LA SECTA DE LOS ALUMBRADOS EN LA HOY COMARCA DE OLIVENZA
Para
hablar de los alumbrados de Extremadura no podemos limitarnos a contar las
vicisitudes de estos personajes iluminados, también es necesario conocer al
personaje que fue su verdadero descubridor y perseguidor, el fraile Alonso de la Fuente.
Alonso
de la Fuente
vio la luz de este mundo en Fuente del Maestre en el año de gracia de 1533 y
recibió el bautismo en la pila de su iglesia parroquial el 15 de agosto.
“¿Llamase su padre Alonso de la
Fuente y fue caballero de la Orden de Santiago, hijo de Martín de la Fuente caballero de la
misma Orden Militar y de doña Leonor de Cárdenas? ¿Llamase su madre doña María
López de Chávez, hija de don Luís López de Chávez, caballero de la misma Orden
y de doña Catalina Gómez Solís?” Fray Alonso de la Fuente pasó once largos
años en el colegio-universidad de Santo Tomás de Sevilla dedicado al estudio, a
la enseñanza y a tareas de gobierno. Se hizo religioso dominico a finales de
1570. Fue designado predicador oficial del convento de Badajoz.
En
los anchurosos campos de tierras y de almas de su nativa Extremadura, va a
empezar la apasionada y apasionante aventura de sus correrías apostólicas, la
aventura que lo hará famoso colmándole unas veces de júbilo y otras de indignada
pena: la aventura de los Alumbrados. En un periodo de siete a ocho años, estuvo
combatiéndolos desde el púlpito y, a la vez, enviaba memoriales a la Inquisición y al rey
Felipe II denunciando los pecaminosos errores de los Alumbrados.
Leyendo
los memoriales de fray Alonso de la
Fuente se aprecia que era un personaje amargado y
trastornado, lleno de suspicacias, especialmente dirigidas hacia judíos,
jesuitas y, por supuesto, Alumbrados. Llegó a denunciar a la mística fundadora
y doctora de la Iglesia
Teresa de Jesús, incluso después de su muerte, denuncia que la Inquisición ignoró a
dicha santa.
Según
el tenaz fraile, era capaz de reconocer e identificar a los dirigentes de los
Alumbrados, en su mayor parte miembros del clero: “En tiempo del obispo fray Martín de Córdoba se levantó una gente en
Extremadura que, engañada por las leyes bestiales de la carne y nueva luz que
fingían, persuadían a los simples ignorantes, ser el verdadero espíritu el
errado, conque querían alumbrar las almas de sus secuaces. Por esto se llamarán
Alumbrados, y venían a parar sus leyes en obedecer el imperio de la carne. Con
mortificaciones, ayunos y disciplinas fingidas comenzaron a sembrar su maldad
que es arte nueva sacar de las virtudes veneno. Fueron los capitanes de este engaño 8 clérigos, que el principal dellos
se llamaba Hernando Álvarez, y el segundo el Padre Chamizo. Olvidados de tal
suerte de su estado, fueron causa de la perdición de mucha gente moza y ociosa,
que aplicó el odio a este desorden. Vínose
a descubrir un día que, predicando el maestro fray Alonso de la Fuente , de la orden de los
Predicadores, natural de aquella ciudad, hombre docto y calificador del Santo
Oficio, dixo que tenía relación de ciertas gentes, cuyas vidas eran al parecer
religiosas, no lo siendo. Pues el verdadero espíritu no permitía las libertades
ni anchuras que ellos concedían a sus discípulos, autorizando a lo que había
sido causa de la perdición de Alemania, de la ruina de Flandes, de Francia y de
Inglaterra. A éstas añadió otras razones llenas de espíritu, hablando a las
almas de los oyentes y desengañando a los que estuviesen tocados de esta yerba.
No pudo sufrir una mujer que le oía, y estaba tocada deste veneno, las razones
y consejos que el docto predicador proponía y, levantándose en medio del
auditorio –desatino grande- dixo hablando con el predicador: “Padre, mejor
vida es la destos y más sana su doctrina que la vuestra”.[1]
La
mayoría de los componentes de la secta, fueros presos por el Santo Oficio; y
examinada la causa, se conoció ser tanto el daño que, si con brevedad no se
atajara, no tuvieran fácil remedio por los muchos a quienes tocaba. Al toparse
inesperadamente con los Alumbrados de Extremadura, fray Alonso no solo los
descubre, sino que se descubre también a sí mismo. Descubre su carisma, su
vocación o llamada de Dios a deshacer aquel dramático entuerto. Las raíces de
la enfermedad estaban hondas, arropadas por la autoridad de los maestros. El
trabajo que fray Alonso se echó encima, convencido de que su causa era justa y
urgente, y de que Dios lo empujaba a no dar paz a la espada cortante de la
predicación, fue enorme.
Inició
sus viajes de pueblo en pueblo, de villa en villa, de púlpito en púlpito,
obsesionado, incansable en busca de alumbrados y dispuesto a darles un golpe
mortal. Sus correrías apostólicas no tienen cuento. Basta recordar que predica
en muchísimos pueblos, entre ellos El Almendral, La Torre , Nogales, Valverde de
Leganes, Barcarrota, Higuera de Vargas, y quizás en todos los demás pueblos de
la comarca de Olivenza. Sin duda cumple con su oficio de predicador hasta
extenuarse, con su carisma de flagelo de los Alumbrados. El éxito de su campaña
fue muy variado.
