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domingo, 9 de abril de 2017

LA SANTA CRUZADA DE LA INDEPENDENCIA EN EXTREMADURA.


Han sido muchas las guerras que a lo largo de la historia de España se han promovido en nombre de la fe, una muy “efectiva causa” que ayudará a que las personas que participaban en ellas estuviesen motivadas en tan cruenta misión. El presente artículo se va a centrar en la guerra de la Independencia, en el mismo vamos a conocer documentos que nos hablarán de acontecimientos vividos por el pueblo llano; sacerdotes que empuñaran armas y gente de a pié, que enaltecidas en nombre de Dios desde los púlpitos de las iglesias, van a formar un ejército muy peculiar. Estos hombres de pueblo van a ser pieza clave para el suministro de información al ejército que defiende a Fernando VII, así como para el desabastecimiento a través de sus incursiones del ejército francés. Partidas de paisanos en principio desarmados, que como buenos conocedores del terreno extremeño van a acosar al ejército enemigo con ataques por sorpresa. En sus mentes una idea, luchar contra aquellos que quieren destruir la religión, y a su lado, ensalzando esta idea, hombres de Iglesia dispuestos a enarbolar banderas de la Santa Cruzada, insignia que en los siglos pasados sirvió para vencer a herejes y paganos.
El Rey José Bonaparte no invadió nunca España, la guerra que se provocó después fue motivada por los intereses de la Iglesia católica y Fernando VII, por cierto un personaje que ni su propio padre quería como hijo por alguna que otra traición a la corona paterna. La Iglesia católica durante los últimos 300 años, es decir, desde que se crea el tribunal de la Inquisición en toda España, tuvo un poder, una fuerza controladora sobre la sociedad. Inquisición tuvimos en Extremadura, tribunal ubicado en Llerena desde donde se controlaba toda la sociedad extremeña, todo aquel que pensase de forma diferente a lo establecido va a ser considerado hereje. Comunidades moriscas, judaizantes, brujas, luteranos, bígamos y otros grupos de diferentes ideas, van a sufrir el zarpazo del implacable Santo Oficio extremeño. Cuando José Bonaparte llega al trono, debido entre otras razones, porque Carlos IV no confiaba en su hijo y sabía que la posición de éste influenciado por la Iglesia católica, era la de seguir manteniendo a la sociedad sumisa a golpe de terror inquisitorial; uno de los primeros objetivos del nuevo Monarca es el de abolir la Inquisición, quitándole lógicamente a la Iglesia el poder de control sobre las personas que pensaban de forma diferente y darle la libertad de expresión al pueblo.
 Ya en la constitución que se elabora en Bayona y que firma D. José Bonaparte dice claramente en uno de sus puntos “el tormento queda abolido: todo rigor o apremio que se emplee en el acto de prisión, o en la detención y ejecución, y no esté expresamente autorizado por la ley, es un delito” o “no podrán negarse que vean al preso sus parientes y amigos que se presenten con una orden de dicho magistrado; y este estará obligado a darla, a no ser que el Alcalde o carcelero manifieste orden del juez  para tener al preso sin comunicación.”[1] Estos dos ejemplos de servicio al ciudadano, amén de muchos otros, ponen de manifiesto, que dicho Rey no quiere que se sigan practicando en España, los terroríficos castigos que se habían podido presenciar en siglos anteriores en nombre del crucificado. Gente extremeña condenadas por la Inquisición de Llerena a la hoguera, a galeras, a ser encerrados en cárceles secretas, azotados con 100 y 200 azotes, desterrados de sus pueblos y difamados de por vida con la cuelga del sambenito que el reo había llevado durante el auto de fe  y un 80 por ciento de personas  torturadas en el potro, así como otras prácticas de hacer sufrir al ciudadano solo por pensar de forma diferente.
Abolida la Inquisición, la Iglesia católica se siente coja, echan de menos el poder de control social que tenían anteriormente, si antes podían amordazar bocas ahora era todo lo contrario. El nuevo Rey había instaurado la libertad de prensa, mientras en épocas de poder eclesial la Iglesia había censurado obras de grandes literatos españoles y extranjeros. La Iglesia echaba de menos su añorado poder y para conseguirlo, va a provocar a través de hombres contrarios al nuevo Rey una guerra en la que va a participar activamente, no solo en lo humano sino también en lo económico. Cuando la guerra se pone en marcha ya no valen buenos ni malos, lo importante es conseguir la victoria;  la misión de la Iglesia en esta etapa va a ser la de movilizar a una ciudadanía inculta desde los púlpitos, anunciando que el nuevo Rey al que llamarán y considerarán intruso,  quiere destruir la religión. José Bonaparte sabedor de esta realidad, decreta lo siguiente contra estos movimientos.
Don José Bonaparte por la gracia de Dios y por la constitución del Estado, Rey de las Españas y de las Indias.
Considerando que muchos eclesiásticos y empleados públicos, hallándose ausentes de sus respectivos destinos, contribuyen con su conducta a extraviar la opinión del pueblo haciéndole concebir falsas esperanzas, esparciendo noticias fabulosas, y exponiéndole de este modo a los desastres inseparables de la guerra; y queriendo por nuestra parte hacer cesar los desordenes que de aquí se originan; oído el parecer de nuestros ministros sobre este punto, hemos decretado y decretamos lo siguiente:
Todos los eclesiásticos y empleados públicos, de cualquier clase que sean, que se hubiesen ausentado de sus respectivos destinos desde el día 1 de noviembre del año próximo pasado, se restituirán a servir sus prebendas o destinos en el preciso término de 20 días contados desde la fecha de este nuestro decreto.
Los que pasado dicho término no se presentasen, quedarán en el mismo hecho privados de sus empleos, y sus bienes serán secuestrados. Todo eclesiástico secular o regular que extraviase la opinión del pueblo esparciendo noticias falsas, o induciéndole por cualquier medio a la desobediencia y rebelión contra nuestra Persona y Gobierno, será preso por la Justicia del pueblo donde se hallare, conducido con escolta a esta capital, y juzgado por la Junta criminal extraordinaria, con arreglo a nuestro decreto de 16 de febrero de este año.
Todos nuestros ministros quedan encargados de la ejecución del presente decreto. Dado en nuestro palacio de Madrid  a 1 de marzo de 1809. Firmado- YO EL REY-[2]        
 Una vez que desde los púlpitos junto con gente influyente se crea la alarma general, los ciudadanos se movilizan para perseguir a cualquier francés que se vea por tierras de Extremadura. La guerra ha comenzado, conozcamos episodios de la misma vividos en territorio extremeño, donde podremos ir viendo la movilización de los pueblos, a través de la famosa alarma general que se iba creando en todos ellos por quienes no querían perder el poder sobre la ciudadanía. La misión será la de derrocar a José Bonaparte y llevar hasta el poder a Fernando VII, de esa forma la Iglesia recuperará de nuevo su perdido poder, y restablecerá como así se ejecutó por Fernando VII el Tribunal de la Santa Inquisición. Los documentos que presento pertenecen en su mayoría a aquellos que luchan contra José Bonaparte, por todo lo cual se verá en ellos el aura de reconquistar España en  favor de La Santa Cruzada.
Conociendo los generales el avance de las tropas francesas hacia Extremadura y Andalucía, desde el Real Alcázar de Sevilla se dictamina un bando que se va a repartir por todas las juntas regionales. El edicto va a ser crucial para que los hombres y mujeres de Extremadura formen cuadrillas o partidas dispuestas a frenar al enemigo francés, el contenido del escrito era claro y contundente.

Como al haber continuado los franceses sus irrupciones y adelantándose a puntos que no debían ocupar, y estando las poblaciones abandonadas y amilanadas en los pueblos, sin ofrecer ningún tipo resistencia, pedimos a los comisarios se dignen movilizar a los paisanos para que estos se enfrenten al enemigo francés. El hambre en las poblaciones es mucha, y quizás sea una de las razones para que se sientan obligados a pelear. Uno de los principales cuidados de los comisarios será el convencer a los pueblos, de que la guerra moral es la más temible para el enemigo, y la que más funesta puede serle. Pues está demostrado que en lugares donde los paisanos han hecho resistencia en nombre de la fe, los franceses han demostrado su cobardía olvidando su decantada táctica.
Por lo mismo deberán disponer de la gente más a propósito para ello, formando partidas sueltas de suficiente fuerzas, las cuales recorriendo los puntos inmediatos al enemigo, impongan e impidan  las correrías que hacen en los pueblos los franceses robando víveres y saqueando las casas de los vecinos. Que dichas partidas de paisanos protejan los caminos, eviten del enemigo la intercepción de la correspondencia y las postas, y proporcionen a nuestros ejércitos, justicias y pueblos las noticias que convengan.
Para alentar a estas partidas, se dará cuenta a su Majestad de los individuos que hubieren sobresalido en este servicio, así como los pueblos y personas que hubieren hecho una resistencia gloriosa distinguiéndose con alguna acción sobresaliente. A estos pueblos y personas se les decretará el premio correspondiente, pues la Junta Suprema se complacerá en distinguir y considerar las muestras extraordinarias de valor y patriotismo.
Real Alcázar de Sevilla 29 de diciembre de 1808[3]

