El vampiro de Lisboa
Los periódicos de Lisboa relatan un caso de vampirismo que
resucita las espantosas supersticiones de la Edad Media. No se trata de un
hecho fabuloso, sino real, comprobado por las autoridades que han tenido que
intervenir para castigar al vampiro.
Un periódico de Lisboa publicó hace unos pocos días una
noticia concebida en estos términos:
“Ha sido preso en Belén un hombre que estaba chupando la
sangre de una criatura”
Esta noticia dio margen a las pesquisas de la policía, y de
ellas ha resultado lo siguiente:
Maria del Rey, lavandera de oficio y moradora en la calle
del Calvario, número 61, tiene dos hijos, una niña de doce años y un pequeñito
que aun no ha cumplido cuatro.
Noches pasadas la hija de la lavandera observó, que un
hombre acechaba la puerta y procuraba con cierta insistencia aproximarse a su
hermano-una persona de complexión robusta y saludable. Impresionada por lo que
había visto la niña, avisó a su madre.
-Anda ahí un viejo que parece quiere llevarse a Antonio-dijo
la niña.
María del Rey no hizo caso al principio de la aprensión de
su hija; pero después más preocupada replicó:
-Anda, hija mía, ten cuidado de él no se le lleven- y por su
parte comenzó a observar los manejos de aquel sujeto.
En un momento que hubo de descuidarse, notó que su hijo
había desaparecido, y desolada salió a la calle, encontrándole al pie de la
casa de un barbero, en brazos del viejo que hacía algunas horas rondaba la
casa.
La criatura estaba con las mangas de la camisa arremangadas,
y en el brazo derecho el viejo chupaba con verdadera fruición.
Fácilmente se comprenderá la violencia con que María del Rey
apostrofó a aquel que bebía la sangre de su hijo, y la humildad con que el tal
se disculpaba, implorando perdón y diciendo que estaba lavando el brazo del
niño con saliva.
A los gritos de la madre acudió la gente, y el hombre fue
preso en ocasión que se le cayó de uno de los bolsillos una jeringa de las que
sirven para inyecciones, y que María del Rey afirma que estaba llena de sangre.
Llevado el vampiro a la presencia del jefe de policía de
Belén, confesó su crimen de la siguiente manera:
-Yo soy un débil y muy enfermizo. Me dijeron que con la
sangre de los niños mejoraría, y realmente me encuentro notablemente aliviado.
El vampiro se llama Antonio Rafael Baptista; vive en la
calle del Caracol de Graca número 9, y ha sido alumno del Conservatorio de
Lisboa donde aprendió a tocar el violonchelo, dedicándose en la actualidad a
afinar pianos y a tocar este instrumento en un café de la calle Nueva de Santo
Domingo.
En el brazo del niño, y sobre el músculo deltoide, se
advierte una pequeña mancha como la producida por la picadura de una pulga. Por
las declaraciones del niño, parece deducirse que esta es ya la segunda vez que
Baptista le chupa la sangre.
Imagínense nuestros lectores el ruido que semejante
monstruosidad habrá producido en Belén y en Lisboa donde no se habla de otra
cosa que del vampiro.
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