NIÑO CRUCIFICADO EN CONSUEGRA.
El fiscal del Santo Oficio de Toledo, por haberse hallado un niño
crucificado en una casa de la villa de consuegra.
Resulta que el 19 de abril de 1797, D. Agustín Domínguez capellán de
honor y adjunto, remitió al Tribunal de Corte una carta que había recibido por el correo escrita por
Juan Sánchez Delgado, vecino de la villa de Consuegra, en que para descargo de
su conciencia le decía el lance que le había referido Vicente Santo Cardiel
alias el Baile de la Hijaza ,
peón de albañil y en presencia de Roque Pérez.
El tribunal de Corte remitió esta carta al de Toledo a cuyo distrito
corresponde, y éste acordó el reconocimiento y examen de contestes y demás
diligencias practicadas.
En efecto reconoció suya la carta el delator de edad de 53 años escrita
de su propio puño a D. Agustín Domínguez.
Examinado en 22 de mayo de dicho
año Vicente Santos Cardel, vecino de Consuegra, de oficio albañil y enterrador
en la parroquia de dicha villa de edad de 37 años, dijo: que estando trabajando
en su oficio de albañil en una casa de aquel pueblo había encontrado un cuerpo
humano de mujer o niño. En la ratificación añade el testigo, que se le olvido
decir en la declaración que cuando se presentó al alcalde fue a presencia del
escribano Francisco López, numerario en aquella villa, por ante quién le pidió
juramento y en virtud de el le preguntó ¿Qué es lo que ha visto en la casa del
Juez de Rastra y si es la verdad?
Dijo que el comisario hizo reconocimiento y extracción de los huesos en
la casa citada con asistencia del alcalde ordinario, varios presbíteros y
Vicente Santos, y señalado por éste el sitio y escacado se encontraron los
escombros del blanqueo de cal y trozos de yesones, y entre ellos, hasta 120
menudos fragmentos de huesos, que parece ser un cuerpo humano joven, no
conserva ninguno su integra forma y figura. Siendo preguntado en aquel acto el
citado Vicente Santos si los había molido y quebrantado cuando los enterró, ya
que no se encontró ninguno entero como era regular, dijo.
Que para desclavar de la pared al citado niño, le dio con la piqueta
por lo que discurría que todo se haría harina; que habiendo reconocido el nicho
en donde estaba el niño emparedado, este en un hueco de cuatro tercias de
largo, dos de ancho y una de profundidad, y después de este reconocimiento pasó
el comisario acompañando a los asistentes a la parroquia y depositaron los
huesecitos en un cajón del camarín de dicha parroquia.
Asimismo en cumplimiento de lo acordado por el tribunal informó al
comisario que se suspenda esta causa y anote en su letra.[1]
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