de su familia, durante tres, cuatro o cinco años. Algunos, fueron condenados como galeotes (remeros) en las galeras reales portuguesas, mientras que otros, fueron literalmente quemados vivos en las piras de la Inquisición. De esos mártires de Moisés nos vamos a ocupar en este pequeño artículo, para honrar, levantar y ensalzar, con sus nombres y apellidos, no solamente el ser humano que representaban, sino el ideal por el que fueron chamuscados en las hogueras de la “Santa Inquisición”, el judaísmo. Estos fueron algunos de los judaizantes abrasados en nombre del Crucificado en tierras de Vasco de Gama.
Antonio Rodríguez Mezquita
Cristiano nuevo, de 50 años de edad, fue acusado de confesión diminuta, de oficio médico, natural de Vila Flor, arzobispado de Braga, tiene su morada en Viseu, hijo de Manuel López, cristiano nuevo, mercader, es su madre Blanca Rodríguez, cristiana nueva, es hombre casado con Ana López, cristiana nueva. Entró en prisión el día 12 de marzo de 1694, fue sentenciado en el auto de fe que se celebró en Coimbra el día 25 de noviembre del año 1696, fue condenado a llevar hábito a perpetuidad, cárcel perpetua, y fuese desterrado cuatro años para Angola y esté un año encarcelado en la prisión que le asignase el Santo Oficio, sea instruido en nuestra fe y penas espirituales.
Con fecha 25 de julio del año 1706, éste reo de nuevo fue condenado por la Inquisición por reincidir en el judaísmo, siendo sentenciado con excomunión mayor, confiscación de bienes, sean sus huesos desenterrados y quemados hasta hacerlos cenizas, y sea su estatua relajada a la justicia secular. El reo falleció en las cárceles de la Inquisición el 12 de octubre del año 1704.[4]
La cárcel perpetua mató a nuestro primer protagonista, enfermedades, problemas mentales por la ausencia familiar, frío, calor y un sin fin de elementos en contra hicieron, que el cuerpo de Antonio Rodríguez de Mezquita, se quebrara para siempre como una caña pisada por una pesada bestia. Al morir, su cuerpo no se lo entregaron a la familia, la Inquisición tenía en su feudo un cementerio particular donde enterraban los cuerpos de estos judaizantes fallecidos a espera que se celebrase su auto de fe. Estuvo enterrado dos años y, como nos indica el documento, en 1706 sus huesos fueron desenterrados y quemados hasta hacerlos cenizas. Cuando desenterraban el cadáver, la Inquisición solía poner sus huesos en serones que eran llevados por asnos, haciendo un pelele o muñeco de cartón al que se le pondría el sambenito que el reo no pudo llevar. Sobre el pecho del polichinela se le ponía un letrero con el nombre y apellidos del reo, la herejía cometida y la procedencia o lugar de nacimiento. Cuando sus huesos se lanzaban a la hoguera para hacerlos desaparecer, también se lanzaba el pelele al que previamente se le había quitado el sambenito correspondiente, prenda difamatoria, que sería colgada en la iglesia del pueblo del reo para perpetuar su infamia y la de todas sus generaciones. Esta realidad hacía que los familiares del condenado no pudiesen viajar a Indias, no podían utilizar el color carmesí, ni llevar oro ni plata sobre su cuerpo, tampoco se les permitía llevar armas ni trabajar en trabajos públicos. Proscritos de por vida. Ciudadanos de segunda o tercera categoría. Los familiares solían abandonar inmediatamente la población por una razón evidente, el sambenito colgado en la pared de la iglesia de donde procedía el reo, los estaba acusando permanentemente de ser descendientes de herejes. La pobreza hacía acto de presencia en una familia que antes había vivido cómodamente, la razón, la confiscación de bienes del quemado. Por el judaísmo murió en la hoguera, por abrazar las enseñanzas de Moisés, toda su familia se verá severamente empobrecida, arruinada, pero el maná, la palabra del Dios Israel no la podrían abrasar en la hoguera. La familia clandestinamente seguiría manteniendo, aunque con miedo, algunas tradiciones judías como comidas, oraciones y costumbres sefarditas siempre de puertas adentro. Los ojos de la Inquisición y de los cristianos de raza, estaban atentos a cualquier movimiento que pudiera ser tachado o reprochado como propio de seguidores de la ley de Moisés. Las denuncias seguirían llegando hasta las casas de la Inquisición en Coimbra y la Inquisición seguiría estando preparada para arrancar y pisotear la cizaña del trigo. Eso fue lo que le pasó al siguiente médico judaizante llamado Miguel Núñez.
Miguel Núñez
Cristiano nuevo, de 33 años de edad, fue condenado por judaísmo, médico de profesión, natural de Trancoso, obispado de Viseu, morada en Aveiro, obispado de Coimbra, hijo de Diego Rodríguez, cristiano nuevo, médico, y de Antonia Núñez, cristiana nueva, casado con Isabel Díaz, cristiana nueva. Entró en prisión el día 6 de diciembre del año 1599, fue sentenciado a salir en el auto de fe que se celebró en Coimbra el día el 15 de septiembre del año 1602, siendo condenado con excomunión mayor, confiscación de bienes y sea relajado a la justicia secular (quemado vivo).[5]
Otros médicos judaizantes condenados a la hoguera fueron nuestros siguientes sacrificados e inmolados personajes.