En
algunos lugares provocó el alboroto; era natural que así sucediese, pues de
tiempo atrás el pueblo andaba dividido en dos bandos, uno en pro y otro en
contra de la nueva espiritualidad. Lo que fray Alonso hacía con sus clamorosos
sermones era reavivar el fuego. En general, su fabuloso trabajo consiguió
resultados positivos, pese a los tragos amargos, que él sorbe con valor. La Inquisición acabó por
creerlo, y sus enemigos se intimidaron. Al fin y al cabo, sus correrías
apostólicas, y su celo antialumbradista, desvelaron la existencia de la plaga o
infección. La Inquisición
actuó con mano recta y firme, Fray Alonso fue nombrado compañero del inquisidor
Montoya en la visita al distrito de Llerena en busca de Alumbrados.
En
lo sucesivo, fray Alonso no se dará tregua, en la averiguación del alumbradismo
y de sus causas. El campo de acción es ancho, inmenso, preocupante. La
comidilla de las charlas entre clérigos, consistía según todos los indicios, en
el fervor floreciente de una espiritualidad que para fray Alonso tenía un
nombre claro (teatinos, Alumbrados), y un contenido confuso y vaporoso, que a
pesar de tenerlo a la vista, se le escurría cuando intentaba aferrarlo, y más
aún, cuando se esforzaba por demostrarlo a sus colegas y a los inquisidores.
Además,
se convenció de que Dios le había llevado a Extremadura con una providencial
misión: desenmascarar aquella funestisima “liga” secreta: “Estando morador en la ciudad de Badajoz –narra-, oí decir algunas cosas de los alumbrados muy
nuevas para mis oídos y muy ajenas de lo que yo había leído en la doctrina de
los santos. Lo cual, despertó en mí una curiosidad, de querer saber estas cosas
muy de fundamento y raíz”.[2]
Los
rumores pacenses pudo verificarlos durante la Cuaresma , tiempo en que
lo envían a predicar de asiento en El Almendral. Allí constató que,
efectivamente, el fenómeno se estaba convirtiendo en peligrosa plaga: “Hallé muchas alumbradas y algunos
alumbrados, aunque jarretados por el ordinario de Badajoz, que les había
quitado la administración de los sacramentos, pero no la ruin doctrina y estilo
malo de vivir. Porque este no le perdieron aunque se vieron perseguidos”.
La tesis del predicador era oro de ley en teología. “Contra este mal abuso di –añade- muchas correcciones, de lo que se
ofendieron todos los alumbrados y me tuvieron por contrario, retirándose de mí
ellos y sus beatas, aunque yo no me retiré de mi tema ni de buscar sus obras y
doctrinas”.[3]
Acabada
la Cuaresma
en El Almendral, fray Alonso se fue a su pueblo. Bien merecía, después de tanto
sermón y desvelo, un descanso. Cumplido el tiempo de vacación, fray Alonso
regresó a Badajoz. Apenas llegado, le encargaron una serie de sermones en los
días de la octava del Corpus. De nuevo la ocasión le parece propicia para
explicar la práctica de la comunión, y para arremeter contra los abusos de los
alumbrados.
Como
vemos, la obsesión de cazar alumbrados era su objetivo principal. Alonso de la Fuente tomó muy a pecho el
oficio de predicador. El año 1571 raro es el día que no sube al púlpito y, como
ya nos consta, raro también el día que no aborda su tema consabido: los
Alumbrados.
El
lance de Alonso de la Fuente
en Extremadura parecía al principio algo fantasmagórico. Pero poco a poco logra
suscitar la atención de los inquisidores y acaba por demostrar que los
Alumbrados no eran un invento imaginario, sino personas de carne y hueso. El
destino de la secta, al tomarla en sus manos la Inquisición , tenía una
cita final dramática: el Auto de Fe. En realidad el drama de los Alumbrados en
la comarca de Olivenza y en el resto de Extremadura duró ocho años y medio,
desde las navidades de 1570 hasta el 14 de junio de 1579. Todo ese tiempo
estuvo ocupado por escenas de alta tensión y desalientos, sermones y contra
sermones, ataques y repliegues, alborotos y polémicas. La investigación condujo
a visitas, interrogatorios, prisiones y procesos que acabaron en sentencias y autos.
El
episodio más espectacular, a ojos del pueblo, lo constituye la prisión de
algunos cabecillas de la secta, hecho que ocurrió allá por los días de
noviembre de 1573. Hasta entonces se hablaba libremente en pro o en contra de
los novísimos métodos de la encarnación de la vida cristiana. A raíz de las
detenciones, ejecutadas por mandato del Santo Oficio, el panorama se ensombrece
y las voces se agarrotan en las gargantas.
Fray
Alonso ve cumplido su sueño de lograr que el Santo Oficio se ocupe de perseguir
a la secta. La manada de alumbrados está siendo tocada por su perseverancia.
Famosos fueron los alumbrados de Llerena que eran casi los únicos conocidos o
mal conocidos hasta nuestros días. La sustancia del caso es que por influencia
de obispos tan místicos como D. Juan de Rivera,
los franciscanos del convento de la Lapa y los franciscanos descalzos de la comarca
de Olivenza con sus cinco conventos, dos en Alconchel, uno en Almendral,
Valverde de Leganes, Villanueva del Fresno y los franciscanos observantes de
Olivenza, se formó en la comarca, y fuera de ella, un extenso movimiento
místico-popular. Las mujeres hacían meditación, tenían ejercicios espirituales,
confesaban a menudo, etc.
Aparentemente,
todo manifestaba fervor e intensidad de vida religiosa. Pero es cosa cierta que
en los ambientes de ardiente misticismo, son fáciles los casos de alucinación.
