Expediente que remite el Tribunal de Llerena contra D. Diego Blázquez y
otros vecinos de Villanueva de la Serena por varios hechos cometidos en el
entierro de un perro.
Tubo principio
por delación que hizo al tribunal el 30 de agosto anterior ad. Pedro Nazareno
Nogales, diciendo que denunciaba el hecho escandaloso ocurrido el 25 del mismo
en desprecio de la religión y otras santas ceremonias.
Dice el
testigo: que D. Diego Blázquez Administrador de Rentas Reales, D. Galo Díez
Madroñero Gobernador de aquel Partido y otros de quienes no se acuerda, pero si
que hubo algunos oficiales del Regimiento de Mallorca, paisanos y sacerdotes seculares por una parte; y por la
otra D. Tomás Cortés, los SS. Bargueños y otros sujetos, habiendo ido a probar
un galgo de D. Diego Blázquez con otro que llevaba D. Tomás Cortés preparados
unos y otros para charquear al que perdiese, perdió el de Cortés. Y Blázquez
con los de su partido en la noche del mismo día, formó un entierro en el que
iban varios en dos filas a caballo con luces, y en medio, Blázquez haciendo que
lloraba; otro con un palo largo y en el un paño
negro que hacía de manga o pendón. También llevaban un copón o cofre cubierto
de otro paño negro con listas encarnadas, simulando que venía allí muerto el
perro que había perdido; y detrás tres o cuatro muchachos con camisas blancas
figurando sobrepellices, y aun le parece que llevaba una especie de bonete: que
estos cantaban unas coplas al parecer sacadas por un oficial de dicho
Regimiento, como si fueran salmos y lo cantaban en el tono que usa la Iglesia
en los entierros de los fieles.
Que enfrente de
la casa de este delator pararon, y puesta una mesa colocaron en ella el
figurado ataúd, y los muchachos entonces en tono de responso cantaron otra
canción: que hicieron según le parece haber oído, el asperger con una escoba y
que incensaron con un puchero y calabazón pendiente de unas cuerdas, detrás
iban unas mujeres de lloronas; lo que creé se repitió en varias calles del
pueblo.
Que de otras
particularidades escandalosas que hubo en otras cosas, no tiene la debida
noticia, pero que habiendo sido todo público, podrá averiguarlo el tribunal si
lo tiene por conveniente. Que le han dicho que el Gobernador no asistió, pero
que talvez fue que fomentó esta diversión o a lo menos la aprobó. Que el cura y
los sacristanes le dijeron que intentaron llevarlos, pero que el cura les mandó
se quedaran en su casa hasta tarde en la noche, diciéndoles el cura que no
asistiesen.
Que este
delator ha visto un papel que en su principio dicen los dos versos siguientes
se digan en lugar de versículo, que después siguen otros versos en dos
divisiones y en cada una principiaban con la voz de los salmos y al fin una
canción o letra como responso.
Que en estos
últimos años la gente común, ha vestido un mono en los días de carnaval que
llaman Pelele y que antes de la cuaresma le han hecho su entierro, haciendo uno
de cura vestido ridículamente y también figurando responsos y remedando el tono
que utiliza la Iglesia en los entierros. Cuya diversión pudiera tener disimulo
por la clase de gentes que la hacían; pero que el hecho practicado por los
principales del pueblo y tolerado por el Prelado Eclesiástico, será un ejemplo
que estimulará a las gentes a repetir en carnaval este escándalo con nuevas
circunstancias; aunque le deben el concepto la gente común de que la ignorancia
y la ociosidad y no la religión son la causa de ello.
El delator
reconoció su delación añadiendo, que todo el pueblo podía deponer sobre el
hecho, y particularmente cuatro sujetos que nombra. (Lo ratifica).
Primer Testigo.
En su
consecuencia se examinó a D. Pedro Flores, dependiente de Rentas Provinciales,
de estado viudo y uno de los citados por el delator; y dijo acordarse de una
procesión que con otros formó D. Diego Blázquez Administrador de dichas rentas,
figurando la muerte y entierro de un galgo por haber corrido menos que el otro,
con el objeto con el objeto de charquear así a los amos. Comenta la noche en
que se hizo y señala los sujetos que iban en ella, que eran Juan Delgado el
relojero, Francisco Cabezas, Alfonso Gijón, José Llanos, el hijo del Gobernador
y otros muchos a caballo, y en medio D. Diego Blázquez haciendo que lloraba,
que otro iban vestidos de mojiganga con una especie de incensario, y otro con
un género de manga y una cruz de caña; pero que esta luego que lo advirtió el
D. Diego Blázquez la quitó desde el caballo, por lo que se lastimó un dedo a
que al día siguiente se lo manifestó. Detrás iban las mujeres llorando y se
encaminaron a la casa de D. Tomás Cortés en donde cantaron no sabe el que ni en
que tono, pues con el bullicio nada se percibía. Preguntado si vio algunos con
sobrepelliz y bonetes; dijo: que cuando se estaba preparando la función, vio en
medio del gran concurso al hijo de D. Alonso…(no se lee bien el apellido) al
parecer de Sobrepelliz y bonete, y que al salir de la casa ya no lo llevaba; y
se presume que el dicho Blázquez se lo mandó quitar por razón de que encargo
éste testigo por cierto sujeto, le dijo al D. Diego Blázquez, “cuidado con lo
que se hace en la broma, no se mezclen ceremonias que pertenezcan a la Iglesia”
a lo cual respondió, “no lo quiero yo, pondré en ello mucho cuidado”: y observó
que las luces eran cañas untadas con pez.