Si por un lado se animaba a los hombres de pueblo  a través de los bandos, lo mismo se hacía con los sacerdotes y religiosos dispuestos a luchar por la salvación de la fe católica. La Iglesia tenía una misión en esta guerra, derrotar las ideas liberales de José Napoleón, hasta Extremadura llegaban noticias de quema de conventos, palacios episcopales y destrucción de todas las casas inquisitoriales del reino. Napoleón había abolido la Inquisición, la Iglesia tenía que frenar el avance de quien consideraba un intruso ateo que la estaba saqueando, para ello puso todos sus medios a disposición de quienes defendían a Fernando VII, dinero, e incluso miembros del clero dispuestos a dar la vida por la causa del crucificado.
Desde Alburquerque se iba a lanzar un edicto que iba a poner en movimiento a toda la Iglesia extremeña, el redactor de dicho bando va a ser un carmelita descalzo llamado Fray Manuel de Santo Tomás. En el mismo, se anima a los hombres de Iglesia que defiendan como verdaderos seguidores de Cristo la causa de le fe en tierras de Extremadura, el edicto dice lo siguiente.

En virtud de los decretos expedidos por la Suprema junta Central Gubernativa del Reino promulgados en esta provincia y plaza de Badajoz, se han presentado varios ecónomos para organizar “La Alarma General” autorizándola con su presencia, dando ejemplo de valor, fidelidad y constancia en defensa de nuestra santa religión, y de nuestro soberano Fernando VII, y la defensa de la patria para los seglares. El Excelentísimo Señor D. Juan Hernández vocal de la Suprema Junta de esta provincia y su comisariato, para verificarla en obsequio de su comisión con vista de los superiores Señores Generales, se le han comunicado tales acciones. Y deseando que éstos valerosos y leales Sacerdotes no sean confundidos con el vulgo de los seglares, antes bien, se les debe tener todo el respeto y veneración por su celo y patriotismo religioso que han manifestado, en el mismo hecho de haber desplegado para tomar las armas. Hay que valorar sus manos, que estaban hasta aquí reservadas y consagradas para sacrificar únicamente al Dios de los ejércitos, y celebrar los augustos misterios de Nuestra Santa Religión, se ha acordado lo siguiente.
Que todos los sacerdotes, así seculares como regulares y ordenados, “in sacris” que se presenten o se hallan presentado a su excelencia para tomar las armas, sean distinguidos con cruz roja de paño grana o de seda. Que conste de dos brazos iguales, cada uno como de dos pulgadas, a corta diferencia con los remates negros, guarnecida del rededor de cordoncillos de plata, cuyo distintivo ha de usar vitaliciamente, colocando en la hoja izquierda de la chaqueta o casaca de uso.
Todos los sacerdotes y eclesiásticos que se presentaren a su Excelencia, serán socorridos con la ración correspondiente a su estado, y mirados en todo por la graduación de oficiales, esperando como espera su Excelencia de su influjo y ascendiente sobre los seglares que lo interpondría, animándolos y esforzándolos con toda energía, alarma vigorosa, y eficaz defensa de la religión y la patria; según su estado le competa tanto en sus palabras como en todas las acciones que se ofrezcan a vista del enemigo.
Previene y manda estrechamente su Excelencia a todos los paisanos armados, que bajo la pena de ordenanza militar tuviesen y exhiban el respeto y honor debido a los sacerdotes instruidos que sean de este decreto.
Su Excelencia ofrece elevar a la superior noticia de la Suprema Junta de esta provincia, todas las acciones gloriosas de heroísmo y valor que ejecutaren los eclesiásticos, con objeto de que sean premiados con arreglo a sus circunstancias y servicios. Por todo lo cual mando y ofrece su Excelencia practicar en nombre de la Suprema Junta de esta Provincia.
El marqués de Monsalud -     Alburquerque- 24- de abril de 1809[4]

Tras estos edictos la población se iba a movilizar en nombre del Dios de los ejércitos, miles de ciudadanos extremeños van a participar en distintas correrías sacando partido de su trabajo y poniendo en evidencia a los seguidores de José Bonaparte. Desde Badajoz y  con fecha 24 de abril de 1809, el Marques de Monsalud va a escribir al la Junta Suprema, contándole los avances tenidos con las guerrillas de paisanos y los cruzados sacerdotes. En este documento no solo va a valorar el Marqués a éstos, sino que para el buen funcionamiento de los guerrilleros locales y sentirse éstos identificados en su lucha por una bandera, le va a proponer al rey cómo debe ser la misma.

En el mayor de los peligros, tenemos el consuelo de que no vague disposición alguna de defensas, la necesidad nos inspira continuamente recursos eficacísimos, que corresponden  a nuestros decididos deseos; tales son los tercios de paisanos, cuyo entusiasmo hemos hecho renacer hasta el punto de conseguir que el enemigo sujete suS ladronas y asesinas correrías. En Nogales, y al cuidado de los vocales D. Juan Pacheco y D. Antonio Murillo, se han reunido más de tres mil hombres armados de escopetas y chuzos, a quién acompaña igualmente seiscientos montados en yeguas y mulas con diferentes clases de armas. El aumento diario de patriotas en tierras de Extremadura, crece con tanta velocidad que llena de placer a todo honrado español y ya se miran los felices resultados de semejantes tercios. El 18 del corriente, hicieron huir al enemigo que no pudo eximirse de tener algunas muertes en las inmediaciones de Solana, en ella se hicieron dos prisioneros y se apoderaron del vino de los franceses y otros efectos, no teniendo la partida de paisanos desgracia alguna.
Con el mismo interesantísimo objeto, ha salido el vocal D. Juan Hernández, que con fecha de ayer, nos dice que acordamos lo que manifiesta la adjunta copia.
Para completar esta obra patriótica, y reclamando banderas tan dignos extremeños, que subsistirán en su empeño a proporción del riesgo provincial, hemos determinado ponerlas en cada tercio con una cruz en el fondo de el tafetán. No dudamos de la correspondencia de nuestros constantes desvelos, que elevamos al conocimiento de Vuestra Majestad para su satisfacción.

Dios Guarde a Vuestra Majestad muchos años. Badajoz 20 de abril de 1809. Firmado D. Francisco María Rieros y el Marqués de Monsalud Andrés González Pacheco.[5]

Por muchos pueblos de Extremadura se estaban formando partidas en pro de la causa, la misión de el vocal Juan Hernández era la de alarmar a las poblaciones para que en éstas se formasen partidas; una vez formalizadas las mismas, llevarían como estandarte por los montes y caminos extremeños la bandera con el símbolo de la cruz, toda una motivación para enfrentarse en la lucha.
Juan Hernández, en una carta dirigida desde Alburquerque a la “Junta Suprema de Gobierno” de esta provincia, va a contar las vicisitudes vividas en pueblos como Villar del Rey. Pero dejemos que sea el propio documento, el que nos narre los acontecimientos vividos en Alburquerque y sus cercanías, Juan Hernández iba a alarmar a los vecinos de la villa y la respuesta de éstos fue masiva.

Excelentísimo Señor: habiendo llegado a las siete de la noche del día 15 del presente mes a esta villa de Alburquerque, inmediatamente me hice presente en la Junta de Armamento de dicha plaza, la misma se mostró con muchos deseos de alarmar a la población,  como al resto de los demás pueblos de estas inmediaciones. Al  día siguiente mandé echar un bando y poner edictos para que, concurrieran alistarse bajo las penas que tiene establecidas esa Suprema Junta, a aquellos que no obedezcan sus órdenes; las que ejecutare contra aquellos que no demuestren amor al bien público, no haciendo falta tales menesteres porque han sido más los buenos patriotas que los malos. En el día cuento en la villa de Alburquerque con más de 400 hombres armados, y hoy en la tarde pasaré por San Vicente para alarmar a dicha población, de la que me han avisado, que están pronto a reunirse unos 300 hombres o más con bastantes caballos y yeguas. El día 17 estuve en Villar del Rey antes de salir el sol, en el que impedí llevasen las raciones a Montijo para los franceses, en cuyo pueblo había muy pocos vecinos, en el día de hoy espero de su reunión a el pueblo,  y de los que se presenten armados según quedó encargado aquella justicia. Para esta operación me acompañaron 50 hombres armados de esta plaza, y entre ellos muchos frailes y clérigos de los que salgo acompañado esta tarde para San Vicente.
Espero que Vuestra Excelencia me remita 50 o 60 espadas para los que han de servir a caballo, pues pienso juntar unos 250 caballos, así como tres sargentos o algún cabo de buena conducta, y en el día nos está haciendo falta un trompeta, son muchos los frailes y clérigos que quieren ser usares. En La Codosera, hay algunos dependientes de rutas, que según noticias, éstos no hacen ningún servicio en dicho pueblo sino más bien perjuicios en los sembrados de la villa. Por este motivo hago ánimo de quitarles los caballos y armas, dándoselas aquellos que quieren servir con buena voluntad a la causa patriótica, siempre que Vuestra Excelencia lo tenga por conveniente. En espera de las órdenes de su majestad para su cumplimiento, Dios guarde a V.E. muchos años. Alburquerque 18 de octubre de 1809.[6]

La respuesta no se hizo esperar, y la contestación fue la siguiente.