Así paso con los alumbrados de esta comarca; varias mujeres por causas
fisiológicas y sociales experimentaron accidentes que según todas las apariencias
eran manifestaciones de histerismo. Sin embargo, algunos de aquellos directores
los consideraron como sobrenaturales. Además algún que otro clérigo flaqueó
miserablemente, y hubo caso de solicitación, con la agravante de que para
quitar escrúpulos, indicaban que tales cosas no eran pecado para los que
estaban del todo indiferentes. En todo esto bien puede suponerse, que obraron
como flacos y pecadores y así lo confesaron ellos, pero en aquellos tiempos,
estos hechos se consideraban señales claras de ser los tales alumbrados.
Como
ya sabemos el gran descubridor y principal enemigo de los llamados alumbrados,
fue el religioso dominico Alonso de la Fuente. De siete a ocho años estuvo
combatiéndolos desde el púlpito, y a la vez, enviaba memoriales a la Inquisición y al rey
Felipe II denunciando sus errores. A pesar de todas las denuncias, el Santo
Oficio tardó en actuar, sin duda porque las apariencias eran favorables a los
tildados de alumbrados. Al fin hubo auto de fe en 1575 y 1579 siendo castigados
ocho clérigos y algunas beatas. Como veremos muchos herejes eran religiosos. La Iglesia iba a declarar la
guerra persecutoria, no solo a los laicos sino también a sus propios miembros.
Para ello el Tribunal de Llerena da el
siguiente Edicto Público: “Nos los Inquisidores Apostólicos contra la Herética Pravedad
y Apostasía, en la provincia de León, Maestrazgo de Santiago, y Alcántara,
Obispado de Plasencia, Badajoz, Coria y Ciudad Rodrigo, por Autoridad
Apostólica, etc. A todos los vecinos y moradores de las villas y ciudades de
nuestro distrito decimos: si sabéis, o habéis oído decir, que alguna o algunas
personas vivas, o difuntas, hayan dicho, o afirmado que es buena la secta de
los alumbrados, dejados, especialmente que la oración mental está en precepto
divino, y que con ella se cumple todo lo demás, y que la oración es Sacramento
de bajo de accidentes, y que la oración mental es la que tiene este valor, y
que la oración vocal importa muy poco, y que los siervos de Dios no han de
trabajar, ni ocuparse en ejercicios corporales, y que no se ha de obedecer a
prelado, ni padre, ni superior, en cuanto mandaren cosa que estorben las oras
de la oración mental y contemplación, y que dicen palabras sintiendo mal del
Sacramento del matrimonio, y que nadie puede alcanzar el secreto de la virtud
si no fuere discípulo de los maestros que enseñan la dicha mala doctrina, y que nadie se puede salvar sin la
oración que hacen y enseñan algunos maestros, y sus confesores son ellos
generalmente, y que ciertos ardores, temblores, y desmayos que padecen, son
indicio del amor de Dios, y que por ello se conoce que están en gracia, y
tienen el Espíritu Santo, y que los perfectos no tienen necesidad de hacer
obras virtuosas, y que se puede ver y ven en esta vida la esencia divina, y los
misterios de la Trinidad
cuando llegan a cierto punto de perfección, y que el Espíritu Santo gobierna
inmediatamente a los que así viven, y que solamente se ha de seguir su
movimiento e inspiración, para hacer o dejar de hacer cualquier cosa. Y que
al tiempo de la elevación del Santísimo
Sacramento por rito y ceremonia necesaria, sean de cerrar los ojos. Que algunas
personas hayan dicho o afirmado, que habiendo llegado a cierto punto de
perfección, no puede ver imágenes, Santos, ni oír sermones ni palabras de Dios,
o otras cosas de la dicha secta y mala doctrina.[4]”
Los
vecinos de las villas de la comarca de Olivenza, una vez que se leía el edicto
en las parroquias de su población, se ponían manos a la obra. Iban a contribuir
con su delación a la condena de personas que pertenecían a esta secta.
Conozcamos a los principales alumbrados de esta comarca, y con ellos
profundizaremos en la doctrina de una secta que cubría con su mensaje toda la
tierra extremeña.
Alumbrados penitenciados.-
Los
alumbrados de la secta extremeña que fueron castigados por esta causa son los
siguientes:
Barcarrota.-
“El bachiller Hernando Álvarez, sacerdote
predicador, vecino de Villanueva de Barcarrota, fue preso por noviembre del año
1573, y entonces declaró ser de edad de cincuenta años; testificaron contra él
haber enseñado, predicado y confesado, herejías y muchos errores y
supersticiones de la secta de los alumbrados, contra lo que tiene y enseña la
sacrosanta Iglesia de Roma; y que con las beatas sus hijas de confesión –comulgándolas
muy a menudo- tenía deshonestidades graves de besos y abrazos y tocamientos
torpes en las partes vergonzosas, y les decía y daba a entender que aquello no
era pecado, y ellas creyéndolo así, se comulgaban sin hacer consciencia de
ello; confesó haber tenido las dichas deshonestidades, y que les decía no ser
aquello pecado cuando aquellos tocamientos solos los hacia para
ayudarlas a llevar los trabajos y aflicciones que pasaban con los ejercicios
que les enseñaba”.