Que se acuerda
haber oído (sin saber a quién), que en la casa de D. Alfonso Bargueño esperaban
a los de la procesión con una calavera y velas encendidas y un letrero que
decía, “Con eso al los del Haba” intentando así evadirse del chasco que se
temían; lo cual no se verificó, porque noticiosos los de la procesión de este
preparativo echaron por otra calle. (El testigo lo ratifica).
Segundo Testigo
Lo mismo viene
a decir D. Vicente Vierini, cura de dicha villa excepto que nada habla de cruz
sino de pendón, y cita a uno solo de los sujetos que es el testigo anterior
como asistente, y cinco más todos jóvenes como de 16 a 20 años; y que D. Juan de
Amaya uno de ellos, al pasar por la casa de éste testigo preguntó: “Señor cura
y quién cobra los dineros de este tierro”. Que también tiene noticia que en la
casa de D. Alfonso Bargueño esperaban a los de la procesión los del partido
puestos y prepardos a hacer con ellos un atentado.
No dice el cura
lo de la calavera y velas ni se le preguntó. También cuenta, que dos sacristanes
fueron invitados a cantar, y que habiéndoselo dicho se lo prohibió y no
salieron. (Lo ratifica).
Tercer Testigo
D. Ángel María
Yusta, presbítero, otro de los citados, dice por estar convaleciente de unas
calenturas, y que por el mucho gentío no pudo observar lo que pasaba en dicha
procesión por no poder girar mucho la vista, y que se retiró al interior de su
sala; pero que si advirtió que en ella iba Blázquez y un Procurador de causas
llamado Miguel Cortés, que llevaban un ataúd y detrás unas mujeres de lloronas
y unos muchachos con una especie de sobrepelliz y bonete, aunque no podía
asegurar que fuese lo uno o lo otro. Que tiene noticia de que dicho Blázquez,
fue reconvenido de que no ridiculizase con una broma profana las ceremonias
eclesiásticas, y que había contestado, “que nada de esto permitiría él”; y que
en casa de Bargueño tenían una cosa preparada para chasquear a los de la
procesión. (No dice cual era, pero lo ratifica)
Cuarto Testigo
Examinado Juan
Ciudad, sacristán de aquella parroquia, de estado casado, y de edad de 26 años,
dijo. Que no vio bien la mojiganga porque anduvo como huyendo, por haberle
invitado D. Diego Blázquez para que cantase unas coplas de la muerte del galgo,
a lo que se remitió. Que el entierro consistía en una procesión que salió de
casa de D. Diego con muchos hombres a caballo, muchas luces y mucho gentío,
donde iba una especie de féretro donde se supone que iba el galgo, un paño
negro puesto en palo, dos mujeres detrás de lloronas, unos muchachos
encaminados cantando las coplas, y un hombre disfrazado con un puchero en lugar
de incensario. Que sabe que una de las coplas principiaba “Ya D. Tomás Mora no
podía levantar cabeza”, que no pudo entender con el bullicio si el tono en que
las cantaban era parecido al de difuntos; pero que sabe que con las coplas
había una antífona para cantarla al D. Tomás. (Lo ratificó)
Informe del Comisario de Villanueva de la Serena
El Comisario
informa bien del delator y testigos; y del D. Diego Blázquez dice: que siempre
ha sido tenido por su ingenio como un loco: que su conducta es poco
escrupulosa; más en punto de religión no tiene no tiene más nota que vivacidad
y poco reparo en hablar: que los demás son jóvenes del día, pero no notados en
punto de religión ni de públicos extravíos: que se persuade que todos los
autores y concursantes, no tuvieron otro objeto que la diversión y la broma;
pero que con todo, dicha diversión para algunos fue un escandalosa; no bien
vista de otros, y del gentío vista como cosa de carnaval, que hace ya algunos
años, según está informado, que el populacho en los días próximos a la cuaresma
hace otra procesión semejante, y aun más viva que el entierro del Pelele, esto
es de un hombre o mono vestido de paja; y que creé el comisario que todo esto
sea digno de remedio con las providencias que el tribunal tenga por
conveniente.
A instancia
fiscal se sacó extracto del hecho y sus circunstancias, y le calificaron, D.
José María Ramos y D. Lorenzo Igual de Soria.[1] (Se
desconoce si hubo sentencia o no, ya que no aparece en el expediente).
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