Badajoz 19 de abril de 1809. La junta Suprema de gobierno de esta provincia ha resuelto, se contente al Excelentísimo Señor D. Juan Hernández vocal de esta Junta, que se informe reservadamente para averiguar si los guardas que se encuentran en la villa de La Codosera, están empleados en conducir pliegos u otras diligencias del Real Servicio; y no resultando tener destino alguno les prevendrá se presenten inmediatamente en esta capital a disposición del Señor Intendente. También le comunicamos que en el día de hoy, no se le puede remitir el trompeta que reclama por no haberlo, pudiendo adoptar para las señales que convengan hacerse el caracol u otro instrumento equivalente. Inmediatamente les serán entregadas las espadas que piden, y también algunos soldados instruidos, que puedan habilitarse y hacer las veces de sargento y cabos para la organización de las tropas de su mando. Firmado Riesco.[7]

Claro ejemplo de que a las partidas de paisanos había que armarlas, y tener lo necesario para su buen funcionamiento y defensa, las cosas iban funcionando despacio pero eficazmente. Con fecha 22 de abril de 1809 el Marqués de Monsalud y Juan Hernández, escriben a la Junta Suprema para dar noticias de las partidas de paisanos y su buen funcionamiento.

Para dar a V. M. noticias de los progresos de nuestros anhelos en defensa de la patria, trasmitimos que, conviniendo ser uno de los medios más eficaces para batir al enemigo en esta provincia una alarma general con el carácter de religiosa, por serlo así la causa que defendemos mediante la lapidación que hacen los franceses a los objetos sagrados y profanos de nuestro reino, se han formado hasta ahora en Extremadura tres cuerpos de paisanos armados, al mando de tres vocales de esta junta. Estos llevan por insignia la bandera de la Santa Cruzada, con que en otros siglos pasados se persiguió y se venció a los herejes y paganos. Según los últimos partes, se han rechazado repetidas veces al enemigo, cogiéndoles prisioneros y despojos, libertando los pueblos a las contribuciones que piden los franceses; y obrando ofensivamente con tanta actividad que se desconcierta las operaciones del enemigo, continuando estos valientes extremeños con el mayor celo y patriotismo.

Dios guarde a V.M. muchos años. Badajoz 22 de abril de 1809.[8]

En este documento ya se habla de acciones importantes contra las tropas francesas que ocupan muchos pueblos extremeños, en el siguiente documento vamos a conocer una incursión de guerrilleros paisanos que apoyados por otras tropas van a darle un buen susto a un importante números de soldados franceses. Desde Nogales el Marques de Monsalud escribe a la Junta con fecha 2 de mayo de 1809, en su carta cuenta los acontecimientos sucedidos en Feria y otras villas de la zona, así como la nueva petición de armas y dinero para poner en pie tan dignísima obra de liberación de la patria.

…inmediatamente empecé a tomar todas las noticias conducentes para el mejor arreglo de este pelotón de paisanos, y poderlos subdividir en tercios que es el más análogo a su característica, y que considero más a propósito para las correrías contra el enemigo. Incomodándole e interceptándole víveres, y no dejarle tener ningún descanso en los diferentes pueblos que por desgracia ocupan. Así se ha empezado a verificar ya, pues habiéndose presentado a mis avanzadas, con fecha 30 de abril último, un paisano a quien obligaron los franceses a llevar una orden de su comandante en Santa Marta, por la que pedía raciones a la villa de Feria, amenazándola que si al otro día no se las llevaban irían con un fuerte destacamento a por ellas. Dispuse sin la menor dilación que el teniente de la compañía de tiradores paisanos D. Félix Sánchez Salinero, y el alférez del batallón de cazadores de Zafra, D. José Asensio, con 30 hombres de su batallón,  20 de dragones de Cáceres y algunos paisanos armados, fuesen a dicha villa  de Feria para impedir su saqueo y escarmentar al enemigo. Tuvo tan buen efecto esta providencia, que a cosa de una legua de este punto se encontraron con una partida de 25 dragones franceses con los que se batieron. Fue tan feliz el resultado, que se pusieron los enemigos en una precipitada fuga habiéndole cogido 4 prisioneros, uno de ellos bastante herido. Se les cogió seis caballos dejando a demás uno muerto en el campo, diferentes armas, 8800 reales en dinero, cuatro relojes, un vaso de plata y cruces, no habiendo sufrido nuestras tropas ni la más mínima lesión. Los prisioneros mandé fuesen llevados sin detención a la plaza de Badajoz, y que todo los demás efectos se vendiesen y repartiese su importe entre todos los individuos que se hallaron en la acción.
No puedo menos de hacer presente a V.M. el vigor que reina en estos paisanos, y los deseos que tienen de que se les presente ocasión de batirse con el enemigo, pero Señor, son como 156 paisanos tan solo los que tienen armas de fuego, y los restantes están armados de chuzos, arma a propósito para defender un punto parapetado, pero no para batirse a cuerpo descubierto. De los pocos paisanos montados que no pasa su número de 186, lo están en yeguas y jacas, pero al natural conforme se usa en este país; y la única fuerza que tengo disciplinada consiste en una compañía de cazadores de Zafra algunos hombres del regimiento dragones de Cáceres, aunque con tan cortos números, me prometo sin embargo cuando se presente la ocasión, que todos haremos un esfuerzo para hacer ver al enemigo el valor y patriotismo que reina en los valerosos extremeños; y si ser posible fuese que de la plaza de Badajoz se me pudiesen reunir aunque no fuesen más que 2000 hombres disciplinados, con unos doscientos o trescientos caballos, me prometía desalojar a los enemigos de Santa Marta, y los otros diferentes puntos que ocupan los enemigos en corto número por estas inmediaciones, como verá V.M. por la adjunta noticia que acompaño.
En fin, Señor, mis deseos son defender la patria como leal vasallo, y no omitiré diligencia alguna, para que en este punto que se me ha confiado se defienda, arrolle al enemigo interceptándole los víveres, e impedir sigan el saqueo en los pueblos que hasta ahora no han sido saqueados. Estoy trabajando incesantemente día y noche, para poner estos paisanos en términos que parezcan militares, y puedan hacer el servicio con algún conocimiento.
Hoy los hice formar, y los exhorte a que todos contribuyeran y se prestasen a defender hasta perder la última gota de nuestra sangre, en la justa causa que nos anima, y para mañana tengo dispuesto hagan el juramento solemne de fidelidad, como la primera base de todo militar.
También he oficiado a toda la justicia de los pueblos circunvecinos, exhortando la alarma general la cual  va surtiendo muy buenos efectos, por cuanto diariamente se van presentando en este punto infinidad de paisanos, pero sin armas.
No puedo menos de recurrir a V.M. para que mande se conduzcan a este punto algunos fusiles como también dinero para poder sostener y atender a lo mucho que cada día ocurre, pues la plaza de Badajoz considero no me lo puede facilitar, y a la alta penetración de su Majestad conocerá cuan indispensable son los dos auxilios que con toda sumisión pido.
Nuestro Señor guarde la importante vida de S. M. muchos años.  Nogales 2 de mayo de 1809.
Señor: El Marqués de Monsalud.[9]

Mientras tanto el Rey legitimo José Bonaparte, conocedor de los movimientos de hombres captados para la guerrilla a través de la alarma general, dictamina un decreto en el que dice:

Toda la persona que se aprehendiese y justificare ser gancho, así de soldado como de paisano para el servicio de nuestros enemigos, sufrirá la pena de horca, y sobre la puerta de la casa de su domicilio se colocará una tarjeta que declare su delito y castigo.
Todo individuo por cuyo auxilio, inteligencia o disimulo se hubiere enganchado algún soldado o paisano para el servicio del enemigo, sufrirá igual pena de horca si fuere paisano, o la de ser pasado por las armas si fuere militar.
El soldado o paisano, que seducido para pasar al servicio enemigo se delatase voluntariamente, será indultado de la pena que le corresponde, y el seductor o gancho sufrirá la pena señalada.
Palacio de Madrid a 24 de enero de 1809. Firmado YO EL REY.[10]

Nuestro siguiente documento prueba cuán necesaria era la organización en los pueblos de las partidas de paisanos,  hasta Alburquerque va una carta escrita de puño y letra desde la villa de Casas de Antonio por el general francés Villorte. En ella se insta al Alcalde de Alburquerque, para que éste, mande a la dicha villa donde se encuentran la tercera división de tropas del enemigo 720 raciones de pan. La contestación del Alcalde en nombre de la población no se hizo esperar,  pero mejor que sea el documento el que nos narre lo acontecido.

