MIS LIBROS

  • Depuración de Maestros Nacionales en la Comarca de Olivenza
  • El Chitón de los Zapata (Teatro)
  • Esperanza y Libertad las Hijas de la Rapada
  • Extremadura Tierra de Brujas
  • La Judía de Alcalá de Henares
  • Los Herejes de Badajoz
  • Los Herejes de D.Benito, Villanueva de la Serena y Medellin
  • Los Herejes de la Raya de Cáceres
  • Los Herejes de Mérida
  • Los Herejes del Guadiana Fronterizo
  • Los Milagros de la Virgen de la Luz de Moncarche
  • Los Moriscos de Hornachos Crucificados y Coronados de Espinas

sábado, 1 de abril de 2017


SOR JUANA DE SAN BERNARDO (LA REINA DE LA LUJURIA)

 

Declaraciones espontáneas que en el tribunal del Santo Oficio de Canarias, hizo por medio de D. José Mansieu, a Sor Juana de San Bernardo Matos, religiosa de Santa Clara de aquella ciudad, siendo acusada de herejía, apostasía y pacto expreso con el demonio.

 

En la Inquisición de Canarias a 9 de mayo de 1770, encontrándose solo en su audiencia de la mañana el Inquisidor D. Alfonso Molina, entró en ella D. José Mansieu, consultor del Santo Oficio e Inquisidor ordinario. Éste, exhibió una delación espontánea, que con licencia y en nombre de Sor Juana de San Bernardo Matos, religiosa profesa en el convento de Santa Clara de dicha ciudad, hizo al Santo Tribunal de la que resulta.

 

Que dicha religiosa de edad de 13 años invocó al demonio diciéndole, que si la sacaba de aquel convento donde la habían puesto en contra de su voluntad, le prometía de veras, entregarle alma, cuerpo y hacer cuanto le mandara. Que el demonio se le apareció y admitiendo el pacto, le pidió una cedula en la que apareciese lo referido, escrita y firmada con su propia sangre: lo que ejecutó ella entregándosela.

 

Que desde entonces acá y por espacio de 29 años, ha estado frecuentemente cohabitando con el mismo demonio de día y de noche como marido y mujer, en cuyo tiempo, han sido tan continuos los actos carnales, que pasan de muchísimos millones de millones, haciéndole siempre invocaciones para que se le apareciera, tributándole adoraciones y terminando con la soberanía y grandeza con que le veía; ejecutando ambos muy repetidas exterioridades de besos, abrazos, palabras, tocamientos etc.

 

Que en dichas ocasiones de invocaciones y actos carnales, siempre negaba interiormente alguna proposición o proposiciones de nuestra Santa Fe. Que preguntándole una vez el demonio porque estaba triste, ésta le respondió, que por falta de dinero, entregándole el diablo unos doblones que recibió de su mano. Que en una de las invocaciones en las que renovó su promesa de cuerpo y alma, le pidió al demonio pecar con un mulo habiéndosele aparecido, y dicho que se quitase el rosario y lo arrojase al suelo, lo ejecutó así; y que con ayuda del diablo que tenía al mulo tomado por las patas para que no la maltratase, tuvo acceso carnal con dicho animal.

 

Que en otra ocasión, habiendo invocado al demonio y habiéndosele aparecido, le hizo quitar el rosario, arrojarlo al suelo y quebrar la cruz, teniendo con ella el más extremado acto carnal que se puede discurrir. Que en distintas ocasiones dijo: la primera a una persona que estaba resuelta a matarse y que ni Dios se lo había de impedir con todo su poder y la segunda, aun confesor a quién dijo: que quería morir ateísta, que no cree en la beatitud, ni en el agua bendita, ni de más gracias que concede el Papa, renegando voluntariamente de Dios y de su Santísima Madre. Que se iría mejor a tierra de moros a seguir su ley y no la que le han impuesto.

 

En otra ocasión que volvió a invocar el demonio le dijo: que ya que le había entregado su cuerpo y su alma, que la llevase a conocer los infiernos y se pudiera quedar allí para siempre, a lo que respondió el demonio; que no se lo permitían, aunque bien que querría hacerlo. Que invocó dos veces más al demonio para tener con él actos carnales y que los tuvo, así como con otros animales dos veces en dicho momento.