Joao Fernández Alcácer
Cristiano nuevo, de 63 años de edad, fue acusado de apostasía, de oficio médico, natural de Evora, tiene su morada en la misma ciudad citada, hijo de Manuel Fernández Alcácer, cristiano nuevo y Leonor […]cristiana nueva, soltero. Entró en prisión el día 28 de mayo de 1594, siendo sentenciado en el auto de fe que se celebró el 12 de mayo del año 1596. Fue condenado con excomunión mayor, confiscación de bienes y que sus huesos sean desenterrados, quemados y hechos polvos, y que su estatua o pelele sea relajada a la justicia secular. El reo falleció en las cárceles.[6]
García López
Cristiano nuevo, de 47 años de edad, fue acusado de judaísmo, de oficio médico, natural de Portalegre y que tiene su morada en la misma ciudad citada, es su padre Jorge Gómez, cristiano nuevo, tratante, es su madre Violante Gómez, cristiana nueva, es casado con Clara López, cristiana nueva. Entró en prisión el 8 de agosto del año 1570, fue sentenciado en el auto de fe que se celebró el 14 de diciembre del año 1572, le fueron confiscados todos sus bienes para el fisco y la Corona Real del Reino, fue relajado a la justicia secular y que su muerte sea sin derramamiento de sangre. El reo se licenció en Medicina en la universidad de Lovaina, teniendo su familia viviendo en Flandes, en el actual territorio de Bélgica. Fue quemado vivo.[7]
Joáo Tavares Pacheco
Cristiano nuevo, fue acusado de practica de judaísmo, médico de profesión, natural de Trancoso, obispado de Viseu, tiene su morada en la feligresía de Sao Nicolau, Lisboa, casado con Branca Henriques, cristiana nueva. Fue sentenciado en el auto de fe que se celebró en Évora el día 22 de marzo del año 1705, su condena fue la de ser excomulgado con excomunión mayor, se le confiscaron sus bienes, y fue relajado en estatua a manos de la justicia secular. El reo se encontraba ausente en Inglaterra. El 19 de febrero de 1706 y en cumplimiento de una orden del comisario Leonardo Pesoa, fueron colgados los retratos en la iglesia de San Juan Bautista extramuros de la villa de Trancoso, del reo y de Antonio Henriques.[8]
Baltasar Soares
Médico del partido de Alpalháo, fue acusado de judaísmo, natural de Alter do Cháo, tiene su morada en Alpalháo, es hijo de Diego Díaz Caldeiráo, es su madre Inés Soares, casado con Andresa Gómes. Entró en prisión el día 29 de diciembre del año 1702, fue sentenciado en el auto de fe que se celebró en Évora el día 9 de septiembre del año 1708, solo acabó de confesar culpas después de sentenciado y ser entregado a la justicia secular para ser quemado.[9]
Diego Correa del Valle
Cristiano nuevo, de 58 años de edad, fue acusado de judaísmo, médico de profesión, natural de Sevilla, España, tenía su morada en Minas do Ouro Preto, Brasil, hijo de Luís Correa, cristiano nuevo, es su madre Violante de Mesquita, cristiana nueva, viudo de Isabel Méndez, cristiana nueva. Entró en prisión el día 12 de octubre del año 1730, siendo sentenciado en el auto que se celebró en Lisboa el día 6 de julio del año 1732, fue condenado a ser quemado vivo a manos de la justicia secular. El reo cuando estaba en el cadalso hizo nueva confesión, y siendo mirada esta por la mesa, fue mandada al Consejo General de la Santa Inquisición quién dictaminó: que la referida confesión no contenía nada que alterase la sentencia anteriormente proferida, por lo que se ordenó el cumplimiento de la pena. El reo no era hijo legítimo de Luís Correa y Violante de Mezquita, fue criado por ellos como tal. El verdadero hijo del matrimonio había fallecido.[10]
Tomás Nunes
Cristiano nuevo, fue acusado de judaísmo, de 60 años de edad, médico de profesión, natural de Barcelos, tiene su morada en Vila do Conde, asistente en Lisboa, es hijo de Lopo Nunes, cristiano nuevo, mercader de oficio, y es su madre Branca Lopes, casado con María Vaz, cristiana nueva. Entró en prisión el día 14 de julio del año 1594, fue sentenciado en el auto de fe que se celebró en Lisboa el día 23 de febrero del año 1597, fue excomulgado con excomunión mayor, se le confiscaron sus bienes, y fue relajado a la justicia seglar. Quemado vivo.[11]
Manuel de Almeida
Parte de cristiano nuevo, de 57 años de edad, fue acusado de judaísmo, médico de profesión, natural de Arraiolos, tiene su morada en Palmela, hijo de Antonio Rodríguez, zapatero y de Inés de Almeida, casado con Leonor de Oliveira, segunda mujer. Entró en prisión el día 3 de febrero del año 1642, siendo sentenciado en el auto de fe que se celebró en Lisboa el día 10 de julio del año 1644 donde se le leyó su condena. Fue penado con excomunión mayor, confiscación de bienes y fuese relajado a la justicia secular. Quemado vivo.[12]