Después de la orden de su excelentísima el general Villorte, se manda al  Señor Alcalde de Alburquerque que mañana a medio día mandará a la villa de Casas del Antonio -720-  panes de a tres libras cada uno. Si por acaso no se ejecutara la presente orden, se mandará rápidamente una guarnición francesa para una ejecución militar.
Villa de la Casa del Antonio 25 de abril de 1809. Le Comisaire de Guerres Bourgoui.[11]

Desde luego la contestación del pueblo de Alburquerque fue rotunda, al día siguiente dirigirán a través de su Alcalde Juan Hernández una carta demostrando al ejército francés su valentía y coraje, anta tan agresiva amenaza.

Alburquerque- 26-de abril- de 1809.

Señor comisario, el pueblo de Alburquerque no conoce otra autoridad más legítima que la de su Monarca Amado D. Fernando VII, a quién defenderán en estas sus fuertísimas murallas. Que estamos deseando ver las águilas de rapiña francesas, para darles las 720 raciones de pan con las bocas de sus cañones.
De todos sus habitantes[12]

Una contestación plausible y patriótica, que hará que los franceses se intenten vengar de lo dicho en dicha carta, en otra villa cercana a Alburquerque. Los franceses van a sorprender a la población de Villar del Rey a horas de la noche, al no haber en dicha Villa ningún ejército para defenderse de la intrusión del enemigo, van a ser los propios vecinos y al final los paisanos de la plaza de Alburquerque los que hagan retroceder como dice el documento a las águilas  de rapiña francesas. Pasemos a conocer los acontecimientos que se vivieron en dicha población, el mismo día que el Alcalde de Alburquerque contestó al General  francés Villorte.

El 26 a las dos de la madrugada tuve aviso de Villar del Rey, de que los enemigos habían penetrado hasta allí, y que aquellos naturales se defendían con la mayor valentía. Los mismos pedían auxilio a esta Plaza, inmediatamente hice tocar generala en este pueblo, quedé a la gente formada con la partida de caballería al mando del alférez D. Gabriel Corrales, y algunos eclesiásticos. Salí para Villar del Rey donde encontré la gente en movimiento, las cuales iban a ser dispersadas y con ello desamparar al pueblo por parte de las tropas enemigas. Mi presencia con el auxilio de tropas y algunas providencias, enaltecieron a aquellos naturales que prometieron morir antes que abandonar la justa causa de su defensa. Yo les prometí todo mi auxilio, arreglando el modo de que se les diera raciones capaces de sostenerse, y una ayuda para las mujeres e hijos. Allí supe que los franceses en número de 40 caballos, habían penetrado hasta los arrabales, el pueblo no pudo contener y salió con entusiasmo, pero se precipitó, y antes de tiempo le disparó algunos escopetazos. El cobarde enemigo contestó con algunos tiros poniéndose en precipitada fuga, la oscuridad de la noche les proporcionó librarse con sus caballos, a pesar de todo fueron perseguidos unas leguas por nuestros valientes paisanos, y  al frente de ellos el cura párroco de Villar del Rey, que es seguramente un buen comandante. El mismo Párroco organizó y armó a la gente del pueblo, y el resultado de esta acción ha sido un dragón muerto con un caballo también muerto, algunas armas con sus municiones y otras cosas que se encontraron en el camino.
Se me ha presentado el capitán D. Francisco Zuarnayar, que conduce una partida de paisanos de 80 hombres dispuestos pero desarmados, me ha parecido que en vista de los movimientos del enemigo era muy conveniente detenerle en esta plaza por algunos días, y servirnos de sus fuerzas en caso de ser atacados. Esperamos que su Señoría nos mande algunos fusiles para poder armar a toda esta gente.
Como verá su Majestad en el pliego que recibí ayer de un vecino de las Casas de D. Antonio, en el cual se pedía las 720 raciones de pan por parte del general francés, vera que en  mí respuesta no temo a los enemigos, y al conductor de dicho pliego lo tengo arrestado, para evitar que el enemigo sepa nuestra situación y fuerzas.
Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Alburquerque- 27 de abril de 1609.
Juan Hernández.[13]

De momento, las partidas dirigidas desde Alburquerque y Nogales estaban aportando a la causa de la guerra un gran éxito en los alrededores de dichas plazas; el Marqués de Monsalud por un lado, y Juan Hernández por otro, estaban creando problemas al enemigo francés cuando éstos se acercaban a una villa para saquearla. Conozcamos a continuación algunos pueblos  que estaban ocupados por las tropas de José Bonaparte, y la totalidad de hombres del ejército de dicho Rey que ocupaban dichas villas.

Noticias de las fuerzas enemigas que ocupan los pueblos que a continuación se expresan.
En la Fuente del Maestre hay 1500 hombres de infantería y caballería, siendo de la primera arma la mayor parte, todos se hallan dentro del pueblo con dos obuses y dos cañones pedreros o de montaña.
En Villalba 90 hombres de caballería, y están situados fuera del pueblo en unos cañaverales que están detrás del castillo.
En Santa Marta 300 o 400 hombres de caballería, y están situados en unos olivares detrás de la Iglesia, y algunos dentro del pueblo.
En el Aceuchal 600 hombres de caballería con cuatro violentos, advirtiendo que la infantería que había en esta villa pasó a la de Fuente del Maestre.
En Almendraljo de 400 a 500 hombres de infantería, y como unos 90 son de caballería.
En Mérida de 1600 a 2000 hombres de infantería.
No pasan de 20.000 hombres los que tienen repartidos en los diferentes pueblos de la provincia de Extremadura, incluso 3000 de caballería.

Nogales 2 de Mayo de 1809. El Marqués de Monsalud.[14]

Los jefes de partida de paisanos en Extremadura seguían en sus trece de seguir recordándole al rey sus necesidades en armamento para las milicias de los pueblos. El Marqués de Monsalud volverá a escribir a la Junta pidiendo le mande fusiles para sus hombres, ya que serán de mucha más efectividad todas las operaciones dirigidas contra el ejército francés.

El Marqués de Monsalud encargado del mando y organización de los tercios de paisanos, que se arman en Extremadura para contener las correrías del enemigo e incomodarles en todo los puntos que ocupa, hace presente a su Majestad, que los esfuerzos y operaciones de esta nueva milicia serían muchos mayores, si se les pudiese proporcionar el competente número de fusiles. Y como su Majestad considera muy conducente, facilitarles todos los auxilios que sean compatibles con las circunstancias, para sacarles todo el partido posible al valor que demuestran los paisanos extremeños. Por todo lo cual pido, nos sean facilitado armas y caballos para poder llevar acabo tan justa causa.
El Marqués de Monsalud.[15]


Las solicitudes repetidas de unas necesidades tan básicas comenzaron a dar sus frutos, con fecha 5 de mayo el Marqués de Monsalud va a recibir una carta de la Junta, en la cual  expresa su satisfacción por todos los acontecimientos, así como la aprobación de caudales para armar las milicias extremeñas.

Las disposiciones que V.E. ha tomado para organizar en tercios, los paisanos que se van reuniendo para resistir al enemigo, impedirán las correrías y salvar de sus atroces rapiñas los pueblos que han tenido la fortuna, de no haber sido visitados por esos forajidos. Todo lo pedido ha merecido la aprobación de su Majestad, convencido de que el orden y la disciplina son las bases de toda fuerza militar, y que el valor del hombre que pelea dirigido por un jefe activo y talentoso, es capaz de todo. No duda que V. E. dará gran impulso a sus operaciones, y se hará digno de la gratitud nacional y de su Majestad, el cual proporcionará todo los auxilios que pueda a cuyo fin comunico en esta misma fecha. Se ha comunicado la correspondiente cedula al Ministerio de Hacienda y Guerra para facilitarle caudales y armas, y su majestad tendrá mucha satisfacción en colocar a V.E. en el número de los primeros beneméritos de la patria. Así ha  acordado su Majestad lo diga a V.E. como lo ejecutó para su Inteligencia y gobierno, en contestación de su papel de 2 del corriente.
Alcázar de Sevilla 5 de Mayo de 1809.[16]

Una vez recibida la orden de aprobación, solo queda esperar la venida del armamento, éste llegará desde Portugal, y el encargado de traerlo será D. Joaquín de Ibarra.