Celebrado
el juicio contra el descarriado bachiller, la sentencia sería la siguiente: “Nos los inquisidores apostólicos de Llerena
y su partido contra herética pravedad y apostasía por el sumo pontífice y el
ordinario que el pleito que ante Nos ha pasado, de la una parte, el licenciado
Pedro Marino Saavedra, fiscal de su majestad, acusante; y, de la otra, el
bachiller Hernando Álvarez, vecino de Villanueva de Barcarrota, cristiano nuevo
de generación de judíos, reo sobre que el susodicho enseño y predico confesando
muchas herejías, errores y supersticiones de la secta de los alumbrados,
contrarias a la sancta fe católica, especialmente persuadiendo y enseñando
mujeres mozas, sus hijas de confesión, que no fuesen monjas ni casadas, y las
inducía y compelía por la fuerza se hiciesen beatas de su cuadrilla. Y para
ello les hacia cortar los cabellos contra su voluntad, certificándoles que
aquella era la voluntad de Dios, y si alguna no consentía en esto decía que en
ella no había venido el Espíritu santo; Y les decía que no rezasen vocalmente,
sino que contemplasen en las cinco llagas de nuestro señor Jesucristo en cierta
forma que él les enseñaba; y dejasen el ayunar y obedecer padre y madre por la
dicha contemplación; Y las que lo hacían de la manera que él les enseñaba,
sentían un ardor terrible que las quemaba y les daba saltos y ahíncos el
corazón, que las atormentaba un movimiento y pasión con rabia que las
desmayaban y traía finadas, de manera que algunas venían a morir de ello, y un
molimiento y quebrantamiento en todo sus miembros que las descoyuntaba, y una
afición ciega con su maestro que les daba gana de buscarlo y de irse con el; y
tenían muchas tentaciones y deseos carnales y realmente veían varias visiones y
veían y sentían ruidos y voces extrañas; y contándole ellas a él estas cosas, les
decía que aquello era el Espíritu Santo y sus efectos y dones y grandes
misericordias que les hacia dios en aquello, y que no dijesen a nadie aquellas
cosas, ni a sus confesores, porque él solo y sus cómplices eran los que
entendían aquellas cosas y misterios; y para estos le traía ejemplos y decía
milagros falsos, que afirmaba pasaban entre las dichas sus discípulas; y a una
de ellas le aconsejaba en el acto sacramental que hurtase para decir misas, y
que fuese a su cuenta de él; Y les mandaba se comulgasen muy a menudo, sin que
se confesase primero; Y cuando se confesasen, no fuese con otro sino con él o
con otro de sus cómplices; y que echaba ciertas suertes de santos y por ellas
juzgaba si estaba una persona en gracia o en estado de condenación; y, predicando,
decía de sí mismo que había mas de seis meses que no había pecado venialmente
ni mortalmente; Y pasando él por la calle donde vivían algunas de sus
discípulas, luego sin verlo lo adivinaban y decía a osadas que por la calle
debe de pasar Hernando Álvarez; Y que otras eran atormentadas del demonio, y
les daba bofetadas y golpes, y les tomaba un hambre canina de comulgar en tanta
manera que, si dejaban de comulgar muy a menudo, luego les tomaba mal de
corazón y caían enfermas; y sabiendo esto él y los demás, las penitenciaban a
que no comulgasen en ciertos días, cuando en algo le desobedecían, tomando esto
por género de grave castigo; y algunas mujeres, que trataban con el susodicho
de los dichos ejercicios, venían a desear que se les muriesen los maridos y los
hijos, porque no les fuesen impedimento para seguir aquella oración,
contemplación y doctrina; Y que, estando en la dicha oración, acaecía que con
aquellas consideraciones y contemplaciones veían muy grandes torpezas y
deshonestidades con ciertos fantasmas que se les representaban en forma de
Cristo, que trataba con la dicha que hacia la oración y contemplación, como
esposo con esposa carnalmente; Y él tenia y aprobaba por mas sanctas las beatas
que tenían y padecía los dichos sentimientos y efectos; Y él mismo daba a
entender su perfección y santidad, que se quedaba muchas veces trasportado
haciéndoles platicas de su doctrina; Y no quería confesar a nadie, si no se
confesaba con él primero generalmente, diciendo que era necesario forzosamente,
que si no hacían con ellos confesión general, lo demás era aire; Y decía que lo
que él enseñaba habían de tener por fe, no lo dejando de hacer por ninguna
cosa, que les iba la salvación en ello; y que no bastaba confesarse sola una
vez en el año para salvarse; y de hecho daba por fuerza el Santísimo Sacramento
a ciertas beatas de su cuadrilla casi cada día, rehusándolo ellas y haciendo
gestos y vascas y dando gritos que no podían recibir, y les hacia abrir los
dientes, que por fuerza las comulgaba; Y lo mismo hacia con una de ellas que
estaba endemoniada, y le metía un paño en la boca para que no escupiese el
Santísimo Sacramento; y daba a entender que era mejor recibir mayor forma de
sacramento, afirmando que cuanto mayor era la forma, mas tiempo estaba allí
nuestro Señor Jesucristo y que recibían más gracia; Y para este efecto traía
hierros con que hacia las dichas formas; y alababa a una beata de muy sancta
porque, yendo a comulgar y diciéndole aquellas palabras: Señor mío Jesucristo,
no soy digna, ella había respondido: ¡Acaba ya, padre, que si soy! ; y que las
beatas en acabando de comulgar, se iban sin recibir el lavatorio y se entendía
era por su orden de él; Y decía si se recibiese el Santísimo Sacramento con el
deseo espiritualmente se recibía y que era tanto merecimiento como recibirlo
corporal y sacramentalmente; Y decía que podía una persona lega comulgar un día
por si Y otro por otra persona y por las animas del purgatorio; y que con las
beatas, sus hijas de confesión, comulgándolas muy a menudo, tenia
deshonestidades con ellas de besos y abrazos y tocamientos deshonestos en las
partes vergonzosas, y les decía y daba a entender que no era pecado, y,
