El Último Lobisome
En Aldea da
Venda (Portugal, una pequeña aldea rayana muy cercana al pueblo de Cheles (España) en la provincia de Badajoz, sucedió a finales del siglo XX (1998-1999) un hecho aterrador y desconcertante. Tres jóvenes de la pequeña localidad portuguesa fueron a divertirse hasta Alandroal, población principal a la que pertenece
esta Aldea un sábado por la noche. Al regresar de nuevo a sus casas, con unas
copas de más y a altas horas de la noche, en la encrucijada de dos caminos
pararon el vehículo en el que viajaba ante la presencia de algo extraño.
Deciden bajarse y observan un saco puesto de pie lleno de algún material.
Uno de los
jóvenes, ante la curiosidad de lo que veían, decide acercase hasta el talego y
abrirlo, sacando del mismo diferentes ropas de mujer. Por hacer la gracia ante
los dos amigos que le observaban, se puso un vestido con el que comenzó a
bailar bajo la luz de la luna y tras las risas del momento, siguieron camino
hacia sus casas.
En los días
de luna llena, al joven que se puso el vestido de mujer le comenzó a cambiar su
carácter: salía por las noches como perro rabioso a matar gallinas a las que le
partía el cuello, corderos, palomas, y como si de un lobo se tratase, aullaba sin
complejos. Robaba las ropas tendidas en los corrales de las casas y, según
alguna vecina que se encontró con él comentó, que parecía un animal, ya que su
cuerpo lo tenía como encorvado y con una respiración muy potente como la de una
bestia nerviosa.
Los amigos
que le acompañaron durante el viaje de regreso al pueblo, comentaron a su madre
lo que había ocurrido, contando esta lo acontecido a una curandera quién le
anunció: “que quemase el vestido de mujer que se puso y la ropa que llevaba esa
noche, de lo contrario, el maleficio no desaparecería de su cuerpo.”
Destruidas
las ropas indicadas, el joven lusitano siguió cometiendo los mismos actos en
noches de luna llena, por lo que de nuevo la curandera indicaba a la madre, que
siguiera quemando la ropa que tuviese y le comprara cosas nuevas. Cuando
realmente quemó de verdad el traje que se puso la noche de lo acontecido, su
vida cambió.
Los vecinos
de Aldea da Venda en los días de luna llena, a media tarde, se recogían en sus
casas por miedo al lobisome de la población, ya que ese fue el calificativo que
todos los lugareños le pusieron al joven portugués; hasta que un buen día,
varios vecinos le denunciaron por los atropellos cometidos.
Tuvo su
juicio y sus paisanos fueron a declarar todo cuanto habían visto y oído en la
población sobre el joven maldito, siendo condenado a 5 años de prisión.
Cuando salió
de la cárcel, el joven reinició su vida en otro pueblo donde nadie le conocía.
Fue tratado en la prisión y aparentemente curado, hoy está casado y con hijos,
pero en Aldea da Venda, sus vecinos siguen contando su historia y nombrándole,
como el último lobisome ibérico en tierras portuguesas.
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