Francisca, una
Lesbiana Extremeña Condenada por la Inquisición de Llerena
Desde finales del siglo XV y
hasta el siglo XVIII, la Inquisición española llevó a cabo una serie de juicios
contra personas acusadas de Sodomía, donde algunos hombres eran acusados de ser
mujeres, mujeres acusadas de ser hombres, e incluso, hermafroditas.
La Inquisición en Extremadura nos
va a ofrecer en sus documentos, diferentes aspectos de la sodomía en la región.
La mujer lesbiana era considerada como el homosexual, y por lo tanto, se le
tenía que aplicar, habiéndose probado plenamente el delito, el castigo
ordinario. Esto dicen los textos al respecto.
“El delito para una mujer consistía: en la forma de comportarse como un
hombre con una mujer, y habiendo muchas mujeres que quieren ser más hombres
que lo que la naturaleza les dio, se han castigado a muchas que en la cárcel se
han hecho gallos con un valdres hecho en forma de natura de hombre, que atado
con sus cintas se lo ponían y han llevado por esto doscientos azotes.”[1]
Solo en tales casos consideraban los
teólogos y legistas más estrictos, que fuera la sodomía femenina tan grave como
la masculina y mereciera la pena de muerte. A las mujeres
lesbianas en Extremadura, se las condenaban a auto de fe en forma de penitente, es decir, con
sambenito y capirote (coroza), abjurar de vehementi, a ser azotadas con 200 o
400 azotes y a ser desterrada algunos años o a perpetuidad.
La iglesia extremeña desde sus
púlpitos, va a crear en la sociedad la homofóbia, el odio y la vejación publica
hacia lesbianas y homosexuales. Animan a los fieles a que denuncien a estos, de
lo contrario, la cólera de Dios caerá sobre sus vidas y serian excomulgados. Los
clérigos decían desde sus particulares atalayas cosas como las que siguen.
“Es el pecado de sodomía tan nefando y execrable, que por el, nuestro señor, envía terremotos,
pestilencias, hambre y otros grandes castigos en las provincias y parte donde cometen.” [2]
Con este tipo de discursos
sermonarios, la Iglesia estaba incluyendo la sodomía lésbica y homosexual como
una de las grandes fobias del pueblo, y a quienes la practicasen, como los
verdaderos enemigos de Dios a batir en la tierra.
Siguiendo los procesos contra sodomitas
masculinos y femeninos, estos nos demuestran, que los delatores iban a ser los
mismos que habían tenido relación carnal con el denunciado o denunciada. De
esta forma, y contando una versión diferente, siempre a favor suyo, el
declarante narraba como habían sucedido los actos carnales, que había sido
forzado mientras dormía o simplemente, para descargar su conciencia.
Una de las penas que nos encontramos
para las mujeres sodomitas, era el destierro. La forma más suave consistía en
prohibir a la hereje lésbica, entrar en el lugar del delito, que solía ser su
pueblo, pero lo más corriente era desterrar al culpado de todo el distrito
inquisitorial. La duración del destierro variaba mucho según la gravedad del
delito y el escándalo provocado. La condenada sabía, que eso significaba la
exclusión de la población y no solo para ella, sino para toda su familia y sus
descendientes, pues la infamia se trasmitía con la memoria del castigo. Condena
que votaba la santa inquisición de la villa de Llerena a través de sus autos de
fe. Conozcamos, el caso de una joven
esclava de Salvatierra de los Barros, que tuvo que sufrir en sus carnes el
escándalo cruento del Santo Oficio extremeño.
Francisca, esclava, vecina de Salvatierra, de 30 años de edad, fue
testificada por dos testigos mujeres, de que pretendiendo tener cuenta carnal
con ella como hombre, una mujer le dijo, que aquello no era pecado y otras
mozas la testificaron, porque tenía conversaciones carnales con ellas hasta
tener polución. Con esta información fue presa, en la primera audiencia confesó
haber tenido aquel trato deshonesto con algunas mujeres teniéndolo por pecado
venial, ya que los confesores nunca le preguntaban por aquel pecado, sino por
el trato de tener partes con hombres. Auto en forma de penitente, una soga,
abjuración de levi, 200 azotes en esta villa y otros doscientos en Salvatierra
donde cometió los delitos, y sea desterrada del distrito perpetuamente y se
entregue a su amo para que fuera del distrito disponga de ella a su voluntad. [3]
Trágica vida la de esta mujer
esclava y lesbiana, ya que, por su genética condición, su repudio sería mayor.
La falta de libertad en la vida pública más la falta de libertad en su
intimidad hacían de francisca una persona condenada a la tragedia.
La esclava estaba sometida a su amo
no solo para las labores del hogar, también para las labores de cama. Estas
solían tener dos o tres hijos siempre de padres desconocidos según las partidas
de bautismo de hijos de esclavas, y es qué al amo, le interesaba tener nuevos
esclavos de esa forma, no tendría que comprar en el mercado y tendría la
posibilidad de vender una vez crecidos a otros mercaderes. Francisca podría ser
una de esas esclavas que sufriría ese tipo de vejación en su vida. Cuando
cometían un delito y la inquisición estaba por medio, el amo se deshacía rápidamente
de la esclava para no tener un hereje en su casa. Deshonrar al patrono
equivalía a tener una mancha en su currículo como vecino de la villa. Cuando se
ponía en práctica el destierro, el dueño de la esclava acompañaba a esta a las
afueras del distrito, donde aparte de los azotes recibidos por la inquisición, este
volvía a flagelar a su esclava por la macula dejada en su casa. Inmediatamente
después era puesta en venta para recuperar al menos lo que le costó. Una vez
vendida, la vida de la esclava seguiría siendo la misma, servir en las labores
domésticas del nuevo amo y ser su amante cuando este lo necesitase.
Francisca, nuestra
protagonista, fue flagelada brutalmente para que su castigo
sirviese de ejemplo para otros que pudiesen sentir sus mismas apetencias
naturales. Es una más de las muchas mujeres que fueron torturadas, privadas de
su libertad y condenadas por la Inquisición por su preferencia sexual, religión,
blasfemia etc. Una joven de 30 años, que sufrió un daño irreparable en lo más
profundo de su ser y que debe ser un icono para todas las personas que apuestan
por el respeto a la intimidad de las personas. Un ser víctima directa de la
violencia homófoba de una institución, que olvido por completo su misión fundamental
de amor al prójimo, perdón, misericordia y caridad que dictaminó Jesús de Nazaret,
y que decidió, por sus intereses, alinearse con las pautas y directrices del mítico
y aborrecido Barrabas.
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