El Rey nuestro Señor D. Fernando VII, en reunión de Junta Central Suprema de Gobernación, ha tenido bien nombrar al coronel de artillería D. Joaquín Ibarra, para que pase a Lisboa encargado de comprar fusiles útiles para nuestro ejercito. Lo participo  a V.E. de real orden para su inteligencia y gobierno. D. Fernando VII.[17]

Una vez tenido el armamento, las partidas de paisanos quedarían armadas y dispuestas a luchar junto al ejército español, inglés y portugués, en favor de la Santa Cruzada y en contra de los enemigos franceses.  Las guerrillas de paisanos extremeños iban a ser consideradas vitales en toda la lucha por la liberación de Extremadura, su coraje y tesón a favor de la Santa Cruzada fue reconocido por Fernando VII. Las partidas extremeñas estuvieron a una altura envidiable, y sirvieron de ejemplo para que en otros lugares de España se siguieran la misma organización. Sin duda documentalmente hablando, las partidas más sonadas fueron las de Juan Hernández ocupando la zona de Alburquerque y pueblos cercanos, y la de  D. Antonio Murillo, que ocupaba toda la zona de Nogales y sus pueblos vecinos, sin olvidarnos de la cabeza visible de todo esto, el Marqués de Monsalud.
Pero mientras estos acontecimientos se sucedían, el rey José Bonaparte conocedor de todos los hechos, intentaba romper esa unidad de la masa local con decretos a favor de los hombres que formaban las guerrillas. Hasta los pueblos de toda España llegaban noticias de que el Rey José ofrecía plaza en el ejército Real y gratificaciones respectivamente a todo individuo que estuviese defendiendo las tropas insurgentes y se presentare voluntariamente. Desde Almagro con fecha 14 de enero de 1810 se va a lanzar dicho decreto, el mismo decía lo que sigue.

Don José Napoleón por la gracia de Dios y por la Constitución del Estado, Rey de las Españas y de las Indias.
Los enemigos de la felicidad de España, habiendo perdido toda confianza en sus armas, apelan al error y al engaño, persuadiendo a los que ahora militan en su servicio que serán maltratados y obligados a servir fuera del país, si se someten.
Queriendo que se haga Notorio y público el modo con que serán acogidos los que se presenten, y aceleren la época del completo sosiego de los españoles, hemos decretado y decretamos lo que sigue:
  1. el individuo militar que voluntariamente se presentare, sea de la clase que sea, podrá retirarse a su domicilio, si lo tuviere en provincia ya sumisa, y si no, siempre que respondan por él personas abandonadas.
  2. El que en igual caso prefiera continuar el servicio, será admitido y colocado en las tropas nacionales, y arma en que sirve, con su mismo empleo.
  3. Los soldados que se presenten trayéndose caballo o armamento recibirán por aquel si fuera de servicio, 500 reales, 60 por un fusil o carabina, y 20 por cada pistola.
Nuestro Ministerio de Guerra queda encargado de la ejecución del presente decreto. Firmado –YO EL REY- Por S. M. su Ministro Secretario de Estado-Firmado- Mariano Luís de Urquijo-[18]

Las guerras se ganan a veces en el campo de batalla, pero no es menos cierto, que con leyes y decretos se puede paralizar a mucha población ante el miedo evidente de que se les secuestre sus bienes. El siguiente decreto del Rey José intentaba frenar a todos los partidarios de la causa de Fernando VII, para ello utilizará la amenaza.

Don José Napoleón por la gracia…
Informado de que entre los habitantes a quienes los sucesos de la guerra han alejado de sus hogares, hay algunos que huyen con la intención evidentemente culpable de calumniar la conducta de las tropas que mandamos, y de mantener a los pueblos de donde se retiran, y aquellos adonde van, en los funestos errores que les han inspirado nuestros enemigos con el objeto de prolongar las turbulencias que tienen asolados estos países.
  1. En cada pueblo ocupado por el ejército, se formara una comisión de tres miembros: el Alcalde será individuo de dicha comisión, y la presidirá.
  2. Formará una lista de los propietarios ausentes.
  3. Dispondrá del producto de los bienes raíces, y de los muebles y efectos pertenecientes a las personas ausentes, para ocurrir a los gastos extraordinarios de guerra, y aliviar de estas cargas a los habitantes que hubiesen permanecido con confianza en sus hogares.
  4. los curas y cualquier otro empleado civil o militar que hubiese huido, serán reemplazados provisionalmente; y si 8 días después no hubiesen vuelto a sus puestos, se les considerará como los que han abdicado, y se proveerá a su reemplazo definitivo.
  5. el mismo término se concede a los habitantes que se hayan fugado. No se admitirán las reclamaciones que puedan hacer sobre las disposiciones de las ventas de sus bienes hechas durante su ausencia.[19]

Espero que estos datos, contribuyan a un mejor reconocimiento de una realidad histórica que alberga muchos mitos, mitos creados por intereses determinados, que a veces utilizados desde ciertos poderes fácticos, contribuyen a confundir y desnaturalizar la verdadera historia de España.





Dejamos atrás estas pequeñas historias de los tercios de paisanos, y nos vamos a la caza de documentos que nos narren acontecimientos vividos en Extremadura. Para ello, vamos a utilizar las cartas de guerra donde se nos explicarán los movimientos y situaciones de las tropas, que en muchos casos van a ser favorecidas, gracias al trabajo de las guerrillas


CARTAS DEL DEPÓSITO DE GUERRA.


SITIO DE OLIVENZA Y ACCIONES EN SANTOS Y USAGRE

Desde el 19 en que di cuenta a V. E. de la memorable Batalla de La Albuera, ha continuado el enemigo su retirada hasta Llerena donde permanece la principal fuerza de su infantería y artillería, teniendo una vanguardia de caballería en Usagre, otra en Bienvenida, y una división a todas armas en Villagarcía. Las tropas de vanguardia del ejercito combinado, le han seguido de cerca en todos sus movimientos, y el día 25, se condujo la caballería enemiga con tanta impericia sobre usagre, que 600 caballos fueron acuchillados por los dragones pesados ingleses en términos de matarles unos 140 hombres y cogerles prisioneros, con solo la perdida de dos dragones muertos y tres heridos: no pudiendo el grueso de la caballería enemiga hacer otra cosa que presenciar este degüello sin arbitrio para evitarlo.
La pérdida de los enemigos en la Batalla de la Albuera, fue mucho mayor de lo que pensábamos: ellos mismos la gradúan de once mil hombres y las noticias más moderadas de nueve  a diez mil de su fuerza actual, se calcula de catorce a quince mil infantes y 250 caballos: se les muere la mayor parte de los heridos, y en los pueblos de su transito nos han dejado un crecido número que ha sido preciso socorrer, internándolos en Portugal por no poder darse abasto a tantos hospitales, teniendo que surtirlos de todo genero de efecto, con requisiciones echas en estos desgraciados pueblos a costa de mil sacrificios, y del incesante celo de la Junta Superior cuyas activas provisiones no puedo dejar de aplaudir.
El cuerpo expedicionario del Señor Blake con parte del ejercito aliado, se mantiene de observación sobre los movimientos del enemigo, y el resto con la infantería y artilleros del 5º ejército de mi mando que se ocupan del sitio de Badajoz: en cuyos preparativos hay tanto mayor actividad, cuanto más escasos los recursos; el 5º ejercito carece enteramente de medios de transporte, y de todo lo que pertenece a trenes de batía; el país está igualmente exhausto después de las requisiciones que hicieron los enemigos para el sitio de Badajoz, para su retirada cuando llegó el ejercito aliado, y para la que ahora ejecutan; de modo que los poquísimos carros y carretas que se encuentran, apenas pueden desempeñar las conducciones de víveres y de heridos. En tales circunstancias hay mil trabajos y dificultades para traer de Yelves la artillería, y demás efectos de sitio contra Badajoz siéndome ahora más que nunca sensible esta falta absoluta de recursos. Por el atraso que deben experimentar los grandes planes de Lord Wellington, que pudiéndole yo prestarle todos los auxilios que se requieren, para la reconquista de una plaza que quisiera tomar por momentos como que ha de ser la base, de donde han de partir las operaciones ulteriores. Todo esto quiere decir, que los acopios y preparativos han de ser lentos y molestos, por verificados hasta el termino en la ejecución lo que ahora atrasa la necesidad.
Dios Guarde a V. E. Muchos Años. Cuartel General de Olivenza 31 de Mayo de 1811. Excelentísimo  Señor Castaños. [20]

Avancemos  en esta búsqueda de documentación sobre la Gguerra de la Iindependencia,   descubramos momentos interesantes, espacios cargados de tensión e incertidumbre, cartas llenas de pasión y sabiduría militar. La siguiente carta, también se escribe en la villa de Olivenza.

Excelentísimo Señor Jefe de Estado Mayor General.