creyéndolo ellas, se comulgaban sin hacer confesión; y estando en la iglesia
como que confesaba a una, la
Conoció carnalmente en diversas veces y en parte estupenda,
que quiere decir fue detrás del Santísimo Sacramento en una concavidad que sé
hacia detrás de él; Y les decía que no era pecado, que antes era aquello lo que
Dios quería; y decía que visiblemente verían al Espíritu Santo y que, estando
el corazón con este espíritu, sentirían un olor y sabor suavísimo y sensible;
Prohibía los actos matrimoniales, y decía que al principio eran necesario los
casamientos, que ya no, tenia unos efectos mágicos malignos y diabólicos; decía
que estando en la contemplación, aunque se alzase el Santísimo Sacramento, no
habían de volver los ojos, que eran de imperfectos; ni levantase al evangelio,
ni credo, ni, finalmente, hacer los demás actos exteriores que los fieles hacen
y nuestra Santa Madre Iglesia tiene de costumbre; Y estando confesando, le
llegaba al rostro y pechos, diciéndole que para le quitar los movimientos
sensuales; decía no se había de partir la partícula y traía por ejemplo que una
agujeta no quisiera la partida; Y que la oración vaya de ser preferida a las
fiestas; quitaba los ayunos y decía que, llegando aquella perfección, no
estaban obligados a ayunar; daba licencia y consejo comiesen las tales carnes
en viernes y los demás días prohibidos; y decía que conocía los pensamientos y
el secreto; enviaba a llamar estas sus hijas y les decía que para comulgar que
más tenían los clérigos que ella. Sentía mal de las religiones, de los estados;
diciéndole a una monja que en demás de ella era profesa, para la hacer beata
como las demás de sus hijas, porque las monjas no podían darse a la
contemplación como ellas, que todo entendía en rezar y cantar, y que no eran
buenas sino para papagayos en jaula, y le aconsejaba que no se avezase a las
demás, sino que se diesen a la dicha contemplación; dijo que no bastaba guardar
los mandamientos todos para ser salvar y ser perfectos; y alabándose así,
predicando decía reprehendiendo sensualidades: yo, yo no, que soy cuerpo
muerto; y echándose una vez con una, y diciéndole ella que había de hacer, que
aquello le parecía mal, le dijo: ¡ ay de mí, que lo tengo yo de pagar en
publica plaza, delante de todo el mundo!,
Y habiendo pasado esto, la llamo y la comulgo, y él dijo misa sin sé
confesar; teniendo otra abrazada, le decía: llama a Dios, puestos miembros con
miembro, aludiendo al profeta Eliseo; tenia requiebros y carnalidades con
exposición. Y les enseñaba; decía que hablaba visiblemente con Dios y que tres
sanchos habían venido a hablar con él; dijo a lo que se le puso de que metía la
lengua en la boca a las beatas sus hijas, que no lo había hecho porque la tenia
chica; y otras muchas blasfemias contra Dios y su Madre, diciendo que era Dios carnudo,
y que tomaba y daba como niño de un año, y que era bueno para gitano, hijo de gitana,
que a todos engañaba, y que era hijo de una mondonguera y bodegonera, y que la
misericordia de Dios era bordón de bellacos, y que San Pedro había sido muy
gran necio, mas que todos, en no dejarse lavar los pies la primera vez que
cristo le dijo que se los quería lavar; también con una hermana de una con
quien él tuvo parte, sé hecho en la cama y encima de ella tuvo polución, y con
otras muchas en la cama y fuera de ella; en un cierto lugar dio muy mal
ejemplo, dejándolo muy escandalizado –no se declaro cual fuese. Tuvo
comprobados trescientos cuarenta y seis testigos.
Christi
nómine invocato: “Fallamos que el dicho
Hernando Álvarez debía ser punido y castigado por tan grandes y enormes delitos
con todo rigor, conforme a derecho; y usando de misericordia y benignidad,
mandamos salga al presente auto en forma de penitente, en sotana sin cinto,
destocado y con vela de cera en las manos, abjure de levi, y sea degradado
verbalmente, depuesto y privado perpetuamente del oficio y beneficio, y que
sirva en las galeras de Su Majestad al remo y sin sueldo por tiempo de cuatro
años precisos, los cuales cumplidos vuelva a la dicha Inquisición y esté
recluso en la parte y lugar que se le señalare por tiempo de otros cuatro años
precisos, y de aquí adelante no trate de los negocios tocantes a los alumbrados
en publico ni en secreto, so pena de ser convencido de los delitos de que fue
testificado y acusado, y pague doscientos ducados para gastos del Santo Oficio.
Y por esta nuestra sentencia definitiva, así lo pronunciamos y mandamos”.
Al
tal Álvarez, le dieron tormento sobre lo testificado y, aunque se le dieron
cinco vueltas de cordel a los brazos y, tendido en el potro, se le apretaron
los garrotes de los brazos y muslos, y se le echo un jarrillo de agua, no
confeso cosa alguna más; El ordinario protesto que no pasase la diligencia
adelante, por ser viejo y tener hinchada las piernas.[5]
Tenemos
otro caso en Bancarrota: “Mari González,
viuda de Francisco García, vecina de Villanueva de Barcarrota, presa por la
misma doctrina de Alumbrados por noviembre de 1577, declaró ser de edad de 50
años; fue testificada que fue llevada por maestra de aquella doctrina a la
villa de Zafra, y en su casa la enseñaba, y acudían las beatas y algunos de los
clérigos Alumbrados, a donde tenían con ellas tocamientos de besos y abrazos; y
si las dichas tenían escrúpulo de aquello, ella se lo quitaba, diciendo y dando
a entender que aquello no era pecado, que ella había pasado por ello; confesó
haber tenido los dichos tocamientos y otros más feos con los dichos clérigos
Alumbrados, teniendo y creyendo que aquello no era pecado.; Y así mismo confesó otras muchas cosas que
había hecho y tenido conforme a la dicha doctrina de Alumbrados. Se le hizo
conminación de tormento hasta tenderla en el potro, conforme a lo que su
Señoría tenia mandado, y no confesó cosa ninguna”.