André de Pina Trigueiro
Cristiano nuevo, de 43 años de edad, fue acusado de judaísmo, es médico de profesión, natural de Faro y tiene su morada en Beja, hijo de Sebastián Francisco de Pina, hombre de negocios y parte de cristiano nuevo, soltero, entró en prisión el día 21 de noviembre del año 1720, fue sentenciado en el auto de fe que se celebró en Lisboa el día 10 de octubre del año 1723, fue condenado con excomunión mayor, confiscación de todos su bienes y sea relajado a la justicia seglar. Quemado vivo.[13]
Doctor Antonio Borges
Cristiano nuevo, de 38 años de edad, fue acusado de judaísmo, médico y físico, natural de Viseu, tiene su morada en Ponta Delgada, isla de San Miguel, Azores, hijo de Diego López, cristiano nuevo, es su madre Leonor Borges, cristiana nueva, casado con Isabel Rodríguez Caiada, cristiana vieja. Fue sentenciado en el auto de fe que se celebró en Lisboa el día 24 de septiembre del año 1559, se le confiscaron sus bienes, excomunión mayor, fue relajado a la justicia secular.[14]
Gabriel Lopes de Amarilha
Cristiano nuevo, de 44 años de edad, fue acusado de judaísmo, médico de profesión, natural de Sevilla, reino de Castilla, hijo de Pedro de Aragón, mercader y de María de Santiago Amarilha, casado con Isabel Rodríguez de Cáceres, cristiana nueva. Entró en prisión el día 9 de diciembre de 1677, fue sentenciado en el auto de fe que se celebró el día 8 de agosto del año 1683, se le confiscaron sus bienes, fue excomulgado con excomunión mayor, y que sean sus huesos desenterrados y quemados por la justicia secular. El reo era residente en Lisboa. El 9 de diciembre del año 1678, el reo falleció en las cárceles.[15]
Tomás de Castro
De 27 años de edad, fue acusado de judaísmo, médico de oficio, natural de Río de Janeiro, Brasil y que tiene su morada en Lisboa. Es su padre Miguel de Castro Lara, abogado, cristiano nuevo, de estado civil soltero, entró en prisión el día 22 de mayo del año 1726, siendo sentenciado en el auto de fe que se celebró el día 16 de octubre de 1729. Fue entregado a la justicia secular para que fuese relajado y procedan a su ejecución sin derramamiento de sangres, fue quemado. Los padres del reo eran naturales de Río de Janeiro y moraban en Lisboa en la feligresía de Santa Justa. Los abuelos maternos del reo se llamaban, Baltasar Rodríguez Coutnho y Brites Cardosa y los paternos, Joao Tomar Brum y Branca Gómez Courinho.[16]
Diogo Rodríguez Nobre
Cristiano nuevo, de 38 años de edad, fue acusado de judaísmo, médico de profesión, natural de Guarda y que tiene su morada en la misma ciudad, es hijo de Simón Rodríguez Nobre y María Luisa Núñez, es hombre casado con Guiomar Núñez. Entró en prisión el día 19 de noviembre de 1652, siendo sentenciado en el auto de fe que se celebró el día 11 de octubre de 1654, fue condenado con excomunión mayor, se le confiscaron todos sus bienes para el fisco y Cámara Real, siendo entregado para ser quemado vivo a la justicia secular.[17]
Estas han sido las trágicas y tristes historias de médicos seguidores de Moisés en tierras de Portugal, hombres que lucharon contra corriente por lo que más amaban, su familia, la medicina y el Dios de Israel. Eruditos que tuvieron que sufrir en sus carnes el escarnio cruento de los que decían ser seguidores de Jesús de Nazaret. La misión de este pequeño artículo, como dije al principio, es la de honrarles, sacarles del anonimato en el que estaban y darles el mérito que tienen, no solo por su valía profesional, sino también, por lo que fueron, victimas, mártires de Moisés a manos de la Santa Inquisición.
[1] A. H. N. Sección Inquisición, Libro 497, folios 22-23.
[2] J. Lúcio de Azevedo. Historia dos cristãos novos portugueses, 198, nota 1.
[3] Ibíd. 469, doc. 12.
[4] Archivo Da Torre do Tombo. Inquisición de Coimbra. Proceso 734
[5] bíd. Proceso 889
[6] Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Évora, proc. 166
[7] Ibíd. Proceso 171
[8] Ibíd. Proceso. 11786
[9] Tribunal del Santo Oficio. Inquisición de Lisboa. Proceso. 4002
[10] Ibíd. Proceso 821
[11] Ibíd. Proceso 1883
[12] Ibíd. Proceso 2281.
[13] Ibíd. Proceso 3586
[14] Ibíd. Proceso 4199
[15] Ibíd. Proceso 6312
[16] Ibíd. Proceso 6312
[17] Tribunal do Santo Ofício, Inquisição de Lisboa, proc. 11114
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