Ayer vino al cuartel General a este pueblo donde nos recibieron con los testimonios de mayor alegría. Al paso por las inmediaciones de Olivenza, pude ver la situación de las tropas aliadas que atacan dicha plaza, las que se encuentran ocupando una obra abandonada de la misma plaza abandonada por los sitiados, donde los ingleses tenían al concluir una batería de 4 piezas que ya tenían allí, y que debían obrar la noche anterior: Esta obra dista de la plaza 70 u 80 toesas, así es probable dure poco sin resistencia, la guarnición no pasa de 300 hombres, y solo tiene 2 piezas de a 12 útiles, y 2 de a 4; anteayer al llegar a Jurumeña hallamos 56 soldados nuestros a quienes la misma mañana echaron los enemigos de Olivenza , y se hallaban allí curándose de sus heridas del 19 de febrero, estos han declarado lo dicho, y que tenían solo 300 raciones de galletas.
El General Coll con su división anglo-portuguesa manda estas tropas, 1000 hombres el camino de Jurumeña, con 1900 el de Badajoz,  1000 los olivares de la parte llamada el calvario, donde es el ataque, y 500 avanzados en la misma dirección, fuertes patrullas de caballería portuguesas son las que perfeccionan en parte el bloqueo.
Nuestra 1ª división permanece en Mérida, la caballería en Almendralejo extendiéndose hasta Zafra, que aun se duda hayan abandonado los enemigos; de nuestras 6 piezas de artillería aun no ha dispuesto el Mariscal Beresford, por lo que ha de permanecer en Jurumeña; hoy ha venido aquí el Batallón del Rey, que quedó para tomar el armamento. Beresford está en La Albuera, y ocupa con tropas suyas a Talavera la Real.
Nuestro Señor Guarde V.E. Muchos Años. Cuartel General de Valverde 19 de abril de 1811.  Firmado Martín de la Carrera.

El mismo Martín de la Ccarrera escribe una segunda carta donde cuenta lo siguiente.

Excelentísimo Señor Jefe del Estado Mayor General

Ayer vino al cuartel general de este pueblo un correo, donde supimos que nuestros tiradores de caballería, unidos con la caballería inglesa alcanzaron un cuerpo de 600 caballos enemigos entre Los Santos y Bienvenida y le cogieron 150 prisioneros, y mataron e hirieron otros muchos; elogiando el Mariscal Beresford el manejo de nuestra caballería que ayer mandó adelantarse a Usagre para hacer un reconocimiento, quedando después en Villafranca.
Se ha interceptado al enemigo una carta en cifra cuya copia mandé a el Señor General en Jefe, en que el General La Tour Nembourg confiesa al general Marracin su grande perdida, diciendo había sido cargado por dos mil caballos la mitad ingleses. Otra carta de Marracin fechada el 13 se interceptó también, y por ella se ha visto que fue de poca consecuencia el descalabró del general Vallestero, quien ayer estuvo personalmente en Zafra, Santa Marta e inmediaciones, y nuestra caballería en Villafranca, y la infantería permanecía en Mérida ayer.
Los enemigos se hayan concentrados en Llerena con su destacamento de 3000 infantes y 100 caballos en la Calera, sabiendo cuanto ocurre por haber recibido yo la correspondencia extraviada con duplicados estados y demás, tranquilizándome por este medio de la perdida que recelaba de los documentos remitidos el 15 de Marzo.
Dios Guarde a V.E Muchos Años. Cuartel General de Valverde 18 de abril de 1811. Firmado Martín de la Carrera. [21]

CORREOS INFORMATIVOS CON LA JUNTA PROVINCIAL

Los rápidos movimientos de esta división no me han permitido hasta ahora dar a V. S. un parte circunstanciado de los felices acontecimientos de los días 16 y 17, consiguiente  a la gloriosa acción del 12 en Villafranca, se hallaba el 16 la división de Almendralejo, debiendo salir aquel día para Los Santos, a donde habían pasado ya los tiradores con intención de incomodar al enemigo en su retirada, obligándole a precipitarla.
El Mariscal Beresford con las tropas inglesas de su mando se hallaban en Santa Marta, y Fuente del Maestre, se trasladaba  el mismo día a Zafra y Los Santos; los enemigos que de resultas de la acción del 12 habían evacuado a Los Santos y tenían en Usagre su cuerpo de Infantería con algunas artillería, y carruaje, rescataron un cuerpo de 500 caballos para hacer un reconocimiento sobre Los Santos; de manera que casi a la misma hora y por diferentes direcciones emprendimos nuestra marcha los inglese, españoles, y franceses, para concurrir en un mismo punto sin saber unos de otros.
Como los enemigos tenían menos distancias que andar, llegaron los primeros al punto céntrico, donde sólo encontraron a Soto con 40 tiradores, que ha pesar de la superioridad de fuerzas les hizo frente, entreteniéndoles con tiroteos, mientras dio parte al Mariscal Beresford, que se hallaba ya en Zafra, quien le mandó se fuese replegando sobre el camino de Fuente del Maestre, entreteniendo a los enemigos lo más que pudiese.
Nuestra división se hallaba a legua y media de Los Santos cuando llegó este parte, y como no teníamos una noticia exacta del paraje en que se hallaban las tropas inglesas, tomamos desde luego la dirección de la Fuente del Maestre con el objeto de sostener a Soto en su retirada; pero a poco rato se recibió aviso de que los ingleses se hallaban muy próximos  a Los Santos, y que los enemigos se iban retirando, por lo que inmediatamente nos pusimos al trote y galope con dirección a los Santos, a donde solo pudimos llegar a tiempo de ser espectadores de la rota hecha en los enemigos por la caballería inglesa, en la que tuvo también mucha parte nuestros tiradores, siendo los primeros que rompieron el fuego, les persiguieron en su retirada hasta media legua de Usagre.
La perdida de los enemigos en esta acción, consistió en 234 prisioneros con 7 oficiales, entre ellos un teniente coronel, 6 u 8 muertos y muchos heridos; por manera, que los regimientos Nº 2 Y 10 de Husares que eran los que componían los 500 caballos, se puede decir que han perdido su existencia.
Concluida la acción, fue destinada la división a Villafranca, para cubrir el flanco izquierdo del ejército británico; al día siguiente pasó el mariscal Boresford al comandante general de la división, para que con toda la fuerza de su mando hiciese un reconocimiento sobre Usagre. Nos pusimos en marcha inmediatamente, y habiendo llegado a las cinco de la tarde a vista de las avanzadas enemigas, se reconoció bien la posición la posición que ocupaban, averiguando por las relaciones uniformes de diferentes paisanos del pueblo, que los enemigos en la villa de 500 a 600 caballos, tres pieza de artillería, de todo lo cual se dio parte al mariscal; pero no contento el comandante general Conde de Penne, con haber desempeñado su encargo hasta este punto, quiso probar la figuración de un ataque a los enemigos, para experimentar el efecto que percibía, y reconocer más exactamente sus fuerzas que sin duda las pondrían a nuestra vista. Con esta intención hicimos como una cura de alto, como en ademán de esperar nuevas fuerzas; y al cabo de este tiempo dividimos las nuestras en diferentes columnas, que marcharon por varias direcciones, y se pusieron al trote al mismo tiempo, que los tiradores cargaron sobre las grandes-guardias; advertido este movimiento por los enemigos, cuando creíamos que saldrían hacernos frente, o nos esperarían con la infantería, y artillería en la ventajosa posición que ofrece el pueblo, vimos que saliendo precipitadamente de el, se retiraron por el camino de Villagarcía, por lo que realizamos nuestro ataque, y se retiraban a paso muy vivo, no dejaron de alcanzarlo los tiradores, incomodando bastante a su retaguardia, se les cogió dos caballos y una carga de equipaje.
Como la noche estaba ya muy próxima y su infantería se acogió al monte de VillaGarcía, no nos fue posible perseguirles más que hasta este punto, restituyéndonos a Usagre después de anochecido, con la satisfacción de haber desalojado de el a un cuerpo de fuerzas casi duplas a las nuestras, y compuesto de las tres armas.
Las tropas que se hallaban animadas con sus triunfos anteriores, y llenas de confianza del digno jefe que las manda, manifestaban el sentimiento de que hubiese venido tan pronto la noche a pesar de las superiores fuerzas que tenían a la vista.

Dios Guarde V.S. Muchos Años. Llerena 20 de Abril de 1811. Joaquín Montemayor. Señor D. Martín de la Carrera.[22]

MOVIMIENTOS  Y OPERACIONES

La siguiente carta es de un general francés al príncipe de Wagram, él mismo cuenta a sus superiores las posiciones de los españoles que ocupan Mérida, antes de ser atacadas por éstos y obtener el ejército francés su rendición.

Calzada 27 de abril de 1811.