 

Que en una ocasión luego que comulgó, puso la sagrada forma en un papel y habiéndola picado con un alfiler, la arrojó al suelo y la pisó con mucha furia, tirándola en el lugar común del convento. Que menospreciando a un Niño Jesús que tenía en su celda, le cogió y en el modo que pudo tuvo acceso carnal con él. Que haciendo un nacimiento y pegándole fuego, invocó al demonio entregando su cuerpo y alma para que no continuase el fuego, ya que algunas de las alhajas que adornaban el nacimiento se las habían prestado y se las pedirían, lo cual se lo cumplió el diablo. Que pactó en otra ocasión, que le trajesen a un hombre que deseaba para gozarlo lujuriosamente y, de hecho, se lo trajo muchas veces teniendo con él actos carnales y renegando durante el acto de Dios y de la Virgen.

 

Que en diez ocasiones más tuvo actos carnales con el demonio, diciéndole a Dios,  que no tenía poder para salvarla. Que a instancia suya, el demonio le trajo una vez un obispo, en otra ocasión un eclesiástico pariente suyo, en otra un hombre casado y seis veces más otros eclesiásticos con los que tuvo copulas carnales y completas.

 

Que llegó a invocar el auxilio de la Virgen para que le alcanzara su eterna condenación y a maldecir un niño Jesús que le daba auxilios para enmendar su vida. Que en muchas ocasiones tuvo grandes sentimientos, de que el diablo no se le aparecía con tanta frecuencia, lo que en varias veces manifestó a su confesor diciéndole: que hasta el diablo se cansaba de sus actos lujuriosos.

 

Que habló mal del sacramento de la penitencia afirmando, que nadie tenía virtud para perdonar pecados y profiriendo delante de diversos sujetos algunas blasfemias hereticales comentó: que Dios no quiere la salvación de las almas. Testificó en su declaración, que el demonio le enseño a ser nigromante diciéndole unas palabras difíciles de pronunciar y que ella tenía que decir y cuyo significado era, que el diablo era el único señor del cielo y de la tierra y que merecía adoración. Que siempre adoró al diablo de rodillas como a Dios, reverenciándole como tal en la soberanía que se le mostraba, creyendo siempre que Dios no tenía poder para salvarla.

 

Tras esta declaración del clérigo D. José Marieu, la Inquisición de Canarias visitó a dicha religiosa en el convento de Santa Clara para tomarle información de lo que se le acusaba, y jurando de que diría la verdad contestó lo siguiente el día 13 de mayo de 1776: dijo ser hija de Pedro Matos y Josefa López Travieso, de 43 años de edad, quién contestó, que todo lo contado era verdad y que cuando rompió la cruz y crucecitas que estaban encima de su cama, las pateó y escupió y le rompió un brazo, maldiciéndola en presencia del demonio por haberla redimido en ella nuestro redentor.

 

Preguntada ante quién refirió los errores cometidos contestó: que lo hizo ante la actual abadesa del convento Sor Luisa de San Antonio del Castillo, sor Teresa y Sor Andrea Marrero, a quienes le dijo; que estaba resuelta a matarse ya que ni Dios se lo iba a impedir con todo su poder. Que todo lo que hizo lo ejecutó con pleno conocimiento y de saber que el poder de Dios no era tal y del que desconfiaba.

 

Que en una ocasión y tras haberse confesado con D. José Marieu, maldijo al religioso porque a partir de esa noche en que se confesó con él, se le apareció mientras estaba en la cama, nuestro Señor Jesucristo con su Tribunal con mucho rigor y su Santa Madre al otro lado como de rodillas rogando por ella, diciéndole Cristo a su madre: hasta de ti ha maldecido, y que no obstante continuaba sus ruegos la Virgen. Que a lo lejos escuchó como una voz lastimosa, a su entender del diablo, que decía: no la entrego, no la entrego, es mía, ella me lo ha dado, me invocó, y que tras estas palabras desapareció toda aquella visión y apareció en sus manos el papel o pacto que había hecho con el demonio. Que a partir de aquella aparición de Jesucristo y la Virgen, nunca más se le volvió aparecer el demonio.

 

La Inquisición cree que Sor Juana ha estado reputada, por decrépita y arrebatada en su convento, y que cualquiera que haya tratado a Sor Juana de San Bernardo Matos, la habrá tenido por alocada y fuera de si, por las varias demostraciones que ha tenido para quitarse la vida. Que en una ocasión, tomó porción de cal y vidrios molidos para matarse como aseguró el cirujano que le asistió.

 

Que Sor Juana de San Bernardo comentó a la religiosa Sor Diego, que mientras en el tribunal le tomaba declaración, silenciosamente invocó al demonio y que se le apareció en forma de gato. Que dicha Sor digo dice, que lo de la cedula o pacto con el demonio escrito con su propia sangre es falso, ya que ésta le pidió un palo de tinta encarnado de los que tenía para dar color a las sedas, el que lo echó y guisó en agua y, con esta escribió el papel según se l afirmó la criada de la sor Juana con quién se lo envió y lo vio escribir.

