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martes, 19 de diciembre de 2017

Francisca, una Lesbiana Extremeña Condenada por la Inquisición de Llerena

Desde finales del siglo XV y hasta el siglo XVIII, la Inquisición española llevó a cabo una serie de juicios contra personas acusadas de Sodomía, donde algunos hombres eran acusados de ser mujeres, mujeres acusadas de ser hombres, e incluso, hermafroditas.

La Inquisición en Extremadura nos va a ofrecer en sus documentos, diferentes aspectos de la sodomía en la región. La mujer lesbiana era considerada como el homosexual, y por lo tanto, se le tenía que aplicar, habiéndose probado plenamente el delito, el castigo ordinario. Esto dicen los textos al respecto.



“El delito para una mujer consistía: en la forma de comportarse como un hombre con una mujer, y habiendo muchas mujeres que quieren ser más hombres que lo que la naturaleza les dio, se han castigado a muchas que en la cárcel se han hecho gallos con un valdres hecho en forma de natura de hombre, que atado con sus cintas se lo ponían y han llevado por esto doscientos azotes.”[1]

Solo en tales casos consideraban los teólogos y legistas más estrictos, que fuera la sodomía femenina tan grave como la masculina y mereciera la pena de muerte. A las mujeres lesbianas en Extremadura, se las condenaban a auto de fe en forma de penitente, es decir, con sambenito y capirote (coroza), abjurar de vehementi, a ser azotadas con 200 o 400 azotes y a ser desterrada algunos años o a perpetuidad.

La iglesia extremeña desde sus púlpitos, va a crear en la sociedad la homofóbia, el odio y la vejación publica hacia lesbianas y homosexuales. Animan a los fieles a que denuncien a estos, de lo contrario, la cólera de Dios caerá sobre sus vidas y serian excomulgados. Los clérigos decían desde sus particulares atalayas cosas como las que siguen.

Es el pecado de sodomía tan nefando y execrable, que por el, nuestro señor, envía terremotos, pestilencias, hambre y otros grandes castigos en las provincias y parte donde cometen.” [2]

Con este tipo de discursos sermonarios, la Iglesia estaba incluyendo la sodomía lésbica y homosexual como una de las grandes fobias del pueblo, y a quienes la practicasen, como los verdaderos enemigos de Dios a batir en la tierra.

Siguiendo los procesos contra sodomitas masculinos y femeninos, estos nos demuestran, que los delatores iban a ser los mismos que habían tenido relación carnal con el denunciado o denunciada. De esta forma, y contando una versión diferente, siempre a favor suyo, el declarante narraba como habían sucedido los actos carnales, que había sido forzado mientras dormía o simplemente, para descargar su conciencia.

Una de las penas que nos encontramos para las mujeres sodomitas, era el destierro. La forma más suave consistía en prohibir a la hereje lésbica, entrar en el lugar del delito, que solía ser su pueblo, pero lo más corriente era desterrar al culpado de todo el distrito inquisitorial. La duración del destierro variaba mucho según la gravedad del delito y el escándalo provocado. La condenada sabía, que eso significaba la exclusión de la población y no solo para ella, sino para toda su familia y sus descendientes, pues la infamia se trasmitía con la memoria del castigo. Condena que votaba la santa inquisición de la villa de Llerena a través de sus autos de fe.  Conozcamos, el caso de una joven esclava de Salvatierra de los Barros, que tuvo que sufrir en sus carnes el escándalo cruento del Santo Oficio extremeño.

Francisca, esclava, vecina de Salvatierra, de 30 años de edad, fue testificada por dos testigos mujeres, de que pretendiendo tener cuenta carnal con ella como hombre, una mujer le dijo, que aquello no era pecado y otras mozas la testificaron, porque tenía conversaciones carnales con ellas hasta tener polución. Con esta información fue presa, en la primera audiencia confesó haber tenido aquel trato deshonesto con algunas mujeres teniéndolo por pecado venial, ya que los confesores nunca le preguntaban por aquel pecado, sino por el trato de tener partes con hombres. Auto en forma de penitente, una soga, abjuración de levi, 200 azotes en esta villa y otros doscientos en Salvatierra donde cometió los delitos, y sea desterrada del distrito perpetuamente y se entregue a su amo para que fuera del distrito disponga de ella a su voluntad. [3]



Trágica vida la de esta mujer esclava y lesbiana, ya que, por su genética condición, su repudio sería mayor. La falta de libertad en la vida pública más la falta de libertad en su intimidad hacían de francisca una persona condenada a la tragedia.

La esclava estaba sometida a su amo no solo para las labores del hogar, también para las labores de cama. Estas solían tener dos o tres hijos siempre de padres desconocidos según las partidas de bautismo de hijos de esclavas, y es qué al amo, le interesaba tener nuevos esclavos de esa forma, no tendría que comprar en el mercado y tendría la posibilidad de vender una vez crecidos a otros mercaderes. Francisca podría ser una de esas esclavas que sufriría ese tipo de vejación en su vida. Cuando cometían un delito y la inquisición estaba por medio, el amo se deshacía rápidamente de la esclava para no tener un hereje en su casa. Deshonrar al patrono equivalía a tener una mancha en su currículo como vecino de la villa. Cuando se ponía en práctica el destierro, el dueño de la esclava acompañaba a esta a las afueras del distrito, donde aparte de los azotes recibidos por la inquisición, este volvía a flagelar a su esclava por la macula dejada en su casa. Inmediatamente después era puesta en venta para recuperar al menos lo que le costó. Una vez vendida, la vida de la esclava seguiría siendo la misma, servir en las labores domésticas del nuevo amo y ser su amante cuando este lo necesitase.

Francisca, nuestra protagonista, fue flagelada brutalmente para que su castigo sirviese de ejemplo para otros que pudiesen sentir sus mismas apetencias naturales. Es una más de las muchas mujeres que fueron torturadas, privadas de su libertad y condenadas por la Inquisición por su preferencia sexual, religión, blasfemia etc. Una joven de 30 años, que sufrió un daño irreparable en lo más profundo de su ser y que debe ser un icono para todas las personas que apuestan por el respeto a la intimidad de las personas. Un ser víctima directa de la violencia homófoba de una institución, que olvido por completo su misión fundamental de amor al prójimo, perdón, misericordia y caridad que dictaminó Jesús de Nazaret, y que decidió, por sus intereses, alinearse con las pautas y directrices del mítico y aborrecido Barrabas.




[1] A.H.N. Inquisición, libro 1257.
[2] A.H.N. Inquisición. Legajo 559.
[3] A.H.N. Inquisición. Legajo 1988. exp. 11

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