Señor conde de Belliard mí general. Luego que llegué a Navalmoral supe que el mariscal duque de Trevíse había marchado a Andalucía con su cuerpo después de haber dejado una guarnición en Badajoz; el enemigo ocupaba las zonas de Los Santos, Almendralejo, Villagrcía, y el Montijo y otro cuerpo de soldados españoles ocupaba Mérida: a pesar de todo esto el 21 pasé el tajo, el 22 fui a Trujillo y el 23 a Miajadas. Las noticias de la posición del enemigo se confirmaban más y más, y aquí supe que el duque de Trevise estaba en Llerena.
El 24 mandé un reconocimiento de 300 caballos sobre Mérida con orden de hacerlo a fondo, afín de saber la fuerza del enemigo, en el lugar de San Pedro dos leguas distantes de la ciudad encontró una avanzada enemiga a la cual persiguió; habiéndose detenido a la entrada de dicha ciudad, el comandante notó que el enemigo hacía un movimiento general y enseguida se retiró, sin empeñarse sobre Miajadas según mis intenciones; la fuerza de los españoles en Mérida era de unos 1990 hombres y dos piezas de artillería para defender el paso del puente romano y ocupar un antiguo castillo que le guarda.
En este estado de cosa, no teniendo ninguna noticia de nuestros puestos avanzados,  he creído que el partido más prudente era el de retirarnos; podría haber forzado al enemigo en Mérida, pero después me hubiera hallado muy embarazado faltándome dos días de marcha para llegar a Badajoz, pero sobre todo por el convoy que llevábamos con mucha lentitud. Si las tropas españolas nos hubieran perseguido, no hubiéramos llegado sin perderlo enteramente. Firmado el general de la división Darmagnac.[23]

EL COMANDANTE GENERAL MENDIZABAL, COMUNICA AL MARQUÉS DE LA ROMANA LOS INCOMVENIENTES QUE EXISTEN PARA VOLAR EL PUENTE DE MÉRIDA.

Excelentísimo Señor:

En vista del oficio de V. E. de hoy, en que se sirve prevenirme de tomar las disposiciones convenientes para preparar, los hornillos necesarios y efectuar la contaduría de los puentes del Guadiana en este punto y Medellín, he pedido desde luego al comandante general de artillería los útiles y demás que son indispensables para su ejecución. Ya pasando después a examinar el de aquí con el Coronel D. José de la Fuente, para inspeccionar el arco o arcos que deben volarse, hemos reconocido la madre del río y en esta parte tiene unas 990 varas, y  lo mismo el largo del puente, que todos sus arcos son pequeños y bajos, y que habiendo en sus partes varias islas y ruinas, es muy fácil dirigir la corriente de las aguas por entre dos de ellos o entre una de las mismas, por consiguiente quedará en seco el arco o arcos que se cortaren. Esta circunstancia y la poca altura del puente, proporciona que se pueda llenar con prontitud el hueco del arco cortado, y habilitar el paso en pocas horas sino está defendida con alguna infantería. Pero prescindiendo de todo esto, la calidad de la madre y orillas de este río y las aguas que ordinariamente lleva, pocas veces son suficientes a obstruir los muchos vados que tiene y por donde lo atravesará el enemigo cuando se convenga, sin necesidad de tomarse la molestia de reponer las cortadura, que solo serían perjudiciales a los movimientos que intentaremos, y a la fácil comunicación y condición de os víveres.
Todo lo hago presente a V. E. para que su vista se sirva determinar si he de preparar o no los hornillos para volar el puente, porque hasta que no reciba su contestación nada haré, y entre tanto que reciba las órdenes de V. E. y lleguen los útiles y demás, pasaré al reconocimiento del de Medellín, la proximidad del enemigo me permite pasar aquel punto.

Dios Guarde a V. E. Muchos Años. Mérida 7 de enero de 1811. Firmado Gabriel de Mendizábal. [24]

EL MARQUÉS DE MONSALUD COMUNICA LA SITUACIÓN DE LOS ALIADOS EN VILLAFRANCA Y MÉRIDA Y DEL ENEMIGO EN HORNACHOS Y PALOMAS.

Las tropas aliadas al mando del general Hill, con la vanguardia de este ejército de mi interino mando, se han concentrado, y ocupan una línea entre Villafranca y Mérida, y la caballería en su vanguardia  entre Rivera y la Zarza.
Los enemigos se han situado entre Hornachos y el pueblo de Palomas manteniendo una columna móvil en el partido de la Serena y otra entre el Guadiana y el Tajo. Según me manifiesta el general Hill trata de atacarlos, y solo aguardaba se adelantase el mariscal Lord Wellington sobre las reliquias del ejército de Marmont para verificarlo. Este instante lo deseamos de un momento a otro, pues quedará la provincia libre, y se podrá recoger la cosecha, que a pesar de lo mucho que derrota el enemigo la abundancia en los puntos que ocupa ofrece bastantes recursos para la manutención de este ejercito.
Lo que pongo a noticia de V.E. para que lo eleve a S. A. la regencia del reino para su debido conocimiento.
Dios Guarde a V.E. Muchos Años. Cuartel General de Valencia de Alcántara, 2 de agosto de 1812. Firmado el Marqués de Monsalud.[25]

LAS FUERZAS ENEMIGAS OCUPAN MÉRIDA Y DON BENITO, Y NUESTRAS TROPAS  MONTANCHEZ, CÁCERES Y SUS INMEDIACIONES.

Según las noticias recibidas, parece que los enemigos han abandonado Plasencia marchando las tropas que lo ocupaban a reunirse con el resto del ejército del mariscal duque de Ragusa, establecido entre Talavera y Toledo; pero no estoy  aun bien seguro de la verdad de esta noticia, para podérsela dar a V. E. como positiva. Los enemigos han ocupado Mérida y D. Benito con 2000 mil hombres y 400 caballos y tres piezas de artillería, más hasta ahora no han pasado de aquellos puntos. Firmado el Marqués de Monsalud.[26]

ENTRADA EN MÉRIDA DE LA COLUMNA MOVIL ENEMIGA DEL BARÓN DE SAN POL.

Entró en Mérida el 2 de febrero de 1812 deponiendo a los ingleses, lo sé por los partes recibidos  ayer del jefe del estado mayor de la división de vanguardia; se sabe que la columna móvil enemiga del Barón de San Pol, con 700 hombres y 150 caballos entró en Mérida; añadiéndose le seguía el conde de Erlono con algunas Tropas más. En consecuencia de estos avisos el comandante general de la vanguardia, el conde de Penne, ha prevenido que todos los depósitos  de infantería y caballería embarazosos de la división, estén dispuestos a pasar el Salor al primer aviso. Me persuado que los enemigos  no se atreverán a seguir sus movimientos en atención, a que el cuerpo de tropas aliadas al mando del general Hill, ha vuelto a ocupar las antiguas posiciones  de Portoalegre y Alburquerque.

Valencia de Alcántara 6 de febrero de 1812. Firmado Antonio Roselló.[27]

LLEGADAS DE LOS ALIADOS AL GUADIANA, EVACUACIÓN DE VALENCIA DE ALCÁNTARA Y ALBURQUERQUE, OCUPACIÓN DE MÉRIDA Y OTRAS OPERACIONES.