Christi
nómine invocato: “Se votó ejecutase lo
que Vuestra Señoría en la causa tenia ordenado: que salga al auto publico de la
fe, abjure de levi, doscientos azotes y confinada en la parte y lugar que le
fuere señalado por tres años, y más lo que fuere señalado por tres años, y más
lo que fuere la voluntad del Ilustrísimo Señor Inquisidor General y Consejo, y,
por el tiempo que le pareciere a los inquisidores, confiese solamente con la
persona o personas que se le señalare, y se le mande que en publico ni en
secreto no trate de los negocios tocantes a los Alumbrados con persona alguna,
bajo pena de ser habida por convencida de los delitos de que ha sido
testificada y acusada, y que será castigada con todo rigor”.[6]
En
Almendral.- Joan García, clérigo
presbítero, vecino de la villa del Almendral, fue preso por febrero de 1576 por
lo mismo, dijo ser de edad de cuarenta y ocho años; tenía y seguía las
opiniones de los alumbrados, y sus mismos errores, persuadiendo a sus hijas de
confesión a actos torpes e ilícitos como los demás sus cómplices; llevaba las
beatas que confesaban fuera del pueblo tres y cuatro días con sus noches; y
quería decir que sabia lo por venir, y así dijo a una: estarás poco acá, y fue ello así, que se murió de ahí a poco; y
estando en cierta iglesia con éstas de su cuadrilla, él y ellas se metieron en
una capilla oscura, y allí se puso de crucificado y dijo se hincasen de
rodillas y lo adorasen como a Cristo, porque a tanta suma de perfección podía
uno llegar que lo mereciese, dando a entender ser el perfecto. Y asimismo se alabó que había metido dos velas de
cera debajo el brazo y con el gran calor se habían derretido, diciendo que era
calor del Espíritu Santo. Tuvo las demás supersticiones. En el tormento se le
dieron cuatro vueltas de cordel a los brazos y, tendido en el potro, dos
garrotes a las espinillas; no se paso adelante con la diligencia, porque el
ordinario protestó que bastaba.
Christi
nómine invocato:
El
tal García, se dispone que: “sea
sentenciado abjure de levi y sea degradado y depuesto verbalmente, y sirva a Su
Majestad al remo sin sueldo por tiempo de cuatro años los cuales cumplidos
vuelva a la Inquisición
y este recluso en el lugar que le fuere señalado otros cuatro años, y pague
cien ducados para gastos del Santo Oficio”.[7]
Tenemos
otro caso de Almendral: “Marina Macias,
beata, vecina de la villa del Almendral, de edad de treinta y cinco años, presa
por el mismo tiempo, decía y enseñaba todo lo que los demás sus cómplices
decían y tenían, pareciéndole que nunca se había tenido perfección en los
tiempos pasados, teniéndose a sí por muy santa y poniendo duda en los demás;
ponía una similitud del toro y el dominguejo; leía un libro de ciertos
sentimientos, el cual está y estaba prohibido; se hallaba en tan perfección que
decía le podían adorar sus zapatos, y que en tan sumo grado estaba perfecta,
que estando en tocamientos con algunos de los dichos Alumbrados y encima de
ella teniendo poluciones deshonestas, decía que no la movían a sentir cosa de
carne, ni pecaba en ello venialmente por el grado de perfección en que estaba,
y así, precediendo estas y otras cosas sin confesión – que decía no la había
menester-, comulgaba muy a menudo, entendiendo la perfección sobre dicha; y una
vez, por esta soberbia y presunción de sí, echó el Santísimo Sacramento de la
boca; y andaba de iglesia en iglesia por comulgar más veces; y la noche de
Navidad comulgó tres veces. Hacía y tenía todo lo demás de la dicha secta de
los Alumbrados.
Christi
nómine invocato: Fue sentenciada a que
abjure de levi y a 200 azotes, y esté reclusa tres años y tenga el confesor
señalado por el Santo Oficio.[8] Todos estos reo
salieron a auto público de fe, junto a otros muchos Alumbrados de otros pueblos
extremeños. El día elegido por el Tribunal de Llerena fue el 14 de junio de
1579, fiesta de la
Santísima Trinidad.