 

Que cuando hizo el pacto con el demonio con sus 13 años, éste le dio un anillo pero que no sabe de lo que era, solamente que tenía una piedrecita y en ella un negrito muy deshonesto y que era el mismo diablo. Que en todo el tiempo de su mala vida, ha tratado con dos diablos, el uno que era Lucifer y el que representaba el anillo Asmodeo presidente de la lujuria. Que habiendo guardado el anillo junto a la carne al lado del corazón por mandato del diablo, cuando alguien venía a su celda, con solo tocarle con el anillo, el hombre caía en sus brazos entregado a la lujuria y al igual que a los animales, teniendo accesos carnales con ella. Que el anillo le daba poder para hacerse invisible a sí o a otras personas, otras para aplacar la ira de algunos que reñían y otras para quebrantar la clausura bien sola o acompañada, y otras para alcanzar para el convento cosas de las que carecía. Que el día 9 de junio de 1775, devolvió el anillo al demonio.

 

Experto en analizar el papel y la tinta donde se escribió el pacto con el demonio dice, que está escrito con sangre y que hará unos seis, ocho o diez años que se escribió. Un comerciante maltes que vivía en la isla dijo del papel, que era de la marca del toro y del caballo, que es papel traído de su tierra, Malta, y que su origen es de 1760.

 

Que todas las religiosas del convento están aturdidas por los acontecimientos y temen por la honra de dicho convento. Que la reo dice, que aun hoy en día, la sigue persiguiendo el diablo, reconviniéndola y ofreciéndole dinero y felicidad; que se le aparece en forma de hombre, en traje regular, sin más diferencia, que la de advertirle hoy con vestido de color de fuego, sin hermosura ni resplandor alguno como antes.

 

Que de edad de 13 años encontrándose en el convento de descalzas de Canarias donde la puso junto a otras dos hermanas suyas su tío Fr. Ignacio Matos de la orden de Predicadores, hizo la expresada cedula al demonio invocándole, con la intención de que la sacase del convento, cosa que no consiguió. Que en una ocasión y por arte del demonio, salió del convento y estuvo dos años viviendo con su hábito en casa de María Almeda y que encontrándose desamparada de todos los suyos, se entró en el convento que actualmente se encuentra con mucho consentimiento del demonio. Que se sosegó por haberle ella ofrecido, que nunca le faltaría a la palabra dada y pacto hecho, cuyos sentimientos se repitieron al tiempo de su confesión.

Fueron calificados estos actos como hereticales y de conducta blasfema, de ser una persona, que a practicado la apostasía y la idolatría como se contiene en su delación. Sea absuelta de todos los delitos que ha cometido y “ad cautelan” de los que por olvido no haya expresado, se le impongan penitencias saludables y medicinales para la enmienda. Sor Juana de san Bernardo escuchó su sentencia dando las gracias al tribunal por su benignidad y abjuró con la solemnidad debida de sus errores, recibiendo humildemente la penitencia impuesta. Fue absuelta por el comisario de todo lo que se ha remitido al tribunal inquisitorial.

 

El pacto con el demonio decía lo siguiente.

 

Hago entrega voluntaria a Lucifer y a todos sus Caudillos, de mi alma y de mi cuerpo, sin que esta mi libre y espontánea voluntad pueda contradecirse en lo que aquí prometo, de serle fiel esposa viviendo subyugada a obedecerle en todo, dándole adoraciones y haciendo cuanto él me mandare: renegando de todo lo de cristiana, del Credo, artículos, los siete sacramentos y todo lo que me manda la Iglesia que crea. Todo lo niego y reniego de cuanto me hicieron hija adoptiva de Dios, lo anulo y me separo de él y con todo mi gusto más quiero ir al infierno que no a la gloria, con la que me ganó el Crucificado con su sangre y que su misma sangre que por mi derramó, me sirva de mayor condenación, estando para toda la eternidad en compañía de todos los diablos donde le esté maldiciendo eternamente.

 

En fuerza de esta escritura que hago y firmo de mi mano digo: que ni yo misma la pueda deshacer y para que más fuerza tenga, la firmo con mi sangre rompiendo la vena del corazón, la cual derramaría por toda esta verdad y lo firmo convencida de lo que hago.

 

Firmado. Juana de San Bernardo Matos.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.