Después de haber dado cuenta a V. E. en particular de los movimientos y acciones ocurridas en este 5º ejército, pudiendo considerarse ya el estado actual de la provincia de Extremadura, como primera época de las operaciones del ejercito aliado y del 5º de mí mano, voy a dar a V. E. un resumen de todas ellas y sus resultados, con tanta brevedad como corresponde a los rápidos progresos de estas fuerzas combinadas.
Desde que las tropas portuguesas al mando del mariscal Beresford, y las españolas del general Mendizábal puestas en movimientos se dejaron ver hacia Campomayor, el día 24 de marzo último, abandonó el enemigo súbitamente esta plaza, y con el mismo tiempo las de Valencia de Alcántara y Alburquerque, no sin grande perdida por la carga que dio la caballería anglo-portuguesa a la columna enemiga que retiraba de Campomayor a Badajoz, quedando nuestros ejércitos sobre la raya que divide la Extremadura de Portugal, repartida las tropas aliadas en Yelves y Campomayor y las españolas en Alburquerque.
En este estado acordé en Yelves con el mariscal Beresford, el plan de operaciones que debíamos seguir y empezar el día 4 como manifesté a V. E. con fecha de 31 de marzo último. Dadas todas las disposiciones e instrucciones por nuestra parte respectivamente, se trabajó sin cesar aquellos días en la construcción de un puente sobre el Guardiana al frente de Jurumeña, que no pudo realizarse para el día señalado a causa del malísimo tiempo y aguaceros que hicieron crecer considerablemente el río, cuyo paso hubo de hacer el ejército aliado con lentitud por medio de algunas barcas durando esta operación cinco días.
Entre tanto la caballería española desde Alburquerque al mando del brigadier conde de Penne Villemur, se dirigió al Villar del Rey en la noche del 3 al 4 de este mes; al día siguiente arrojó la caballería enemiga del Montijo, causándole la perdida de 5 hombres muertos y 7 prisioneros con armas y caballos; les cortó después la comunicación por el Guadiana, quemando todas las barcas que les servían de paso, especialmente la de Lobon, que fue tomada al enemigo por el arrojo y valor de cuatro soldados escogidos para este fin.
El día 8 que acabo de pasar el Guadiana el ejército aliado, entró por la noche el conde de Penne en Mérida, desde allí hizo retroceder a Córdoba un gran convoy que se dirigía a Badajoz, interceptando ciento y tantas fanegas de grano, y crecida porción de ganado lanar que destina para la subsistencia de sus tropas exhaustas de todo recurso en aquel momento.
A este tiempo el ejército aliado marchó sobre Olivenza, cuya guarnición no quiso capitular por primera ni segunda intimación, siendo preciso bloquearla y disponer baterías que abriesen una entrada por la muralla, para lo cual quedó una división del ejército aliado al mando del general Coll encargado del sitio de Olivenza, y las demás tropas se dirigieron el día 11 sobre Valverde de Leganes y La Albuera.
Luego que el conde de Penne estableció su posición militar en Mérida, sostenido por un batallón ligero de catalanes que envié a sus órdenes, se supo que una columna móvil del enemigo se retiraba desde Montánchez al tajo; que los destacamentos enemigos de Talavera la Real y de Lobon se habían retirado igualmente. Que el mariscal Mortier con 4000 hombres de la guarnición de Badajoz, había marchado por Santa Marta a Usagre, saliendo el día 10 de este punto para Guadalcanal, y que no había quedado en Badajoz suficiente caballería para poder dar un golpe en Mérida. Pero se ignoraba cual fuese la verdadera posición de las tropas de Portier, y de las que se retiraron de La Albuera a Fuente del Maestre, Zafra y Los Santos, constando únicamente que se hallaban en Villafranca 230 caballos enemigos, que hacían sus descubiertas hasta Almendralejo, y era la vanguardia de Latour Maubourg, sin embargo el conde de Penne fue el día 13 a atacar la caballería enemiga de Villafranca, la arrojó de su posición por medio de sabias maniobras y la persiguió matando 6 hombres,  hiriendo muchos y cogiendo 25 prisioneros con 26 caballos, a pesar de ser inferiores nuestras fuerzas; a cuya consideración y la de hallarse inmediato el pueblo de Los Santos donde se hallaba el grueso de la caballería enemiga con infantería y artillería, le obligó hacer alto y después retirarse.
El general Ballestero que había venido con sus tropas a Fregenal para operar correlativamente con los ejércitos de Extremadura, tuvo que retirarse el día 13 a Jerez de los Caballeros, después de haberse batido con la división de Garzan que fue a atacarle al día siguiente a Jerez; pero Ballesteros no se esperó y siguió en retirada hasta Salvatierra donde no se atrevió a llegar Garzan.
La guarnición de Olivenza se rindió a discreción el día 15 en número de 350 hombres, y quedando disponible la división del general Coll para incorporarse al ejército, se trató de adelantar sobre el enemigo, que se había retirado a Usagre. A este fin pasó el mariscal Beresford a Zafra el día 16, a tiempo que la caballería del conde de Penne se hallaba en peñada a una legua de Los Santos en dirección a Usagre; resultando con el oportuno socorro de un cuerpo de caballería ingles, la gloriosa acción de que di parte a V. E. con fecha del 19, siendo el fruto de 150 prisioneros y la vergonzosa huida del enemigo.
El día 17 dio el mariscal Beresford la comisión al conde de Penne, para que con la caballería española hiciese un reconocimiento sobre Usagre y Villagarcía, y las sabias disposiciones y maniobras del conde cambiaron el reconocimiento, en triunfo conseguido sin efusión de sangre por nuestra parte, y que debe merecer un distinguido lugar en el concepto de los militares, pues se vio un puñado de caballos españoles llevar delante de sí en vergonzosa huida, la caballería del enemiga de La Tour Maubourg, mucho mayor en número, e infinitamente superior en fuerzas por estar acompañadas de 3000 infantes con tres piezas de artillería, huida que no puede fijarse hasta donde hubiera llegado, si el conde de Penne hubiese podido contar con el auxilio de las otras dos armas como les tenía el enemigo; pero separado ya siete leguas del ejercito aliado, sin otro apoyo que el de las espadas españolas, por no haber sido su objeto más que el de un reconocimiento, hubo de hacer alto en Llerena el día 18 dejando que se fuese una parte de la división enemiga a Guadalcanal y la otra hasta Azuaga.
En este estado puede decirse, estar casi totalmente desocupada la Extremadura de Franceses, quedando en Badajoz solo una guarnición de 1500 hombres con remotas esperanzas de ser socorridas. Aunque la posesión de esta plaza sea ciertamente el principal punto que debía asegurarse como base, apoyo y centro de donde partiesen las 6 operaciones de los ejércitos en esta provincia, pareció más conveniente alejar antes a los enemigos del territorio aprovechando el momento de la superioridad de fuerzas, con que podíamos contar para conseguirlo. Por este medio se han reanimado de un golpe la esperanza y entusiasmo de los pueblos: se facilita la reunión de dispersos y alistados, con el restablecimiento del orden y autoridad legitima de los magistrados, así como los recursos para la subsistencia; pues de otro modo la escasez de víveres hubiera hecho extremadamente ardua la reconquista de Badajoz, y tal vez frustrada la empresa, teniendo que traer todos los auxilios del Portugal, y aventurarlos para la difícil comunicación del Guadiana, muy expuesta ha ser impracticable.
Ahora puede formalizarse el sitio de Badajoz más cómodamente, con cuyo objeto queda la caballería española y un batallón ligero de catalanes al mando del conde de Penne, en Llerena y Casar de la Reina queda la infantería española con alguna caballería al mando del brigadier Morillo en Mérida. La caballería anglo-portuguesa con dos piezas de artillería a caballo española en Usagre, Villafranca, Los Santos, y Zafra, y la división del general ballestero en Fregenal.
En conclusión: la llegada del ejército aliado sobre el Guadiana, la sorpresa de la guarnición enemiga en Campomayor: la evacuación de las Plazas de Valencia de Alcántara y Alburquerque, retirada del ejército francés dejando débiles guarniciones en Olivenza y Badajoz: ocupación de Mérida por nuestras tropas: rendición de Olivenza: acciones distinguidas de la caballería española: terror que sus operaciones bien concebidas y mejor ejecutadas han infundido a los enemigos, que buscaron en seguida en la fuga refugio en la sierra: libertar la Extremadura del yugo francés: inflamarse de nuevo y propagarse como una exhalación el fuego del patriotismo de este fiel pueblo extremeño, que corre lleno de confianza a las banderas y formaría ya un ejercito si hubiese armas y dinero; y por último restablecer la autoridad de los magistrados, y la consolidación de un gobierno interior que asegure la subsistencia y abrigo de las tropas, por medio de la Junta Superior de la Provincia todo ha sido obra de unos 20 días.
Este es el resumen de las operaciones ejecutadas bajo el plan que el día 30 de marzo y consecutivamente después con el mariscal Beresford, cuyos talentos militares, sabias disposiciones, y decidido interés por nuestra causa han sido los resortes más principales para conseguir los resultados felices y ventajosos, que tengo la satisfacción de anunciar a V.E. como precursores de otros más dilatados, que me prometo del poderoso apoyo de nuestros aliados.
Dios Guarde a V.E. Muchos Años. Cuartel General de Zafra 23 de abril de 1811. Firmado: Excelentísimo Señor Javier Castaño.

Espero que estos datos, contribuyan a un mejor reconocimiento de una realidad histórica que alberga muchos mitos, mitos creados por intereses determinados, que a veces utilizados desde ciertos poderes fácticos, contribuyen a confundir y desnaturalizar la verdadera historia de España.



[1] A. H. N. Sección Estado. Prontuario de las leyes y decretos del Rey Nuestro Señor, Don José Napoleón desde el año 1808.
[2] Ibidem.
[3] A. H. N. Sección Estado Legajo 9 A. Ordenes, decretos, reglamentos, proclamas y manifiestos.
[4] A. H. N. Sección Estado. Legajo 41 B. Sección de Guerra cruzada, tercios de paisanos y partidas de guerrilla comandadas por el Marqués de Monsalud en Extremadura
[5] Ibidem.
[6] Ibidem.
[7] Ibidem.
[8] Ibidem.
[9] Ibidem.
[10] A. H. N. Sección Estado. Legajo 48.  Prontuario de las leyes y decretos de José Bonaparte.

[12] Ibidem.
[13] Ibidem.
[14] Ibidem.
[15] Ibidem.
[16] Ibidem.
[17] Ibidem.
[18] A. H. N. Sección Diversos-Colecciones. Legajo 133. N 4. Prontuario de las leyes y decretos del Rey Nuestro Señor D. José Napoleón I del año 1810.
[19] Ibidem.
[20] A. H. N. Sección Diversos-Colecciones. Legajo 142. N 22.
[21] Ibidem.
[22] Ibidem.
[23] A. H. N. Sección Diversos-Colecciones. Legajo 134. N 69.
[24] A. H. N. Sección Diversos-Colecciones. Legajo 107. N 18.
[25] A. H. N. Sección Diversos-Colecciones. Legajo 114. N 9.
[26] A. H. N. Sección Diversos-Colecciones. Legajo 127. N 89.
[27] A. H. N. Sección Diversos-Colecciones. Legajo 114. N 79.

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