Nogales.- “Elvira González, mujer de Francisco Pérez,
labrador, natural de Talavera de la
Reina y, vecina de Nogales, de edad de 44 años. Fue testificada con 29 testigos, que hacían
contestación bastante en algunas cosas, que era una de las más principales
alumbradas que había en decir públicamente que Dios la llevaba por el camino de
enseñar, y le había dado aquel espíritu, que sus confesores le pedían en
conciencia que lo siguiese, y así había enseñado muchas cosas a otras beatas, y
que la habían metido en un monasterio de monjas para que allí enseñase la
oración y meditación, adonde estuvo 15 días sin comer, sustentándose con el
Santísimo Sacramento que le daban cada día; y que mientras tuviese el sí de
Dios en su alma, no dejase de comulgar, aunque se lo prohibiese cualquier
persona; Y que estándose azotando una noche, había visto a nuestro Señor atado
a una columna azotado; y habiendo recibido un día el Santísimo Sacramento
sintió un gran fervor y así salió de la iglesia diciendo; ¿a donde me llevas
Señor?, Y fue a una casa donde estaba una mujer de mal vivir y la había
convertido; y que con solo mirarla, un mozo desde entonces no peca más; Y veía
resplandores estando rezando que atemorizaban; y que diciendo una persona que
había visto un ángel, dijo: ‘no tengáis a mucho eso, que almas hay en esta
tierra que han visto ángeles ‘; y que ella tenia una hermana que había llegado
a tantos sentimientos de ardores y dolores en el corazón, que no comía con las
otras hermanas, sino que se sustentaba con el Santísimo Sacramento; y hacer los
ejercicios de los alumbrados; Y que ella siente cuando se le consumen las
especies del Santísimo Sacramento; y les veía el alma a otras personas; y que
había pedido a dios le diese una enfermedad, para que siempre se acordase del;
y le había concedido que tuviese siempre el pecho abierto y echase sangre; y
que una vez se le apareció un crucifijo y, mirándole, bien le pareció un
demonio y le parecía que oía los golpes que daban en las manos estando
Jesucristo en la cruz; Y que su alma estaba algunas veces tan metida en las
cosas de Dios, que le parecía que hablaba con Él papo a papo, y diciendo de
estas cosas.
Y preguntándole como la
sabia, dijo que dios se lo decía; y diciéndole una persona grave que mirase lo
que hacia y decía, y volviese en si que iba errada, dijo que como podía ir
errada, que cada vez que recibía o comulgaba veía en la ostia al niño Jesús; y
decía que cuando hacia su oración, no se levantaba hasta que le echaban la
bendición, y no-se veía quien se la echaba; Y cuando no la querían comulgar
cada día, se amortecía y echaba sangre por la boca; y tratando de los
alumbrados y como los habían castigado por el Santo Oficio, decía que por
niñerías y dichos de bobitas los habían castigado, dando a entender que les
habían hecho injusticia; y decía que mirasen lo que juraban, que ella sabia lo
que decía; y tuvo un testigo, que fue su confesor, que dice que ella le
solicita para actos torpes, por lo cual tuvo muchas veces acceso carnal con él,
y en Cuaresma y Jueves Santo de esta
manera confesaba y comulgaba cada día, y decía que sabia lo que ( los)
predicadores habían de predicar y mas que ellos; y, en efecto, se le probaron
los enseñamientos que ordinariamente hacia de estas cosas.
Fue presa y a las
moniciones estuvo negativa; y a la acusación confiesa que comulgaba muchas
veces y aun quería ella que la comulgasen mas veces y una vez, azotándose, se
le esclareció la pieza y tuvo temor; y que era verdad que había tenido
conversación carnal con su confesor, persuadida por él; y confeso algunos que
otros hechos de manera que no había delito, y negó lo demás. Y, a la
publicación, confeso haber enseñado a cuatro o cinco personas como habían de
rezar y contemplar, y era de la manera que sus confesores se la habían
enseñado, los cuales eran de los Alumbrados; e que algunas veces decía que
comulgaba por otros; y que conocía haber errado en haber enseñado los ejercicios
de los Alumbrados a manera de predicar e que lo había hecho con buen celo de
aprovechar a otros.
Christi
nómine invocato: “Fue sentenciada a que
salga a auto publico de fe, sea traída a la vergüenza, abjure de levi y se le
den 200 azotes.”[9]
A
continuación en este legajo aparece, con él numero 30, Maria de San Francisco,
beata, que es hermana de Elvira González”: Está testificada por algunos
testigos de la misma doctrina”; y con el número 31 una tercera hermana Isabel.
De las tres hermanas, Elvira presenta indicios de mayor culpabilidad. El
Consejo manda al visitador que apure el informe y las diligencias, y dicta
orden de captura. Fue pues apresada, dando con sus huesos en las cárceles
secretas del Santo Oficio, sitas al lado de la sede del Tribunal de Llerena. A
fines de mayo de 1581, en Relación de las causas despachadas leemos: “Nos
enviamos relación de las causas pendientes, porque solamente está presa por
Alumbrada Elvira González de Nogales, y recibida su causa a prueba; todas las
demás causas se siguen sin recluir las personas, atenta la calamidad de peste
que corre por los lugares circunvecinos”[10].
Según
esta indicación, a la calamidad Alumbradista se sumó la fatalidad de la peste,
dejando así más asolada la despoblada Extremadura.
También
tenemos otro caso en Nogales: El
bachiller Cristóbal Ortiz, clérigo presbítero, natural de Berlanga y cura de
Nogales, cuenta 64 años de edad figura con él numero 20 de la lista de
sentenciados; Su delito consistió en haber dicho en un sermón que “Si no hacían los hombres más de los
mandamientos que Dios mandaba, que no podían ir al cielo; y hablando del estado
de las beatas y loándolas, dijo que más sabia una mujercita de las dichas
beatas que los que iban aprender en Salamanca”[11].
Si
el cura Ortiz estudió en Salamanca, bien poco se le nota. Esas vagas tesis,
predicadas en aquel contexto geográfico y humano, sabían a doctrina
alumbradista, merecedora de retractación y azotes.
Christi
nómine invocato: El Cura de Nogales, fue sentenciado abjuro de levi y se le
dieron 100 azotes.
Cheles.-
Maria de Cheles, mujer soltera, natural
de Lisboa, residente en la villa de Cheles, de edad de más de 27 años: fue
testificada por dos testigos de que dijo no ser pecado echarse carnalmente con
un hombre soltero o con clérigo, que con mozos solteros no era pecado mortal.
Con esta información fue presa por junio de 1578. En la primera audiencia
confesó su delito. Fue sentenciada a salir a auto publico de fe, con sambenito
e insignia de blasfema, coroza, abjuración de levi y fuese traída a la
vergüenza, escuchando de nuevo su sentencia en la iglesia de su pueblo, con
sambenito y coroza, y fuese traída a la
vergüenza por las calles de la villa. Recibida la causa a prueba, donde a pocos
días, por estar en días de parir, fue suelta de las cárceles con caución juratoria.[12]
Salió
al auto publico de fe de 1579, junto a los Alumbrados, judaizantes, moriscos, y
blasfemos, de Extremadura.
Christi
nomine imvocato.- Fue sentenciada al auto en forma de penitente, abjuración de
levi, y traída a la vergüenza.
Con
la celebración de este Auto de Fe, desaparece de esta comarca la secta de los
Alumbrados. Fueron, como se ve, casos de ilusión y de alucinación en la vida
espiritual de estos protagonistas. Gente dominadas por frailes y clérigos, los
cuales utilizaban su teología particular para esclavizar físicamente y
síquicamente a muchos ciudadanos de la comarca.
Ahí
están los hechos, espectáculos y vergüenza de los principales alumbrados de
Extremadura, los “santos” de un día, los “maestros” y los “discípulos” de una
espiritualidad nueva. Sacerdotes impuros que solicitaban a sus feligresas, la
bacanal, u orgía sexual, era la desembocadura de aquel adoctrinamiento y
ejercicio de contemplación, excitador de pasiones; le entraba a las beatas una
“fijación grande para con sus maestros” y les daban ganas de buscarlos, porque
experimentaban en sí el volcán de los “deseos carnales, los cuales se les
mitigaban con los besos y tocamientos deshonestos de los dichos sus maestros;
rotos los frenos de los principios morales, los alumbrados desembocan en una
desatada orgía sexual beaterio”.
El
movimiento de renovación espiritual, que a todas luces empezó bien y era
fecundo, acabó en desastre, en degeneración, en lujuria. Si Alonso de la Fuente y el Santo Oficio
hicieron bien o hicieron mal en atajar la riada, en exterminar la fermentación
religiosa, júzguelo quien pueda y sepa. Aquí sólo debo poner en escorzo un
resultado negativo: la gran depresión que se observa en la piedad popular. El
pueblo, debido a la represión inquisitorial, se resfrió en las prácticas
piadosas; la turba de los impíos se envalentonó. Fue urgente misionar y volver
a evangelizar aquellas comunidades cristianas de la comarca, antes tan
calientes, ahora tan frígidas.
Comarca
que estaba siendo evangelizada desde los distintos conventos existentes en la
misma. Sobre todo los franciscanos descalzos de la provincia de San Gabriel,
los cuales iban a implantar en la comarca la Santa escuela cristiana o escuela de la Santa doctrina. Esta se
fundaría en todos los pueblos de la comarca, para que en nombre de Nuestro
Señor Jesucristo y su Santa doctrina se aumente la Fe católica, para el feliz
estado y gobierno de la
Santa Iglesia y con ella conseguir la extirpación de las
herejías, y victoria contra los infieles y herejes, siendo convertidos todos
ellos al gremio de nuestra sagrada Religión. Los fundadores fueron: Fr. Rafael
de Brozas y Fr. José de Zafra, predicadores apostólicos del colegio seminario
de Nuestra Señora de Aguas Santas de la ciudad de Jerez de los Caballeros.
Muchos
frailes de esta orden de San Francisco, junto con sacerdotes, fueron condenados
por la Inquisición
de solicitantes, aunque también tenían algunos toques de la nueva
espiritualidad de los alumbrados. A continuación veremos la historia de estos personajes
con hábito religioso, que aprovechan cualquier espacio para desarrollar su
instinto lujurioso.
Las
mujercillas de iglesias hicieron de los confesores sus maridos; y de los
templos sagrados zahúrdas de Venus; y cubrían sus torpezas y abominaciones con
capa de oración y virtud. La serie de penitenciados por decir que la simple
fornicación no era pecado, o que el estado del matrimonio es mejor que el
estado religioso es interminable.
Grave
y difícil de arraigar por el Santo Oficio, fue la plaga incurable de
solicitantes. En la red del Tribunal caen clérigos, y frailes, y por más que la Inquisición había
tomado a pecho su desarraigo, no logra otro resultado que multiplicar los
procesos y los castigos. Muchos de estos herejes eclesiásticos eran cristianos
nuevos. Procedían de familias las cuales habían seguido la ley de Moisés. Eran
personas convertidas al cristianismo. Pero está claro que la carne no entiende
de credos, y es que el viejo refrán se iba hacer realidad en esos momentos “él
habito no hace al monje”.
[1] Álvaro Huérga. Historia de
los Alumbrados en Extremadura, (1570-1582) Fundación Universitaria Española
Seminario Cisneros. Madrid, 1978. Pág. 59. Alonso Fernández, Historia y Anales
de la Ciudad y
Obispado de Plasencia, Madrid 1627, Libro III, cap. 8. Pág. 253-254.
[2] Álvaro Huérga. .op. cit.
Pág. 101.
[3] Íbidem.
[4]B. N. M. Ms /2440, folios. 418 a 421.
[5] AHN. Sección Inquisición
de Llerena. Legajo 4572-caja 3. fol. 324 r.-333. Relación del auto de fe que se
celebró en la Inquisición
de Llerena, el domingo de la Santísima
Trinidad 14 de junio del año 1579.
[6] Ibídem.
[7] Íbidem.
[8] Íbidem.
[9]Íbidem.
[10] AHN. Sección Inquisición.
Legajo 1988. expediente n. 12
[11] AHN. Íbidem.
[12] AHN. Íbidem.
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